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Recordando nuestras Fiestas

Es necesario recordar para que nuestra Historia no se llene de huecos sospechosos o interrogantes para las generaciones que continuarán las andaduras de nuestro valle. 2020 dejará muchas huellas y pocos buenos recuerdos. El recorrido rápido pero suficientemente evocador, de nuestro colaborador Carlos Vega, por los eventos festivos de nuestras tradicionales fiestas patronales sirve de nexo, suple el vacío, trae recuerdos, recuerda pistas y al final mantiene vivas, un año más, nuestras ansias de festejar.

Recuerdos a media tarde

 

Carlos Vega Zapico

 

 

Recordando nuestras Fiestas

 

Septiembre, pese a ser el noveno mes del calendario gregoriano, debe su nombre a haber sido, con anterioridad, al séptimo del calendario romano pues, sabido es, que en aquel lejano tiempo, marzo era el primer mes del año y diciembre, el último. Así las cosas, regresaban a casa aquellos que habían disfrutado de vacaciones estivales, arrancaban los ruidosos motores del nuevo curso escolar y Turón se preparaba para disfrutar sus tradicionales Fiestas del Cristo de la Paz.

Pero, este año todo ha sido diferente. Un virus -agente infeccioso microscópico unicelular que solo puede multiplicarse dentro de las células de otros organismos-  se empeñó en acompañarnos de mala manera y poner el mundo “patas arriba” para demostrarnos que al Homo sapiens sapiens, aún le quedan lecciones que aprender en este mundo tan globalizado y se lanzó sobre nosotros como si de “marcar territorio” se tratara. Lo cierto es que aquí nos encontramos, primero confinados, luego con media mano abierta y finalmente desorientados y sin saber muy bien qué es lo que tenemos o debemos hacer con el “Covid-19” -ese es el nombre de nuestro miserable invasor- que apareciese en la lejana China y del que se dijo que “cuando llegue a España no será más que una ligera gripe” nos deja cada día más contagiados, ingresados y fallecidos. Los escolares -sin clases en el cole desde el mes de marzo-, los comerciantes y hosteleros sin los ingresos propias de estas fechas veraniegas y los turoneses -por aquello que dicen de ser todos los pueblos iguales- sin sus tradicionales Fiestas del Cristo. Por ese motivo, bueno es tener un recuerdo de nuestras patronales llegados a mediados del mes de septiembre.

El Cristo: nuestro Cristo de la Paz no está para muchos trotes. El tiempo, la humedad y demás enfermedades de la madera han hecho que su estado de salud sea un tanto preocupante. Ha cambiado de domicilio, entre una polémica estéril y absurda. ¿Quién iba querer para Él más penalidades?. Ese es el único motivo por el que ahora preside nuestro principal templo: San Martín. Y esa es, así mismo, la razón por la que no es posible sacarle en procesión. No le demos más vueltas al tema ni queramos meter la mano en llaga ajena. La decisión está tomada por quien debía tomarla y, discrepando o no, personalmente me parece acertada

El Cartel anunciador: este año obra del turonés Daniel Zapico, el fiu de Daniel y Rosario, de los viejos cuarteles de San Francisco número 31 si la memoria no me falla, artista por vocación que supo plasmar el momento que vivimos “enmascarillados” siguiendo los pasos de los Sabi y Varela, encargados de poner alto el listón anunciador durante muchos años.
        

El Pregonero: difícil tarea la que tiene cada año la dirección de Sotufe para buscar y que éste acepte la nada fácil tarea de pregonar nuestras fiestas en un acto que posiblemente se convierta en el más tradicional de todos los festejos. Por el salón de actos del antiguo Colegio La Salle, como antes se hiciera sobre el escenario de los cines Fideflor, Río y Copeval e incluso de la carpa instalada en el ferial pasaron personas dispares y aún siendo reacio a dar nombres por aquello de los ineludibles olvidos, citaré como representantes de todos nuestros ilustres Pregoneros a Menchu Álvarez del Valle, Carlos María Ydígoras, Nuria Varela, José Manuel Fernández Felgueroso, María Teresa Álvarez, Luis José Ávila, Ana María Prado, José Carrete Julián, Ángeles González Fuentes… y pido disculpas por no alargar la lista de quienes cantaron nuestras bondades, alabaron las bellezas del Valle y dieron algunos pequeños “palos” a las autoridades asistentes. Este año, estoy convencido que la persona encargada de anunciarnos el inicio de las fiestas hubiera sido del agrado de los turoneses. Debo guardar el secreto del nombre, pero al año que viene, sin duda, me daréis la razón.

