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Cine Copeval

Inaugurada en la Nochebuena de 1961 la «Sala de fiestas-Copeval cine” exhibía su “fachada maravillosa en el lugar más céntrico del pueblo”. Eso era lo que decía el diario mierense Comarca de este lugar de encuentro de todos los cinéfilos turoneses durante sus 19 años de existencia. Un patio de butacas impresionante, con 500 localidades y una programación con las mejores películas americanas y europeas. Algunos quizás aún recuerden aquella sesión del 24 de diciembre de 1961 a las 7 de la tarde con Rita Hayworth y Anthony Franciosa en Sangre en primera página.

UN CINE DE LUZ Y COLOR 


La sala que nos ocupa se vincula con un proyecto para el Cine Fano de Mariano Marín; por alguna razón que ignoramos Valeriano Zurrón se hizo conFicha técnica.jpg ese solar y con este proyecto en su fase inicial, planteando a Luis Cuesta - a la sazón arquitecto municipal de Mieres - la adecuación del inmueble a sus planes; volveremos sobre esta cuestión más adelante.

Mantiene la idea de cinematógrafo, pero parece que desaparece aquel piso inferior destinado a salón de baile; la fachada se modifica y la distribución espacial recibe ciertos cambios. Los trámites se sucedieron con rapidez y así pudo abrirse en la Nochebuena de 1961. Con motivo de la inauguración del local se inserta en el semanario mierense Comarca (1) un breve artículo en que se ensalzan las bondades del local y del que reproducimos los fragmentos de mayor interés:
«Sala de fiestas-Copeval cine. Así reza un fantástico letrero luminoso que costaría más de tres mil duros. Impresionante para nosotros, siempre desamparados de luz y de color. Una fachada maravillosa en el lugar más céntrico del pueblo; que rompe con un vestíbulo amplio y confortable, e iluminado como pueda estarlo el de cualquier ciudad. Una sala de 22 por 20 metros dotada de luz y calefactores último grito, amén de butacas cómodas y distribuidas en su justa medida. Servicios dignos y otros muchos detalles, que complementan una suntuosa instalación a fines cinematográficos, es como un regalo de honor a los habitantes de este querido Turón, que tan adentro nos llega».

Con motivo de la inauguración la Obra Cultural de Educación y Descanso de Turón organizó, tras la bendición del salón, una velada musical en que actuaron ochotes, las masas corales de Pola de Siero y Turón el sábado 24 de Diciembre de 1961, a las 7 de la tarde; la proyección del primer film tuvo lugar ese mismo domingo, eligiendo para el estreno Sangre en primera página.

CINE EUROPEO Y PREGONES


En el Álbum de las fiestas de 1962 se indica que el cine acoge el pregón de las fiestas y se anuncia el primer festival de Cine Europeo con la proyección de distintos títulos de actualidad (2). En el año 1963 tuvo lugar igualmente la lectura del pregón (3) y en la temporada 1964-65 se anunciaba en el porfolio de las Fiestas del Cristo, exaltando su labor de programación y la economía de sus entradas. Las palabras eran éstas:
Carteles.jpg«Cine Copeval. ¡Éxito tras éxito a lo largo de tres años! Una empresa que se ha complacido en presentar al público turonés los más ruidosos estrenos europeos y americanos, siempre a precios normales. ¡Soberbios programas dobles todas las temporadas. Una auténtica selección de películas que no dejará Vd. de ver, a partir del mes de septiembre! ¡Atención a los sucesivos estrenos! Grandiosos éxitos. Cine Copeval. Turón».

La sala se mantuvo abierta durante 19 años, combinando la actividad de sala de fiestas y cinematógrafo. Su personal técnico pasó tras el cierre, como empleados de la Empresa Pesquera, al Novedades y más tarde al Cine Esperanza de Mieres.

El curioso nombre del local proviene del enlace de las sílabas de los empresarios que se hicieron cargo de él: Co, de Corsino, Pe, de su hermano Pepe, y Val, de Valeriano Zurrón (4).

