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Entre todos la dejamos y ella sola se cayó
¡ La iglesia de San Martín pone el cerrojo ! ... En las piedras y en los libros de nuestro emblemático edificio, uno de los pocos que tenemos, está escrita gran parte de la historia familiar, penosa o feliz, de la inmensa mayoría de todos nosotros. Parafraseando una célebre frase, podríamos afirmar que " cuando un monumento se cae, algo nuestro se cae" Y en este caso no podemos refugiarnos tras la resignación o la indiferencia. La primera demostaría una pasividad desalentadora, horrible perspectiva para el valle, y la segunda una posición insostenible entre cobardía e intolerancia. ¡ Pequeñeces ! Esto no es cosa de unos cuantos, los creyentes. Las ideologías no tienen cabida a la hora de salvar lo nuestro.
Entre Polio y Cutrifera
Entre todos la dejamos y ella sola se cayó
De Peñuli a San Andrés
Desde antiguo, las parroquias se definen, generalmente, por un territorio. Es decir, pertenecen a la parroquia todos los fieles que habiten dentro de los límites territoriales de la parroquia. Así, suele definirse Turón, como “una parroquia del municipio de Mieres que se encuentra a 9,4 kilómetros de la capital del concejo”. Y, así, tradicionalmente nuestro Valle quedó constituido por las parroquias de Santa María de Piñuli, (así aparece en documentos de 1625, probablemente porque su primitiva ubicación estuvo en el pueblo de Peñule), en el límite delValle con el actual Figaredo y la de San Martín, de Turón, que tenía como “hijuela” a la de Santa María de Urbiés (hasta el año 1888 en que se constituyó en parroquia independiente), si bien es a partir del S.XV cuando la Parroquia se constituye como verdadero elemento que aglutina a las aldeas que la definen, mientras sus vecinos suelen reunirse en sus cercanías manteniendo vivas sus tradiciones. El aumento de población, debido a la industrialización, hizo que en 1961 la autoridad eclesiástica creara la de Santa Bárbara, en la Cuadriella y la de Nuestra señora del Carmen, en San Andrés.
La vieja iglesia de San Martín va sufriendo, poco a poco, pequeñas transformaciones y así cambia su estructura externa, dotándola de una mayor cabida destacando su precioso cabildo. Pero, las obras siempre son necesarias para mantener el
edificio en perfecto estado. Se blanquean las paredes, se restaura el retablo del altar mayor y hasta se presta buen cuidado al cementerio extramuros contiguo al templo como fue el caso de 1804 dada la elevada mortalidad vecinal. Pero, aquella iglesia desapareció y fue necesario que las gentes del Valle aportaran su trabajo para levantar un nuevo templo que endeudó la parroquia debido a los constantes gastos, hasta que en 1918 éstos quedan superados gracias a la aportación de 300 pesetas por parte de la empresa Hulleras del Turón y otras 600 aportación del Ayuntamiento de Mieres en concepto de uno de los plazos del pago de los terrenos pertenecientes a la Iglesia y que sirvieron para la construcción de la carretera. Baldío trabajo puesto que los acontecimientos de la Revolución de Octubre y la Guerra Civil hicieron que la Iglesia se derribara para dar paso a una nueva edificación como hoy la conocemos.
En nuestros días (a partir de abril de 2004) el paulatino despoblamiento del Valle y la falta de sacerdotes han hecho que Turón se convierta en dos Unidades Parroquiales que comprende las cuatro parroquias situadas en los márgenes de la AS-337: Urbiés (Santa María), San Andrés (Nuestra Señora del Carmen), Turón( San Martín ) y la Cuadriella, (Santa Bárbara).
Funeral bajo el agua
Funeral bajo el agua
En mayo del pasado año, desde este mismo espacio, daba la voz de alarma: “La Iglesia de San Martín, se nos cae”. No decía nada nuevo, sino hacía público aquello que todos los habitantes del Valle sabíamos desde hacía, posiblemente, demasiado tiempo. Se realizaron gestiones, se hicieron actos encaminadas a la recaudación de fondos, se vendieron productos artesanales… pero, desgraciadamente las condiciones climatológicas jugaron en contra y el proceso de deterioro
llegó a tal punto que pone en riesgo la celebración de cualquier acto en suinterior sin que se hayan conseguido los cerca de 300.000 euros necesarios para su reparación. La crisis económica sumaba una nueva víctima al paulatino y constante deterioro que desde año viene sufriendo nuestro Valle sin que nadie se hubiera dignado, siquiera, diagnosticar y tratar de poner en cura nuestros males.
