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Historia sucinta del valle de Turón

Desde la leyenda hasta el cierre de la minería, el panorama de una historia.

lito.jpg La leyenda, más que la historia, nos habla en el largo periodo que va desde el abandono de las cavernas hasta las invasiones célticas, hacia el siglo IV antes de Cristo, de unas tribus bárbaras y aguerridas, celosas de su libertad. Después vino la invasión romana que se produjo unos años antes del inicio de nuestra era.

La romanización que fue lenta dio lugar a la formación de las “vilas”, extensas granjas agrícolas con un propietario (posesor) a cuyo servicio había un considerable número de siervos. La población aborigen fue desplazada de los cerros donde habitualmente vivía, a las “vilas” que, por su ubicación de mayor accesibilidad, permitía un mejor control sobre ella. Así nacerían nuevos enclaves en el Valle como Villaño,Villabazal y Villapendi.

En el siglo VIII tiene lugar la acometida arabe y para contrarrestarla surge el reino de la Monarquía Asturiana, que es el embrión de la actual nación española. Los reyes de Oviedo, dentro del territorio reconquistado a los sarracenos, comienzan, poco a poco, a distribuir tierras entre sus colaboradores más próximos (condes,etc). Más tarde, unos y otros, cederán a la Iglesia (que se había establecido en la península hacia el siglo V), a través de sus diversos organismos, numerosos bienes a modo de legados testamentarios con el fin de asegurar sufragios a favor de la propia Ordoño I.jpgalma o la de la de sus parientes más cercanos. El documento más antiguo que hace referencia al valle de Turón ha cumplido en el pasado mes de abril 1153 años de edad y corresponde al testamento del rey Ordoño I por el cual,entre otras disposiciones,dona a la Basílica del Salvador, “las iglesias de San Martino de Turón,de San Andrés y de los santos Justo y Pastor en Polio”.

La tierra, principal fuente de riqueza, va a pasar en buena medida por este conducto, al estamento religioso y así se explica que en los siglos siguientes aparezcan como principales propietarios del valle de Turón, los señoríos eclesiásticos del monasterio de san Vicente de Oviedo y de la colegiata de San Isidoro de León. A comienzos del siglo XII la yuguería irá sustituyendo a la antigua “vila”, siendo el origen de la tradicional casería, institución básica del campo asturiano hasta los tiempos contemporáneos.

A partir del siglo XIII, los monarcas castellanos van repoblando las zonas que van quedando alejadas de los escenarios de lucha contra los musulmanes como es el caso de Asturias. Así es como se constituye el concejo de Lena dentro de cuyo alfoz se ha de encuadrar el valle de Turón. Coincidiendo con el nacimiento de las estructuras municipales desaparecen los siervos transformándose en colonos o arrendatarios de la tierra que en gran parte detentan los dos estamentos capitales de la sociedad feudal: el Clero y la Nobleza. De este último estrato surgen dos linajes que en los siglos XV y XVI van a acaparar una parte importante del protagonismo que hasta el momento tenía la Iglesia en nuestro territorio.Se    trata , en primer lugar, de una varonía de los Bernaldo de Quirós, vinculada a la“Casa de Figaredo”. Sus propiedades se extendían por Villabazal, La Felguera, Castañir, Misiego, Villaño, Arnizo y Urbiés, donde tenían otras tantas caserías en calidad de arriendo. El otro terrateniente era el vizconde de Heredia, asentado en el palacio de Villarejo, que extendía su dominio, pasado Peñule hasta la ería de La Cuadriella.

