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Mis escuelas de Pandel y Armiello

Cuánta historia y cuántas vidas en el trasfondo de los recuerdos de estos personajes a los que, de alguna manera, Benilde les devuelve la vida y la palabra en esas andanzas escolares. Un San Justo vacío de críos y habitantes y unos pueblos hoy huérfanos de sus históricas escuelas: Pandel, Carcarosa o Armiello. Con esta memoria gráfica volverá a escucharse el barullo infantil y muchos de sus protagonistas volverán la mente atrás para recuperar momentos felices.
Yo soy de San Justo de toda la vida. Allí nací en 1949. Mis recuerdos escolares están esencialmente ligados a dos históricas escuelas de la parte alta del valle: Pandel y Armiello. A los críos de San Justo que por cierto éramos un grupín buenu nos tocaba ir a esos pueblos que eran los que más cerca nos pillaban.

De "cachusques" y a la escuela

Escuela de Pandel.jpg
En Pandel empecé en el 54, con cinco añinos. Esa fue la primera escuela. Antes de que abrieran una en Carcarosa y otra en Armiello que ya exigía menos camino para nosotros. Allí estuve cuatro años. Me acuerdo perfectamente de Carmina la de Salvador, nuestra maestra. Carmina era familia nuestra por mi padre Lito. En esta foto yo no estoy, sin embargo me recuerda a todos los que iban conmigo. Ir a la escuela era toda una aventura, hoy seguramente no lo sería. Bajábamos caminando desde San Justo a la escuela de Pandel con el grupo de críos que éramos, Nandín, Ramonín, Marinha la portuguesa, Isabelita, Maribel. Ningún adulto con nosotros. Éramos pequeños y los caminos no son lo que son ahora. De ese grupo de seis o siete, Ramón, Nandín y yo éramos los más pequeños. Con buen tiempo el camino era más agradable y y no tan difícil y cuando hacía malo bajábamos de “cachusques”. La jornada era larga. Entrábamos como a las nueve y media de la mañana y nos poníamos en marcha una hora antes por Campa Cimera, por toda la reguera de Pandel hasta la escuela. Lo único que podía impedirnos el ir a clase eran las fuertes nevadas. Aunque el trayecto era largo y solitario, como íbamos en grupo no teníamos miedo…excepto con Pacha, una loca de Pandel. Era un poco violenta y nosotros escapamos por los praos.

En esta foto histórica están Geles la de Anita, que tendría 15 años, Isabelita la del Gabitu que también era mayor que yo, Gene la muda que me llevaba 14 o 15 años. El hijo de Lázaro, Ramón el hijo de Nati y Laudelino que vive en Oviedo Puri, Isabelita la de Lázaro, Maribel, …Marisa la de Alba, hermana de Soto… Algunos de los que están en el grupo eran los que venían para hacer teatro. En Armiello ya eran otros porque ya habían abierto la escuela de Carcarosa y seguía la de Pandel.
Niños de San Justo.jpg
 

Tortilla de dulce


Llevábamos la comida de casa en una cestina y comíamos en la escuela. Bueno eso era para los de San Justo que veníamos de lejos, los demás volvían a casa a comer. Carmina la maestra comía en casa de Milagros la madre de Manolo que vive ahora en la Rebaldana. Yo lo de la comida lo llevaba mal. Era como me decían una “ruin comedora”. Un día Carmina me llevó con ella y me hizo comer todo lo que llevaba. Lo mío era tortilla de dulce y leche cargada de azúcar que me echaban en un frasco de jarabe. Era un desastre. Muchas veces volvía con la comida casi sin tocar, otras veces me lo robaban…sobre todo Isabelita. Son recuerdos divertidos aunque en la infancia no se viven con tanta distancia. Me acuerdo que Isabelita tenía el bolsillo del mandilón manchado de grasa de haber metido lo que me había quitado. Como ella tenía hambre y que yo no comía nada, ella disfrutaba con lo mío. Pero, actitud normal de niños, yo me chivaba a los padres e Isabelita lo pasaba mal. Eso no nos impidió ser unas grandes amigas. Era cosa de niños y además Isabelita no se enfadaba con nadie.

