Herramientas Personales

Cambiar a contenido. | Saltar a navegación

Navegación

Navegación
Menu de navigation
Usted está aquí: Inicio / Historia / Minería / San José a la deriva
Acciones de Documento

San José a la deriva

El Pozo San José desfiguró el corazón del Valle pero fue una de sus fuentes económicas durante 36 años. Hoy, veinte años después del traumático cierre de 1993, el recuperado castillete, enrojecido por los proyectos que dejaron de ser promesas y pasaron a la nada, reina solitario y mudo sobre el vacío de nuestro conjunto minero. Sonrojosa resistencia metálica ante la indiferencia de los que "decidieron y deciden". ¿Hasta cuándo?

Entre Polio y Cutrifera


Carlos Vega Zapico

San José : ¡¿un emblema del Valle?!


Que gran inspiración la de Alfredo Le Pera cuando bajo el título “Volver” escribía aquello de “Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo plantearon mi sien. Sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…” que más tarde haría popularInauguración San José.jpg el gran Carlos Gardel como tango irrepetible.

Y YA VAN VEINTE

Veinte años y catorce meses más, es el tiempo transcurríos desde aquel 11 de enero de 1993 en que era clausurado el pozo San José, verdadero “emblema” del Valle exminero de Turón. Cuántas historias se podrían contar desde aquel 25 de septiembre de 1957, fecha de su inauguración de manera “oficial”, acto al que asistieron, entre otros, los ministros de Gobernación y de Industria así como el personal directivo de Hulleras del Turón -Alfonso de Churruca y Brena- y de Altos Hornos de Vizcaya y el entonces Arzobispo de Oviedo monseñor Llauzurica entre banderolas y la expectación general de los turoneses.

Fue preciso desviar el cauce del río y cubrirlo para hacer la debida explanación, lo que supuso acabar con aquellos molinos de la zona como el de Juana o el de Gorín que se alimentaban del aquel agua del río que bordeaba el viejo cementerio. Era el progreso, se decía por aquellas fechas en que tras la profundización comenzaron a verse los diseños de Ildefonso Sánchez del Río Pisón -una exposición sobre la obra de este arquitecto, constructor también del depósito de agua de Villapendi, puede visitarse estos días en Oviedo- uno de los más destacados ingenieros de los que ha dado en llamarse generación del 27 y creador de innovadoras obras de hormigón armado que hasta construyó las marquesinas para resguardar las bicicletas, medio de locomoción muy empleado en el época y que hoy estamos empeñados en destruir. “Hay que tirales, tienen aluminosis y no hacen nada aquí” me dijo una “autoridad competente” ante mi insistente negativa a su destrucción hace algunos años.

CASA BAÑOS Y BOMBACHOS

Diez años duraron las obras, bajo la atenta mirada del “niño Andrés” hasta darlas por concluidas, en pleno corazón del Valle. Al lado del colegio La Salle y del mismísimo barrio de san Francisco. No sé por qué, pero siempre me gustó más lo de “los cuarteles”. No habrá nadie de generaciones pasadas que no haya saltado la vieja tapia del colegio en busca del balón de turno que caía una y otra vez en las instalaciones mineras. Recuerdo cuando, sudorosos y llenos del polvo del carbón después de acarrear la leña de las escombreras para la “foguera de san Juan” nos dejaban darnos una ducha en la “casa baños”. Todo un acontecimiento al igual que cuando el lampistero nos rellenaba aquel viejo mechero con la gasolina que empleaba en las lámparas de mina a sabiendas de que aquel “ye pa mi tíu” no era más que una mentirijilla infantil. Recuerdo la llegada de las doce de la noche cuando en mi casa de Vistalegre escuchábamos los sonidos de la dinamita al ser disparada por los artilleros y aún, ya trabajando de maestro en el colegio, aquel “taca-taca-taca” de las viejas ventanas de madera producido, en las clases que daban a la huerta, cada vez que la jaula subía y bajaba. Quién de aquella época no recuerda aquellos tendales en el primero de san José o a aquellas mujeres lavando los bombachos en las ennegrecidas aguas del río sobre una piedra lisa a San José y la parcela Gorín.jpgmodo de lavadera en lo que antaño era conocido como “el puente vieju”. El bautismo, era el paso del túnel sin caer al río lo cual era ciertamente difícil… Y recuerdo la impresión de ver “el embarque” lleno de mineros conocidos, a las seis de la mañana, cercano al cuadro de señales, en mi primer día de trabajo. Son recuerdos que a uno, nunca se le borran de la memoria.

