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Un artista del pincel, ilustrador de nuestra Historia

No podía faltar la aportación de nuestro historiador turonés, Manuel Jesús López, "Lito" en este tributo a Varela. Una amistad con la familia que remonta a 1963 y una colaboración que empezó a raíz del primer libro de Lito sobre nuestro valle, "Informaciones del Turón antiguo", presentado en 1995 conjuntamente a una exposición pictórica de Varela. A partir de entonces, el pintor se convertiría en el ilustrador habitual de los reportajes sobre el valle, su paisanaje y su historia publicados por Lito desde su atalaya turonesa en La Nueva España.

DESDE MI

ATALAYA

TURONESA

 

 

UN ARTISTA DEL PINCEL

 

El recuerdo de la amistad y de la obra de Juan Luis Varela

Corría el año 1963 y, en compañía de mi homónimo Lito Varela, tenía la intención de crear una revista en la que plasmar noticias de Turón, narraciones cortas y poemas de nuestra creación. Por aquella época teníamos 16 años y, un día a la semana, junto a otro amigo, Chus Ordiz de Linares, íbamos al Ateneo (que era otro distinto del actual) del que yo era socio y allí leíamos todo lo que caía en nuestras manos. Eran revistas que no se encontraban en ningún quiosco o librería como La Gaceta Ilustrada, París Mach o La Estafeta Literaria, amén de los libros de una pequeña pero escogida biblioteca formada por obras de premios Nobel. En la cabeza teníamos muchos proyectos propios de nuestra juventud, pues estábamos imbuidos por la fiebre de la adolescencia: una etapa difícil de la existencia humana en la que acabábamos de entrar.

Como ha ocurrido con tantos jóvenes a esa edad, componíamos los primeros poemas de amor que yo, personalmente, intercambiaba, a veces, con Santos Lamagrande, que era el poeta "oficial" del momento. Lito se fue de Turón muy pronto para encauzar su futuro y su marcha me causó hondo pesar, pues nos unían las mismas ilusiones. Pero ¡las vueltas que da la vida!: en los años ochenta, después de más de dos décadas desconectado de Turón, me informaron de la puesta en marcha de una revista local: "Ecos del Valle". Su contenido me causó una profunda emoción, pues parecía que volvía a situar a Turón en el mapa tras el desmantelamiento industrial que se estaba produciendo en la zona. Pronto comencé a colaborar con breves relatos históricos referentes a la tierra. Fue entonces cuando, desde la asociación "Mejoras del Valle", me sugirieron la posibilidad de ilustrar mis artículos por medio del dibujo de un artista local de probadas cualidades, con la finalidad de hacerlos más atractivos. Así conocí a Juan Luis que era, casualmente, el hermano menor de mi antiguo amigo Lito. A partir de ese momento, iniciamos una amistad que no cesaría nunca ya que, más adelante, tendría la oportunidad de repetir aquella operación numerosas veces, empezando por la primera obra que publiqué sobre la tierra natal en 1995. El día de la presentación compartimos el mismo acto: Varela con una exposición pictórica y yo con el libro "Informaciones del Turón antiguo"; en lo sucesivo, se encargaría de ilustrarme con sus precisos dibujos, diversos reportajes turoneses que, de tarde en tarde, enviaba a LA NUEVA ESPAÑA, con esta misma denominación.

Juan Luis Varela nació en el Barrio San Francisco, conocido popularmente como Los Cuarteles Nuevos, en 1951. Realizó sus estudios primarios en el colegio que los frailes lasalianos habían establecido en Puenes. Interesado por las artes plásticas desde pequeño, sus primeros pasos los realizó de la mano de José Suárez "Pilu", que le enseñó la técnica del dibujo; después, continuaría su aprendizaje al tomar contacto en Mieres con los hermanos Urbina. Participó muy pronto en diversos certámenes y siempre sus trabajos se encontraban entre los primeros premios: como en el I Concurso de Dibujo y Pintura, en la modalidad de acuarela, donde obtuvo el máximo galardón con solo trece años.

Varela era, prácticamente, un pintor autodidacta. Pero contó con el sello de la Escuela de Artes y Oficios de la capital del Principado cuyas aulas frecuentó aunque fuera de manera discontinua. Otro tanto ocurrió con la de Lanzarote al permanecer en la isla una temporada con motivo del cumplimiento de sus deberes para con la Patria. Aquella larga estancia le permitió perfeccionar su estilo.

A propósito de las características de su pintura, podemos asegurar que tiene profundos rasgos expresionistas. Nadie mejor que él lo sabía y esto fue lo que nos manifestó en cierta ocasión. Detrás de sus cuadros hay mucho trabajo de campo, plasmando luego sobre el lienzo un tipo de arte que huye de los conceptos tradicionales. Hay que tener en cuenta, en la diversa obra de Varela, la parte que ha dedicado a inmortalizar la imagen de muchos turoneses. Ejecutados siempre con singular maestría, ha sabido insuflarle, a través de la mirada, esa transparencia que descubre la propia personalidad del retratado. También se comprometió con bodegones y marinas pero el tema preferido era Turón: su paisaje, su arqueología industrial y el entorno natural del artista, obteniendo en todas las oportunidades rincones inéditos que muchos de nosotros pisamos a diario y, en cambio, nunca hemos llegado a descubrir. A este espacio propio, le corresponde con una gama cromática desinhibida que en absoluto neutraliza la negrura del abismal mundo minero, convirtiéndolo, de este modo, en el potencial pintor de la mina, tema que en muy pocas ocasiones se ha tocado en la plástica asturiana. Así fueron llegando las primeras exposiciones individuales: Caja de Ahorros, Casa de la Cultura de Luanco, Salón de Arte (Oviedo) y colectivas (Salón de Mejoras del Valle, Homenaje a Inocencio Urbina, etc.) En el año 1979, abrió un taller de pintura en el antiguo colegio La Salle que gestionó la Asociación de Padres de Alumnos del nuevo centro escolar concertado (años después, lo pasaría al final de La Veguina). Su objetivo fundamental era el de ayudar a la gente a comprender un poco el intrincado mundo del arte y se aferró a su proyecto pictórico con una voluntad imperturbable. Siguió recreándose con una fidelidad ejemplar en su mundo y en sus modelos inmediatos: escombreras, vestigios de planos inclinados, lavaderos de carbón, la torre de extracción de Los Espinos, La Ceposa, Fresneo, la "borrina" bordeando el picu Mediudía, el paisaje degradado por las labores industriales, el sudor del obrero turonés, el drama de la familia minera, Turón?

Estos eran los ingredientes que Varela hacía objeto de una sabia selección personal para darles vida en el lienzo, uniendo pincel y afectividad. El resultado era, invariablemente, el mismo: una eclosión de colorido que penetraba por los ojos del espectador, pues allí permanecía reflejado todo lo que él había sentido y sufrido. Así fue transcurriendo la vida hasta fechas recientes en que una cruel enfermedad se cruzó en su camino. De vez en cuando, le llamaba por teléfono para interesarme por su estado de salud y me decía que estaba llena de altibajos; solo cuando experimentaba una mejoría, reanudaba el contacto con su obra pendiente. La última vez fue hace unos diez días y con una debilitada voz me comunicó su inminente ingreso en el hospital de Oviedo. La Parca le rondaba desde tiempo atrás y el jueves once de junio, lamentablemente, no pudo esquivarla. Se nos ha ido uno de los más grandes de la pintura nacidos en el valle de Turón. Hasta siempre amigo.

 

© Manuel Jesús López, 15 de junio de 2020