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Pregón Fiestes del Cristo 2014

Por Eduardo Solís Tamargo "Parana" (Facultativo especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología)...."Cuando llega el día mágico del 14 de septiembre somos capaces de sentir Turón desde la distancia..."

Señor presidente de Sotufe, autoridades, amigas y amigos de Turón, Buenas  

Eduardo Solís Tamargo "Parana"

tardes a todos.

En primer lugar  quiero agradecer a la directiva  de sociedad turonesa de festejos,   la invitación a dar el pregón de las fiestas de este año. Este es para mí un honor que creo  totalmente  inmerecido, pero  puedo aseguraros,  que me llena de muchísimo orgullo y mayor satisfacción.

Muchas gracias.

EL PODER INFINITO DEL SUBCONSCIENTE.

Me  sorprendo todavía    al recordar  con qué gran ingenuidad comencé la escritura de este pregón.   Con una inocencia casi infantil,  afronté   la exploración de ese mundo íntimo y pasado relacionado con  todo lo Turonés, y todo lo de Turón.   Ninguna inquietud me causaba,    revolver las estancias cerradas y oscuras de la memoria, en busca de unos recuerdos que por verlos reposados como cubiertos con una gruesa capa de polvo,  aparentaban ser   inertes e inofensivos.  Cuán  equivocado   estaba,  al pensar que podía comportarme en  mí propia mente, con la diligencia del investigador que recopila  los anónimos datos de su próximo estudio.  No tardé mucho en  comprobar,  cómo  al remover las ascuas de los acontecimientos pasados y al recordar apasionadamente a personas muy  queridas,  se  originó en mi   una descarga emocional  tan grande e inesperada ,   que me generó     la misma sensación de  vértigo y de ansiedad  que pienso se  debe  experimentar  al  asomarse a  los abismos infinitos.  Porque es así  como percibí que son  de inmensos los espacios de nuestra mente  y como  comprobé lo   profundas y tortuosas que son las raíces que nos sustentan y nos unen con nuestro remoto pasado.

IDENTIDADES INDIVIDUALES

Enseguida, me interesé en  delimitar esas  líneas maestras  que definen lo esencial  de nuestra identidad, aquella de la que  tan orgullosos nos sentimos todos los Turoneses. Cada uno de nosotros    con el derecho a una interpretación  personal  de esta  pequeña historia común, una  secuencia de acontecimientos vitales, que cimentados fundamentalmente en el entorno de la infancia y  la juventud, van a conformar el verdadero  núcleo de nuestra personalidad,   el filtro a través del cual percibimos el mundo que nos rodea. Por eso entiendo muy bien que cuando hablo de mi pueblo, del Turón  que yo siento más profundamente, a muchos de vosotros sobre todo a los más jóvenes,  no solo no les resultará familiar sino que les puede ser totalmente desconocido. Tal vez les sonará como  una nueva versión  de “el mundo perdido”, o quizás  como un remake digital  de “la leyenda de la ciudad sin nombre” 

LOS TURONES  TRANQUILOS

En  mi caso ,tendría que  remontarme al menos tres generaciones, siguiendo la rama materna de mi querido padre Luis Parana, si quisiera contemplar  junto a mis tatarabuelos,    la virginal belleza de  un  Valle   preindustrial y primigenio , que como   fiel duplicado  de aquella Arcadia descrita por   Palacio  Valdés, estaba    “circundado por montañas de mediana altura, vestidas de castañares y bosques de robles, tupidos unos, otros dejando ver entre sus frondas la mancha verde, como esmeralda , de algún prado, por el medio corre el rio y entre ambas orillas se extienden vegas mas floridas que dilatadas , donde alternan los plantíos de maíz con las praderas” . Un  Valle,   salpicado por una miríada de pequeños pueblos  estratégicamente situados, con el fin de  aprovechar el escaso sol de nuestros húmedos inviernos.

Tampoco puedo decir  me he  criado    en un Turón como el actual, del que además  estoy ausente desde  hace ya un buen puñado de años. Un pueblo que aunque   no destaque  por el porte de sus edificios o el trazado de sus calles,  es hoy en  día un lugar mejor urbanizado, más  limpio  y más    abierto. Situado   en el valle mejor orientado del centro de Asturias,   muy cercano por tanto a los grandes núcleos generadores de servicios y de oportunidades,  es en definitiva un  lugar  agradable donde vivir.

