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Prólogo al libro de Marcelino

La herencia minera del Valle de Turón, Ediciones Nobel Oviedo, 2005

PROLOGO AL LIBRO

2009-10-01_IMG_2009-09-25.jpgA principios de 2001, el ex alcalde de Mieres don Misael Fernández Porrón me presentó a Marcelino Escudero García, concejal de Personal y del Área de Seguridad Ciudadana en la legislatura de 1999-2003. Aquella relación profesional se ha ido consolidando en estos años, convirtiéndose en una amistad que estoy seguro nos va a acompañar el resto de nuestras vidas. Esta amistad es la que me hace sentirme muy orgulloso y a la vez honrado de poder hacer una breve presentación del libro de Marcelino La herencia minera del Valle de Turón, no obstante, también puedo afirmar que el entusiasmo con el que he leído su libro no es fruto de esa amistad sino de un trabajo muy elaborado.
 

Minero noble y trabajador

Marcelino, una persona muy formada profesional e intelectualmente, entronca directamente con esa estirpe especial del minero turonés noble y trabajador, acostumbrado a luchar con la dureza de la mina en las entrañas de nuestro valle, siempre ha soñado con escribir este libro, no tanto con ser escritor, que es algo menos importante, sino con reflejar y dejar constancia de todas esas historias que, ya desde niño, ha ido escuchando y viviendo al lado de los 20080423093152_turon[1].jpgpozos mineros, por eso este libro nace como un compromiso de Marcelino con su propia historia, con el fin de materializar las palabras que su abuelo y todos los abuelos turoneses han ido contando año tras año en los chigres y en las múltiples tertulias que se forman en el ambiente especial de los pueblos mineros. El autor del libro no se resignaba a que cada vez que moría un viejo del lugar se llevase a la tumba tantas cosas que es necesario legar: historias trágicas, hermosas y, en la mayoría de los casos, infravaloradas, de hombres que murieron por conseguir un trozo de pan que llevar a sus familias. Con este poso histórico y sentimental, entre sorbos de café en la Cafetería Yaracuy, Marcelino me contó su proyecto ilusionante y ambicioso de plasmar en un libro la vida y muerte de cientos de mineros que, a lo largo del desarrollo de la minería turonesa, han ido salpicando su propia historia.

 

Hombre comprometido

Pozu Espinos1.jpgEl libro, La herencia minera del valle de Turón, está hecho con el corazón y la pasión de un hombre muy comprometido con su pueblo, un pueblo que, ante la grave situación que ha sufrido en los últimos años por el paulatino cierre de sus pozos mineros, ha generado una reacción en una serie de personas que no se han resignado a ver impasibles como su pueblo moría lentamente. Marcelino, en su etapa de concejal, ha luchado por buscar nuevas alternativas al cierre de los pozos mineros, con proyectos medioambientales y de recuperación histórica de los símbolos del valle, tales como la senda verde de Turón, una maravilla de la naturaleza que serpentea por el inmenso bosque de castaños que puebla todo el valle de Turón, la rehabilitación y recuperación de la vieja máquina de carbón, la restauración del castillete y pozo de Espinos, la rehabilitación y reconocimiento del entorno del pozo de Fortuna con su fuerte carga sentimental de recuerdo de la represión ligada a la guerra civil y posterior dictadura, bien es verdad que en este quehacer ha contado con el gran apoyo y colaboración de dos mierenses importantes en el Gobierno del Principado de Asturias que, desde su puesto de responsabilidad, se han volcado con estos proyectos. Estos dos mierenses son: nuestro común amigo y vecino de la parroquia de San Andrés don Antonio Suárez Marcos, director general de Calidad Medioambiental y Obras Hidráulicas, y don Luis María García García, antiguo director general de Minas y actual alcalde de Mieres.Armiello callejuela desde arriba.JPG

Una vez leído el libro de Marcelino, tengo que reconocer que mi visión del valle se ha transformado y, cada fin de semana cuando me dirijo hacia Armiello, una hermosa y pequeña aldea de la zona alta de Turón donde tengo la suerte de mantener una casa familiar, al pasar por delante de las antiguas explotaciones mineras que conformaban los pozos San José, San Benigno, Santa Bárbara, Espinos, etc., y recordar las cientos de historias reflejadas en su libro me reafirmo en la idea de que todas esas muertes no han sido del todo inútiles; su vida y trágica desaparición han permitido que su sangre hiciera florecer los cientos de cerezos que cada primavera salpican y cubren con sus pétalos blancos todo el valle, que los castaños cumplan su cita otoñal o que el río, por no sé qué misterio de la naturaleza, aguante el fuerte estiaje veraniego y siga fluyendo en dirección al mar.
 

Reflejo de la memoria histórica

Estamos, pues, ante un escritor directo, crudo y real que refleja la memoria histórica de una serie de personajes que, dentro de su anonimato, entregaron su vida no para ganar batallas o reconocimientos históricos, sino para lograr el bienestar de los suyos. Su vida y muerte merece que, este escritor comprometido y gran conocedor del ambiente de la mina por su antigua profesión de ingeniero técnico, los convierta, aunque póstumamente, en protagonistas de un libro ameno y apasionado, con una gran carga sentimental y un reflejo muy importante de nuestra historia. Su lectura nos Portada libro.jpghará comprender mucho mejor la realidad del trabajo en la mina, las miserias de los años de posguerra y el temple de muchos hombres que no dudaban en enfrentarse cada día con su propio destino.
 

Testimonio y consulta

El libro de Marcelino se va a convertir en una manual de consulta y testimonio para todos los estudiosos de la historia de la minería, y su publicación va a suponer un hecho importante en el devenir de un pueblo necesitado de iniciativas culturales que combatan ese pesimismo fatalista que invade a muchas personas desde el cierre, a mediados de los años noventa, del Pozo Santa Bárbara, considerado el último bastión del gran desarrollo minero del valle de Turón.
 

Para concluir esta introducción quiero felicitar al autor y felicitarnos todos por esta importante iniciativa que nos permite descubrir a cientos de vecinos que dejaron su vida en las minas; reencontrarnos, en algunos casos, con la fotografía y el recuerdo de seres muy queridos, que quizás ya descansasen en el baúl de nuestros recuerdos, y terminar recordando una frase del escritor Arturo Pérez Reverte en su crónica dominical de El Semanal que decía: "No existen libros malos sino lectores equivocados". En este caso, después de su lectura, puedo afirmar que nos encontramos ante un gran documento histórico de la minería asturiana. Los lectores que recorran sus amenas páginas se van a encontrar con un buen libro y considero que son, por tanto, unas personas muy acertadas.
 

Celestino Alfonso Díaz Iglesias