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De Villapendi a San Juan

Javier ha detenido su agenda lo suficiente para ofrecernos un sentido y sosegado hueco evocador de sus raíces, de su Villapendi natal. Obviamente no era una cita habitual en su quehacer diario, en una cotidianidad hecha de esas solicitudes y compromisos que llenan los días del párroco de San Juan el Real. Hablamos de San Juan y... San Juan, el de sus responsabilidades actuales y el San Juan de la foguera más “bonita de Asturias”, la de su barrio turonés. Mientras resalta sus grandes compromisos, la chispa del recuerdo le lleva a su niñez, a sus primeros años, a su juventud y a su vocación. No se nota añoranza tristona sino mucho cariño para la gente que le vio crecer y mucho apego a aquellos rincones que aún recorre de memoria sin tropezar en sus piedras, sin caerse en sus charcos y fontanes. Es la cronología afectiva y acertada de un itinerario que le ha hecho feliz, feliz como hombre y feliz como sacerdote ayudando a los demás, creyentes o no. “¿Si no hubiera sido cura?...hubiera sido cura", dice. Y es que no se puede imaginar uno a este turonés nacido en 1945 desempeñando otras funciones. Ha recogido el testigo de su nuevo destino por obediencia, con compromiso y lealtad. Lejos quedan ya su entrada en el Seminario, a los 18 años, su ordenación en la propia iglesia San Martín de Turón, sus destinos en Luarca y Grao, su estancia en Paris, sus años de docente en la escuela de Magisterio y estos últimos 21 de párroco en el Cristo de Las cadenas de donde muchos pensaban que ya no se movería. Año y medio lleva en una de las parroquias más importantes de Oviedo. Cuenta que Fernando Rubio, el difunto párroco, después de 51 años de dedicación total, dejó el listón muy alto. Humildemente Javier Suárez Fernández ofrece, a su vez, servicio y amistad como nuevo pastor de la parroquia. Y lo logrará porque es una persona fiel a su compromiso, dedicada y a la escucha, con un trato cordial y afectuoso que hace sentirse bien a todos los que a él acuden. Al hijo de Quico y de Anita, que sigue teniendo una güerta en Villapendi, el calendario le impide ir más a menudo a ver a sus convecinos. Terminados los recuerdos ya abre la puerta a nuevos proyectos: una peregrinación diocesana a Polonia, otra a Tierra santa, que ya visitó en veintiuna ocasiones, la celebración en 2015 del centenario de la iglesia de San Juan, "Bien de interés cultural", …Y muchos más para este turonés de paz, activo pero disponible, que huye del protagonismo personal y cuya vida es un periplo feliz de servicio y de lealtad.

La llama del recuerdoCasa y padres.jpg


Al hablar de Turón, me vienen recuerdos de la Foguera de Villapendi en aquella noche mágica de San Juan. Bajábamos la madera, los troncos de la mina, de San Benino, y allí enfrente de mi casa, en el campo Santiago, se hacía la pila para la hoguera más importante de Turón sino de Asturias. Luego pasó a ser una auténtica fiesta, con chocolate, etc… Hace unos años volví a verla y me trajo una retahíla de recuerdos de la infancia. La verdad sea dicha, aunque parezca un poco chovinista, es la mejor, sin comparación.

Había una fuente a la que llamaban la Fuentona, allí al lado vivía mi güela. Además de la foguera también me vienen a la mente todos esos juegos ahora desaparecidos. No es que fueran muy sofisticados pero éramos muy creativos: el lirio, hoy no lo conoce nadie, el pío campo, picamula… Había un grupo de chavales que nos juntábamos allí. Solíamos traer madera de los montes, árboles cortados, apilábamos los troncos en el campo y hacíamos un hueco que era como una choza donde contábamos nuestras historias y lo pasábamos divinamente.

Creatividad en tiempos difíciles


A Llana'l Lliu llegábamos por un camín que llamábamos el caleyón, íbamos por el de arriba, porque el otro, el de abajo, llevaba hacia la vía del tren. Pasábamos por la corrá de castañes, hacíamos chozas y jugábamos a los indios utilizando hojas y ramas de castaño. Había otra senda que llevaba hasta el 1º de San José con charcos y fontanes donde cazábamos pájaros con liga. Llevábamos un canario o Con unos amigos en la Fuente.jpgun jilguero para que picasen. También nos gustaban las manzanas del prau de La Llaneza que era de Graciano. En cuanto aparecía por allí, mal encarado, escapábamos zumbando. Lo que sí me acuerdo es que, como siempre, las manzanas de Graciano sabían mejor que las de casa.

