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Últimas exposiciones

Queremos destacar aquí dos de las últimas exposiciones de la artista con sus respectivos programas y comentarios que nos dan una pista de interpretación dela obra de Evelia. Nuestro agradecimiento a Carmen Villar Sevillano y a Ángel Antonio Rodríguez por su aportación.

Contrapunto exposición.jpgSintonía melódica


Desde hace aproximadamente un año, este grupo de pintores que ahora expone en el Centro de Arte Casa Duró de Mieres ha presentado sus trabajos en distintos espacios de Madrid, Gijón y Candás. Alguno de sus integrantes tiene una larga trayectoria como finalistas de concursos de pintura o presentando exposiciones individuales y colectivas. En este breve lapso de tiempo el grupo ha tratado de plantear los principios y objetivos que mueven cada uno de sus pasos, como ocurre aquí, en su nueva exposición, repleta de matices y composiciones.

La pasión por la pintura, especialmente por la que se deriva de las vanguardias artísticas del siglo XX, es el principal leitmotiv de estos autores. La experimentación constante, la investigación con técnicas y materiales y, sobre todo, el entusiasmo, definen la lógica diversidad estética del conjunto y su compromiso común, bajo un resultado heterogéneo. No en vano, la pluralidad es una virtud inherente a cualquier disciplina expresiva de nuestro tiempo. Bajo esa línea evolutiva quizás sería más lógico un trabajo independiente y una exposición individual, pero hoy las cosas no son fáciles, y el acceso de un nuevo artista al circuito es harto complicado. En ese sentido, los integrantes de este grupo quieren compartir iniciativas, esfuerzos y logros para, almenas de momento, contrarrestar más y mejor las dificultades del mercado y contrastar ideales, intenciones, búsquedas y metas, en esa feliz convivencia que siempre genera el diálogo artístico bien entendido. Contrapunto exposición_invitación.jpg

La anterior exposición de estos compañeros de fatigas, en el Centro Municipal de La Arena de Gijón, se denominó genéricamente Confluencias, y la que ahora nos ocupa se brinda bajo el título de Contrapunto. Dos términos aparentemente dispares que, sin embargo, ejemplifican la intención final de la iniciativa. En este sentido, no me cabe duda de que los ocho artistas pretenden confluir, ésto es, coincidir en un mismo fin y concurrir en un mismo sitio, pero también desean configurar un eficaz contrapunto, un ritmo musical que sea capaz de formarse o de conformarse mediante la concordancia armoniosa de varias voces contrapuestas. Combinar, en fin, melodías diferentes, y desarrollar así su nueva sintonía melódica.

Loable intención, sin duda, que merece nuestro aplauso sincero.

Algunas teorías antropológicas y socio-culturales dicen que un grupo es un conjunto restringido de personas ligadas por constantes de espacio y de tiempo, articulado en su mutua representación interna, que se propone implícita o explícitamente una tarea. De acuerdo a ese marco teórico, la meta de un grupo sería aprender a pensar. En efecto, no podemos negar que el pensamiento y el conocimiento hoy son producciones sociales; para que un artista incentive su personalidad necesita pensar, con el trabajo y el diálogo como aliados. Y es evidente que aprender a pensar requiere del apoyo de otros; de sus presencias, discursos y expresiones posibles. En pleno siglo XXI, el individuo y la sociedad se han acercado en intereses, mientras los grandes cuerpos culturales responden, cada vez menos, a las fuerzas macrosociales, y cada vez más a la energía del pequeño grupo.

Uno, que suele basar sus reflexiones escritas en la convivencia con los artistas, siempre ha pensado que el arte, e gran arte, reside en las pequeñas cosas, ese territorio emotivo que subyace en la soledad del estudio, entre desórdenes, formas y colores capaces de hacer de cada autor un micromundo. Ahí laten la vida, el goce estético, el pensamiento o la existencialidad, al margen de otras decencias e indecencias que se derivan de los vaivenes mercan tiles. Por eso afirmo que pensar, en cierto sentido, siempre es pensar en grupo. Y creo también que Paz Banciella, Evelia Gómez, Otilia González, Elvira López, Zita López, Blanca Prado, Ramón Moncada y Carmen Villar Sevillano lo tienen claro.

