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Juanita López Cordón

Juventud dura y rebelde, hoy, amaestrada por la pintura, su luz y sus colores, Juanita López Cordón ... una pintora sencilla y agradecida a su maestro Varela.

JUANITA LÓPEZ CORDÓN

 
Discreta y humilde, Juanita, sabe lo mucho que aprendió con Juan Luis Varela que para ella lo es todo: un gran pintor, una pincelada genial y una gran persona. Se considera más una aficionada apasionada que una pintora. Su pintura es “tradicional”, dice, pero lo que realmente le entusiasma es el retrato porque en realidad es la vida. 


... y así de sencilla empieza la conversación.San Pedro.jpg
 

Tus recuerdos…

 

Mis recuerdos de joven no son buenos: miseria, hambre,…un mundo duro donde había mucha discriminación, incluso en la escuela. Mi juventud la pasé en San Pedro, ese “pueblín” todo cuesta arriba, entre Lago y Enverniego. En realidad viví allí hasta los veinticuatro años, cuando me casé.

Mi padre, Ovidio, era minero pero tuvo que salir de la mina por problemas de pulmón. Trabajó en “San Benino” y murió a los 65; mi madre, Damiana, se fue a los 59. Éramos una familia numerosa, de las muchas que había, con tres hermanos, Ovidio, Antonio y Quico que murió con 50 años. Tenía yo nueve años cuando nació el pequeño. Sus problemas de vista le impidieron trabajar en la mina, en Turón. Al final fue barrenista en un “chamizu”.

Fui con Pepita Caminal a la escuela de Lago y a las monjas de San Francisco. Poco más puedo añadir, porque mi juventud fue sobre todo trabajo

 

Escuela.jpgJuventud, trabajo y aprendizaje

 

Tuve una juventud dura, una juventud de trabajo. Empecé de muy joven, jovencísima, a trabajar con Cayo el sastre que estaba instalado debajo de Casa Ardura. Me acuerdo perfectamente de esa sastrería donde aprendí todo lo que sé… de coser…. Después me fui a Barcelona con veinte años. Era un poco rebelde y eso no iba con la situación dura que teníamos. Eran tiempos en los que si no estabas conforme te ibas a intentar hacer tu vida a otro lugar, de otra manera.
  

Y  lo de Barcelona…

 

Barcelona fue pues una aventura arriesgada. Todavía no era mayor de edad y me encontré con un mundo que me asustaba. Fui con una familia que conocía y encontré trabajo en una sastrería. Era lo que yo sabía hacer. Tuve suerte porque cuando pedía trabajo me miraban con cara extraña porque dudaban una chica tan joven supiera hacer algo de costura. Pero la verdad era que gracias a Cayo yo sabía hacer de todo: trajes, abrigos, etc. Al final estuve allí cinco meses, hasta que cogí una gripe bastante fuerte que un vecino intentó curar a base de penicilina. Como soy alérgica a ese medicamente me puse fatal y no me llevaron al médico para no tener problemas.
 Tonio.jpg

Y a la vuelta, la independencia, ¿no?

 

Casi. Aunque me había marchado un poco “picada”, no estaba enfadada con mis padres. El irme había sido un capricho, una manera de mostrar que me podía valer por mí misma. A la vuelta seguí trabajando con Cayo y un poco más tarde con Daniel el sastre cuando tenía su taller junto a Ladreda. A los veinticuatro años conocí a Tonio que había llegado desde Portugal a trabajar en el valle. El año 1968 fue importante para mí: amor e independencia, tres meses de noviazgo, nos casamos y fuimos a vivir a La Veguina.


Nueva vida…¿nuevo trabajo?


Eso no faltó. Tonio trabajaba en la mina y a la par decidimos coger un bar en La Rebaldana, el bar de Concha. Estaba un poco por encima del pozu, enfrente del comercio de Lecio. Había otro bar enfrente pero con tanto minero había gente para todos. Con el cambio de los relevos y la llegaba de los autobuses aquello se llenaba de mineros. Todo un ambiente. ¡Un mundo! Allí estuvimos tres años y después llevamos un pub en Mieres durante cuatro años.
Rebaldana 2.jpgTrabajo y más trabajo: mi marido en la mina y yo llevando el bar…


¿Y la pasión por la pintura?


La pintura llegó tarde en mi vida
pero hoy es una gran pasión. Un día tomé la decisión de asistir a las clases que daba Varela en Los Frailes. Fue un año de descubrimientos y de retos. Siempre me había llamado la atención la pintura, pero con la existencia de trabajo que llevé no había espacio para nada más. Pero llegó el momento en el que tuve algo de tiempo y me dediqué a descubrir el mundo del dibujo con un profesor maravilloso y que admiro. Con Juan Luis descubrí un mundo, una satisfacción. Estás ahí ante la cuartilla o el lienzo, ves que salen cosas interesantes y quieres más… Es verdad que cuando decido pintar algo, elAfricana.jpg lienzo en blanco impone, pero insistes y lo consigues. Me gusta ir añadiendo detalles, pinceladas, “toques” de color a mis cuadros. Me siento y voy añadiendo uno u otro, retocando… disfruto.
 

Los colores para combatir la dureza de la vida…


Puede que sí. Yo tendía a pintar como Varela con tonos oscuros, pero a mí me gustan más los colores, me gusta la gente… Soy más retratista que paisajista. Me atrae el retrato por las personas, por la expresión y la vida que representan. Cuando pinto paisajes me gustan los marinos y sus colores. El color da más vida, por eso me gusta la luz, mucha luz… Turón ya tuvo bastante blanco y negro… y el verde tampoco me convence.


Discípula de Varela…


Sería soberbia por mi parte. Siento no haber empezado antes, seguramente que el resultado hubiera sido más satisfactorio. No me considero discípula de Varela, eso me queda un poco grande. Pero si soy una humilde alumna que aprendió muchísimo con ese gran artista. La pintura es una actividad que me relaja, que me llena. Las etapas de la vida sin embargo traen otras ocupaciones, la familia y los nietos, que reducen bastante el tiempo, el tiempo del colorido y de la evasión


¿La exposición como satisfacción personal?
 

Cuando expones empiezas en colectivas para escabullirte un poco y luego, animada por los tuyos, te atreves a algo más personal. Expuse sola en la Casa de la Cultura de Mieres, en Galerías Preciados en Oviedo. Pero mi satisfacción es que la gente me pida retratos y que mis pinturas llenen sus vidas.

 
...termina la conversación pero sigue la pasión, explica sus obras, la luz, los colores...no sin antes añadir:  "para el arte Varela y Pilu, yo me conformo con mi modesta satisfacción y mis propios límites". La vida de Juanita ahora, amaestrada por la pintura, sigue su rumbo acompañada por lo más importante para ella: su familia. Una vida de colores, los colores del amor.



 
Conversación recogida por Jorge Varela para elvalledeturon.net, Lago, mayo de 2011