Yo nací en el 45 y en aquellos años 56 a 58 no teníamos todos esos juegos que hay ahora. Aún eran tiempos difíciles, pero nuestra creatividad compensaba con creces. Con los aros de los toneles, de los barriles de vino hacíamos trineos con los que esquiábamos en la pradera pendiente que estaba al lado del cementerio. Con las latas de melocotón o de sardinas hacíamos trenes, con las chapas de las botellas los “ciclistas” para hacer la vuelta a Francia, con los cartones del tren jugábamos a los cartones. Creo que ese ingenio se ha perdido en gran medida. La penuria desarrollaba un espíritu inventivo, a veces desbordante. Teníamos pelotas de trapo o de papel… Cuando traían los Reyes un balón de reglamento era todo un acontecimiento. Aunque yo no era de los grandes aficionados al fútbol me acuerdo que ese regalo era algo impresionante. Un tesoro para muchos y lo apreciábamos agradecidos.

De Doña Alisa al Bodegón


De pequeño asistí a la escuela que estaba al lado del economato de Los Cuarteles Nuevos. Doña Alicia daba clase a las niñas y a mí me tocó Doña Alisa que era la de los niños. Ella imponía y le teníamos mucho respeto. Después de esos primeros años fui, como muchos, a los Frailes claro. Nombres que aún recuerdo: los hermanos Pablo, Ceferino, Jesús Gil, Aniceto, Alejandro…Luis el director. A veces entrabas por enchufe. Pero era Pedro Larrea, que trabajaba en la Empresa, el que decidía y daba “la papeleta” para poder ir a La Salle. Yo entré por el Hno. Aniceto para hacer Ingreso. No me acuerdo mucho de esa etapa pero no era muy buen estudiante. Estando en el Instituto suspendí gimnasia…era terrible. Me acuerdo que a raíz de ese suspenso tan peculiar mi padre me tuvo saltando en una güerta que tenemos por encima del depósito. Saltar y saltar hasta conseguir el nivel. Otra vez, yendo al instituto, me parece que en quinto de bachiller, suspendí porCon la clase de La Salle.jpg "hacer el canelo" todo el año. Al final me pasé el verano machacando. La verdad es que en casa estabas más atado, en los Frailes un poco más controlado pero allí en el instituto de Mieres al vernos libres estábamos siempre jugando en el Bodegón. Con José el de Avelino Losa, echábamos partidas a   las cartas y tomábamos sidra dulce con casera. José era muy conocido. Me acuerdo que tuvo un caballo pintu, como el de los indios, que le había comprado el padre. José montado en él … ¡casi nada!. Toda una atracción.

Los días de asueto


Los guajes participábamos mucho en todas las fiestas, en Santa Marina por ejemplo había una por la zona donde está ahora el Instituto, en un prau, creo que ya se dejó de celebrar hace algunos años. De vida social sin embargo no había tanto. Íbamos con los frailes a Llana el Lleu, a Rozamayor, durante un día de asueto como decían ellos, con la merienda. ¡Era una gozada! Yo en realidad hice mucha vida en la Iglesia, con la familia, alrededor de los curas. Fui monaguillo, andaba con las monjas. El cura de aquella era Don Heliodoro y también estaban los coadjutores. Había cinco porque era una parroquia muy importante. Estuvieron también Julio y José María.Aunque algunos se iban de más jóvenes, yo me fui para el Seminario con dieciocho años. A partir de ahí los estudios ya me absorbieron todo el tiempo que tenía. Volvía algo al principio por Javier fiesta y playa.jpgTurón, de vacaciones, pero pronto empezamos con los campamentos de Acción Católica Junior, siendo yo responsable de ellos durante muchos años. Los veranos eran pues en Sena de Luna, en los campamentos. Después ya fui cura y empezó otra vida.
 

Vocaciones en Villapendi


Turón fue cuna de curas aunque no tanto como la zona de Aller. En Villapendi surgieron algunas vocaciones. La rectoral se encontraba en el pueblo y allí vivieron los curas. Quizás esa relación haya contribuido en esto de las vocaciones. Luego los curas vivieron en casa de mi abuela allí donde yo nací. Matilde y Laureano, mis abuelos, tenían posaderos y entre ellos había curas: Don José, un famoso cura de la época de la revolución, Don Clemente, que después fue cura de Urbiés, en los cincuenta y pico. Esa relación con los curas crea hábito.