El Ferial: Es cierto que los tiempos han cambiado y que aquellos feriales que se instalaban en “la cera l´ante” de los viejos cuarteles han quedado para la historia. Tampoco los niños de ahora son como los de antes y baste recordar que si al inicio de este siglo éramos algo más de 5.000 los censados, pasados los veinte primeros años hemos bajado a poco más de 3.000, según datos estadísticos oficiales. Han cambiado las circunstancias, los espacios y el tiempo, pero siempre alrededor de unos festejos nunca podrán faltar unos coches de choque o una churrería. Y que sigan por muchos años.

La Música: Muy lejanas suenan las notas de la “laureada Banda de Música de Aviación, de León, de la Banda de Música del Regimiento de Infantería  Milán nº 36 de Oviedo o de la no menos laureada Banda Municipal de Mieres que hacían su entrada en la Veguina en alegre y sonoro pasacalles haciendo las delicias de la “gente menuda”. Incluso en el recuerdo, quedan aquellos Claveles y Bohemios que desde Alicante nos alegraron los días festivos durante algunos años. Eran otros tiempos en un Valle repleto de gente y ahora, hemos de ser realistas y entender que aquellas orquestas de renombre forman parte de unos tiempos pasados que desgraciadamente no volverán. Los presupuestos se disparan a la mínima, los socios no aumentan y el recurso de las subvenciones es un llegar a fin de mes con los garbanzos contados.

Las carrozas: Algo que no puede faltar en nuestras fiestas. Quizás debiéramos volver a aquellos tiempos en que cada barrio presentaba la suya. Sería, sin duda, una colaboración que cualquier directiva de Sotufe agradecería de manera infinita. Pueblos hay en Asturias que han hecho de estos desfiles locales un auténtico atractivo para visitantes. Todo sería sentarse, matizar e intentarlo. Menuda lección de auténtico turonismo si llegásemos a ello y como remate para ese sábado de desfile se recuperase aquella iniciativa torpedeada por la incomprensión y la “politiquería” del “Día del Turonés Ausenta”. Con tanto turonés añorando este Valle, el éxito estaría asegurado. Claro que, una cosa es la expresada en redes sociales y otra, muy distinta, la cotidiana realidad. La idea sigue ahí y la mano tendida.

Otros actos: el programa, siempre se completa con otra serie de actos que para nada son “menores”. Ahí está ese partido de fútbol que siempre permite ir conociendo a un Deportivo Turón en los inicios de temporada; esa carrera a por cintas a caballo convertida en todo una espectáculo de habilidad; ese concurso de entibadores que aparece y desaparece como los ojos del Guadiana, en tierra minera; esos galardones David Varela convertidos en reconocimiento al trabajo por el Valle; esa exhibición de nuestras gimnastas siempre sacando ese ánimo de superación; esa música en la calle sin coincidencia de horario que hizo la delicia de los escuchantes; ese día del güaje; ese Festival de Masa Corales, esas Exposiciones de carácter local… y añádale el lector cuantos recuerdos personales le vengan a la memoria y que deberían ser incluidos en el Programa Festivo de nuestros recuerdos.

Sin darnos cuenta, hemos llegado al final de nuestros días festivos. El tiempo climatológico que unos años acompaña y otros nos hace pasar frío nos ha permitido pasear por una Veguina llena de gente donde hemos sentido la alegría de saludar a antiguos compañeros de infancia, adolescencia y juventud pero, todavía nos queda un último día: el Día del Bollu, esa antigua tradición de comer “esi bollu preñau” con su chorizu, su panceta y su güevu cocíu” que junto con la botella de vino, sirven para poner punto y final a esos merecidos días de descanso, de reencuentro y de alegría. Mientras suena, de fondo, la canción asturiana o el ´típico monólogo es el momento de desearnos el deseo de volver a reencontrarnos el próximo año.

Una imaginaria y fantástica traca acompañada de una vistosa colección de fuegos artificiales, lanzada desde San José, pone el merecido colofón a las Fiestas del Cristo mientras nos preparamos con nuestras mejores galas para asistir en la Pista María Luisa al Cotillón Fin de Fiestas.

Este año no ha podido ser. Los mejores deseos de la Sociedad Turonesa de Festejos no han podido ser traducidos a realidad. Quedan 365 días a la espera que nuestro enemigo -el coronavirus- se rinda a nuestros pies y nos permita volver a una realidad, quizás algo diferente, pero en la que nuestras relaciones sociales puedan volver a hacerse efectivas, por eso, mis mejores deseos de salud y felicidad en este tiempo de incómoda espera. Las Fiestas del Cristo 2020 han pasado, quedamos expectantes a la espera de la Fiestas del Cristo de la Paz 2021. ¡Que así sea!, con mi sincero agradecimiento a cuantas personas a lo largo de los años dedicaron tiempo y esfuerzo en hacer que los turoneses, a mediados de cada septiembre, pasásemos unos días de alegría y diversión.

 

© Carlos Vega Zapico,  Turón, 14 de septiembre de 2020