La casería era una especie de patrimonio familiar que no podía ser fragmentado bajo ningún concepto. Mediante el sistema de heredero único, al  primogénito o mayorazgo, se le mejoraba de tercio y quinto con lo que siempre permanecia unos límites muy precisos. En un principio las caserías estaban en manos de los grandes detentadores de la tierra ya señalados, pero en el siglo XVI, aparte de aquellas, había otras que eran propiedad de los labradores y de las que,no más de una docena tenían una extensión entre dos y ocho hectáreas, regentadas por grandes propietarios, a los que se les catalogaba de “ricos” , pues eran autosuficientes en su producción anual, lo que les permitía vender sus excedentes. Por contra, la mayoría de la población tenía escasas pertenencias con las que malvivía, a los que una mala cosecha sumía en la miseria más absoluta y luego estaban los arrendatarios que aún vivían peor,pues su trabajo anual apenas les servía para cumplir sus compromisos contractuales con sus amos, es decir, la Nobleza y el Clero, ya señalados.. Finalmente, hay que citar a los jornaleros y a los pobres de solemnidad que completaban el cuadro social.

Con la llegada del siglo XIX los aires de la Revolución Francesa van a producir cambios fundamentales en la sociedad española. Será este un proceso lento y salpicado de serios contratiempos,pero a la larga ocasionará una gran transformación con las medidas liberales adoptadas, como los fenómenos desamortizadores de Mendizábal por un lado, que intervienen una parte de los bienes eclesiásaticos, y por otro,l as nuevas normativas jurídicas que afectarán a la condición de mayorazgo acabando por desaparecer. Además, la llegada de la Revolución Industrial trae consigo la aparición de las máquinas, el trabajo en cadena y la elaboración de productos manufacturados. Pero para poner en movimiento las fábricas es vital el uso de combustibles sólidos, vale decir, del carbón, y aquí entra en escena nuestro valle, pues Turón atesora en su interior unos yacimientos de hulla de especial relevancia.segun confirma el detallado estudio que el ingeniero alemán Schultz dejó patente en su “Descripción geológica de la provincia de Oviedo” publicada en 1858. No obstante, como los cambios en este pais siempre han sido lentos, al comenzar el último tercio de la centuria, la distribución de la tierra era similar a la de siglos anteriores y, aparte de los estamentos poderosos , existían ese puñado de grandes propietarios que ahora obedecían a los nombres de Matías Fdez-Prieto de Fresneo, Francisco Fdez de la Llanapumar, Juana Garcia de la Llera de Peñule, Eustaquio Alvarez de Villabazal, Francisco Martinez de Vega de Villapendi, Benito Gonzalez de Enverniego y José Fdez “el mayorazu” de Villaño. Durante todo este siglo, pequeñas concesiones mineras habían realizado una incipiente hulleras-de-turon.jpgexplotacion carbonera en el Valle con medios absolutamente artesanales, si exceptuamos la del “Coto Paz” de Figaredo fundada en 1867 por Vicente Fernandez Blanco que ya facturaba 20000 Tm. anuales en 1891. Pero es, precisamente, en estas fechas cuando ha de comenzar una nueva época en la historia industrial de este territorio al crearse la sociedad anónima “Hulleras de Turón”, a cargo de un grupo de siderúrgicos vascos que adquieren las minas abiertas en ese momento, en la parte media y alta del Valle, y haciéndose dueños de una superficie cercana a las 5000 Ha, en la que estaban incluidas las pertenencias de la Nobleza, ya descritas más atrás, y muchas de los grandes y pequeños propietarios que, a partir de entonces, vieron sensiblemente mermado su patrimonio.

La Compañía, como se la conoció desde un principio, venía dispuesta a extraer hasta el último átomo de carbono del monumental filón y en 1894 obtuvo la primera producción evaluada en 78143 Tm de hulla bruta procedente de los grupos de San Pedro, San Vítor y Sto Tomás. Las labores mineras se fueron desarrollando con grandes dificultades debido al escaso número de obreros que había al principio, pero la Empresa, consciente de este déficit pronto canalizó hacia Turón una legión de obreros procedentes de los mas variados puntos de la Península.

