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Los pioneros

Hay libros cuya redacción exige toda una vida y otros que contienen toda una existencia. Ésta última es la categoría en la que encaja la extensa y detatallada publicación de Félix Martín y Rolando Díez. En su “Desarrollo Industrial de Mieres – segunda mitad del siglo XIX” cabe toda la memoria histórica del balbuceo y del imparable desarrollo de nuestra minería. Una ambiciosa investigación que cumple ampliamente con las expectativas y que se convierte en una ineludible referencia casi enciclopédica. Baltasara, Mala fe, Escolástica, Fraternidad y tantos otros nombres de minas que tornan del pasado pero también compañías más enraízadas en una historia más reciente: Minas Figaredo o nuestra Hulleras del Turón. Las casi 60 páginas dedicadas a la Empresa, como se le solía llamar, recuperan el transcurso de una aventura industrial que horadó nuestros montes y valle, marcando para siempre el auge y el declive del pueblo. Ocho entregas en total para comprender una historia que se confunde con un nombre: Turón.

 

 

La aventura industrial de Hulleras del Turón S.A.

 

 

 

1 - LOS PIONEROS

 

De la Escribana a la Riquela

Desde antiguo, los numerosos afloramientos carboníferos del valle del río Turón, afluente del Caudal por su margen derecha y uno de sus principales tributarios, son conocidos y muy estimados, tanto por sus pobladores como por los técnicos y representantes de las compañías mineras que aspiraban a su explotación. Como se recordará, la dirección principal de este sistema fluvial discurre concordante con el rumbo E-O impuesto por el sinclinal de Turón desde las inmediaciones de Figaredo hasta la divisoria de aguas que conforman los arroyos y barrancos de su nacimiento, vertebrada en torno a los puntos culminantes de San Justo, Tres Concejos, etc. En todo caso, la complejidad tectónica de este valle se manifiesta también por otras estructuras de menor importancia y diferente dirección, las cuales, a pesar de que no influyen decisivamente en la jerarquización de la red hidrográfica, condicionan la topografía del mismo y, sobre manera, el laboreo de las explotaciones mineras. (1)

En este marco morfo-estructural, que puede ser considerado como una subunidad más de la Cuenca Carbonífera central, va a tener lugar en la segunda mitad del siglo XIX una vigorosa y continuada actividad humana encaminada a conseguir la mayor rentabilidad posible de sus feraces y abundantes yacimientos de carbón de piedra. Fruto de la misma, irrumpen en este territorio numerosos mineros, bien individualmente o bien en compañías, que van a emprender una serie de estrategias para alcanzar los fines propuestos, conjuntamente con los oriundos del lugar. Estos, como sabemos, eran muy solicitados por quienes estaban dispuestos a invertir sus recursos en explotaciones mineras, ya que eran buenos conocedores del medio y de la situación de los yacimientos que más posibilidades ofrecían para conseguir pronto pingües utilidades. En este sentido, las primeras referencias documentales de la actividad minera planificada en este valle durante el periodo histórico que nos ocupa datan del día 24 de junio de 1844, cuando se solicita el registro de una mina de carbón en Cortina de Figaredo con el nombre de Benedictina.

A la escasez de nuevos datos de las referencias anteriores, se pasa a comienzos de 1854 a los registros de las concesiones de cuatro pertenencias de carbón cada una para la Sociedad “Lenense Asturiana” y conocidas como Escribana (Cabojal) (2), Fúnebre (Vera del Camín), Covadonga (Figaredo), Baltasara (Reguero de Revallines, Villabazal), Formidable (prado de Resantamarina, Figaredo) y Riquela (Reguero de Agualestro). Todas estas minas fueron denunciadas por abandono, admitido el denuncio, delimitadas y concedidas a nombre de esta Sociedad, motivo por el cual su primer registro había tenido lugar, lógicamente, con anterioridad. En concreto, creemos que no es aventurado manifestar que estos criaderos ya habían sido explotados anteriormente, sobre todo a raíz de las labores de investigación llevadas a cabo por Manuel Forcelledo, quien las había registrado a nombre de la Sociedad “Frade y Compañía”. También se registran en este valle trece concesiones de carbón tituladas Natalia a nombre del lenense Antonio Martínez Redondo, quien las cede pocos meses después a Tomás Raya. (3)

