...Y, después, ¿qué?

El 21 de junio, sábado, en plenas fiestas de San Juan, en Mieres, a las 12 de la mañana se inauguraba la restauración efectuada por los miembros de la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara, el socavón que en su día “encontraron” en las cercanías del Pozo Santa Bárbara, conocido en el Valle como la Rebaldana. Sentí no poder acompañar a Soto, a Rolando, a Ángel y a Gumersindo que me habían invitado al acto y que trabajaron “como negros” para que hoy el Valle de Turón cuente con otro “símbolo de la minería”. Seguí la obra desde el “descubrimiento” y aunque no mi trabajo físico, nunca les faltaron mis palabras de aliento y felicitación. El “socavón” fue el verdadero inicio de la explotación de Santa Bárbara, en la ladera sur de nuestro Valle, en la margen izquierda del río que le da el nombre. Perteneció a Hulleras del Turón iniciando su explotación en 1891 -la misma fecha en que lo hizo el grupo San Pedro- funcionando hasta que entraron en servicio los dos pozos que componen Santa Bárbara. Entre el emblemático Pozo Espinos, construido en 1927 y del que se dice “cuenta con la torre de extracción más antigua de España en su género” y el de Santa Bárbara, forma un interesante conjunto de arqueología minera. Lástima la feroz crítica del “movimiento asociativo turonés” ante el “expolio” que supuso el traslado de “una antigua locomotora minera” del Mosquil a santa Bárbara.

A los pocos días, el 7 de julio -San Fermín- dieron comienzo las obras de reparación/restauración del Pozo Santa Bárbara de Turón, primer pozo minero al que se le aplicó la máxima categoría de protección patrimonial al ser declarado Bien de Interés Cultural el 29 de octubre de 2009, trámite refrendado por el Consejo d Gobierno del Principado de Asturias en el mes de enero de 2010. En aquellas fechas -han tenido que pasar cuatro años- fuentes municipales -en Mieres gobernaba el PSOE- señalaron, según pudimos enterarnos por la prensa, que “el objetivo del Ayuntamiento es desarrollar en este equipamiento un ambicioso proyecto cultural, pero cuyos contenidos aún no están definidos. Se pretende abordar alguna iniciativa de carácter museístico que sirva de referente para dar a conocer el legado de arqueología industrial de Turón”.

Las obras le fueron adjudicadas a una empresa vallisoletana por un montante de 662.483 euros, lo que supuso una reducción del presupuesto base de licitación que estaba marcado en 945.998 euros, estimándose que los trabajos de recuperación de elementos de la explotación durará en torno a un año. De momento, tres casetas y dos trabajadores palentinos que tratan de desbrozar el entorno del castillete principal del pozo, cerrado oficialmente el 31 de junio de 1995, son los únicos signos del inicio de las obras. Del estado en que se encuentra, queda aquí constancia fotográfica. Del resultado de la restauración, y del uso a que se destine que quiero pensar ya estará más que pensado, dentro de doce meses cuando contemplemos ese “Plan Estratégico para el Valle de Turón” del que algunos, solo conocemos el nombre.

Valle del Turón, julio de 2014