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El trolebús de los 500 días

EMUTSA está en crisis. Pero la imparable pérdida de viajeros no puede ocultar el servicio rendido, desde 1956, al municipio y a nuestro Valle con esa histórica línea 1 de Mieres a Turón, con parada final en Urbies, plagada de anécdotas compartidas entre viajeros, conductores y cobradoras. Hoy Carlos Vega recuerda el paréntesis surrealista del trolebús que duró 500 días.

Recuerdos a media tarde

Entre Polio y Cutrifera

 

 

Memoria y olvido son como la vida y la muerte.  

Vivir es recordar y recordar es vivir. 

Morir es olvidar y olvidar es morir.

Samuel Butler

384 postes para un trolebús

Parece que fue ayer y ya han pasado 50 años -medio siglo- desde que aquellas mentes pensantes de nuestros gobernantes municipales inauguraran, el día de San Juan de 1965, - la línea se concedió al Ayuntamiento por una Orden del Ministerio de Obras Públicas de fecha 1 de junio de 1960- aquella línea de trolebuses que debía circular por una carretera adoquinada y cuyo resultado no pudo ser más negativo. La línea que unía Mieres con San Andrés de Turón, con una frecuencia inicial de quince minutos, que luego resultó imposible de respetar, tenía, en principio y sobre el papel, un funcionamiento muy simple: la electricidad llegaba de un tendido doble de cobre (cuatro cables, dos para un sentido de la marcha y dos para el otro) que se sujetaba a las fachadas de los edificios por ménsulas atornilladas y donde esto no era posible se sostenía gracias a los, nada menos que 384 postes de hormigón que bordeaban la ruta, muchos de los cuales, pese al tiempo transcurrido, aún son visibles al día de hoy. La energía necesaria, se suministraba a través de dos subcentrales transformadoras proyectadas y situadas en La Veguina y La Reguerona, y para que los vehículos pudiesen realizar el cambio de sentido se habilitaron dos raquetas: una en San Andrés, bajo el pozo Espinos, y la otra en las cocheras de La Belonga hasta donde llegaban los vehículos después de haber dejado a los viajeros en Mieres.

4 pesetas hasta San Andrés

La duración no pudo ser más efímera ya que en el mes de diciembre de 1966 la historia se dio por concluida y a mediados de marzo de 1968 se adoptó el acuerdo de desguazar el material por el que se recibió poco más de un millón de las antiguas pesetas. De aquel experimento –clasificado de segunda clase a, servicio público en caminos públicos y con línea aérea particular para transporte de viajeros- queda el recuerdo de aquellos viejos Pegasos pintados de azul y que habían prestado servicio en Madrid y del que un operario se apeaba casi constantemente para efectuar los “retensados” de la línea, lo que hacía que el viaje entre la capital del municipio y el valle del Turón durase casi dos horas. A la cobradora, situada en la parte de atrás, había que abonarle un mínimo de 0,50 pesetas - dos reales- por hacer el trayecto la Veguina-Lago o 4 pesetas para el total del recorrido, de unos 8 kilómetros, entre Mieres y San Andrés. Fue en 1968 cuando se comenzó a desmontar la línea para volver de nuevo a los autobuses aunque hubo varios intentos de retomar el proyecto  que no llegaron a ejecutarse. De aquellas 19.756.000 pesetas que tengo entendido fue el coste de la línea, quedan algunos postes a lo largo de la carretera que sirve para sostener las farolas que alumbran nuestra única vía de comunicación con la capital del concejo. Con la que está cayendo en nuestros días, resulta sorprendente decir que una línea de trolebuses entre Mieres y Turón que funcionó cuatro meses, tuvo un coste que rondó los veinte millones de pesetas de aquella época. ¿Hay quién dé más?.

Un cierto olor a calamares

Fue también el mismo año, el ya lejano 1965, cuando el entonces alcalde de Mieres, el turonés Guillermo Lorenzo pregonaba nuestros festejos en honor al Cristo de la Paz, siendo presidente  de la Comisión Organizadora Francisco Díaz Fernández, “Don Paco el médicu” quien “en un estilo epistolar” escribía a los turoneses animándoles a “arrimar el hombro para hacer unas fiestas en consonancia con el valle”. Son recuerdos de aquel Turón en el que el Cine Copeval se anunciaba como “la sala de los grandes acontecimientos”; en el que Bar Enol, de La Veguina, publicitaba su “gran bolera y su “especialidad en tapas”; en el que la Barbería Mundo, en la Felguera, ofrecía “un servicio esmerado” a sus clientes  y en el que “aquel olor a calamares del Nieto cuando paseabas por la Veguina” aun se recuerda. Un Turón en el que un joven José Suárez “Pilu”, rampero en San José y peón en San Victor  intentaba conseguir una beca de la Diputación Provincial que le permitiera el ingreso en la Academia de Bellas Artes de  San Fernando de Madrid. Pero, todo aquello forma parte de nuestra Historia.

 

© Carlos Vega Zapico, mayo 2015