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Usted está aquí: Inicio / Ocio / Entrevistas / Abelardo Suárez "Turón Arrass" y "Quirós", entrenador de vida / Quirós ...el eterno entrenador.
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"Quirós", entrenador de vida.

José Manuel Álvarez “Quirós” es una mezcla peculiar de fuerza tranquila y de vitalidad generosa. Este eterno entrenador es una combinación perfecta de la fórmula “E+E” que lleva al éxito: excelente persona y excelente profesional. Después de tantos años, empezó en 1974, ha visto pasar varios cientos de jóvenes aficionados al balón: “ayer los padres, hoy los hijos y algún nietu”, dice en un tono en el que se adivina una mezcla de nostalgia y de orgullo. Con la misma motivación que aquel Quirós que empezó sus andaduras de entrenador a los 24 años, sigue poniendo todo su saber y toda su paciencia al servicio de un deporte que él considera casi necesario a la hora de formar a los chavales con unos valores que él sabe duraderos: perseverancia en el esfuerzo, escucha y respeto mutuo. El campo de fútbol es su mundo, un mundo feliz al que no pensaba volver como consecuencia de una operación de cadera que hoy dificulta un poco su caminar. Pero ahí está, en medio del campo, disfrutando con sus “críos” que conoce perfectamente, a los que admira, respeta y casi susurra reglas de vida. “Aprendo mucho de vosotros”, suele decir a unos chavales sorprendidos por la afirmación. Y es lo que piensa porque su vitalidad, dice, la recibe de esa renovación generacional que le da nueva savia deportiva. Cuando los reúne a todos para la foto, se nota el cariño que les tiene. Los llama por su nombre, les comparte una sonrisa, un guiño o una palmada cómplice en el hombro y ellos le siguen como se sigue a un verdadero líder en el que tienen plena confianza y que se “deja la piel” por ellos. Huye de las malas palabras, de los tonos ásperos que suelen marginar y sueña con un mundo en forma de balón en el que la convivencia armoniosa y el respeto mutuo ayuden a disfrutar plenamente de la vida. ¿Acaso hay alguien que no conozca a Quirós?

Desde Quirós a Figaredo



Mi vinculación con esta zona empezó siendo niño. Vinimos de Quirós para La Pedrosa, en el valle de Cuna, cuando yo tenía siete años. Pasamos muy poco tiempo allí porque enseguida nos trasladamos a Figaredo, mismamente en la cabeza del valle del Turón, ya que vivíamos en les casines que llamaban La Rectoral. Allí pasamos 41 años felices hasta que en 1997 nos mudamos a Ujo donde llevo poco más de 14 años. Mi vida pues está totalmente ligada a esta zona minera.

De mi larga etapa en Figaredo guardo muchos recuerdos y buenos amigos entre los que está Jose Varela que conocí conQuirós retrato 2.jpg ocho años y su padre que fue directivo del club Figaredo y con el que trabajé en la mina. Jose y yo fuimos juntos al colegio hasta que nos separamos cuando se fue a estudiar a Corias. Con Jose también coincidimos en el fútbol. Él jugaba muy bien y no fue profesional porque no tenía la afición que tenía yo. Quitando esa pasión ciega que me podía dar la amistad, para mí fue el mejor jugador que conocí en el valle. Con su calidad podía haber figurado en equipo de primera división. Era impresionante. Pero él jugaba por estar con los amigos, por divertirse. Quiero recordar solamente un hecho que pocos conocen y es que cuando estuvo en Burgos, donde fui a verlo alguna vez , jugó con la selección castellana. Pero el deporte es así, si no te gusta la disciplina y no quieres de alguna manera sujetarte es mejor que escojas otra vía. Eso fue lo que hizo él y muchos más. En esto hay que tener perseverancia y voluntad.

De la pelota al fútbol



Yo del fútbol sabía poco. En mi pueblo de Quirós no sabíamos nada de ese mundillo, no se sabía nada de equipos de fútbol o algo parecido. Uno de mis primeros recuerdos con la pelota fue esa que me regalaron unos tenderos que estaban de paso y que vinieron a quedarse unos días en un hórreo. Ese fue mi primer contacto con el balón. Yo jugaba con Manuel, el hijo del matrimonio, delante de la iglesia donde había como un pequeño patio. Cuando se fueron me dejaron la pelota de regalo y eso queda como recuerdo imborrable.
Entrada al valle del Turón 2.jpg
Fue después de marchar de Quirós y de llegar a sitios como Figaredo donde había equipos de guajetes que me empezó a gustar el juego. Y tanta fue la atracción del balón que a día de hoy, quitando el paréntesis de las operaciones, aún sigo “ligau y liau” con esto, con nuevos chavales y nuevas esperanzas. Con la mecánica un poco más lenta, debido a las operaciones, sigo en ello, luchando con la misma motivación porque el contacto con la juventud te da la vitalidad que te falta o la que necesitas para seguir tan ilusionado.