En esta exposición, el protagonismo individual persiste, pero la ausencia de títulos en las obras expuestas nos da pie a realizar interpretaciones más abiertas, advertencias formalistas y/o proyecciones visuales, ajenas a lo decorativo, que se ofrecen bajo estímulos esencialmente plásticos. En esa encrucijada podemos entender la obra de Paz Banciella, donde la geometría sirve de base a técnicas mixtas sobre tablas que conjugan rigor compositivo y gestualidad, armonizando las figuras de elementos concordantes y aportando cierto simbolismo en sus intenciones. Gruesos empastes y afilados volúmenes parecen ironizar sobre aspectos domésticos, pero vence la pureza plástica. DSC06650-1.JPGSimbólica, y de nuevo sobre tablas, es también la obra de Zita López, levemente surreal, sobria en la aplicación del color pero abigarrada en las formas, de aspecto dinámico y sinuoso, subyugada por las líneas gruesas. Sus siluetas emergen del soporte, en misterios complejos. También abunda el enigma en las piezas de Blanca Prado, que se sirve de las acotaciones geométricas y plantea límites a las formas acuosas. Éstas se deslizan sobre el lienzo, tratando de superar los límites de la composición aglutinante. La apuesta neogeométrica más rotunda es la de Ramón Moncada, con varias series donde suele mandar una luz muy concreta. En ellas, el negro marca las principales pautas compositivas, mientras los recursos ortogonales, apaisados o verticales, desarrollan nuevas incógnitas. Evelia Gómez, por su parte, sugiere cierta herencia procedente de paisajes soñados e imaginados, horizontes fabriles y figuras hieráticas que se elevan sobre la geometría, en gamas monocromáticas y bien resueltas. La aparente sencillez final se ampara en intensas soluciones estructurales. Parecidos argumentos acompañan a los cuadros de Elvira López, que también atesoran, en su aspecto voluntariamente sombrío, ciertas reminiscencias metafísicas. La ausencia de color, o mejor dicho, de la luminosidad, procura a sus cuadros una profunda atmósfera crepuscular. Otilia González, en cambio, apuesta por legados informalistas, en formatos verticales y espíritus antropomorfos. En ellos, el papel traduce veladuras austeras y deja filtrar la luz serenamente, sin prisa , sin pausa, sin excesos. Hay, finalmente, un feliz enredo lúdico y cierto énfasis matérico en las piezas de Carmen Villar Sevillano, que remite al collage como pretexto para desarrollar un febril vigor compositivo, Eso le permite proyectar llamativos espacios, sin aspavientos, entre acotaciones y actitudes de apariencia espontánea pero muy meditadas.
Con tal pluralidad cualitativa y cuantitativa, todas las obras expuestas en el Centro de Arte Casa Duró de Mieres, invitan al análisis y, sólo por eso, reclaman una contemplación pausada. No lo he constatado aún, pero sospecho que todos los miembros del grupo son conscientes de que una colectividad que no sabe pensar no puede vivir; que pensar es más interesante que saber, pero menos interesante que mirar. Todos ellos saben, sin duda, que si todos pensasen igual, ninguno pensaría lo suficiente. Por eso entiendo su puesta en común bajo este saludable eclecticismo, ya sea individual o colectivo, de comuniones pictóricas.

Ángel Antonio Rodriguez.

 

Turón en el recuerdo


"Los lugares en los que transcurren los primeros años de nuestra vida permanecen en la memoria para siempre."
Programa exposición-1.jpg
 
Evelia Gómez nació en Turón, lugar donde pasó su primera infancia. Estuvo ligada desde muy joven al mundo de la expresión artística. Realizó estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo y asistió a diversos talleres artísticos de Oviedo y Gijón. Pero es a partir del año 2007 cuando intensifica su actividad como pintora. Realiza exposiciones colectivas en Madrid, Candás, Gijón, Mieres, (Centro de Arte Casa Duró) y Centro Cultural de Lugones (Siero). Ha sido seleccionada los años 2009 y 2010, en el Concurso de Pintura de la Fundación Cultural Asturias de UGT.

Presenta en esta exposición un conjunto de cuadros de paisajes y figuras inspirados en el tema de la minería del carbón. Aunque el punto de partida de la autora es la figuración, su estilo evoluciona hacia técnicas más vanguardistas. Utiliza unas depuradas formas geométricas de corte poscubista, que representan o sugieren una visión muy particular del entorno minero que vivió siendo niña.

La mirada infantil graba en la memoria las primeras vivencias, el paisaje y sus colores, o mas bien, su ausencia, pues era en aquella época de esplendor del carbón, cuando los ríos eran de aguas negras y las grises escombreras tapaban el verde de los prados. A estos lugares de la infancia a los que siempre se vuelve, son los escenarios de recuerdos y sueños, pues como dice Gloria Steinem "Cada persona lleva dentro a la niña o al niño interior de su pasado".

Con esta exposición ve realizado su deseo de volver a Turón y rendir su particular homenaje al padre que trabajó aquí durante toda su vida y a tantos hombres de la mina que compartieron aquel tiempo y que hoy permanecen en nuestra memoria.
 
Carmen Villar Sevillano