Así pues, estas primeras concesiones de minas de carbón de piedra documentadas en el valle del Turón constituyen, como en otras ocasiones, el germen de las futuras entidades societarias de las décadas de los años sesenta y, sobre todo, setenta. Los titulares de estas se convertirán en el eslabón intermedio de un sofisticado proceso que culminará en la Sociedad “Hulleras del Turón, S.A.”, cuyas explotaciones y dependencias se van a ubicar a lo largo de este valle, excepción hecha de las pertenecientes a Inocencio Fernández Martínez en la parte baja del mismo. De este modo, podemos afirmar que, por un lado, las primeras explotaciones mineras en esta zona media y alta del valle se laboran algún tiempo después de las investigadas en las zonas más bajas y con mejores accesos al valle del río Caudal a su paso por Mieres y, por otro lado, que los mineros locales y las primeras sociedades que se establecen aquí se convertirán en los pioneros de la extracción carbonífera en el mismo, aunque, por ejemplo, “Frade y Compañía” parece que con poco éxito en el intento.

 

La "Lenense Asturiana" y Vicente Fernández

Será, sin embargo, la mentada compañía fundada en Madrid en 1846, “Lenense Asturiana”, la verdadera impulsora de las actividades extractivas en esta zona, sobre todo en la parte media y baja del valle, dadas las excelentes expectativas de producción que confirman las investigaciones mineras precedentes y la cercanía a su planta metalúrgica de La Bárzana, Villallana (Lena).Esta notoriedad inicial comienza su declive a medida que se ponen en explotación las concesiones lenenses de los fructuosos criaderos carboníferos de sus inmediaciones, como las minas Estrepitosa, Terrible y Formidable, que son adquiridas por Adriano Paillette el 14 de mayo de 1845, en virtud de la escritura de cesión otorgada a su favor por quienes acreditaban su titularidad, Plácido Santín y Manuel A. Buylla, respectivamente. (4)

Más allá de la intervención de la Sociedad “Lenense Asturiana” en el territorio turonés, las solicitudes de registros mineros en este valle no empiezan a tener mayor trascendencia hasta finales de la década de los años cincuenta y, sobre todo, a principios de la siguiente. Al respecto, debemos citar la incipiente labor de varios reconocidos mineros de Figaredo, como Vicente Fernández y Blanco, que constituye sociedad con otros convecinos de su entorno más cercano, como la que formó con el cura-párroco de esta parroquia, Francisco Martínez de Vega, para la explotación de las minas Rancia (1 p.) y Lavandera (1 p.), bajo la dirección técnica del capataz titulado José Fernández Tresguerres. (5) De igual modo, a comienzos de la década de los años sesenta, concretamente el 27 de noviembre de 1861, José Misioner (Oviedo) registra por mandato de Vicente Fernández las minas conocidas como Temprana (2 p.), en Santa Cruz, y Mala fe (4 p.), en Figaredo, que linda con la titulada Muda, también del mismo Vicente. (6) El hecho es que, el objetivo fundamental de este reconocido emprendedor no era otro que ir acopiando las concesiones precisas para reunirlas en un grupo o coto minero y poder así incrementar significativamente la escala productiva y todo lo que ello lleva aparejado en ahorro de costes de producción y, consecuentemente, en rentabilidad de los recursos invertidos. Pese a lo cual, no descuida en ningún momento la posibilidad de ampliar su radio de acción a otras zonas, preferentemente del propio municipio de Mieres, tal como se pone de manifiesto con la adquisición de la concesión Segunda Bernarda, ubicada en la misma parroquia que las dos anteriores, y de la titulada Esperanza, en Villaestremeri (Gallegos). La consecución de esta mina se lleva a cabo en 1873, a testimonio de José García Bobia, con la salvedad de que lo hace en sociedad con Faustino Gutiérrez y Díaz-Faes, vecino de Santullano, y a cargo de su hijo, Inocencio Fernández Martínez.