Yo jugaba en el Figaredo, un equipo que formamos allí con unos chavales en el bar Monterrey. El dueñu nos compró unes camisetes y empezamos a jugar partidos amistosos contra el Mieres , el Turón, etc… Y llegó el momento en que lo hacíamos bastante bien y ganábamos muchos partidos. Nos planteamos entonces el organizar un equipo federado… pero hacía falta dinero y estructura. Mario, el del Hogar, se movió, habló con amigos, constituyeron una junta y empezaron a reclutar socios por “les colonimes” y demás barrios. Al marchar yo para la mili en 1971 ya había 500 socios. Fue todo un éxito y eso nos dio alas para seguir. Tuvimos un apoyu masivu, fue impresionante. El equipo estaba a la altura del apoyo de los vecinos porque teníamos una formación muy competente. Casi todos éramos del pueblo con la excepción de Elías que era de Sta Cruz., el porteru Raúl de Caborana y Nandito de Mieres. Llegamos incluso a jugar la final de la copa federación que se celebraba en Asturias para los equipos modestos de categoría regional. En la final perdimos contra el Masaveu por 2 a 1 pero fue toda una hazaña ya que eran nuestros verdaderos comienzos. En al segunda temporada, visto el éxito de la primera, ya trajimos a gente de fuera y el vínculo con el pueblo fue desapareciendo un poco. En la tercera temporada entrenó Palacios, de Los Valles, y yo jugué 8 o 10 partidos de mano. Pero noté que el entrenador empezaba a contar poco conmigo y la verdad es que me planteé entonces el dejar de jugar. Le hice saber a Palacios que el no jugar con los amigos me desilusionaba bastante y que además como todo se estaba volviendo tan “profesional” me parecía que era el momento de colgar las botas.

De repente entrenador


Como no queriendo desaprovecharme, me hicieron la propuesta de entrenar al equipo juvenil ya que el entrenador,Campo 2.jpg dividido entre fútbol y equipo ciclista, no conseguía tiempo suficiente para entrenar con regularidad a los chavales. Mario, el presidente de aquella, me ofreció oficialmente el encargarme de los juveniles. Con ellos empecé pues a los 24 años y estuve así organizando esa juventud y disfrutando con ella durante 18 a 20 años. Del Caudal vivieron a buscarme dos veces pero yo siempre me sentí feliz y en casa en el Figaredo. Cuando tuve la operación de cadera, en el 2003, bien creí que no podría volver a lo mío. Los amigos que venían a verme me animaban pero al mismo tiempo todos nos preguntábamos que pasaría con esa vocación de entrenador. A mí, en algunos momentos, me parecía imposible poder volver a correr y a dirigir a los chavales, pero en el fondo pensaba que igual había una posibilidad de seguir. Los médicos me aseguraron que recuperaría. Cuando pude volver a entrenar me emocioné y lloré. ¡No era imposible! Así volví a los juveniles y aunque estuve un año en Campomanes mi vida es con y por el Figaredo que hoy por razones de infraestructura está afincado en el campo de Turón.

Estoy en esto por satisfacción y por afición. No fue el dinero el motor, ni tampoco podía serlo en este ámbito de los modestos. Trabajaba en la mina y vivía tranquilamente con mis padres completando mi vida con esta pasión al servicio de los más pequeños. Al pasar los años, te das cuenta que después de entrenar a los padres ahora estás con los hijos y casi con algún nietu. ¿El dinero de la vida? … es el que ves empleado en el resultado de tu labor, satisfecho, con humildad, de no haber marginado nunca a nadie.

Equipo Figaredo Turón Nombres.jpgLos chavales de hoy


He visto varias generaciones y la que tenemos hoy es bastante diferente de las anteriores. Aunque todas lo son un poco, la que componen los críos de ahora es deportivamente hablando muy diferente, pero también porque la sociedad ha cambiado y los ha hecho diferentes. Pero lo que no cambia es el respeto que les tengo y que me tienen. Ellos saben que no paro, que me dedico de lleno a ellos, que me “parto” por ellos. Lo ven y lo agradecen, sobre todo porque saben que son importantes para mí en todo lo que hacen. Pero ahora, con el fútbol, los horarios, las reglas y la disciplina compiten los ordenadores, los viedojuegos y además de la consola y del PC que absorbe bastante, también se juega menos. Desaparecieron los viveros que eran algunos colegios como La Salle, etc… y además también hay más oferta deportiva que antes: balonmano, baloncesto, etc…

Los chavales tienen, de alguna manera, más autonomía y quizás más libertad en la vida. Depende de cómo se le llame a eso o se mire la situación de cada crío y de cada familia. Que lo queramos o no, hubo cambios sociales y en el comportamiento. Mi papel de entrenador es educarles en el deporte, haciéndoles vivir juntos en el respeto de unas reglas deportivas y sociales. Esto conlleva obligación de respeto para compartir esos momentos en grupo. No tengo queja alguna con los míos y quiero resaltar la labor formidable que hacen los demás con los otros equipos de fútbol o de fútbol sala. En mi equipo actual hay seis chavales de Turón pero también los hay en las demás categorías.