Reconstruyendo la compleja génesis del cine Copeval debemos remontarnos algunos años atrás, para intentar desentrañar las confusiones sobre la propiedad y el origen del proyecto, siguiendo las noticias del archivo personal de Luis Cuesta Rodríguez y del Registro de la Propiedad. En el Registro de la Propiedad mierense se conserva la inscripción de la finca como rústica y propiedad de Francisco Álvarez Blanco en junio de 1949, que es vendida a Valeriano Zurrón Rodríguez por la reducida suma de 6.140 pesetas en marzo de 1950. En Abril de 1955 éste encarga a Luis Cuesta el proyecto de una sala de fiestas en ese solar, presentándose el 28 de Mayo de ese año la solicitud de licencia de construcción en el ayuntamiento de Mieres; en Junio se redacta la memoria de obra para elevación de un piso sobre la sala de fiestas. Pasan dos años y la vende a Germán Suárez Álvarez en Septiembre de 1957; en Abril de 1958 se presenta la solicitud de la licencia de construcción -de nuevo para sala de fiestas- ante la corporación.

En Noviembre de 1959 diseña Luis Cuesta un proyecto de aumento de dos pisos, destinados a vivienda, sobre la zona de vestíbulo de la sala de fiestas; este mismo Germán Suárez es quien inscribe la obra nueva de edificio destinado a salón cinematográfico como ejecutada a sus expensas con materiales propios en el RPM, acompañando su solicitud de la certificación del arquitecto Luis Cuesta Rodríguez, ya en Mayo de 1962.

EL PROYECTO DE ZURRÓN


Es curioso porque, en Febrero de 1961, Valeriano Zurrón encarga para esta misma finca un proyecto de cinematógrafo cuyo presupuesto asciende a 688.510 pesetas, indicando que «se emplazará sobre los cimientos y sótano ya construidos» probablemente, los de la sala de fiestas. Otro presupuesto de ese mismo mes indica un coste de obras que supera el millón de pesetas.

Sí existe constancia de la ejecución de estos trabajos puesto que es certificado por Luis Cuesta en Diciembre de 1961; en la Nochebuena de ese año ya se inaugura.

El 14 de Enero de 1963 se vende el edificio por terceras partes iguales indivisas a Corsino González Rodríguez y sus cuñados José y ValerianoCine Copeva.jpg Zurrón Rodríguez; poco después suscriben una hipoteca a favor de la Caja de Ahorros en garantía de una cuenta corriente de crédito hasta el límite de 800.000 pesetas, que se cancela por su total reintegro en Mayo de 1980, momento en que -por herencia- se realiza la división horizontal. Pasa entonces a inscribirse de modo independiente el local destinado a cine, con una valoración de un millón y medio de pesetas.

DE LA CARRETERA AL RÍO


Sobre el solar longuero comprendido entre la carretera y el río Turón, en el centro de La Veguina, se situaba este inmueble con la facha- da principal hacia la calle; la línea de fachada medía 16 metros y la sala contaba con 7 m. de fondo, ocupando un total de 614 m². La irregularidad de la finca se salvaba sin dificultad, aunque perdiendo una pequeña porción de terreno en la parte posterior. 

Poseemos datos precisos acerca de los materiales empleados por ser mencionados en la memoria del arquitecto adjunta a la solicitud de apertura tramitada en el ayuntamiento; el coste de la obra ascendía a 688.510 pesetas, cantidad reducida si se compara con los tres millones de su coetáneo Cine Río.

La estructura era de ladrillo y hormigón armado, sobre los cimientos ya excavados. Los tabiques de distribución se realizan en ladrillo hueco colocado al canto; el forjado de los pisos era de hormigón aligerado por bloques cerámicos del tipo Río.

La fábrica se revoca exteriormente con mortero de cemento y arena; en el interior los guarnecidos se ejecutan con mortero, enlucido de yeso y pintura al temple, como venía siendo habitual desde los años 20. En los baños había agua caliente y zócalos alicatados; los inodoros y lavabos eran del llamado tipo nacional, o corriente. En el rodapié se empleaba baldosa hidráulica de color; las puertas eran de carpintería de madera de castaño, con los herrajes de colgar y de seguridad por la índole del local. Las ventanas exteriores se cerraban con esta misma carpintería y vidrio semidoble; la madera se pintaba al óleo con tres manos de pintura.

