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Los 90 años de historia del Ateneo de Turón

Los ateneos obreros, de tradición republicana, surgen para suplir las enormes carencias de las infraestructuras educativas que golpean principalmente al mundo trabajador. El de Turón, impulsado por un trío, socialmente preocupado y responsable, Dámaso Díaz, César Llaneza y Sandalio Suárez, será un foco de difusión de primera magnitud. Clases, biblioteca y sala de lectura, conferencias, cine, exposiciones e incluso actividades exteriores pondrán al alcance de sus socios y del valle en general todas las facetas de la oferta cultural. Un largo recorrido, hecho de éxitos, de transformaciones, incluso de recuperaciones ideológicas, de cambio de emplazamiento, que parece insinuar el actual Atenéu del parque de La Veguina. Noventa años después de su inauguración, el domingo 19 de octubre de 1930, nuestro fiel colaborador José Antonio Vega, rememora una historia que los muy veteranos aún recuerdan.

 

HABLANDO DE TURÓN

 

José Antonio Vega

 

 

LOS NOVENTA AÑOS DE HISTORIA

DEL ATENEO DE TURÓN

 

La inauguración del centro cultural, el 19 de octubre de 1930, fue todo un acontecimiento social

El pasado mes de octubre se cumplieron los noventa años de la inauguración del edificio del Ateneo Obrero de Turón, que desde el año 2004 acoge un moderno centro cultural.

La aparición de los ateneos obreros data de la segunda mitad del siglo XIX, como alternativa a los que la burguesía había ido abriendo en distintas ciudades como centros para el fomento de la cultura y del arte. Los ateneos obreros fueron centros culturales populares, que se centraron en solucionar las necesidades culturales y de ocio de las clases trabajadoras. En el caso específico del de Turón, su fundación se debió a la iniciativa de tres amantes de la cultura, como fueron: Dámaso Díaz, César Llaneza y Sandalio Suárez, quienes llevaron a cabo los primeros pasos para su constitución. Unos años antes de construir el edificio del ateneo, concretamente cinco años antes, el Ateneo Obrero de Turón aprobaría su reglamento en junta general. Datado el 9 de marzo de 1925. Cuatro días más tarde, el 13 de marzo, es presentado en el Gobierno Civil. El reglamento comienza definiendo los objetivos de la institución que, en esencia, coinciden con los contenidos en la normativa del primer ateneo fundado en Asturias, el Ateneo Casino Obrero de Gijón (1881). En el momento de constituirse definitivamente, eran poco más de una veintena de socios y al primer aniversario de su fundación, sumaban ya 320.

Así que desde el domingo 19 de octubre de 1930, Turón contaría con su propio edificio social para alojar el Ateneo Obrero. Posiblemente, en aquellos momentos no había en Asturias otra sociedad cultural mejor alojada que esta. Su situación era admirable y su distribución perfecta, con buena ventilación y luz. Todo parecía asegurar que el Ateneo Obrero de Turón continuaría su eficaz labor educadora durante muchos años. En los cinco años que llevaba de vida había logrado cambiar por completo el ambiente turones.

Para que este edificio fuese una realidad, se contó con la generosidad de la empresa Hulleras del Turón, junto con las aportaciones de otros industriales. La construcción del edificio se inició gracia a las 9.000 pesetas que atesoraba la institución, aunque finalmente tendría un sobrecoste de 100.000 pesetas. Además de los centenares de turoneses que colaboraron con esta obra, se contó con la ayuda del ingeniero Rafael del Riego y del empresario Bernardo Aza. Por su parte, el Ayuntamiento de Mieres concedería una subvención de 5.000 pesetas, y se contó con la aportación de Engracia Fernández Acebal, que era la viuda de Gómez Morán, con una donación de 2.500 pesetas. El encargado del proyecto del edificio sería el arquitecto Avelino Díaz Omaña. No cobraría nada. La utilidad del Ateneo era evidente, y, por lo mismo, la empresa Hulleras de Turón y algunos particulares, como Bernardo Aza, prestaron su ayuda.

El acto inaugural sería un suceso con alto contenido cultural. Aquel día, el nuevo salón del Ateneo y los alrededores del edificio se vieron invadidos por público de todas las esferas sociales. El inicio del evento estaba fijado para las 4 de la tarde, pero no comenzarían hasta una hora más tarde debido al retraso del gobernador civil, que había asistido a la fiesta de la coronación de la Virgen del Camino. El retraso fue amenizado por la banda de música.

En el escenario, presidiría el acto el gobernador civil de aquel entonces, Eduardo Rosón, teniendo a su derecha al alcalde de Mieres, Manuel Martínez Díaz, y a su izquierda estaba José Lorenzo Pérez como presidente del Ateneo Obrero de Turón. Según el relato de la época, la terna la seguiría de derecha a izquierda, el ingeniero Rafael del Riego, Víctor Trelles, Bernardo Aza, el arquitecto municipal, Avelino Díaz, y los miembros de la Junta directiva: Antonio Carrasco, que era el vicepresidente; el secretario César Fernández del Viso; el contador Emilio Guerra; el tesorero José Suárez; los bibliotecarios Galo López y Pedro Villegas, y los dos vocales Narciso Méndez y Antonio Vaquero.