Las instalaciones que contaban con sala de máquinas y compresores, castillete, oficinas, casa de baños, lampistería, estructura para bicicletas, sierra y plaza de la madera, eran “Propiedad Privada” y así lo demostraban aquellas columnas de piedra que sostenían unas enormes portillas siempre pintadas de verde bajo la atenta mirada del “jurao” de turno que no autorizaba ni tan siquiera el paso “a toda persona ajena a esta Empresa”. Aquellas entradas y salidas de los distintos “relevos” y la visita del “quincallero” que visitaba la zona el día de paga exponiendo en lugar destacado las cajas de preservativos -de aquella se llamaban condones- para alegría de los ojos infantiles…

Y SOBRE LA NADA... EL CASTILLETE ROJO

Pero, todo cambió, y un buen día -o mejor, mal día- las viejas tolvas donde se acumulaba el carbón, se derribaron, so pretesto de “ensanchar la curva” y pese a que el gobierno de Sergio Marqués había pagado “una millonada” por un proyecto que algunos vimos en papel. Lo que parecía imposible, sucedió y San José, por decisión de las autoridades económicas, cerró. Y los mineros, fueron cambiando su destino como nómadas. Las viejas instalaciones cayeron en el abandono hasta la llegada de Fucomi, esa fundación de la que la inmensa mayoría de turoneses no saben nada. Y pasaron los años entre promesas y promesas de “parques industriales”, “parques culturales, “parques de arqueología industrial”… En octubre de 2008 la Consejería de Cultura del Principado envía al Ayuntamiento el proyecto de “recuperación” que cuenta con 1,1 millones de euros como presupuesto económico para su ejecución. Curiosamente, parece ser que destacaba “por encima de otras consideraciones porque apenas introducirá cambios de relevancia en el modelo original de la explotación”. Ante tal Castillete San José.jpgacontecimiento, “el Ayuntamiento, destaca que el proyecto tendrá gran repercusión en el valle”. En aquella ocasión -octubre de 2008- la concejala de Cultura, la turonesa Diana González, no escondió que para el equipo de Gobierno supone «toda una satisfacción y un motivo de alegría que esta actuación vaya a permitir rehabilitar y dar uso a aquellas zonas del pozo San José que no están siendo utilizadas ya por el Fucomi». Además, destacó que el plan propuesto «combina el atractivo turístico con diversas instalaciones para los investigadores y expertos en arqueología industrial y en la minería». Meses más tarde, se invierten en parte de su recuperación, un millón de euros del Plan Complementario de las Cuencas por parte del Ayuntamiento de Mieres, para “adecuar” esta explotación, que sigue perteneciendo -digo yo- a Hunosa. El proyecto se centraba en el castillete, la zona de embarque, el basculador o la cadena de arrastre y, además, como complemento, incluía la urbanización de todo el entorno. La idea de los redactores del plan era que los visitantes pudieran conocer una explotación minera tal y como estaba hace medio siglo, presentando todos y cada uno de los elementos en el estado más parecido al original, aunque hayan sido objeto de un proceso previo de rehabilitación. Pero, el proyecto, como otros muchos, no fructificó. Dicen que, el pozo, atesora 300 piezas de gran relevancia de arqueología industrial. En 2011, el Ayuntamiento renunció a su gestión ante la falta de dinero para mantenerlo. El Consistorio cree que la mejor solución sería que el Principado se hiciera cargo.

EL TRAS-PASADO MINERO

Pero, cuanto antecede pertenece al pasado. ¿Qué encuentra el visitante que acude al Valle de Turón convencido de que la actividad minera ha forjado la verdadera Historia de este Valle en los siglos XIX y XX. A lo largo de los últimos años y tras el paulatino cierre de todas las instalaciones mineras, se han invertido más de tres millones de euros en cuatro explotaciones con el fin de enfocarlas al turismo y atraer visitantes. Que el propio visitante saque sus propias conclusiones. Las mías serían, posiblemente, demasiado tristes mientras la maleza va comiendo, poco a poco las inversiones realizadas y, lo que es más triste, la ilusión de las gentes de un Valle, antaño minero y hoy a la deriva de su propio destino.

 
©  Carlos Vega Zapico, Turón, abril de 2013