 

El triángulo Tablado - Poli - San Justo

Serán, sin embargo, las iniciativas de Carlos Thivolet y Raisson, vecino de la parroquia de Lada, Langreo, las más sobresalientes al respecto, sobre todo a raíz de su solicitud de registro del Coto minero Valle del Turón (60 p.) el día 21 de agosto de 1860. Esta concesión se extendía por las parroquias de Figaredo y de Turón y alcanzaba sus confines en la sierra de Tablado, el pico Polio y el de San Justo, al norte; el cordal de Longalendo, al sur; el pueblo y el puente de Villandio, al este; y la población de Cabojal, el reguero de Agualestro y varias concesiones mineras de la sociedad “Lenense Asturiana”, al oeste. Su demarcación tiene lugar el día 9 de diciembre de 1862, mientras que su adjudicación a la “Sociedad civil de las Carboneras y Minas de Lada, Villar, Santa Bárbara y Turón”, de la que dicho Thivolet era su máximo responsable en Asturias, no tendrá lugar hasta finales de agosto de 1866, como consecuencia de las dificultades surgidas con otras concesiones limítrofes, sobre todo con las que poseía en este término la compañía “Alerta” de José Delgado y la más que probable competencia con las iniciativas a cargo del técnico francés José Gosset.(7)

Sea como fuere, el caso es que en la escritura de transferencia de la titularidad de dicho coto se incluyen también otras concesiones que habían sido solicitadas posteriormente por el propio Carlos Thivolet y Raisson. De las minas traspasadas a la “Sociedad civil de las Carboneras…”, ocho estaban situadas en términos de Mieres, bien en su totalidad o compartiendo superficie con el limítrofe concejo de Langreo. En concreto, se trataba de las concesiones tituladas Amalia (4 p.) y Antonia (4 p.), sitas en Santa Rosa (Mieres), que fueron compradas por Thivolet a José González Longoria el día tres de diciembre de 1860; la nominada Amistad (4 p.), también en Santa Rosa, adquirida a Juan Francisco Flórez y al mismo José González Longoria el mismo día que las dos anteriores; las nominadas Lorenza (4 p.) y Alfonsina (4 p.), situadas en Turón y registradas por Carlos Thivolet el día 28 de mayo de 1861; el citado coto minero Valle del Turón (60 p.), en las parroquias de Figaredo y Turón, que, como sabemos, también había registrado Thivolet a su nombre el día 21 de agosto de 1860; la llamada Escolástica (4 p.), en Turón y solicitada a nombre del compareciente el día 25 de septiembre de 1862 y, finalmente, Bienencontrada (4 p.), sita en La Llonga (Santa Rosa), inscrita a nombre de Thivolet el día 16 de septiembre 1862.

A propósito de lo anterior, debemos reiterar que la titularidad de estas concesiones constituye, a nuestro juicio, un vivo ejemplo del atractivo, cómodo y rentable mercado de estos bienes en este término, cuyas consecuencias, en ocasiones, resultan altamente conflictivas y acaban dirimiéndose en sede judicial. En realidad, la mayor parte de los litigios que se desencadenan tiene su origen en la enorme y agresiva competencia que suscita la posesión de dichas concesiones mineras. Como consecuencia de sus resoluciones tendrán lugar numerosos cambios de titularidad y de denominación de las mismas. A este respecto, cabe señalar, por una parte, el hecho en el que el representante de Carlos Thivolet solicita cuatro pertenencias para la mina Escolástica el día 25 de septiembre de 1862, que al año siguiente queda sin efecto por falta del documento de conformidad del propietario del terreno. Y, por otra parte, que con ese mismo nombre se vuelve a solicitar otra concesión en la misma zona el 11 de abril de 1865 y para el mismo Thivolet, en cuyo proceso pierde la denominación de Escolástica y adquiere la de aumento a Alfonsina. Con esta designación pasará a formar parte del paquete de concesiones que compondrán el patrimonio minero e industrial de Eugenio Marlier y Eduardo Pécher. Otro ejemplo concreto que viene también a corroborar el dinamismo y la viveza de este mercado lo constituyen las demandas de nuevos registros que los dirigentes de la “Sociedad Hullera y Metalúrgica de Asturias” llevan a cabo en este valle turonés. Concretamente, ahora nos estamos refiriendo a las solicitudes que presenta el día 13 de mayo de 1862 su representante en Oviedo, José González Longoria, para adquirir las concesiones, entre otras, de Carlota y Victoriana.