 

LA ARCADIA MINERA

Mi versión personal de “Turón Patria Querida” recordando al entrañable  Marcelino Uno,  está fechada en 1957, cuando vine al mundo  dentro de aquellas generaciones del  “baby boom”, un tiempo  en el que  nacer en Turón era  un evento totalmente normal y rutinario. Al contrario de lo que le ocurrió al gran humorista  Gila, que nos decía en su monologo que  cuando  él nació su madre no estaba en casa, la mía  si lo estaba. En la  c Rafael del Riego nº 21 2º Derecha de La Veguina, Turón Asturias, para todos nosotros “Casa Parana.

El mi  Turonín  de la infancia donde si me crie,  lo siento ahora tan  lejano  en   tiempo y   en  esencia,    que al evocarlo    mi memoria traviesa  y distorsionadora   lo  cubre  con un  velo de esencia cinematográfica como  de una película  en blanco y negro.     Llegar a aquel “pueblin del alma”, sucio, feo pero muy entrañable, resultaba toda una sinfonía para mis sentidos.  

Era  viajar en los vetustos  Leyland del Ayuntamiento  con mi querida madre,  sentir primero aquel  ruidoso traquetear que se iniciaba bruscamente al curvar a la altura del Palacio y comenzar a transitar sobre el desigual pavimento  de  adoquín, después  olfatear el aroma azufrado y dulzón que se irradiaba  desde las  coqueras de minas de Figaredo, y por último  contemplar la llama amarilla y mortecina  de aquel mechero siempre encendido, lo que  provocaba  en mí  esa  agradable sensación que experimentamos con la vuelta a casa.

Era un  Turón   siempre ajetreado y ruidoso, transformado tras décadas  de actividad minera y paternalismo empresarial,  en una máquina bien engrasada, que a la vez que extraía eficazmente el carbón del interior de la tierra, con la misma  energía,  fundía a las  gentes y  las culturas provenientes de muy  distintos lugares,  forjando   así  la identidad orgullosa de todo un pueblo,  que ahora es el nuestro que hoy en día  somos nosotros.

Un  pueblo   que exhibía arrogante  el catalogo completo de ingenios  de una minería pesada y decimonónica.  Una relación de instalaciones  que  solo por el placer de  recordarlas junto a vosotros,  ahora me propongo enunciar. Había castilletes,  minas de montaña, oficinas, planos inclinados,   trincheras con sus estrechas vías y pequeñas mesillas que parecían a propósito  para nosotros jugar,  “cablearios”, escombreras,   central eléctrica, maquinas de vía ancha y maquinas de vía estrecha, casa de máquinas, plaza de la madera, economatos, presas fluviales, talleres ruidosos  ,carpintería,   viviendas obreras, de empleados y magníficos chalets para los ingenieros, había lavaderos, botiquines y hasta incluso teníamos un  hospitalillo.

Un tiempo sin apenas televisión ni coches. Un lugar  superpoblado habitado por gente mayoritariamente joven.  Picadores….telefonistas…Ayudantes mineros…maestras…etc... formaban la muchedumbre que en los días  de futbol   abarrotaba    las  gradas de madera del viejo Campo la Barzana, o que era  vomitada desde las salas de cines para inundar  con su algarabía   las tardes dominicales de una humilde  Veguina, que hechizada por este multitudinario  ambiente   se soñaba  por unos momentos transformada en céntrico  bulevar.

Un pueblo  de  herencia laica y revolucionaria, cuyos hijos  se educaban   en este    “colegio  los Frailes” ,donde la mayoría adquirían junto los estudios  de bachiller  una   muy delicada  película del nacional catolicismo entonces imperante , la  suficiente  para mimetizarse en aquellos tiempos de congregaciones y monaguillos  , cuando las multitudinarias  procesiones de semana santa  convergían,  ellos desde La Cuadriella  y ellas desde La Felguera,    en “ La Ceralante” de Los  Cuarteles,  cuando se   llenaban las iglesias en misa de 12  y se blandían ruidosamente las carracas una vez que  el Sr cura entonaba en voz alta la letanía…. “Los judíos mataron a Jesucristo”.  traca traca traca!!!

Ese Turón de  fornicos y pegarates es el  que aparece en mi memoria como una representación autentica de otra Arcadia muy distinta a la que hice mención anteriormente, pero no por eso menos querida por nosotros que somos sus hijos más genuinos,  es la Arcadia minera.

INSTITUTO Y FIN DE EPOCA

Mis recuerdos  comienzan ahora a saturarse  con los colores de la   adolescencia y la modernidad, y aun conociendo y aceptando  que  nuestra memoria es  la más fiel aliada de los tiempos pasados, no quiero por eso dejar de percibir aquellos  años del instituto,  como unos de los más felices de toda mi vida.

