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Por Santa Bárbara nace un pozo

En su edición del martes 5 de diciembre de 1939 el diario La Región dedicaba una página entera a la inauguración del primer pozo de Figaredo, anunciando en titulares una producción de 11.000 toneladas mensuales. Una explotación muy ligada a una familia de industriales que marcará gran parte de la historia del carbón en nuestro valle hasta su cierre en junio de 2007. Inocencio y Vicente nombres de pozos y de empresarios que rubricaron algunos de los capítulos socioeconómicos más importantes de la minería turonesa. En estas celebraciones de Santa Bárbara, un artículo de circunstancia de José Antonio Vega.

 

HABLANDO DE TURÓN

 

José Antonio Vega

 

 

Un nacimiento en el día de Sta Bárbara, un pozo 

Durante la mayor parte del siglo XX, Minas de Figaredo S. A. fue una empresa fundamental para la economía del concejo de Mieres y por eso a lo largo de su trayectoria existieron fechas importantes, como el domingo 3 de diciembre de 1939, donde se celebró la fiesta de Santa Bárbara en todas las cuencas mineras, pero ese día fue más especial para los habitantes del valle de Turón y del pueblo de Figaredo al inaugurarse el Pozo San Vicente, por ello en esta localidad se celebraron diferentes actos organizados tanto por obreros y patronos.

Para la apertura hubo diferentes actos tanto a pie del pozo como en el pueblo de Figaredo. En este último, a las diez y media comenzó la santa misa en honor a Santa Bárbara, patrona de los mineros, la cual fue cantada por el coro parroquial que dirigió el coadjutor de esta feligresía, Manuel Arce. Destacando como solista de este coro la joven Luisa Fradejas, que interpretó el “Ave María de los tres amores”. Celebró el Santo Sacrificio un joven párroco llamado Robustiano Gutiérrez Irizar.

El sermón estuvo a cargo del capellán de Ujo, Herminio Martínez, quien era el encargado de la parroquia de Carabanzo (Lena). El templo estuvo materialmente abarrotado de mineros y empleados de las minas de Figaredo. Muchísimas personas se vieron obligadas a quedar fuera de la iglesia por resultar ésta iglesia incapaz de albergar tanta gente.

Nada más finalizada la misa se organizó una procesión cívica desde el pueblo a las minas de Figaredo, donde se llegó a las doce del medio día. Asistieron a esta manifestación las representaciones del clero parroquial, los dueños de las minas, acompañados de los directores de Hulleras de Turón y Fábrica Mieres, el ingeniero de profundización del pozo, Emilio Durán; el Ingeniero-director, Alfredo Santos Figaredo; Manuel Campos, capataz-jefe, de minas de Figaredo, además de todo el personal de la empresa y numerosos vecinos del valle de Turón.

En el alto del castillete de este nuevo pozo, ondeaban las banderas de la “nueva Patria y del Movimiento Nacional”. En el mismo castillete se instaló un altavoz por parte de la Radiodifusión de la Tercera Compañía de Propaganda de altavoces del Ejército español, donde sonaría el himno patriótico y otros del Movimiento.

Dentro de los actos de inauguración se visitó la amplia casa de máquinas del pozo, la cual fue admirada por su diseño y su montaje, donde destacaba la seguridad en la transmisión de las jaulas de descenso y ascenso del susodicho pozo, que en aquel momento alcanzaba una profundidad de unos 187 metros, con cuatro plantas, todas en disposición de extraer el rico combustible “pues se habían cortado 13 capas y alguna de estas tenía más de tres metros de espesor siendo de la mejor clase de carbón”.

Fue el cura párroco de Figaredo, el que después de las alocuciones procedió la bendición de las nuevas instalaciones del pozo San Vicente. Y una vez terminada esta ceremonia religiosa se dieron vivas a España, y a la empresa Minas de Figaredo.

Los actos continuaron en el pueblo de Figaredo y en villa Dominica (que fue residencia de la familia Figaredo desde 1929 hasta 1977), donde a las dos de la tarde se sirvió una comida en los amplios salones del chalet de la viuda Vicente Figaredo a obreros y empleados, junto con los dueños de la mina e ingenieros.

A los postres, Ismael Figaredo, que era consejero de la Empresa, leyó las siguientes cuartillas: “Me levanto a dirigiros la palabra en nombre de Minas de Figaredo, para expresar a todos los presentes la satisfacción que hoy sentimos al vernos reunidos en fraternal comida, sus obreros, empleados y demás amigos y colaboradores, con motivo de la inauguración del pozo de “San Vicente”, a cuya bendición acabamos de asistir. Debemos pedir al Señor y a nuestra patrona Santa Bárbara, cuya fiesta hoy celebramos, que los trabajos que hoy empiezan, sean motivo de fuentes de tranquilidad y bienestar para este querido pueblo”.                                                                               

El discurso de este integrante de los Figaredo, preconizó que durante más de 67 años en esas instalaciones se aportaría riqueza al valle, al concejo y también a Asturias.