Aquel conglomerado de forasteros, poco a poco, fue incorporando a la vida local, ideas diferentes, formas distintas que aportar a los momentos de ocio que, en suma, eran una copia de lo que se realizaba en cualquier villa o ciudad desde hacía bastantes años. Esto fue lo que hizo a la sociedad turonesa ir evolucionando al aprovechar intervalos de bonanza económica, caso de la primera Guerra mundial en que España quedó fuera del conflicto y el carbón nacional no sufrió la competencia del carbón inglés por ser el Reino Unido uno de los paises beligerantes. Los llamados “felices años veinte” también lo fueron para Turón, pues ese tiempo corresponde a la llegada del cinematógrafo, del primer equipo federado de fútbol (el Club Deportivo Turón), del Ateneo Obrero, de la Banda de Música y de la Coral Polifónica de 90 voces con su academia propia que permitía iniciar en el solfeo a niños y niñas, potenciales integrantes de la agrupación en un futuro cercano. Ello fue posible gracias a emprendedores que han pasado a ocupar un lugar preferente dentro del marco de nuestra historia, como Froilán Alvarez,S andalio Suarez, el lasaliano Hno Claudio Gabriel y a benefactores como D. Rafael del Riego, ingeniero-director de Hulleras de Turón y D. Bernardo Aza,d ueño de la Banda_de_musica.jpgmina “Fortuna”.

Con el país convertido en una auténtica escombrera a causa de la Guerra Civil, el Nuevo régimen que surgió de ella  arrasó con la mayor parte de aquellas instituciones. Lo único que a toda costa se procuró salvar fue la producción hullera que, por ser fuente energética básica, era de vital importancia para evitar que se paralizasen los sectores fabriles de la nación, ya que el asilamiento internacional a que estaba sometido ,impedía cualquier posibilidad de importación. Los mineros turoneses iniciaron, entonces, una nueva etapa crucial, plagada de sacrificios, en la que la realización de largas jornadas laborales, infladas de horas extraordinarias, era un deber inexcusable. Ello se entiende si reflexionamos un poco sobre el trabajo del minero que nada tenía de fácil: sin tener en cuenta su insalubridad, desde un principio ya manifestó esa otra vertiente arriesgada que tantas muertes y mutilaciones ocasionó, como era el manejo de la dinamita y la presencia inesperada del grisú. Página lacerante y heroica la que escribieron aquellos obreros de los años cuarenta. El Valle estaba dando un gran ejemplo a la patria, pues, en 1942, había mejorado la produccion de 1935 en nada menos que ¡ 300.000 Tm ¡, convirtiéndose Hulleras de Turón en la segunda empresa minera de España . Otros datos posteriores avalan la importancia histórica de esta tierra. Así en 1958 salieron del Valle un millón de Tm de hulla lavada (810000 correspondientes a Hulleras de Turón y 190.000 a Minas de Figaredo. Ese mismo año, José Vitos, trabajador de “Vía Estrecha”, se convirtió en el primer español que atravesó a nado el Canal de la Mancha, grabando para siempre el nombre de Turón en los anales de la natación mundial. Por su parte, el Coro Minero fundado en 1950, obtuvo diez años más tarde, un clamoroso éxito en el Certamen de Habaneras de Torrevieja, lo que sirvió para demostrar a las claras que los modernos trovadores surgidos de esta tierra sabían algo más que picar carbón en un valle convertido en una auténtica factoría en la que se afanaban 8000 trabajadores con una población que llegó a alcanzar los 20000 habitantes en 1960. A partir de entonces, entramos en la fase postrera de nuestra historia: la huelga de 1962 que significó un punto de inflexión en la trayectoria reivindicativa del colectivo obrero, la gran catástrofe del grupo Santo Tomás, en 1967, donde perecieron 13 mineros, la desaparición de Hulleras de Turón el uno de julio de 1968 por integración en la sociedad estatal HUNOSA como “Grupo de Turón”, la galopante crisis del carbón y la clausura de los últimos centros de trabajo (pozo Santa Bárbara en 1995 y pozo Figaredo en 2007) que ponían cerrojo a siglo y medio de minería. Luego vino la época postminera pero esa es otra historia...la que estamos escribiendo.
 

Datos elaborados por Manuel Jesús Lopez "Lito",  agosto de 2010   WWW.LITOWEB.ES