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Landa, el Valín

El agua ha dejado de sangrar negra pero Valhundido y su río siguen recordando lo que fueron, compañeros inseparables de un pasado dorado con vetas sobresaltadas de miseria y de dramas. En esta nueva entrega, dedicada a la segunda obra “turonesa” de Ydígoras, Landa, el valín, resalta Evelia el destino de ese guaje ayudante de minero que con sólo once años toma el relevo generacional de un padre asfixiado por el grisú. Porque cuando llega la muerte sigue la vida y la necesidad, aunque respetuosa del luto y del recuerdo, abrevia las lágrimas. Apenas un niño para continuar con la saga de los Landa, una madre, dos hermanas y un mundo cuya dureza intentará sortear con los consejos silenciosos de un padre desaparecido y admirado cuyos restos sepultados impulsarán su cruzada minera



UN APUNTE PARA ANIMAR A LA LECTURA

 

LANDA, EL VALÍN
Autor: CARLOS MARÍA YDÍGORAS

Editorial Noguer S.A.
Barcelona-Madrid
Segunda edición, 1984


“Yo vivía en Valhundido, el hermoso valle cruzado por un río viejo…”

Es la voz de Landa, un niño, hijo de minero, que narra en primera persona los avatares de su vida entre los once y dieciséis años de edad, cuando por las adversas circunstancias se ve obligado a trabajar en las minas de carbón.

El autor de esta novela, Carlos María Ydígoras (1924-2010), abogado, periodista, incansable viajero y escritor de apasionada biografía, acumula experiencias que luego transforma en la materia prima de sus libros. Trabajó algún tiempo como minero en el Pozo San José de Turón por lo que debemos pensar que los escenarios de este relato se corresponden con el lugar que conoció: El Valle de Turón ( Valhundido ).

“Landa, el Valín” (1) es una novelita corta ( 190 páginas ). Se trata de una versión juvenil, un relato desgajado de “LosPortada Landa , el valín.jpg hombres crecen bajo la tierra”, su novela más conocida y de mayor extensión. Al ser el protagonista un niño, parece más propio clasificarla dentro de la literatura dedicada a los más jóvenes, pero su lectura satisface por igual a los mayores. A cualquier edad se puede disfrutar con esta narración de gran viveza y agilidad debida al predominio de la forma dialogada. Su lectura se realiza, como se suele decir, de un tirón.

La historia de Landa-hijo empieza, cuando teniendo sólo once años, muere su padre en la mina a causa de una explosión de grisú. Para sacar adelante a su familia, la madre y dos hermanas, debe tomar el relevo a pesar de su corta edad y continuar la saga de los Landa. Empieza a trabajar como valín - guaje ayudante de minero – Era habitual el trabajo de los niños en las explotaciones mineras de comienzos del siglo XX, época en la que se sitúa la acción de la novela. El penoso trabajo de la mina y el trato con los trabajadores hacen que el niño pronto adquiera una madurez prematura. De esta manera, la mina se convierte en su escuela de vida, aprende el oficio, pero sobre todo aprende el comportamiento solidario, la superación del miedo, la aceptación del riesgo, pone en peligro la propia vida por salvar la de los otros, en fin, se está forjando un héroe. Y el modelo será el padre, siempre admirado y presente en su corazón. Sus consejos, el recuerdo y la búsqueda de sus restos, no rescatados de la galería hundida, constituyen la parte más emotiva de la historia:
“Si a mi padre pudiera enterrarlo como los demás…”

Por los diez capítulos de que consta la novela se suceden los tópicos que desde “Germinal” de Èmile Zola, caracterizan a estas narraciones mineras. Ydígoras describe con detallismo el trabajo en la mina, los accidentes, la huelga o el despertar de la conciencia social. El Valín comprende pronto la injusticia a que están sometidos los trabajadores, tiene presente el legado de su padre y su regla de tres ya no la hará con naranjas …

“Para que un hombre sin trabajar gane un millón, mil hombres trabajando ganarán cuatro noventa.”

Landa, apenas un niño-adolescente, asume responsabilidades - trabaja y devora libros - Ya está preparado para afrontar otros retos en su vida. Junto a él conviven los demás personajes que no son de ciencia-ficción, sino que constituyen arquetipos humanos verosímiles, seres de la realidad: Vitelón, bruto y noble, salvando vidas, aunque no pudiera salvar la suya; Felisandro , el híbrido de labrador y minero; el Patriarca viejo, enfermo y protector que da consejos a Landa: “Debes estar dispuesto a tender la mano aunque puedan cortártela”; Selva, la tierna amiga…Y un repertorio amplio de personajes formando un coro que tiene la misión de enseñar y crear la conciencia moral del protagonista.

El autor inclina la balanza a favor del minero considerado como un ser valiente, noble, arriesgado, solidario, protector de la familia, frente a la visión negativa dada por otros escritores como Palacio Valdés en “La aldea perdida” donde deja muy mal parados a los mineros frente a los idílicos campesinos.

Puede adolecer la novela de abundante carga moral y de excesivos tintes melodramáticos, pero esto que pudiera resultar anacrónico, hay que interpretarlo como un tributo que el autor paga por situar la acción a comienzos del siglo pasado, época en que la literatura buscaba sobre todo despertar grandes emociones.

Landa ya empezará a formar parte de nuestro particular archivo de personajes literarios, pero este Valín ocupará un lugar especial por lo que tiene de cercanía con nuestra vida, con la circunstancia social que vivimos, que no es otra que la de los mineros que todavía contemplan el sol sobre el castillete donde el drama se va adormeciendo.

© Evelia Gómez, junio de 2012


(1) El libro es fácil encontrarlo por Internet o en las Bibliotecas Públicas.


HOMENAJE A UN GRAN ILUSTRADOR Y DIBUJANTE POLIFACÉTICO


Juan Manuel Cicuéndez.jpgNo podía faltar aquí una reseña emocionada a este gran artista que fue Juan Manuel CICUÉNDEZ que ha dejado huérfano el mundo del cómic y de la ilustración el 7 de septiembre de 2013. Este toledano de talento que con 17 años decide aparcar los estudios, haciendo del dibujo el arte permanente de su propia vida, está ligado para siempre al Valín minero del valle de Turón. Sus ilustraciones en blanco y negro fijan las palabras de un Ydígoras sofocado por su propio mundo minero y prolongan las vetas negras de un Valhundido arquetipo de una minería que transporta al lector. Lazo y colaboración premonitorios cuando, coincidiendo con la gran emigración asturiana y turonesa de los años sesenta, él también acudió al Eldorado bruselense donde colaboró con los templos del noveno arte que fueron y son las revistas Spirou, Tintín y la mítica editorial Éditions du Lombard. Los artistas nunca mueren.


 
NB Nada mejor para compartir este homenaje, además del álbum de ilustraciones que le dedicamos, que consultar su página  web , que será actualizada por sus hijos hasta finales de este año, para entrar en el mundo de este gran artista.
  
 
cic@art-cicuendez.com