La última imagen que guardo de su interior tardará mucho tiempo en borrase de mi mente. Un día de intensa lluvia en que un féretro, arropado por sus familiares y amigos, soportaba las inhumanas condiciones de lluvia. Sólo faltó el abrir los paraguas, en el interior, que creo no se hizo por verdadera vergüenza y respeto hacia el difunto. Así las cosas y ante el riesgo de venirse abajo en cualquier momento, entiendo la triste postura del párroco de suspender todo acto en su interior como comunicó a los responsables asociativos en una reunión que con ellos mantuvo el pasado días 1 de marzo.
El abandono brutal mata el recuerdo
Aquellos vecinos que en su día habitaron en Argaxo, El Artusu, Ablaneo, Los Corrales o la Llama, por citar algunos de nuestros pueblos abandonados, verían hoy, no sin tristeza, que sus pueblos permanecen abandonados, que en sus callejuelas ya no juegan niños, que las minas, tan abundantes antaño y creadoras de tantos y tantos puestos de trabajo, ya no existen y permanecen en el más triste de los abandonos tapadas, las más de las veces por la vegetación.
Por si todo esto no fuera bastante, verían como aquella iglesia en la que posiblemente contrajeron matrimonio y sacasen su típico recuerdo fotográfico ante sus muros, en la que bautizaron a sus hijos y a la que acudieron, posiblemente enrabietados, a dar su último adiós a sus seres queridos o a sus compañeros de
Cierre doloroso pero necesario
trabajo ha cerrado sus puertas al no poder recibir, con la dignidad suficiente, a sus descendientes. Mientras tanto, quienes airean a los cuatro vientos ser los “representantes del pueblo” siguen hablando “del Valle paradigma de la brutal reconversión industrial”.
Lejos queda aquel 1744 en que parte de la cubierta se vino abajo y fueron necesarios 300 reales para efectuar la reparación que casi puede decirse fueron constantes a lo largo de los años dada las características de la edificación. Ahora, queda el tiempo para el lamento. Quisiera equivocarme pero, mucho me temo que el “cierre preventivo” se convierta en definitivo y que a San Martín no volvamos ni a despedir a nadie ni a escuchar a nuestro coro.
Cierre doloroso pero necesario
Así las cosas, el actual párroco Rafael Menéndez Albuicet convocó el pasado día 1 del presente, a dieciséisasociaciones -asistieron ocho de las convocadas- al objeto de informarles “no sin cierto dolor, que a partir de la fecha, aunque ya de manera efectiva se viene realizando desde hace algunas fechas me veo en la obligación de proceder al cierre del Templo Parroquial de San Martín ante la situación de deterioro, agravado por las últimas lluvia y la total falta de seguridad de cuantas personas acuden a los distintos actos realizados en la misma”. Nofaltaron ideas, por parte de los asistentes, como siempre, el problema está, una vez más, en llevarlas a la práctica de manera conjunta y solidaria. e pregunto qué repercusión podrá tener el cierre, en el aspecto social y caritativo que desde la parroquia se viene realizando desde hace años -entiendo que al mermar las aportaciones de los fieles a CARITAS se verá disminuida la ayuda a las ya dieciocho familias que se atienden en la parroquia-. Por otra parte, deberían tomarse conciencia y medidas encaminadas a solucionar el problema que el cierre del campo de la Iglesia supondría en caso de ser éste cerrado como parking público de persistir o agravarse la situación.
El tema está en la calle. La noticia es conocida por todos cuantos habitamos el Valle. Feligreses y no feligreses, creyentes y no creyentes. De lo que pueda suceder en el futuro todos seremos un poco responsables, querámoslo o no, para lo bueno y/o para lo malo. En uno de los dos sentidos, siempre habrá voces que preveían lo que ha de suceder. Siempre es la solución más fácil y uno, nunca queda mal.
Carlos Vega Zapico. Turón, 5 de marzo de 2012