Jugar es saber comportarseEquipo Figaredo Turón 2.jpg



El deporte que es algo formativo, empezó por formarme a mí. No estudié mucho, enseguida tuve que trabajar porque había que ganar algo para la casa. Después, ya no tuve la fuerza de voluntad que tuvieron otros, de trabajar y de estudiar al mismo tiempo. Jugando y entrenando se aprende sobre el comportamiento recíproco, se moldea uno en función de una disciplina, de unas reglas, se aprende a vivir en grupo, y se prepara uno para afrontar el éxito y el fracaso. Los chavales son una maravilla y te llevan a comportarte como ellos, huyendo de las voces inútiles, porque sobran la intimidación y les males palabres. Ellos se sorprenden cuando les digo que aprendo mucho con ellos. Lo primero, para mí, en el deporte es el tener un comportamiento ejemplar en el campo, sin tarjetas. Cuando se pierde el partido porque los otros son mejores, en el círculo central se debe aplaudir al contrario y a los que han venido a pasar la tarde. Quiero que nuestro juego a la vez que nuestro comportamiento sea la tarjeta de visita del equipo. Ser primero a base de tarjetazos no tiene ningún mérito y no merece ningún respeto. Eso ya no se llama deporte.

El mundo del deporte hoy está en la escalada escandalosa del dinero. Las millonadas que cobran algunos están fuera de proporción, cuando otras profesiones que salvan vidas como los médicos o forman a nuestros jóvenes como el profesorado no tienen o reciben todo lo que se merecen. El dinero en el deporte debería ser invertido en los jóvenes, en Berto2.jpglas categorías inferiores. Estamos viendo que manda el euro y que les canteres ya casi no tiene razón de existir, sobran. Porque, excepto con Guardiola, se ve la poca utilización que hacen de ella. El talonario es el rey.
 

Dificultad y frustración



Algunos de los que tuve jugaron en categorías superiores como Andrés y Berto en el Oviedo. Este último jugó con la selección española, en el amistoso contra Uruguay en el Tartiere, cuando entrenaba Vicente Miera. Aún guardo la foto que me dedicó después del partido al que me había invitado: “ Para mi maestro Quirós, de su discípulo Alberto.” Después de acompañarme a casa ese día quiso darme la camiseta pero no la acepté. Yo sabía que lo de la selección era bastante aleatorio y que podía ser su único partido. Así fue y la camiseta fue para él un recuerdo importante.

Yo nunca tuve la suerte de promocionarme. Tampoco anduve detrás de unos y otros para llegar a algo. En el curso de entrenadores que realicé, era el que menos sabía pero sin embargo, lo digo con humildad, era el que más apreciaban los compañeros porque colaboraba con todos y me ofrecía siempre como voluntario para ayudar durante los ejercicios. A cambio yo también recibí mucha ayuda: consejos, fotocopias, etc…

Entrenar no es cosa fácil porque todos quieren jugar a entrenadores: espectadores, padres… Es verdad que con una plantilla de 18 jugadores, te sobran dos cada semana porque solo puedes presentar a 16. Es un compromiso con la calidad pero también con la motivación de jugadores y padres. Hay que ser muy respetuosos, ir rotando dando una oportunidad a cada uno. De momento estamos arriba en la clasificación y es más fácil rotar pero a veces, cuando el partido se pone un poco más bravo, disputando la general, no puedes hacer cualquier cambio. Aunque cueste a algunos, hay que ser escrupulosos y hacer jugar el que lo merece por diversas razones. Intento ser justo en función de la situación. ¿Fácil? … no lo es siempre.

Mi mundo tiene forma de balónInstrucciones.jpg



A veces sueño con el balón. Me ocurrió sobre todo cuando estuve en el hospital. Allí acostado tomaba apuntes. Es una costumbre que me persigue, cuando sigo un partido de la selección u otro equipo en la tele apunto sin parar…jugadas, toques de balón…. Tanto es así que tengo como 5000 apuntes, el equivalente de más de un libro. Tengo los estudios que me dio la calle, pero mis miles de apuntes se han convertido en reglas de vida deportiva, en reglas que me permiten vivir en armonía con los chavales.

No imagino una sociedad sin deporte. Es más, creo que ahora la gente en general practica más deporte, aprovecha las sendas verdes para caminar, acude a los gimnasios, enseguida tira con la mochila a cuestas o viste el chandail.

Me siento feliz con lo que hago y quiere que los chavales también lo sean, que pasen momentos inolvidables con el balón, que disfruten regateando, tirando, conduciendo el balón, aprendiendo a utilizar los dos pies…y siempre dispuestos a seguir luchando. Mi mundo tiene forma de balón.


 Jorge Varela para elvalledeturon.net, Turón, noviembre 2011