La presentación del evento correría a cargo del presidente del ateneo, José Lorenzo, que expresaría en primer término su gratitud a las autoridades, entidades que concurrían en al acto, prensa y, en general, al pueblo de Turón. Siendo sus palabras de agradeciendo las siguientes: “Todos los socios, todos los que con esta idea simpatizaban y que prestaron valiosa ayuda; sus colaboraciones entusiastas y fruto de todos estos trabajos, producto de todas estas colaboraciones, surge el modesto edificio que será en lo futuro como un baluarte de la cultura, como un faro que indique la ruta de lo próspero y como un taller donde han de modelarse y cultivarse los cerebros, la inteligencia de las futuras generaciones. Todo debe, pues, ser hoy motivo de alegría y fuente de optimismo”.

El acto continuó con las palabras de Rafael del Riego y de Ramón, ofreciéndose a seguir ayudando en la labor de estructurar una nueva conciencia, en todo cuanto estuviese de su parte. La parte más esperada del acto sería la conferencia pronunciada por Bernardo Aza y G. Escalada, que versaría sobre el tema “Fines de los Ateneos y modo de cumplirlos”, haciendo un recorrido, pleno de enseñanzas, por los campos de la filosofía, para deducir la obra a que, con mayor intensidad aún, habría de entregarse el Ateneo. El acto continuó con el discurso del alcalde de Mieres, que al levantarse a hablar, fue acogido con una gran ovación. Este pronunció un breve y distendido discurso sumándose con todo entusiasmo a esta obra cultural y manifestando que pueblos como Turón eran el orgullo del concejo.

En su disertación, el diputado provincial Víctor Trelles recordaría al gobernador civil que hacía tiempo que se había enviado al ministerio correspondiente una solicitud, firmada por las autoridades de la provincia y por el pueblo de Turón en masa, para que la medalla del trabajo fuese concedida al ingeniero Del Riego y poco tiempo después, el 6 de noviembre, le sería concedida a Rafael del Riego esta medalla . El gobernador civil sería el encargado de realizar un resumen de lo que allí se celebraba . Al final del discurso hubo ruidosos y prolongados aplausos.

A continuación, la Masa Coral Turonesa interpretaría las siguientes obras: “Arroyuelo”, “La mío neña” y “Fantasía de aires asturianos”. Nada mas terminada la interpretación, se le impondría una corbata a la bandera de la Masa Coral Turonesa, que le sería regalada por el Ateneo como recuerdo del acto. También actuaron los cuatro “ases” del canto asturiano, como eran ”Cuchichi”, “Botón”, ”Miranda” y “Claverol”, que entusiasmaron al público. Los reiterados aplausos lograron que el cuarteto volviera a subir varias veces al escenario para cantar mas canciones.

Como colofón del acto, se celebraría una velada de cine para inaugurar el cinematógrafo, con una película en dos partes. “El barrio latino”, que era una superproducción de la Casa Gaumont (la compañía cinematográfica más antigua del mundo), cuya obra, dividida en diez partes, sería proyectada en dos jornadas, con un pequeño intervalo para el descanso.

Aquella misma la noche se pasó por la pantalla otra película que resultó un éxito y el Orfeón de Turón volvió a cantar.

A partir de aquella fecha, este Ateneo cubriría un amplio espectro del panorama cultural del valle. Para ello, abrieron en su seno una biblioteca popular, centro de lectura, escuelas para adultos y para los hijos de los obreros, espacios para desarrollar el deporte, actividades musicales y teatrales, así como lugar para el ocio. Una de las cosas que más gustaba a los turoneses era el cine y por ello, este ateneo proyectaba los domingos tres sesiones que eran a las 15:00 horas, 18:00 horas y 21:00 horas de la tarde.

Un año más tarde, también en este edificio del Ateneo, se introdujeron unas reformas consistentes en la construcción de una amplia galería en la parte exterior del edificio, la cual se utilizaría como sala de lecturas. Pues se había creado la necesidad de esta nueva dependencia en el Ateneo, que permitiera que sus socios disfrutar de unas horas diarias entregados al placer de la lectura en lugar apartado para evitar ser interrumpidos o molestados por nadie. Durante esos años, tendría lugar un “pacto cultural” entre la moderna burguesía reformista y la clase obrera que se quebraría dramáticamente por lo sucedido en octubre de 1934. Sabemos que en Mieres, hacia 1935, estaban clausurados casi todos los centros culturales, aunque no era el caso del Ateneo de Turón pues, concretamente el 15 de marzo de ese mismo año, se celebraría con asistencia de todo el pueblo en masa, un acto en memoria del ingeniero Rafael de Riego, asesinado durante los hechos del movimiento de Asturias.

El contenido de este Ateneo, como en el resto, fueron desaparecidos al ser considerados focos de ideas subversivas, y sus documentos, junto a sus libros, fueron desparecidos o censurados, además su edificio, sería incautado por la autoridad militar para ser utilizado como cine.

© José Antonio VEGA ÁLVAREZ, Mieres, noviembre 2020