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¡Allá va la despedida!

Turón es el hito de nuestra página, esa señal que se pone, como dice el diccionario, para marcar la dirección de un camino o la distancia desde un punto de referencia. Ese camino emprendido hace siete años, la distancia recorrida por la red desde entonces y la referencia en la que se ha convertido el portal con 30.000 visitas mensuales no hubieran podido ser posibles sin la colaboración temprana de Carlos Vega, un amigo con una libertad de palabra que sustentan sus necesarias denuncias y sus acertadas propuestas. No os preocupéis…se va pero no se marcha.

Entre Polio y Cutrifera

Carlos Vega Zapico

                          

                ¡Allá va la despedida!

 

Creo que fue allá por el año 2010 cuando inicié mi colaboración en un proyecto que “tenía buena pinta” y suponía, en mi opinión, una gran ventana abierta al futuro de nuestro Valle sin olvidar, lógicamente, su pasado. Turón ya no era mina, ya no era carbón ya no eran aglomeraciones de gente por La Veguina… Por si esto fuese poco, el proyecto era “vía internet”, un mundo al que había que abrirse “sí o sí”,  y además estaba diseñado por un antiguo compañero de colegio, al que perdida su pista durante muchos años y tras alguna conversación vi ilusionado tanto a él como a su propia familia. La nave, la comandaba un hombre del Valle que desde Bélgica quería dar dinamismo a su tierra, ponerla en valor y afrontar un futuro que siempre, por un motivo u otro, se nos había negado. Nacía: elvalledeturon.net, de la mano de Jorge Varela.

A través de estos años, la página ha ido sufriendo las necesarias transformaciones como para permanecer viva e intentar ser un serio vínculo de unión y recuerdo entre los numerosos turoneses que tanto en la diáspora como en el terruño tienen algo que aportar y que las más de las veces por pura pereza dejan aparcado para que sea otro quien “de la cara”. A través de mis colaboraciones pasee por la “desconocida” Veguina, recordé mi añorado Vistalegre, descubrí la calle que nunca existió, volví a santo Tomás 50 años más tarde…  y me quejé, amargamente, de tantas y tantas incomprensiones hacia este Valle del río Turón al que, una vez quitado el nombre parece quieren dejarnos hasta sin río, puesto que tan sólo se oye, que no se ve.

Ahora, toca un descanso. Motivos familiares me alejan de Turón durante una larga temporada. No es la primera vez, pero si es verdad que en esta ocasión mis idas y venidas serán más escasas y mis contactos con los posibles lectores dejarán de tener información “de primera mano”. Pero lo importante es que la página sigue su ritmo de vida, incluso con nuevos proyectos que esperan la desaparición de esa pueblerina apatía y el miedo a la tan demandada participación ciudadana. He de confesar públicamente -y no me duelen prendas- que me voy cansado de la apatía de mis propios convecinos que impertérritos contemplan la constante y lenta agonía a que se nos somete por parte  de cuantos tienen alguna “cuota” de poder en sus manos  - y aquí, incluyo a todos. Galgos y podencos-.

Los turoneses están satisfechos y reconfortados con la nueva construcción del ambulatorio -sólo para vecinos comprendidos entre Santa Marina y El Lago-, mientras no se sabe qué hacer con el hasta ahora ambulatorio de la Cuadriella. Pero ¿no estaba para derribar porque se encontraba en lamentable estado?; se sienten a gusto con el estado en que se encuentra su río -que por cierto, da nombre al Valle que nos vio nacer-; contemplan con asombrosa paciencia la tomadura de pelo de la nueva reindustrialización y hasta ven desaparecer el propio nombre de su lugar de nacimiento -al que se dejó morir -, con un simple “Ye que nos tienen manía”, sin aún darse cuenta  que nadie nos regalará nada que no consigamos con una auténtica unión. Sin “jefecillos, sin caudillos pueblerinos”. Pero el pueblo es soberano en sus decisiones y tiene lo que desea. El “divide y vencerás” fue una táctica que dio resultado en contra de “la unión hace la fuerza” por mucho que ésta última suene a programa de televisión. Mientras tanto, como el futuro no es nuestro, vemos con auténtico dolor de corazón como un envejecido Valle tiene a más de un centenar de sus mayores fuera de un  concejo en el que el 20% de sus vecinos superan los 70 años, sin contar los que paso a paso nos vamos acercando a ellos. Visión de futuro, es lo que tenemos los habitantes del Valle “paradigma de la brutal reconversión industrial”. Lo que pasa es que se sigue sin entendernos. En fin, “ye lo que hay” que se escucha una y otra vez cual lamento que trata de reconciliar conciencias.

Con todo, es difícil para los que tenemos sangre caliente entender cómo a escasas fechas de que los “caballitos” y la carpa comiencen a instalarse en el parque, se está haciendo una zanja “de transformador a transformador para meter unos cables”. Mira tú si a lo largo de los 365 días que tiene un año no habrá otras fechas que no perjudiquen a nadie. También me cuesta entender que el Coro Minero cuyo segundo apellido es nada menos que “de Turón”, celebrando como aparece en el programa  su “Día Coral” en plenas fiestas del Cristo presente su disco -que en establecimientos de Turón lleva un mes a la venta- en la Casa de la Cultura de Mieres. ¡Hay que joderrrrrse! Que diría mi recordado Baquero, eso sí, luego presumimos de turonismo y aplicamos la palabra “turonista” como si de verdad entendiésemos el auténtico significado que su creador dio a la palabra. Pero, fuera, los originales y en casa las fotocopias. Hay que tener un poco más de sentido común, que dígase lo que se diga sigue siendo el menos común de los sentidos.

Si después de todo, el administrador de la página me lo permite, seguiré colaborando en el proyecto en otros menesteres, motivo por lo que nunca digo ¡adiós! sino un ¡hasta pronto!, con el deseo de ver desde la lejanía como este proyecto avanza firme en sus deseos de dar a conocer nuestra propia realidad puesto que sin olvidar nuestro pasado habríamos de tener la vista fija en el indefinido futuro.

Un cordial y afectuoso saludo a todos. Que los Premios Varela sean un éxito como en ediciones anteriores y que el Cristo de la Paz, que se encuentra en su casa, nos la reparta.

© Carlos Vega Zapico,  Turon, 30 de agosto de 2017