Había dos curas que vivían en La Fuentina: Desiderio y Paco que luego se secularizaron. Desiderio que aún estuvo hace poco por aquí, cantando con un coro, vive en Marquina, Vizcaya. Hubo dos salesianos, mi primo Salva y Ramonín hijo de Fructuosa y Ramón. Tonín el de Tablao, que había estado en la JOC, fue minero y obrero y después pasó por el Seminario. También hubo Luisín el Fraile y Piedad la monja. Si buscáramos una razón, obviamente desde la perspectiva creyente, apuntaría la sangre de los mártires, fermento de vida y de vocación. Turón a pesar de ser una cuenca minera, una zona de grandes luchas históricas de izquierda también tenía un núcleo de gente muy íntima, muy ferviente. Creo que eso sigue siendo un poco así. No es una división sino sensibilidades diferentes. No creo que eso tenga que ser conflictivo. Ninguna ideología me molestaDe seminarista.jpg sino va contra los valores esenciales de nuestra convivencia. Hay que respetar la discrepancia porque de la confrontación de ideas salen cosas buenas. Yo creo que todos nos podemos enriquecer con ello. Es importante integrar y ayudar desde el respeto a los demás. Cada colectivo da sus normas y las normas de la iglesia son para los creyentes. Pero es innegable que la Iglesia cumple una función de tipo social, solo hay que ver las colas en el departamento de Cáritas. La gente a la que nadie ayudó, va a la Iglesia. Hay que reconocerlo, después puedes o no estar de acuerdo con teorías, normas o ideas. Se trata de ayudar a todo el mundo, sin ver su religión o su ideología, a encontrar soluciones sin crear dependientes.

Con la iglesia de Turón, a la que también acuden bastantes necesitados, la gente se volcó porque va más allá del propio significado religioso. Es patrimonio de los turoneses. Desde la comisión de sacerdotes para la economía de la diócesis de la cual formo parte se otorgó una subvención para este edifico emblemático siga cumpliendo con su misión religiosa y social.

Claramente cura


¿Si no hubiera sido cura?….. Hubiera sido cura, eso lo tengo muy claro. Mi padre no lo cogió muy bien cuando le anuncié que quería ir para el Seminario. Para un paisano de la mina, mi padre fue vigilante (1) de Hulleras del Turón, lo que hubiera querido era que su hijo fuese ingeniero o médico. ¡Lo que representaba ser ingeniero en Turón! No valía con ser capataz. Para mucha gente en el pueblo eso era el no va más… ¡Ingeniero! Mi decisión fue otra y la comuniqué un día de Nochebuena cenando. Al “quiero ir al Seminario” la respuesta fue… “pues poneste a trabayar”. Así fue como empecé a trabajar en los Recollos de cobrador. De las 7 de la mañana a las 12 de la noche vendiendo billetes, cogiendo dinero, subiendo paquetes y cajas. En los Recollos, que iban hasta Vegadotos, estuve cuatro o cinco meses. Cuando mi padre vio que verdaderamente quería ir me En Paris.jpgdejó marchar para el seminario. Pasados los años se emocionaría junto con mi madre cuando me ordenaron cura en Turón. Debe de ser la única ordenación que hubo allí en la iglesia de La Felguera.

Democracia, ilusión y disponibilidad

 

Mi primer destino fue Luarca de diácono y luego de cura en Grao. La acogida de la gente fue buena. Estuve allí al final de la dictadura y cuando empezó la democracia. Eran tiempos exaltantes. Allí asistí a mis primeros mítines. Iba a todos porque quería saber, quería enterarme. Había oído hablar de los mítines en casa sin saber exactamente lo que eran. En las primeras elecciones, chavales que pensaban y votaban diferentemente, se reunían en mi casa para seguir el recuento de las papeletas. Lo que llenaba era aquella ilusión que nacía, una nueva forma de vivir, distinta, diferente. ¡Eran tiempos nuevos! En Grao había gente bastante novedosa que se reunía mucho y así pudimos hacer muchas cosas buenas.

Luego de allí me fui a Paris donde estuve en contacto con el mundo de los emigrantes. Fueron dos años interesantísimos aunque también era difícil. Yo vivía en el barrio XVI, zona más bien rica, por donde la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, los emigrantes vivían en “trasteros”, en una habitación una familia. Algunos de ellos hacían de porteros pero vivían peor que los que estaban en Bélgica. Trabajaban obsesivamente para ahorrar y comprar algo en España. Teníamos un centro social de acogida, con un bar, cine, charlas, etc, adonde venía la gente sobre todo los domingos. Te sientes útil cuando estás atendiendo a los que realmente lo necesitan. En la etapa de París fui cura y asistente social a la vez, ayudando mucho a la gente.

 

Al Turón de Bruselas


La primera vez que llegué a Bruselas fue desde París, en coche, un R8, con dos o tres amigos.Bar Turon.jpg Entramos en la ciudad por la chaussée de Mons y luego seguimos por la rue de Mérode que parecía una calle española. Veíamos letreros inesperados, tiendas españolas, Bar El Fogoneru y de repente el Bar…. Turón… y en la entrada un paisano con las manos atrás y silbando… ¡Qué sorpresa! Era Luis el Pesaor, un turonés conocido mío. Paré y le dije: “Luis que faes aquí”…y él efusivo: ”Hombre Javier…” Así fue como me encontré con Turón y turoneses hasta en la capital belga. Prestonos mucho a los dos. Ahora que está aquí, le veo a menudo por Oviedo. Me sorprendió tanto ver aquello, tan lejos, con tantos nombres asturianos. Había un matrimonio que era de Villapendi Pepe el electricista (2)  y Pepa padres de María Amor y Angelinos (3) que tuvieron un restaurante muy famoso el Quijote. La verdad es que no me sentí para nada perdido en aquellas tierras.

