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La noche mágica de Reyes

Todo ha cambiado, los tiempos, los medios económicos, la temática y hasta el propio folklore pero la noche de Reyes sigue siendo la más esperada del año por niños y… mayores. Oigo recuerdos antiguos de los años 39-40 y entreveo esas ventanas de las viviendas de Los Cuarteles en las que los Reyes “por mandato de los padrinos” dejaban una pistola de chispas, una naranja o “caramelos” caseros de azúcar requemada; en otras casas un “calderu de flores y una garcilla” … en los cincuenta y sesenta penachos y hachas de indios, para no ser de menos entre la chiquillada pero sobre todo ropa, lo necesario. La evocación de Carlos Vega abre en cada frase un hueco en el que caben todos nuestros recuerdos.

Entre Polio y Cutrifera

Carlos Vega Zapico

 

 

 

Noche mágica y día de ilusiónNiños_Reyes2.jpg

 

 

 

 

Un año más, la noche mágica del 5 de enero pone punto y final a unas Navidades llenas de ritos, símbolos y reencuentros familiares. Para mí, este año, muy especiales por haber celebrado la llegada, a este mundo, de mi primera nieta. ¡Una delicia! Y que conste que lo digo sin que me tenga que limpiar la baba que se nos suele caer a los güelos. ¡Qué vamos a decir?. Por tal motivo vuelvo a recordar, con cierta frecuencia, aquellos momentos vividos hace años en que los acontecimientos parecían ocurrir “de otra manera”. Quizás, no lo sé, estamos viviendo en una sociedad demasiado rápida y un tanto deshumanizada que, a los que ya tenemos cierta edad, nos cuesta entender por mucho que seamos conscientes del mundo en que vivimos.

Viene todo esto a cuento porque, consciente, acompañé al “recorrido real” en gran parte del trayecto realizado, tratando de observar a niños y mayores ante el paso de “Sus Majestades” y me cuesta aceptar -ya sé que “ye lo que hay”- que niños pequeños estén “embonados” jugando con una “maquinita” mientras sus padres, con cierto nerviosismo, demandan de los componentes de la “comitiva real” una y otra vez los caramelos de turno que, en demasiadas ocasiones, ya no se recogen del suelo. En La Veguina ya no se escuchan hoy aquellos gritos de la grey infantil: “¡Melchor, Melchor, un caramelu!”. “¡Gaspar, Gaspar, aquí, aquí!”… y que luego, tras el recuento de sabores, intercambiábamos en el más puro estilo de trueque infantil: “Te cambio dos de naranja por uno de fresa”. Es curioso que mientras los mayores reviven, en fecha tan señalada, su pasado, los más jóvenes carezcan de esas sensaciones tan lógicas de su edad.
Fuerte_Reyes.jpg

 

Vamos pa casa




Aquel nerviosismo traducido en “vamos pa casa” que decíamos a nuestros padres con la voz entrecortada, cuando por La Veguina veíamos acercarse aquellos grandes caballos, vistos desde nuestra menuda estatura, que transportaban a Melchor, Gaspar y Baltasar y a los que precedía el “gran Príncipe Aliatar” ha desaparecido. ¡Son los tiempos!, que solemos decir no sin cierta resignación. Es curioso que se hagan campañas y campañas contra los ahora llamados “juguetes bélicos” y se regalen juegos en los que, a resultas de un certero disparo se le vuela la cabeza, con todo lujo de detalles, al personaje de turno, ante el mensaje de felicitación de “la maquinita”: “Has mejorado tu propio record”. Y nosotros, con una pistola de plástico y cuatro rollos de restallones que “machacábamos” para delicia de Lola y Tiva que agotaban la mercancía rápidamente.
 

La magia de los Reyes



Pues yo, he de confesar que sigo padeciendo ese nerviosismo y esa ilusión en tan señalada fecha. Sigo viendo a Melchor, con su barba blanca, como el hombre bueno, tranquilo y sabio de los tres Reyes. No sé, un poco como si fuese ese abuelo que todos tuvimos, que nos sentaba en sus rodillas y nos contaba aquellas interminables historias que escuchábamos una y mil veces como si cada una de ellas fuese la primera. Me sigue costando definir a Gaspar, con su barba oscura, que venía de Asia, del que se decía que había vivido 109 años y al que nadie parece querer pese a su apariencia bonachona y, me sigue gustando Baltasar, “el miu, elTres Reyes.jpg negro”, descendiente de aquel Bel-Sar-Utsor llegado de Babilonia y que año tras año, pese a los miedos infantiles hacía acrecentar nuestra ilusión. Con el tiempo, sigo sin entender por qué seguimos empeñados en que Baltasar sea “un señor blanco pintado de negro” cuando, afortunadamente, en nuestra sociedad ya no tiene ningún sentido ni tal cosa es necesaria. Por último, ese mítico Príncipe Aliatar, auténtico mensajero y guía encargado de visitar las ciudades y pueblos días antes de la llegada de los Magos para recoger las peticiones de los niños y que como buen conocedor de todos los lugares del mundo abre paso a los Magos de Oriente. Qué queréis que os diga, yo, aunque sea por unas horas, sigo sintiéndome niño cada noche del 5 y cada madrugada del 6 de enero aunque, con el tiempo, he perdido la costumbre de dejar el agua y los dulces para que los Pajes Reales repongan fuerzas, aunque, a partir de ahora, tendré que volver a cumplir con el ritual. ¿Hay algo mejor que la ilusión?
 

Buscando la faba


En la mañana del 6 ya se sabe, uno madruga “por si acaso dejaron algo” y antes de tomar café, prima esa “Gloria” de Roscón de Reyes que Julín -el hombre dulce del Valle- elabora desde hace años empeñado en la tarea de hacernos subir de peso y que Confiteria_Reyes.jpgaño a año parece que se va imponiendo como cierre de la festividad navideña. La verdad es que no hay mejor manera de terminar una celebración festiva que con el recuerdo de un buen dulce y en este tema debe cumplirse la tradición: “Quien encuentre la faba, que lu pague”. Por lo demás en la tertulia cafetera el consabido “¿Qué tal de Reyes?” y alguna que otra sorpresa agradable que lleva el tema de conversación a la festividad y al recuerdo y la nostalgia infantil. “Acuerdome yo que cuando era guaje…”.

En el “Día del Restallón” tardé en ver críos con juguetes por la calle. Alguna muñeca -las niñas creo que siguen siendo más clásicas-, algún que otro coche teledirigido y demasiada, en mi opinión, “maquinita” que aísla a los jugadores en un mundo demasiado “gominola” y que quedan inmortalizados, desde el primer momento, en el aifon o tablet de turno para divulgación rápida a través de un wasap. Luego, ya nos enteramos todos a través del facebook o “compartir” en twitter o en tuenti o en linkedin, que para eso están las “redes sociales” porque ahora, a todos les ha dado por “ser tu amigo” y “unirte al grupo”. Nada, que quedan 365 días para repetir el ceremonial y de momento yo ya empecé a escribir la carta para el próximos año -ahora ya se mandan los encargos por correo electrónico- ¡”Hay que jodese!” ,que me suele decir Manolito Baquero, y lo primer que hago en ella es felicitar a las Amas de Casa de Turón por ese chocolate que prepararon en el salón de actos de La Salle como remate final de la cabalgata. No lo probé, estaba en preparación, pero, la pinta, buenísima.



© Cralos Vega - Valle del Turón, 6 de enero de 2014