Años después, concretamente en 1957, se realizaría un nuevo pozo bautizado como San Inocencio. Para ello se levantó un castillete de 31 metros de altura y que fue construido por la planta siderúrgica de la Fábrica de Moreda en Gijón, siendo colocado el 17 de agosto de 1957 para comenzar la producción el 14 de julio de 1958.

Para llegar a la inauguración de estos pozos, la empresa había recorrido un amplio periodo de su historia. Siendo el principio de sus actividades industriales en el año 1867 aproximadamente, que es, cuando a Vicente Fernández Blanco se le concedió la concesión de carbón llamada Coto Paz. En aquel momento el carbón se trasladaba en carros, pero una parte se depositaba en la zona de Reicastro para poder producir allí mismo el coque que se utilizaba en la Fábrica de Cañones de Trubia.

Más tarde, ya fallecido Vicente Fernández, sería su hijo Juan Inocencio Fernández Martínez de Vega, el que pasaría a la historia como Inocencio Figaredo (haciendo del topónimo su apellido), el que hace que la empresa se coloque entre los principales productores de hulla en la región. Una de las primeras medidas que adopto, en 1897 seria el cambiar el cauce del rio Turón, en una longitud de 200 metros, frente á las instalaciones que tenia establecidas para el beneficio de la hulla del coto minero llamado «La paz de Figaredo» con objeto de ampliar y defender la plaza de sus cargaderos.

Gracias al dinero ganado en la mina “Coto Paz de Figaredo” le permitió participar en casi todos los negocios que en Asturias se desarrollaban, siendo siempre el primero en aportar y animar con su espíritu industrial cualquier negocio por desconocido que fuese. Figuraba en primer lugar en la Sociedad Hulleras de Riosa, de la cual era presidente. También era consejero de la Sociedad Industrial Asturiana, además de la del ferrocarril Vasco-Asturiano, entre otras. En política, muy pocos habían recorrido la escala jerárquica como él, pues fue concejal en Mieres, diputado provincial, y afiliado siempre desde su juventud, al Partido Posibilista (oportunista). Cuando éste se disolvió, se unió a Sagasta, siendo senador por Salamanca y diputado a Cortes por la circunscripción de Oviedo. Fallecido Sagasta, se uniría al conde de Romanones, siendo senador por Asturias.

A la muerte de Inocencio Figaredo en 1918, tomó la dirección el primogénito de este, llamado Vicente Figaredo o Fernández Herrero que ya tenía la carrera de ingeniero de minas. Había estudiado en la Escuela de Minas de Madrid, habiendo viajado a Lieja para conocer el desarrollo de la industria minero-metalúrgica valona. Vicente Figaredo, fue sin duda un revulsivo para la empresa a la que hizo crecer, y un gran inversor, que diversificó intereses de forma que entraron a participar en negocios navieros, con astilleros y flota, o en la banca.

Bajo su dirección se impulsarían iniciativas de gran calado y progresión para la industria minera, la cual aumentaría la producción. Siendo éste el que proyectó el pozo que lleva el nombre de ‘‘San Vicente”. Su profundización comenzaría en 1927, pero sus trabajos fueron prácticamente paralizados durante el periodo de la República. Como curiosidad, mencionaremos que al estallar la Guerra civil y mientras que se mantuvo la II República en Mieres, Minas de Figaredo trasladó su domicilio de Oviedo a la capital gallega de Lugo.

Después de la muerte prematura de Vicente Figaredo Herrero en el año 1929, se hizo cargo de las minas como ingeniero-director el joven Alfredo Santos Figaredo, el cual llevó a feliz término el proyecto de su tío con la puesta en marcha de un moderno pozo llamado “San Vicente”.

Es en julio de 1932, cuando se constituye Minas de Figaredo S.A, una empresa con un capital de 14 millones de pesetas en la que estaba representada la familia directa y política, lo cual que permitía la conclusión de obras importantes y la acometida de otras de gran relieve.

La estirpe Figaredo Séla mantuvo en su poder los dos pozos que disponía Minas de Figaredo por la alta calidad del mineral que explotaba para la siderurgia hasta que en 1980, ya en pleno declive del sector del carbón y en medio de fuertes presiones laborales con una larga huelga, el Gobierno optó por nacionalizar la empresa, pasando a depender del Instituto Nacional de Industria (donde se mantuvo independiente hasta su integración en Hunosa en 1998).

El 29 de junio de 2007, fue cuando subió a la superficie la jaula con el último viaje que llevaría a seis trabajadores que cerraban seguramente sin saberlo, casi dos siglos de minería en el valle. En aquel momento, el pozo Figaredo era y representaba a la empresa minera más antigua en activo de Asturias.

Este cierre, junto las demás explotaciones de hulleras del Turón significó mucho para el pueblo de Figaredo, ya que en la primera década de este siglo XXI pasó de tener 2.860 a 2.051 residentes, en poco más de diez años. Una estadística que nos da idea del impacto del envejecimiento de la población residente y del parque inmobiliario. Sobre el que hoy pende la amenaza de la marginalización creciente, como en el conjunto de la periferia urbana de Mieres y de toda la comarca de la Montaña Central.

© José Antonio Vega Álvarez para www.elvalledeturon.net  Diciembre 2019