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Una vida para el pueblo

Cestos 095.jpgMarcelino era un hombre con muchas facetas…


Sí, era una persona que se movía en todos los campos. Tenía inquietud e interés por muchísimas cosas, en regla general por todo que tocaba a Turón. Presidió el Coro Minero por ese lazo tan particular entre música y minería, escribió sobre el pueblo, a la manera de un investigador pero también a través de la ficción de los cuentos. Lanzó el Foro Pozu Fortuna… siempre tenía que estar en movimiento. Tenía un montón de proyectos. Sin embargo, lo que él prefería era hablar con la gente. Le gustaba la tertulia, hablar pero sobre todo escuchar, grabar en su mente los recuerdos de la vivencias de la gente mayor. Pasaba horas y horas escuchando…Gene la de San Justo, por ejemplo, fue una fuente constante de historias. Marcelino era un amante de Turón… como nadie.
 

También decía que le gustaba la soledad, la meditación…


Le gustaba mucho subir la monte, encontrarse con la naturaleza. Con Quico, el amigo del alma como él le llamaba, iba mucho a caminar, a pasear, a recorrer las sendas que tanto le llenaban. La bicicleta también era un momento privilegiado para él.
 

¿Cuándo empezó esto de los cuentos?


La escritura empezó con la prejubilación. Vino primero lo del libro de los accidentes mineros. La idea surgió de la reflexión que tuvo sobre la muerte de su abuelo en la mina. Quiso investigar esa muerte, mas bien por razones personales y familiares, y terminó investigando sobre todos los demás. Esta investigación, de alguna manera, tiene mucho que ver con esa faceta de inquietud y el deseo de recabar información de la gente. Era como una deuda con el pasado para él. Quería que no se perdiese esa memoria y por eso su publicación era como un homenaje a las raíces y sobre todo un tributo a toda esa gente, muchos de ellos venidos de fuera
También escribió un libro, aún sin publicar, sobre las fuentes de Turón, con historias de cada una de ellas. Cuando enfermó estaba terminando una novela ambientada en la minería.
Los cuentos llegaron al final y los compartía conmigo. Hay uno precioso que escribió en la playa de Gijón: “Espejismo”.fotos papi 37.jpg


¿Por qué escribir en Asturiano?


Le encantaba. Decía que en todos los sitios hablaban sus lenguas y dialectos y que nosotros lo estábamos perdiendo. Por eso, con las historias de aquí quería que la lengua también fuese la nuestra, la más apropiada. Le parecía que sonaba mejor, que había adecuación entre el tema, los personajes y la propia lengua. Temía que todo esto se perdiera.


¿Cómo imaginaba Marcelino el Turón del mañana?


Con ilusión. El apostaba mucho por el turismo rural pero orientado entorno a la temática minera, restaurando para eso el patrimonio industrial, dando a comprender la historia de la minería. También veía el senderismo como foco de atracción. Traía grupos de escolares de fuera para explicarles la montaña, el pasado minero. Pero sí que le preocupaba mucho la situación laboral dramática del valle.


¿Había algo que le enfadase?


El odiaba la injusticia. Defendía mucho a la gente mayor y le entristecía que tuviesen que estar en residencias. De hecho iba mucho a visitar a amigos a esos centros. No le gustaba tampoco la crítica sin propuestas. Siempre decía que había que protestar y luchar. “Luchar, no hablar”, ese era su lema. Seguramente el resumen de su vida.
 

IMG_1830.JPGY el monumento, ¿Una recompensa, un tributo?


Eso nace de una iniciativa privada, no hay nada oficial de por medio. Fue un movimiento, de amigos exclusivamente, en agradecimiento a su labor. Salió de la gente del pueblo porque era una persona muy querida y que se “desvivía” por el valle. Para mí, aunque sé que no puedo ser todo lo objetiva que quisiera, Marcelino en su actuación era un símbolo de Turón, pueblo en beneficio del cual se involucró hasta la médula.


Entrevista realizada por Jorge Varela para elvalledeturon.net, 5 de septiembre de 2010