 

La saga de los " Bertrand"

Ni que decir tiene esta ininterrumpida actividad de registros, apertura de expedientes, renuncias, denuncias y nuevos registros de los terrenos donde se ubicaba este coto minero en la parte media y alta del valle del río Turón, va a continuar varios años más por iniciativas de los mismos titulares. Y tanto es así que el mismo Carlos Thivolet  Raisson insiste en solicitar este mismo coto el 14 de agosto de 1867, pero ahora con el título de Prosperidad. Las dificultades para completar la documentación prevista en la normativa vigente (Ley de 1859), fundamentalmente la relativa a la autorización previa del dueño del dominio directo de los numerosos controzos que conformaban el extremado minifundismo de este agro, vuelven a provocar la renuncia del mismo al mes siguiente. Casi sin solución de continuidad, Carlos Bertrand repite la solicitud, en nombre de Thivolet, para registrar el mismo coto Prosperidad. La novedad de este nuevo intento consiste, no tanto en la renuncia a la totalidad del registro del coto como al paulatino rechazo a un determinado número de pertenencias hasta que, el 22 de diciembre de 1870, la Administración del ramo le adjudica sólo las 10 últimas, en lugar de las 60 que componían la totalidad inicial. (8)

Al hilo de lo que antecede, estamos en condiciones de afirmar que una de las primeras actuaciones del patriarca de la saga “Bertrand” en un procedimiento para la concesión de minas en este valle y en calidad de representante de dicho Thivolet -responsabilidad que conservará sucesivamente en los organigramas empresariales de las siguientes sociedades mineras de origen belga data del día 1 de enero de 1863. En esta ocasión, el progenitor de la familia, Carlos Bertrand y Demanet, solicita el registro de los criaderos carboníferos conocidos como Carolina (4 p.), Julia (2 p.) y Celestina (4 p.). El día 9 de marzo de ese mismo año, y con igual protagonismo, demanda otra nueva concesión, titulada Escolástica (4 p.), en Perillanes, término de Misiego, Turón. Con igual pretexto interviene, según sabemos, en la última parte del proceso suscitado para la concesión del coto minero Prosperidad a dicho Carlos Thivolet Raisson y, posteriormente, como representante de la “Sociedad Hullera y Metalúrgica de Asturias” ante las autoridades responsables de la minería en Asturias. (9)

Primera entrega ©  Félix Martín González y Rolando Díez Vázquez para www.elvalledeturon.net

 

 

NOTAS

(1)     Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Mapa Geológico de España; Hoja 53(13-5), Madrid, 1975. Al respecto, afectan en mayor o menor grado a la falla de desgarre de Mieres, a los anticlinales de Revallines y de Polio, y al sinclinal de Moreda, más allá de otras micro estructuras locales. En su mayor parte afloran los materiales del Estefaniense inferior y medio (pizarras, areniscas y carbón), salvo en la parte baja del valle, donde podemos observar las mismas series, aunque algo más recientes, las cuales descansan de forma discordante sobre los primeros. Esto es así a consecuencia de los reajustes de las estructuras orogénicas de esta área, sobre todo de los desplazamientos causados por el sinclinal de Turón en la parte mencionada.

