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Accidentes mineros en La Balanza

En los archivos de Hulleras consultados por Marcelino Escudero son tres los nombres de los mineros que dejaron sus vidas en este pozo del alto de Cutiellos : Florentino González Rastrilla, pintor y vecino de la Caleyina que murió un funesto día festivo, Aquilino Rodríguez Prada casado con Virginia González y que vivía con sus hijos José Luis y Manuel en la rectoral de Villapendi y finalmente Segismundo Cuesta Ojeda que murió un 19 de noviembre de 1955 con solamente 29 años de edad.

 

El pozo La Balanza estaba situado en la zona alta de Tablao, tenía 240 metros de profundidad y su finalidad fue la de simplificar el transporte de carbón de la zona alta de San José. Lo hacía hasta tal punto que, con una sola maniobra, colocaba  los vagones a un nivel tal, que de no ser así, hubiese sido necesario un complejo sistema de planos inclinados en los que se efectuarían múltiples maniobras.  Fue diseñado por Caminal, un topógrafo catalán.

 

 

 

Ramón Varela con un grupo de compañeros

y el buey de arrastre

en la plazoleta del Pozo La Balanza

 

 

 

Florentino González Rastrilla

 

Florentino era pintor en Hulleras del Turón,  pero como todos en aquellos tiempos, tenía que hacer distintas labores según las necesidades de los distintos centros de producción.

El día  18 de julio de  1943 era festivo y esos días se aprovechaban para hacer reparaciones o labores auxiliares en aquellos puntos de trabajo que no se podían detener durante la  jornada laboral normal.

En el Pozu La Balanza del grupo San José era necesario extraer determinado material que había acumulado en el interior del 39  de San José, lugar hasta donde bajaba el pozo. Para hacer la labor, fueron destinados una serie de trabajadores de los talleres centrales de la sociedad y, entre ellos, fue Florentino. Al dividirse para realizar el trabajo, le tocó quedarse abajo, donde estaba preparando el equipo para hacer el cambio de porte del guionaje del pozo, cuando, repentinamente, se soltó una mordaza de unos siete kilos de peso que alcanzó a Florentino bajo su peso y causándole la muerte a la media hora de ingresar en el hospital de La Felguera.

Vivía en La Caleyina y, allí, dejaba a su viuda a la que se conoció siempre por María Florentino y, a sus tres hijos Armando, Florentino y José González Faes.

 

 

Aquilino Rodríguez Prada

 

Quirosán de nacimiento, concretamente de Lindes, se había afincado en el valle de Turón, donde se casó con Virginia González Suárez, teniendo establecida su residencia en la casa de la rectoral de Villapendi, donde habían visto crecer a sus hijos, José Luis y Manuel Jesús.

En la actualidad, subir desde Villapendi al lugar donde estaba emplazado el pozo de La Balanza es un paseo, pero subir necesariamente hasta allí de madrugada para después desempeñar las arriesgadas tareas, era otra cosa.

Para Aquilino, su centro de trabajo estaba en La Cuadriella y aquel día fue destinado a reponer unas tablas que faltaban en el tejadillo del castillete del Pozu de La Balanza, que estaba  por encima  de Tablao.

Cuando se encontraba manipulando unas tablas que iba a cambiar, seguramente perdió el equilibrio, y su cuerpo fue a parar al fondo del pozo a una profundidad de 240 metros, siendo rescatado y sacado al exterior en la parte baja del grupo de San José. Tenía 59 años.

 

 

 

Segismundo Cuesta Ojeda

 

 

Segismundo,  que vivía en  Los Cuarteles de  Figaredo,  trabajaba  en  los  talleres que tenía  en La Cuadriella la empresa  minera Hulleras del Turón. El desplazamiento para acudir al trabajo era muy sencillo y cómodo pues sólo debía tomar el tren de la vía ancha, “los coches”,  que le llevaba en  10 minutos hasta los mismos talleres. Le gustaba su oficio pero, a veces,  era destinado a centros de trabajo  distintos como al Pozu La  Balanza y, aunque él no quería, no le quedaba más remedio que ir.

El día  19 de noviembre de  1955 fue enviado,  junto con otros compañeros  del taller, a hacer reparaciones en el Pozu La Balanza y en ese lugar encontró la muerte a la temprana edad de 29 años. Cuando estaban haciendo su trabajo, el mecanismo de la  máquina  de extracción, la polea, le envolvió, causándole la muerte instantáneamente.

Estaba soltero y dejaba impregnado el estigma de la mina en sus padres, Manuel Cuesta Martínez y Constanza Ojeda Mangas. También se quedaban sin él sus cinco hermanos: Manolo, José Luis, José “Pepín”, Manolito y Ramón.

Sus compañeros de trabajo, que lo querían con locura, enviaron a la prensa un epitafio en la memoria de su recuerdo.

 

 

 

© Marcelino Escudero García