Pinceladas 2011

Es inextinguible la fuente de inspiración del valle, como inagotables son los matices y la pasión “fovista” con los que Varela, a la manera de un historiador plástico, recoge la última respiración de tantos y tantos rincones que gritan desesperados para imponer su pasado, desde su actual silencio rutinario y cotidiano. Como enamorado de su pueblo, recorre paso a paso sus aldeas para combatir, con sus enamoradas pinceladas, las zarzas, la maleza y el desinterés que disimuladamente quieren silenciarlas. Y vuelven a la vida con la fuerza de sus colores Candanal, Castañir, La Felguera, San Justo… todo lo nuestro.

Por eso Varela, más allá de su arte, hoy ya unánimemente reconocido, es el pintor del testimonio y del rescate, un “memorialista”, como diría Zoilo. Es nuestro pintor necesario cuyas evocadoras pinturas hablan a cada uno de nosotros, habla de cada uno de nosotros, paseándonos con sus trazos por nuestros propios recuerdos. Como tan bien decía Zoilo, cuando se extingan lugares y gente “siempre nos quedarán los cuadros de Varela para recordarnos a los antiguos oficiantes” y yo añadiría,  los lugares en los que aún percibimos los estruendos infantiles de nuestras remembranzas.

Pocos artistas llegaron a tal nivel de sincretismo con un pueblo y con su gente. Esta exposición reivindica, por su talento, presencia en su propia esfera, el arte, pero reclama metafóricamente, con la fuerza renovada de sus colores, un futuro para la historia del valle. Una exposición en suma entre el murmullo evocador y el grito reivindicativo.

Jorge Varela, Turón, diciembre de 2011