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Bibliografía y textos

Gerardo Lombardero-1.jpgOBRAS:

* Artículos periodísticos en los diarios “El Noroeste” y “Avance”
* “Mineros de España: Reportajes novelizados de los dramas del subsuelo”. Oviedo. Editorial La Nueva España, 1958
* “Muerto antes de morir: Novela biográfica de personas y acontecimientos”. Oviedo. Se desconoce la editorial, 1965

 

Sobre Turón:   TURON Y MI HOSPEDAJE (texto de Sandalio Suárez)


"Turón, era en aquella fecha de 1923 un barranco mal oliente por el exceso de población, acumulado allí durante la guerra del 14 al 18. Hulleras de Turón tenía consumo propio para sus carbones y no le había afectado la crisis de la industria minera como a otras empresas, con millares de toneladas en sus plazuelas y depósitos. Por la misma causa, no había suspendido a ningún obrero de los reunidos en aquel pueblo durante la contienda bélica.

El 50 por 100 de las casas habitables eran cuchitriles miserables, sin medios de sostener con un mínimo de CUARTELES.jpgcomodidades, aquel abigarrado número de trabajadores. Sólo el barrio de San Francisco y otras casas de la Dirección de la Empresa, contaban con agua y alcantarillado. Las que bordeaban la carretera, principal núcleo de población tenían alcantarillado solamente. El resto de los pueblos padecía un abandono que atentaba contra todos los principios encaminados a sostener la salud pública en el más elemental estado.


La carretera que partía en dos la población, era un camino tan maltratado por el intenso tráfico, que se reputaba imposible transitar por el, no siendo en zancos, cuando arreciaba el mal tiempo. En el verano, los pasos acelerados de los vehículos, levantaban una tremolina de polvo, capaz de asfixiar a un asno.


Mi hospedaje en Villabazal, era una casita reducida, atendida por una anciana muy meticulosa, empeñada en combatir, en lo que cabía, el círculo de podedumbre que rodeaba su casa y las restantes. El caserón que estaba frente a mi residencia, separado por un camino pestilente por las basuras al mismo arrojadas, contenía unos 25 huéspedes. La parte más numerosa de los mismos no se lavaba más que los domingos, en agua contada y recogida a distancias respetables, y dormían hacinados en camastros de triste promiscuidad. A los 30 metros, aproximadamente, en un rincón formado triangularmente por el respaldo de dos viviendas sin ventanas, por su parte trasera, estaba la bahorrina donde basculaban todo lo que los retretes tenían que soportar, si los hubiese. Por la noche, era el retrete general y a través del tiempo, iba creciendo, como una plaga de langosta que no se combate. La descomposición química, allí operada, producía los olores más raros. Olía a fenol, a costra de sudoroso calcanar, a colonia mezclada con aguarras, a todo lo repulsivo y enervante.


Las moscas, en el verano, eran otra plaga insoportable. No se podía comer en paz ni dar reposo a las extremidades superiores para ahuyentarlas. Hoy después de 35 años, más metidos en la civilización y en la higiene actual, siento agitación en los nervios al recordarlo.
turon.jpgLo extraño del caso, era que no había pestes de cuantía mayor, pero sí enfemedades de condición pasajera, que no tenían justificación en aquel estado de cosas, ya que la mucha densidad de población, ninguna particularidad tenía aquel percance. Yo procuraba apartarme de estos lugares y, por tal causa, cambié lo antes posible de hospedaje, cosa difícil, si era para ganar en higiene y comodidad.


La Casa del Pueblo, sede de las organizaciones obreras, del Sindicato Minero Asturiano y del partido socialista, contaba los mismos males y era difícil aguantar allí, en charlas con los compañeros, un tiempo superior al extrictamente necesario.


00041-rio-turon-a-su-paso-por-la-felguera[1]-1.jpgEl río que pasaba por sus inmediaciones, en las épocas de estiaje olía a vómito de borrachera, por la enorme cantidad de jabones disueltos en su corriente, amén de los sudores de las ropas de los mineros, casi siempre empapadas. Esta profesión, lectores amigos, no admite cartón ni trampa. En enorme desgaste de energía, origina, en las profesiones más hostigadas por la dureza del trabajo, una sed insaciable. El “Sambenito” de que los mineros son bebedores, tiene en este caso una justificación ponderable. No había llegado yo de una arcadia feliz, pero mi concejo aguantaba sin menoscabo su población flotante porque contábamos más agua y mucho más espacio.


Por lo de más, todo el valle minero respiraba un ambiente de abundancia en el orden monetario. El cine un edificio de tabla sin cantear, tenía una demanda de localidades superior al doble de su capacidad. Intentar sacar asientos poco antes de la exhibición de las películas, era mezclarse en una grenguería vergonzosa, donde los apelotonamientos y forcejeos, eran cosa frecuente. Las tabernas y bares de mayor cuantía resultaban otra sesión cinematografica, después de las siete de la tarde.


Los ingresos de un 20 por 100 de la población, eran superiores a los gastos normales de una familia en unos 60 duros al mes. El otro 20 por 100 contaba ingresos superiores a los que señalo. El 60 por 100 restante, ganaba para defenderse sin grandes apuros, porque todos los artículos de primera necesidad y de necesidades complementarias, tenían un precio asequible al jornal medio de 15 pesetas, contratistas incluidos. Las fiestas anuales denominadas Santo Cristo de la Paz, contaban con la duración y el rumbo de capital de provincia y se gastaban en ellas miles de duros, pagados por las empresas mineras y el comercio.

Si comparamos el Turón de hoy con el de aquellos tiempos, tendremos que llegar a la conclusión de que han pasado siglos en 35 efímeros años. El progreso y la urbanización se volcó allí con la urgencia necesaria para que un pueblo trabajador no sucumbiese entre sus propias deyecciones. Queda mucho que hacer en todas partes y Turón no puede ser una excepción, pero sin temor a exagerar, puede decirse, que se vive allí con el decoro personal que demandan los tiempos en materia de higiene.


La rueda sin fin de las necesidades humanas no tendrán tregua jamás donde quiera que la civilización aliente. En Turón ha rodado si cabe con mayor celeridad que en la mayoría de los pueblos. Una concesión minera de tal importancia, sería en el interior de Asturias un balón afrentoso para el resto de los pueblos mineros, limpios y bien urbanizados, en cuanto se refiera a las nuevas construcciones que el Estado español ha ido levantando, para dignificar una clase social condenada al obstracismo más deprimente, por falta de viviendas soleadas e higiénicas".

dedicatoria_sandalio.jpg 

Se conserva en la biblioteca el ejemplar que dedicó de su libro “Mineros de España: Reportajes novelizados de los dramas del subsuelo”, siendo encargada doña Rosaura.

 

Información recogida por José Ramón Cagide, Julio de 2010