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Turón: la cenicienta de este territorio

Todos nos acordamos del cuento de la Cenicienta, abandonada, maltratada y arrinconada. Menos conocidos son su síndrome y su complejo: mero lamento. Aunque un poco de los tres se agolpe en nuestras reivindicaciones, el texto medido de Ángel Fernández Ortega recuerda que a pesar de sonados reconocimientos, el gran proyecto turonés sigue vacío.

Ángel Fernández Ortega Vocal de la FEMPA

 

El espacio protegido de las cuencas mineras La necesidad de aprovechar e impulsar el patrimonio natural e industrial del valle.

 

Espacio protegido

 

El espacio protegido de las cuencas mineras, creado en el año 2002, y olvidado por parte de algunos en estos tiempos, creíamos que iba a suponer en aquel año un avance cualitativo en el desarrollo alternativo de una comarca que ha sufrido y sufre el descalabro laboral y demográfico. Esta declaración, desconocida para muchas personas, partió de una iniciativa turonesa presentada por mi persona que posteriormente fue bien acogida por la Corporación mierense y desarrollada con el decidido apoyo del Foro Cívico de Mieres y la consejería de Medio Ambiente que dirigían en aquel entonces Herminio Sastre y Víctor Vázquez. El área declarada abarca una superficie de unos 100 kilómetros cuadrados y constituye el escudo proteccionista de los altos valores medioambientales que también posee el parque natural de Redes. Ambos espacios se complementan perfectamente y conservan al alimón, la estrecha relación, con sus encantos naturales, históricos, culturales y etnográficos. Los valles de Fuembermeja, Raigosu, Güeria de Villar, Villoria, Santa Bárbara, Samuño y Turón, se encuadran dentro de ese marco geográfico que se encumbra en el lomo divisorio de las cuencas del Nalón y Caudal.

De apenas 10 kilómetros en línea recta, este espacio protegido está limitado con el de Redes por la Sierra del Crespón y bajo el mismo y hacia el Norte y Oeste, se extienden estos valles que acogen a 112 aldeas, muchas de ellas deshabitadas, con una población que no supera los mil habitantes. Los moradores de todos estos enclaves han echado un pulso al paso de los años, y aún conservan su modo de vida que nos traslada a tiempos antiguos. Sus costumbres, caminos, tradiciones campesinas, e incluso la actividad minera, que han visto pasar generaciones de gentes, son valores que ahora se pueden poner de manifiesto de cara a un futuro que puede ser prometedor.

El valle de Turón ocupa casi un tercio de toda esa área, y su territorio distribuido por las sierras de Navaliego, Longalendo y Urbiés ya ha sido considerado por Adena (Asociación para la Defensa de la Naturaleza) como uno de los bosques que pasaron a integrarse a la Red Natura 2000. En su conjunto, el espacio protegido de las Cuencas se organiza entre un laberinto de cordales y sierras presididas por la cumbre de Peña Mea (1.557 metros) y “techo” del mismo. De manera decidida intervienen en este mosaico natural otras conocidas montañas como son la sierra Espinosa, San Mamés, El Rebollu, Sierra de la Espina, y los renombrados Longalendo, Sierra de Navaliego y Cordal de Urbiés. Todas y cada de ellas son las protagonistas de este territorio. Sus poblamientos allí asentados, tienen también características singulares y comunes, ocupando los espacios más abiertos de sus angostos valles y su estructura urbana se distribuye anárquicamente entre estrechas caleyas alineadas a las vetustas casas de piedra, hórreos, paneras y establos. Estas características confieren a estos asentamientos un encanto especial que atrae a las gentes foráneas.

 

Historia minera 

 

Y sin olvidar nuestra historia minera y su deriva arqueológica e industrial donde centenares de bocaminas, planos inclinados y trincheras aún se dibujan por nuestros valles, con epigrafías que rememoran en alguna de ellas fechas que datan del siglo XIX. Y los pozos mineros, que salpican los fondos del valle y de más reciente construcción, algunos están declarados BIC (Bien de Interés Cultural) como son los pozos Sotón y Santa Bárbara, con casi un siglo de antigüedad. Hago aquí un inciso para solicitar a la empresa Hunosa el museo minero ya prometido para el pozo Santa Bárbara, y alguna novedosa alternativa museística para el pozo San José, que en justicia merecemos los turoneses.

