Cantando por el mundo
Comienzo este año subiéndome a un avión. Ya veo que mi vida, como decía mi abuela, está más tiempo en las nubes que en la tierra. ¡Siempre en las nubes! Siempre me ha gustado estar en las nubes. Todavía el sabor dulce de las uvas de fin de año en la boca. Esta vez tuve la suerte, después de siete años, de pasar las Navidades con mi familia. Reconozco que son fechas que cada vez me traen más tristeza porque la tribu que nos reuníamos hace años cada vez va siendo más pequeña.
El 1° de enero, ya de mañana, tomé un avión rumbo a Bogotá. Una ciudad y un país, Colombia en general, que me han dado mucho. Decidí instalarme allí ya que canto mucho en América. Necesitaba un lugar en el centro del continente donde poder tener mis cuatro trastos. Cuatro sí, porque con los años he aprendido a viajar ligero de equipaje como diría Machado. Colombia es una nación de elevado nivel cultural, amante de la música y de la literatura. No en vano, por su gran actividad cultural, Bogotá era conocida como la Atenas de América. Este primer trimestre lo aproveché para cantar en lugares como Medellín, Cartagena y la propia capital pero también para compaginarlo con mi actividad pedagógica. Aprovechando mi estancia doy con frecuencia clases magistrales en algunas de las Universidades del país como la Nacional de Medellín, la Pedagógica en Bogotá o la del Atlántico en Barranquilla. Llevo años colaborando con ellos y me gusta encontrarme con el entusiasmo y el amor a la música que destilan todos los jóvenes que han decidido dedicar su vida a este arte sublime. Impartí igualmente clases en el conservatorio de Tolima en Ibagué, el conservatorio más antiguo de Colombia, cuna de grandes nombres de la música colombiana.
Como cada año me fui en el mes de febrero para Cuba. Llevo más de 25 años yendo a esta Isla que me produce emociones muy encontradas y una relación de amor-odio muy difícil de explicar. Una isla donde tengo tantos amigos a los que quiero, donde viven algunas personas a las que considero mi familia y mis hermanos de la vida. Un lugar donde he dado clases, cantado, viajado y donde sigo sorprendiéndome paseando por las calles de la Habana o llegando al Cabo de San Antonio, viajando de Oriente a Occidente o sintiendo la brisa del Malecón en mi rostro. Pero ésta es también la isla donde me agobio y en la que la vida se hace difícil, sobre todo para los amigos que viven en ella. Me molesta la hipocresía del gobierno y ese día a día que se hace muchas veces irrespirable. Una Isla cargada de contradicciones que siento cada vez que llego, algo insoportable pero que afortunadamente no hacer mermar mi amor por ella.
Un país donde la música es reina, sin lugar a dudas. En Cuba hay tres grupos líricos nacionales: el de la Habana, el de Holguín y el de Pinar del Río. Hace ya muchos años que colaboro con el grupo lírico "Ernesto Lecuona" de Pinar del Río. Trabajar con los muchachos de este grupo es realmente maravilloso. Allí he hecho grandes amistades y contribuido a la formación de algunas de las últimas promociones de cantantes líricos que salieron de él. Trabajan en unas condiciones realmente heroicas, con una comida insuficiente, unos pianos que se caen de viejos, la imposibilidad muchas veces de llegar al repertorio e incluso de hacer una fotocopia. Una situación que siempre se intenta llevar de la manera más paciente, con una gran sonrisa y con el gran amor a la música y al arte. Allí en Pinar, junto con alguno de los estudiantes, di varios conciertos en el Teatro Jacinto Milanés un teatro maravilloso y una de las muchas joyas de arquitectura teatral que hay en la Isla. También canté en Matanzas, lugar con una gran tradición de canto lírico y en la Habana en un concierto inolvidable, junto al gran pianista Nelson Camacho, dedicado íntegramente a la música cubana. Repasamos repertorio con autores como Sánchez de Fuentes, Moisés Simons, Ovelleiro Carvajal o Prats y como figura central del recital la música del maestro Ernesto Lecuona. Tuve el honor de que a este concierto asistieran personas tan importantes y entrañables como la soprano Gladys Puig una de las grandes intérpretes de Lecuona y que fue gran amiga del compositor. También realzaron la cita musical los dos grandes pianistas y amigos Guillermo Tuzzio y Huberal Herrera, dos de los máximos exponentes, dentro de los intérpretes, de la música cubana. Huberal Herrera fue el primero que grabó la integral pianística de Lecuona.
De Cuba, en lo que ya va siendo una tradición anual, me fui a México donde canté en Mérida y de allí me fui al festival de música de Guadalajara donde hice un concierto con Ernesto Tonatiuh. Tuve el placer de hacer el estreno mundial de las "TRES CANCIONES LORQUIANAS " que el compositor croata Darko Domitrovic me dedicó, a la vez que me encomendaba su propio estreno.
En Guadalajara siempre me encuentro con buenos amigos músicos y vivo en una casa, "Casa Santana ", donde la música se respira en cada ladrillo de sus paredes. En la Ciudad de México pasé unos días estupendos en casa de mi amigo el gran escritor Colombiano Fernando Vallejo y tuve la ocasión de encontrarme con mi gran amiga y excelente pianista Jazmín Sandragorsián.
Después de unos pocos días en Colombia vuelta al viaje. Esta vez destino Perú. Participé con unos conciertos Homenaje a García Lorca en la sala "Inca Garcilaso" del Palacio de Torre Tagle en Lima y en el teatro del Centro Americano-Peruano de Arequipa. Me acompañó el gran pianista Xavier Aizporua y el embajador de España, Ernesto Zulueta, resaltó el evento con su presencia.
Del Perú a Paraguay donde canté varios conciertos…pero esto ya es para la próxima etapa.
Luis Llaneza, por elmundo, agosto 2018