Me gustaba mucho la escuela y no me costaba trabajo aprender, estudiar. Sin embargo sí me acuerdo que era muy tímida y que a pesar de saber las cosas, la timidez excesiva que tenía, no me dejaba ni intervenir, ni opinar. En clase éramos muchos, de todas las edades. Yo era muy feliz en la escuela, hacíamos de todo, teatro, etc. Y aunque era de las más pequeñas me acuerdo de haber hecho un papel de paje o algo parecido. Para laRayas.jpg maestra era un desafío combinar un trabajo tan variado, aprendiendo a leer a algunos y dando algo más consistente a los mayores. Los había que se entretenían esperando su turno mientras que los que tenían más interés aprendían con los demás. Me parece que ahora los maestros lo tienen más fácil. Aquello, aunque fuera lo normal, era tan dispar: chicas de quince años, casi mujeres, junto con pequeños de cinco años. Los mayores arrastraban positivamente a los más pequeños, los estimulaban. Bueno la verdad sea dicha los jóvenes de aquella época tampoco estaban tan adelantados como los de hoy. Había muchas cosas prohibidas, éramos más inocentes como se decía, la juventud seguramente no era tan despìerta como la de ahora.

De la pizarra al Rayas


En el aula había la clásica pizarra y aunque ya usábamos lapiceros nos tocó un tiempo la pizarrina pequeña. Me acuerdo perfectamente de los pocos libros que teníamos, aquel tradicional Rayas que aún conservo, el documento de identidad del colegio público…

Cuando abrieron la escuela de Armiello, yo ya era grande. Allí fui tres cursos. La foto es de mayo de 1961. Creo que hubo clases después de dejarlo yo. Un día, pasó por la escuela un familiar que era sacerdote, misionero por América y nos contó historias de esas que siempre cautivan a los niños. A raíz de eso, la maestra propuso que le escribiésemos una carta a la misión contando coses nuestres. Nos puso por grupos y empezamos a escribir una carta, Había un niño que redactaba muy bien y como yo también era buena para este tipo de ejercicio me pidió la maestra que yo escribiese contando lo que hacía la clase. Escribí la carta pero llegado el momento de leerla no me atreví. La maestra dijo que si no la leía yo, no Escuela de Armiello.jpgla mandaría. Pero no hubo manera de vencer mi timidez. La leyó ella delante de la clase y aunque todos me aplaudieron, cumplió con su palabra y no la mandó. Yo era así, siempre agachaba la cabeza por si me mandaban salir a la pizarra.
 

Maruja: suave y cariñosa


Yo llevaba un mandilón que tenía siempre inmaculado porque era muy limpia. Me sentaba en un sitio, tranquila, miraba como jugaban y aunque pasaba ganas no me movía de mi sitio. Creo que además de mi timidez debía de tener la mirada muy dura porque tampoco se acercaban a mí.

La etapa escolar es un agradable recuerdo para mí, Nunca me costó estudiar, dar una lección. Yo lo hacía todo, disfrutaba con todo y a pesar de que ya no quedaba nadie de San Justo allí seguía feliz con los de Armiello. Maruja era una maestra ejemplar, dulce, suave, cariñosa, joven y no pegaba. Carmina la de Pandel era más a la antigua, partidiaria de aquel lema brutal: “La letra con sangre entra”. ¡Qué tiempos, vaya filosofía!. Pero aunque después de Maruja hubo otra, ella es la que me dejó el gran recuerdo. Y así en 1961 terminó esa agradable etapa. Tenía que marchar para el Instituto, bajar a San Andrés, ir a las monjas… lo mejor era estar de interna.

Así pasa parte de nuestra historia que vienen a recordar estas dos fotos entrañables para mí. De este grupo algunos se casaron entre ellos, pero pocos, los demás abrieron sus vidas por otros pueblos.. Pepín el de Chona con Otilia, Gelín con Rosa la hermana de José Luis, Isabelita que vive en Oviedo con alguien de por allí, Georgina no me acuerdo con quién porque marchó de chica, Piano hermanu de Gelín no se casó, Ramonín con una chica del Entrego, Maruja con uno de Figaredo, la hija de Chelo fuera, Carlos el de Chona vive en Navarra.. Leontina se casó con Chuso el de San Justo, Marisa con Fidel de Armiello…. Pili con Tino Torres, Estrellita…fuera…

Así pasan los nombres por mi mente como retazos de lo vivido, con un pasado común y hoy cada uno en su sitio. Una historia y mil vidas.
 
 
© Benilde Sánchez Fernández , San Andrés, Turón, noviembre 2012