Ya hemos expuesto en líneas atrás que Mieres y su Foro Medioambiental fueron los impulsores de espacio protegido y que nuestros hermanos de la cuenca del Nalón supieron sacar provecho, postulando, y siempre en la vanguardia de la defensa de su patrimonio ambiental y cultural (sana envidia) mientras que nosotros, los del Caudal, hemos estado dormidos en los laureles con la culpabilidad compartida de sus habitantes (con alguna que otra excepción) y también la de los dirigentes políticos de la última década. Exponemos aquí y ahora los recientes avances sobre la geografía del Nalón, comenzando con sus museos creados y ligados a su historia obrera como con el Sotón, el museo de la siderurgia de La Felguera, el museo de la Minería y la Industria de El Entrego, el Ecomuseo del Samuño, etc. En Entralgo, Laviana, figura el primer museo dedicado a Armando Palacio Valdés compartido con el espacio protegido para el cual, y hablo del año 2006, me pidieron (por parte de la empresa encargada de la obra) colaboración con la aportación de fotografías y textos. Ya años atrás algunos mierenses ya habíamos solicitado ese pionero centro de interpretación, cuyo lugar iba a ubicarse en el pozo San José de Turón. Incluso se hizo un proyecto, muy técnico por cierto, del cual ignoro si se conserva en los archivos del Ayuntamiento, pero en todo caso tengo en mi poder una copia por si fuera necesaria. Insistimos, que en nuestra comarca hermana siguen erre que erre en sus avances, organizando ahora, los primeros contactos territoriales del espacio tras unos años aletargados, e incluso se llevaron este año a la Feria de Muestras de Gijón una bonita exposición monográfica del territorio tratado.

En cuanto al municipio y concretamente en el valle de Turón seguimos en las mismas. Ya sabemos y se comenta la falta de financiación de estos últimos años, aunque cuando la hubo se marchó a otros destinos con el agravio comparativo para los turoneses y con el añadido también de las deudas heredadas, y habrá razón, pero esto no es óbice para que empiecen a tomarse medidas aunque sean modestas. La última noticia, y pongo un ejemplo sencillo, es que los siete senderos señalizados por la FEMPA (Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias) hace 20 años ya están descatalogados y todo ello debido a su abandono. Dichos senderos fueron fruto del trabajo realizado que algunos llevamos a cabo (tanto físico como de gestión) en aquel momento. Considerando que el mayor coste es el inicial, las labores de mantenimiento no son tan elevadas como para dejar abandonados dichos senderos. Esperemos que La senda verde del valle de Turón, la que aún nos queda y abandonada en sus tramos más elevados, no sufra ese mismo destino.

 

Patrimonio histórico

 

Retomando la cronología del tiempo, ya hace años que Turón fue declarado “Patrimonio histórico de la minería española” por la corporación municipal de Mieres. Esta denominación debería haber llevado tras estos últimos 14 años una serie de actuaciones, para recuperar o mantener el rico patrimonio encajándolo para ulteriores proyectos culturales, turísticos e industriales, en el marco natural del territorio del que estamos comentando Nos estamos refiriendo a otros elementos mineros, como los ya desaparecidos pozos de La Balanza, cuya plataforma se ubica en la cota 690 metros, El Rincón, o Fortuna y su museo cerrado todo el año, el pozo Espinos (1926) con su museo y accesos mal aprovechados, el pozo San José (inaugurado en 1957 y recuperado sin ninguna función específica y el pozo plano de Fortuna (1938). Diferentes bocaminas, más de 80 (algunas recuperadas como La Rebaldana y San Víctor), son las que esperan engrosar también el patrimonio industrial según contempla el BIC, y entre ellas sobresale la bocamina del 4.º de San Pedro (1891) con su epigrafía y polvorín anexo, con su acceso muy precario. En La Cuadriella, la chimenea de la antigua central eléctrica (1926) que espera también su restauración completa. Por lo tanto este BIC debe enlazar y ampliarse con el inventariado de todo el resto del patrimonio industrial e histórico que posee Turón, como se contempla en la ley 1/2001 de 6 de marzo aprobada en la Junta General.

Todas estas ideas y muchas que quedan en el tintero enumerando algunas, como el nuevo centro de salud en el colegio de La Salle, la residencia de ancianos, la limpieza del río Turón, sumergido bajo un bosque amazónico, etcétera, se encuadran perfectamente sobre actuaciones de ámbito territorial que inciden en una mejor vertebración de nuestro espacio ya completamente rural con la mejora de sus infraestructuras, de la diversificación de su maltrecha economía lo que nos conduciría directamente al freno del éxodo rural. También es una fórmula de integrar el valle en el progreso general que disfrutan los otros espacios urbanos, recuperando la herencia cultural y sus raíces. El espacio protegido de las cuencas mineras en lo que concierne a Turón, aspira, en definitiva, y con el apoyo del nuevo director regional de recursos naturales Manolo Calvo, a convertirse en una herramienta útil tanto para los visitantes que se acercan así como para sus moradores, con el aprovechamiento de todos sus recursos en una perfecta combinación entre el apasionante pasado, el nefasto presente y el esperado futuro. No cabe duda de que este castigado valle, tiene encantamiento y esa magia, junto la simbiosis de valores que posee esperamos que saldrá adelante.

 

© Ángel Fernández Ortega, Turón, octubre 2016
 
Vocal de Medioambiente  de la FEMPA
Representante en la Junta del Parque Natural de Redes. 
Miembro de la AGENDA 21 LOCAL de Mieres