(2)     Vid. BOPA del día 6 de enero de 1846. Esta mina y la titulada Numancia, ambas en términos de Figaredo, habían sido denunciadas por abandono en diciembre de 1845.

(3)     AHPA. Fondo de la Dirección General de Minas. Sig. 6.706. Más allá de los registros de carbón en Turón, podemos señalar que también se efectuaron otros de mineral de hierro para la Sociedad carbonera “Santa Ana”. Sus representantes solicitan las concesiones conocidas como San Pedro y Directora el 6 de noviembre de 1856 que, probablemente, abandonaron en seguida.

DEMEUR, Adolphe; Les Sociétés Anonymes de Belgique (1864), pp. 369-374; Belgique. Publica este autor los Estatutos de la Société Houillère de Santa-Ana, aprobados el día 12 de enero de este año 1864 a testimonio del notario de Bruselas; M. Rommel.

(4) AHPA. Protocolos del notario de Lena, Antonio Reguera Infanzón, del día 14 de mayo de 1845.

(5) AHPA. Protocolos del notario de Mieres, José García Bobia, de 1 de noviembre de 1871 donde podemos consultar el proceso de compromiso de amigables componedores que tuvo lugar el 31 de mayo de ese mismo año en el Juzgado de Mieres entre Vicente Fernández y Francisco Martínez, por una parte, y José Fernández Tresguerres, por otra parte. El motivo de las desavenencias provenía de la reclamación que este hacía a los dos primeros por su labor técnica en ambas minas durante los diez años que venían explotándolas en sociedad.

(6) AHPA. Protocolos del notario de Oviedo, José A. Rodríguez, de dicho día.

(7) AHPA. Fondo de la Dirección General de Minas. Sig. 6.718. Siguiendo las pautas marcadas por la costumbre en estos casos, dichas concesiones son abandonadas casi de inmediato por su titular, hecho que determina el correspondiente denuncio a cargo de Pedro José Gosset, vecino de Oviedo, y la subsiguiente solicitud de un nuevo registro a su nombre el día 16 de agosto de 1864. En ocasiones, estas iniciativas no conseguían, sin embargo, los objetivos predeterminados, entre otras razones, como consecuencia de la defensa emprendida, en esta ocasión, por Carlos Thivolet de sus intereses, fruto de la cual se desencadena un dilatado y complicado proceso judicial, que concluye con una resolución favorable a este último. También en protocolos del notario José A. Rodríguez del día 14 de agosto de 1864, ante quien comparece Francisco Lacazette, de Oviedo, para que le expidiese testimonio en relación con el poder especial otorgado por Pedro José Gosset y Herkemme en su favor para registrar un coto minero en Turón (60 p.). Entre las manifestaciones emitidas por el compareciente se recoge una relativa al estado actual de estas explotaciones, de la que se deduce que registran una producción bastante escasa, debido, entre otras razones, a que se carece de dirección técnica y de suficientes capitales para nuevas inversiones.

(8) AHPA. Fondo de la Dirección General de Minas. Sig. 6.729. Esta progresiva desagregación de concesiones parece contradecirse, por otro lado, con la solicitud de aumento de 4 pertenencias a dicho coto Prosperidad el 16 de septiembre de 1868, cuyo resultado no es otro que su cancelación por falta de solicitud de demarcación de estas cuatro pertenencias, pero ello viene a confirmarnos, no obstante, el deseo de perdurabilidad de las explotaciones.

(9) AHPA. Fondo de la Dirección General de Minas. Sig. 6.727. A todo lo anterior cabe añadir igualmente el intento del ovetense, Carlos García, de registrar las pertenencias tituladas Primer, Segundo, Tercero, Cuarto y Quinto Turón en la parroquia de Figaredo, pero que fueron canceladas por la Administración el mismo año 1867 por no presentar los permisos o autorizaciones de los dueños del terreno para tales explotaciones mineras.