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Manuel Menéndez Baquero

Triste día para el turonismo, la muerte de Manolito Baquero cierra grandes capítulos de la historia de nuestro pueblo. Su presencia, su actividad, su creatividad, su lucha y su anticonformismo han marcado las generaciones y dejarán huella. Carlos Vega habla por cada uno de nosotros.

Eran las 10:30 de la mañana, me encontraba en el mirador "El Último Pino" contemplando la ciudad cuando, a lo lejos, oigo el repique de las campanas de alguna de las múltiples iglesias con que cuenta la ciudad. Al momento, vuelve a romper el silencio una llamada de teléfono desde Turón: Carlos, tengo que darte una mala noticia. Acaba de morir Baquero.

No hacía muchas horas que había hablado con su familia y sabía de su estado aunque, sinceramente, no esperaba un desenlace tan rápido. Un tanto desconcertado bajé hasta el cementerio judío y me senté en uno de los bancos que dan a la ciudad. Comenzaron a venirme a la mente demasiados recuerdos  de Baquero, por eso, no seré yo quien glose su figura que otros habrá que aprovechen el momento. Pero si creo, sea de justicia, recordar algunas anécdotas de un "sordo" irrepetible para el Valle del Turón.

 

Puntual que siempre que quedábamos a una hora para hacer algún "trabajillo" me repetía: "La hora es la hora, ni un minuto antes, ni un minuto después". Era toda una peripecia "pasarle un trabajo a limpio". Leía con la misma fluidez con la que hablaba y entenderse con él me costaba. Pero, al final, una vez que veía, en el ordenador, el resultado siempre exclamaba lo mismo: ¡Hay que joderse, ya está ahí metido!.

 

Luchó por el Valle desde todos los aspectos. Estuvo entre los primeros de aquel nacimiento del Coro Minero del Hno. Ginés; en el aspecto festivo, participó en el parto de So.Tu.Fe.; dio los primeros pasos de aquella Plataforma por la Defensa de la Minería y todavía le quedaron ganas de seguir luchando con su "Mesa por Turón". Siempre en cabeza y dando la cara. A cambio, muchas incomprensiones y algún abrazo que sonaba a puñalada por la espalda. Pero él "liberal radical" siguió, hasta el fin de sus días fiel a sus propios principios.

 

Nos vimos por última vez durante las fiestas del Cristo y comentamos los artículos que ambos habíamos publicado en el reaparecido Álbum de Fiestas. Me preguntó por el destino de mi hija: "hay que joderse, siempre le toca estar fuera en planas fiestas" y le hizo unas carantoñas a Julia que ella correspondió con una sonrisa. No volví a verle. Mejor. Quiero tener de él el recuerdo de aquel Baquero que, vecino de Vistalegre, nunca renunció a ser "de los cuarteles, frente al conomato", que renunció al galardón Pote de Oro, del que me dictaba a toda velocidad, del que paseaba por La Veguina, del que, cuando nos encontrábamos sobre el puente de Vanciella, me contaba sus proyectos, del que en su librería, cuando le fallaba el audífono me decía: "chico, no oigo un pijo". De aquel Baquero que compartía con Zulaica tertulia en el Nieto. De ese Baquero con el que compartí café en El Mesón y del que se negaba a dejar de fumar. "A mi edad, ¡qué coño me va a pasar!", decía una y otra vez. Prefiero recordar al Baquero que cuando le comenté la idea del "Turonés Ausente" me dijo: "van a darte muchas hostias, pero sigue adelante, la idea es buena y al menos que vengan un día al año. ¡Ánimo!"

 

Ya pertenece, para mi hace tiempo que lo estaba, a nuestra Historia, aunque sólo sea por haber sido el inventor de una nueva palabra: "Turonista" de la que muchos se apropiaron sin darle el valor que él le daba. Ahora, estoy seguro de que no descansará. Seguirá luchando, donde esté, por esas promesas incumplida con su Valle por las que tanto luchó y tan pocas de ellas pudo ver realizadas.

 

Ahora, aunque en la distancia y con el dolor de no haber podido despedirme de ti como me hubiera gustado tan solo quiero dedicarte tres palabras de las muchas que podría escribir sobre tu persona: ¡ DESCANSA EN PAZ !

                                                                 

Carlos Vega Zapico,  Segovia, 29 de octubre de 2014