La escalera se disponía sobre bóveda de rasilla de tres hojas, siendo sus peldaños de mármol comprimido y la barandilla de fábrica. La cubierta era a doble vertiente con la limatesa paralela al lado largo; se empleó teja curva sobre tablero de rasilla y armaduras metálicas. Se menciona igualmente la terraza a la catalana.

La instalación eléctrica iba empotrada bajo tubo Bergman, especificándose incluso el tipo de hilo -I.K.B.-.
Copeval en el tiempo.jpg
Nos ocupa ahora la distribución de la planta de butacas; mediante tres puertas precedidas de un par de escalones se accede al amplio vestíbulo (92,75 m²). En el lateral derecho, perfectamente concatenados los diversos recintos, se disponen la taquilla, los aseos de señoras, el arranque de las escaleras hacia el piso superior y en el recodo de la escalera se encaja el guardarropía.

500 BUTACAS PARA UN PATIO


Tres puertas de doble hoja que abren hacia el exterior comunican con el patio de butacas, mejorando así lo dispuesto por Mariano Marín, que sólo había previsto una central, infringiendo la normativa vigente. El total de 500 localidades se distribuye en 18 filas que oscilan entre 16 asientos por hilera y las 32, que permiten la existencia de un pasillo perimetral y la adaptación a la planta del inmueble.

Ante el escenario la anchura es menor, por cuestiones de visibilidad; se iba ampliando paulatinamente entre las filas 1 y 6, y de nuevo disminuyen en la 15 por el retranqueo del muro de cierre. También se arquean las hileras por las mismas cuestiones ópticas; así concluimos que el estudio realizado por Luis Cuesta de la disposición de los asientos era mucho más acertado y adaptado a los diferentes conos de visión.

En la sección longitudinal que consta en el proyecto aparece claramente reflejado el trazado de estas líneas, y en ella también se aprecia que el suelo no va en declive sino que asciende en la zona inmediata al escenario, incluso bajo la primera fila, con este fin. Bajo el escenario, comunicado por una puerta pequeña, se habilitó un trastero al que se descendía por una escalerilla.

Sobre el vestíbulo se disponía la planta primera, de unos 120 m², en la que se hallaban los servicios higiénicos para caballero, el bar, la cabina de proyecciones, la sala de rebobinado, almacén y los servicios higiénicos para el personal empleado; el resto era un vestíbulo iluminado mediante tres ventanales centrales y otros dos rasgados en los extremos. La cabina y el almacén de rebobinado se construyeron con materia- les incombustibles y las puertas se forraban con chapa de hierro dulce. En el techo de la cabina se disponía una chimenea de ventilación.

La fachada se revestía de contraplacado de piedra y gresite en el proyecto, que en la ejecución parece haber sido gresite y plaqueta de ladrillo; el único elemento decorativo era la marquesina, que separaba física y visualmente las dos alturas en que se abrían simétricamente los huecos, tres puertas a las que corresponden tres vanos en el piso. Las carteleras del piso bajo se ven sustituidas por otras ventanas.

En el extremo derecho se disponía un portón que aparentemente ocultaba un espacio sin uso o sin habilitar y, en el opuesto, una taquilla en arco. Carecía de remate sobre las dos alturas, y únicamente aparecía la estructura de cubierta tras el cuerpo de altura inferior de los vestíbulos. De su equipamiento sólo tenemos constancia de un aparato de proyección del paso universal de 35 mm. y de extintores contra incendios instalados y certificados por la Casa Creax.


© María Fernanda FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
 


(1) Comarca, Mieres, nº 309, 23-XII-1961.

(2) Se mencionaban los films: Mi vida en tus manos, El precio de una duda, Los 400 golpes y Los atracadores.

(3) Ese año estuvo a cargo de Lucas Martín Pelayo, a la sazón secretario general de Hulleras del Turón.

(4) Testimonios orales Manuel Menéndez Baquero y Juan Carlos Vega Zapico.