Herramientas Personales

Cambiar a contenido. | Saltar a navegación

Navegación

Navegación
Menu de navigation
Usted está aquí: Inicio / Cultura / Pintura / Joaquín Castro
Acciones de Documento

Joaquín Castro López

La inspiración pictórica de Joaquín Castro López es un sinfín de galerías, colores y olores, algo que viene de la profundidad de esos recuerdos mineros que lleva dentro y de los que dice ser "momentos inolvidables". La dureza de una vida laboral que nuestro artista quiere trascender y recordar con la luz y el cromatismo de sus pinceles.

Mi juventud y la mina


Nací en Turón, en el barrio de Villapendi. Allí pasé mi infancia hasta los seis años cuando ingresé en un colegio interno, primero en Pravia y luego en Gijón, hasta los dieciséis años en que regresamos para Turón y nos fuimos a vivir a Emberniego. Mis padres, Alejandro y Vicenta era muy conocidos en Villapendi ya que mi padre tenía una carpintería debajo del hórreo donde nací. Una familia conocida y numerosa, con ocho hermanos.

Mi vinculación con la mina empieza en el año 1972 en el pozo de la Rabaldana. Mis primeros pasos en el mundo del carbón fueron como ayudante minero, luego barrenista, minero de primera y terminé mi vida minera en el valle de vigilante. Con un grupo de gente nos quedamos enLa Rabaldana.jpg Santa Bárbara hasta su cierre en agosto del año 2005 pasando luego al pozo Nicolasa hasta noviembre del año 2006 en que me prejubilaron.


Los pinceles llegan con la prejubilación



Después de la prejubilación decido retomar el lápiz y el pincel y para ello estoy una temporada con Varela, el pintor turonés. La verdad es que me ayudó mucho con el dibujo y me hizo perfeccionar la técnica. A raiz de ese aprendizaje, decido crear mi propio estilo. Pinto varios bodegones, algunos de ellos están en mi colección particular, paisajes y marinas. Sin embargo esta producción no me llena lo suficiente y me planteo crear una temática minera. Mi experiencia de tantos años pasados en el interior de la mina es una fuente de inspiración suficiente para unas obras de las que estoy muy orgulloso.

No es fácil pintar la mina, su interior, su  mundo. Para poder hacerlo hay que conocerla, bajar a ella, sentirla crujir en la oscuridad de su silencio, poder ver como los colores se distorsionan con el reflejo del foco y de la lámpara minera. Ese ejercicio artístico es un tributo a ella, recordando todo lo que nos dio: alegrías, penas y también trabajo. No podemos olvidar que dio de comer a muchas familias. Pienso que ese mundo no ha desparecido del todo pues el valle sigue siendo un claro recuerdo de esa etapa importante. Yo, con mis pinceles, quiero conservar el alma minera. Pintar la mina no tiene secretos, es algo que me llena y  es ese duro trabajo del minero el que quiero o intento reflejar en el lienzo.
 

Colores en la mina.jpg
El cromatismo de la mina



Ante un lienzo en blanco más que perdido, te sientes con poder, el poder de hacer o plasmar en el mismo eso que a veces te imaginas. A mi personalmente me inspira y me relaja de tal manera que lo necesito. ¿La mina en color parece más humana? Seguramente, pero la mina es lo que es en sí. El negro minero es reductor porque dentro de las galerías se reflejan cantidades de colores. Todo es mucho más cromático de lo que nos parece. Esa es mi visión. La mina, la mina en la oscuridad, es negra pero solo con la claridad de la lámpara minera si la deslizas en el interior, esa es mi experiencia, es una maravilla de cromatismo. Pues esa magia de colores mineros son los que vi, grabé en mi memoria y que intento llevar a mis lienzos.
 


Una luz subterránea



La lámpara es un elemento muy importante en mi obra. Para mí esa luz minera es algo tan simbólico del minero. Es como un emblema pero al mismo tiempo una herramienta muy útil para poder detectar el metano o grisú que anteriormente se detectaba con otros artilugios como el candil. Con la lámpara llegó más seguridad y no se cometían aquellas barbaridades para detectar ese gas mortal. Luego llegaron los focos mineros con nueva luz para la mina. Hoy es algo simbólico, esa lámpara, esas luces, esos colores... un ambiente minero dificil de olvidar. No es que se eche de menos la durezaLámpara.jpg del trabajo, su peligrosidad, eso no, pero cuando un ambiente así dura tantos años, con tantas vivencias, momentos malos y buenos, y un gran compañerismo, eso lo lleva uno toda la vida. Seguramente por eso me empuja esa inspiración a la hora de pintar.

Los reflejos  de una vida y de mi valle


Dada la variedad y la riqueza de la vida minera, yo nunca pinto en blanco y negro. No lo veo en matices blancos y negros porque todos los elementos que me rodean tienen esos reflejos de luz y color que componen un mundo multicolor y lleno de vida. No, la división no es en blanco y negro... quizás un poco en tonos grises, para los que lo ven negro. Hay color, mucho color.

En mis cuadros los protagonistas son los pozos y las minas. Mi inspiración baja por los pozos y recorre las galerías con la misma fortuna, aunque quizás en el ambiente exterior me inspire más una mina con su posteo tradicional de madera, el trabajo del hombre sosteniendo y enmarcando el mineral. Me gustaría pintar Turón, mi Turón,  en su esplendor, con el bullicio de sus 20.000 habitantes, al ritmo de su vida social con sus cines y sus bailes pero también con su propio destino industrial y sus inevitables tragedias. Esa sería mi mejor  pintura... un Turón lleno de cultura y de vida, el que siento porque soy parte de él... un Turón sin embargo con un futuro en matices grises.


Joaquín Castro López, Mieres, enero de 2013