Esta  institución de enseñanza con homologación estatal  y fundamentalmente laica,   entró en Turón  con el sigilo de un observador poco deseado,  sin apenas hacer ruido, casi por la puerta de atrás. Con medidas como  integrar en su cuadro de profesores a  frailes con sotana tan inolvidable y queridos como el hermano Felipe o el hermano Clementino, o   imponer en el centro una estricta  separación por sexos, pretendían crear la ilusión  de que nada había cambiado, pero la realidad es que nada volvería ya a ser igual. España se estaba modernizando y en Turón, la mejoría de las comunicaciones y la llegada de Hunosa agrietaron la vieja capsula  protectora,  y nuestro particular  “show de Truman”  comenzó a desaparecer.

Debido en  gran parte a la existencia de ese querido Instituto, decenas  de jóvenes Turoneses consiguieron llegar por primera vez a una universidad,   hasta entonces  elitista e inalcanzable para la inmensa mayoría.

De entre todos ellos, tan solo unos pocos   tuvimos  la gran suerte de  poder ejercer los conocimientos allí obtenidos con nuestra propia gente. De repente mis pacientes eran amigas de mi madre, compañeros de colegio, el padre de un amigo o el hijo de un vecino. Visitaba con asiduidad domicilios desde la Gueria de Urbiés  hasta Agualestro, y puedo aseguraros que fue una experiencia inolvidable desde el punto de vista  profesional  y  personal. Una ocupación enmarcada en  un periodo tiempo al que yo denomino como los   “Años  de plomo”, una década terrible en la que una atroz epidemia hoy solo parcialmente controlada, pero  para la que entonces no estábamos en absoluto preparados, se llevó en poco tiempo a muchos  jóvenes Turoneses. Amigos y amigas que para siempre mantendrán un  último suspiro de vida en el reducto de nuestra memoria, porque nosotros sus paisanos, nunca los olvidaremos.

LA GLOBALIZACION

Bien entrados en este desconcertante y hostil siglo XXI, nuestro hogar, aunque sigue siendo el pequeño y angosto Valle que serpentea de este a oeste como

tallado en las montañas por el afilado tajo de un veterano entibador.  Parece sin embargo muy distinto, lánguido y silencioso,  víctima quizás de una modernidad que posibilita a las  grandes multinacionales  integrar en su ya dilatada nomina,  el importe de  unos logros sociales  arañados en Europa durante más de 200 años de luchas obreras.  Qué lejanos  y atenuados  deben llegarles  a las selvas tropicales  de América del Sur y de Asia, o  a sus opacos y cada vez más numerosos paraísos fiscales, los ecos de nuestras  protestas reivindicando  el mantenimiento de un  redistribuidor y más justo estado del bienestar.

Así, mientras la todopoderosa Goldman Sachs  especula con el carbón a escala planetaria  transformando el   puerto del Musel  en el mayor parque de carbones de Asturias, apenas a treinta km de allí, nuestra  Cuenca Minera   continúa con  su ya  dilatada agonía. Y en el epicentro de toda esta  decadencia…. Turón,   nacido por y para la mina,   sin ninguna tradición empresarial fuera de un   mundo relacionado con  el carbón, varado sobre un gigantesco laberinto de acuáticas galerías   resultado  de más 100 años de extracción hullera,     lucha por sobrevivir a su  destino.

Si  a esta nada halagüeña perspectiva,  añadimos las pocas probabilidades de que una gran empresa acuda de nuevo a instalarse en nuestro valle, parece  que hoy más que nunca,  nuestras probabilidades de  éxito   van a depender solo de nosotros mismos.

Una expectativa más a la medida de los mitológicos titanes  de la antigüedad, que de una sociedad como la nuestra, lanzada contra su voluntad a esta  llamada era postindustrial y  postmoderna. Puede que  lo más sensato, sea dejar  que otros  se enfrenten a los gigantescos molinos de viento y concentrar nuestros esfuerzos  en objetivos más modestos, tradicionales y próximos.

OPTIMIZACION

Por ejemplo, no nos  ocurra  que por estar inmersos en un proceso desindustrialización de las llamadas blandas y tener una elevada tasa de nuestra población en edad de jubilación, dejemos de dar ese apoyo moral y  material  tan necesario,  a aquellas personas que sí están expuestas más directamente los embates de esta terrible crisis,  que a fuerza de alargarse  mas y mas  en el tiempo se nos está haciendo realmente  eterna.

Que nosotros,  tan orgullosos de nuestros padres porque no escatimaron esfuerzos en procurarnos una formación lo más completa posible, seamos capaces de comprender, que  limitarse a seguir su ejemplo, en un mundo como el actual donde se licencian más de 200 000 ingenieros chinos cada año, ya no puede ser  suficiente,  tenemos que dedicar nuestro esfuerzo a crear sistemas complementarios a los tradicionales, que aumenten las probabilidades de éxito de  nuestros hijos  en un mundo cada vez más hostil y globalizado. 

Volcar  mucho más  nuestro interés,  en redimensionar ese asociacionismo tan formidable que heredamos, para adaptarlo a la nueva realidad actual. Mejoras del Valle..., el Deportivo Turón… la Sociedad bolística Turonesa… etc. son muchas veces  un buen ejemplo de supervivencia, no tanto basada  en un amplio impulso colectivo, como cimentada sobre una gran capacidad de sacrificio y esfuerzo personal totalmente desinteresado.

MEMORIAS  FESTIVAS

Y Por supuesto, no me puedo hoy  olvidar de la Sociedad Turonesa de Festejos. Muchas gracias amigos de  SOTUFE porque con  vuestro esfuerzo habéis contribuido como nadie a salvaguardar esa parte tan esencial de nuestra identidad Turonesa,  Las Fiestas del Santísimo Cristo de la Paz.  Un acontecimiento orbital que va trazando elipses de ilusión y alegría  a lo largo de toda la   vida,  parábolas    cuyas confluencias entre lo personal y lo general  dictan ese diario de memorias festivas, único  e irrepetible de nuestra existencia.

 

Un manual secreto donde acudo cuando quiero volver a vivir la enorme ilusión de  un niño. Sentir de nuevo  la  agilidad, casi   ingravidez  con la que se desplaza entre la multitud de coches y gentes que colapsan una  bulliciosa Veguina, que  por estar engalanada  con hermosísimos arcos de luces, la percibe   más festiva y hermosa que nunca. Notar como  la brisa fresca del rio acaricia  su rostro, cuando  baja como en volandas por el oscurecido embudo en el que se ha trasformado el “puente nuevu”, para detenerse una vez en Los Cuarteles, extasiado   por el  sinfín de estímulos que súbitamente salen a su encuentro. Las luces de los caballitos... las nubes de algodón... el  vociferar de los feriantes…  la envolvente amalgama de musicas estridentes,  sumergen su  mente infantil   en un agradable  estado de trance que ya durante un tiempo no le abandonará. 

Tras pasar  como embobado  bajo el amparo de  San Francisco en su hornacina, se detiene solo por  un momento a contemplar la orquestina que ubicada extrañamente en la intersección entre la calle central y la Ceralante,  le recuerda tal vez una película que algún día vio con sus padres en la sesión de mayores.  Pero enseguida retoma  su camino,  alejándose de  la bocina cada vez más acelerada   de los coches de choque, hollando con su pisada  el enorme manto  de tomboleras papeletas multicolores que cubre el suelo de tierra y graba,  hasta  alcanzar por fin su destino. Allí, le espera un objetivo tan deseado cómo hasta ese momento inalcanzable para él.

¡¡Lograr por fin montar  en les lanches grandes!!!!

PREGONANDO

Casi 50 años después, ese niño que ya no lo es tanto, espera unas nuevas fiestas del Cristo aquí  junto a todos vosotros. Con un único y muy noble  cometido.

Niños y  adultos, Turoneses y foráneos, al mundo entero quiero hoy pregonar el  comienzo de las Fiestas del Santísimo Cristo de La Paz  de Turón.

QUE EMPIEZEN LES FIESTES DEL CRISTU DE TURON.

 

Que´l sonidu de les gaites alegrenos  la alborada.

Que la espumosa sidrina, restalle sin descansar

Insuflando   n´el   paladar.

Mil canciones  hermoses.

Que se engalanen  les meses, con les meyores viandes.

Que los confetis desciendan como pétalos de roses.

Que rueden los caballitos y que desfilen les bandes.

Saquemos en procesión de la su flamante morada

 Al nuestru  Cristu de Turón, la imaxen más venerada.

 

VIVA EL CRISTO DE LA PAZ.

VIVAN LES FIESTES DEL CRISTO.

FELICES FIESTAS A TODOS.

 

Eduardo Solís Tamargo, Turón, septiembre 2014