Era por el año 77. Yo estaba en París estudiando en la Universidad Católica y al mismo tiempo atendía la parroquia más grande de la capital, de capellán de los 7.000 españoles que había de aquella, muchos de ellos asturianos. Esa generación, la de Luis el Pesaor, ya volvió. Por allí siguen los de la segunda o tercera generación. Aunque todavía creo que sigue por esas tierras mi primo Laureano, Lali, un poco mayor que yo, hijo de mi tío Laureano, hermano de mi padre. Lali se había casado con una chica de Tablao , hija de Maruja la del cuadreru. Como muchos turoneses en los años sesenta se fueron a Bélgica en busca de una vida mejor. Cuando volvían de vacaciones nos veíamos por aquí y eran ocasiones formidables de compartir muchos recuerdos y vivencias.

Vuelta a España

Fiesta en Castañedo.jpg
A la vuelta de mi experiencia francesa me pusieron de administrador en el Seminario y en el año ochenta abrimos el albergue de transeúntes del que fui director. Pertenecía a Cáritas y acudía toda esa gente que no tiene donde dormir, los que “estaban en las cunetas”, los que salían de la cárcel, los adictos a la bebida, los que padecían rupturas familiares, … Allí estuve viviendo con un grupo de estudiantes y al mismo tiempo ayudando a los transeúntes, dando comida y cena, lavando la ropa… Fueron nueve años de una experiencia muy guapa, inolvidable, que me ha servido para mi etapa actual. Después del albergue estuve en la parroquia de Regueres año y medio y veintiuno en el Cristo de las Cadenas.Combinado con todo eso ejercí de profesor de Magisterio de las dos escuelas, la de la Iglesia y la civil. Ese contacto con el mundo de los chavales me rejuvenecía y era muy provechoso. Y ahora toca este nuevo destino, San Juan, que he aceptado con obediencia y entusiasmo.

Con fe y disponibilidad


Esta misión nuestra es una misión de fe, una vida de dedicación y de disponibilidad para con los demás. Mi madre que vivía conmigo murió hace seis años, en el 2007, y como tenía que ocuparme de ella yo no estaba pues tan disponible como ahora. Es obvio que esto es más fácil para una persona soltera. Es recurrente que te pregunten sobre el celibato de los sacerdotes. Es verdad que loSan Juan el Real.jpg impuso la Iglesia en el siglo XII, que no pertenece a la fe como dogma y que lo puede quitar en el momento que juzgue conveniente pero también es cierto que la disponibilidad que uno tiene es total. Me llena el trato y la ayuda que puedes prestar a la gente en momentos complicados.

Me levanto a las cinco y media todos los días y a las 7 o 7h30 estoy celebrando misa en las monjas de calle Uría. Hay otros sacerdotes pero son ya mayores y yo llevo la responsabilidad. Entre la confección de la hoja parroquial semanal, enlace necesario entre los feligreses, las visitas a la residencia de ancianos de la que soy responsable, la preparación de las celebraciones de todo tipo, las reuniones con los catequistas, las entrevistas con los responsables de la parroquia, con Cáritas, etc… no paras. Ayer me acosté a las doce y media de la noche, hoy dormí tres horas y tengo un funeral a las cinco, una boda a las seis, despacho parroquial y misa a las ocho. Y entre ello tienes que meter cosas no previstas, algún contacto con los amigos, una comida … pero siempre marchando rápidamente. Tengo que dedicar tiempo a todo el mundo y para mi es importante la calidad.

Nadie es profeta en su tierra


En Turón se hizo una sangría muy grande. De Turón vivieron muchos, los turoneses claro está, pero de Turón vivió Mieres hacia donde iban a parar los recursos del valle. En Mieres había de todo y en Turón la iluminación era deficiente y escasa. Cuando Guillermo Lorenzo, turonés, fue alcalde se acordaron un poco más de lo nuestro…los trolebuses que fueron un fracaso total y después hicieron Con mi madre.jpgalgo, pero poco. Me acuerdo que en su día, la propia iglesia de Turón que tenía un gran campo delante, con una fuente y un abrevadero para las vacas, llegó a un acuerdo verbal con el Ayuntamiento para ceder terreno para las aceras con la contrapartida que el municipio preparara el campo y lo ajardinara. El cura cedió el terreno, las obras se retrasaron y al final de lo convenido nada, hasta ahora. ¿Si me hubiera gustado ser párroco en Turón? Nunca lo pensé pero no me hubiera dado más. Aunque sé que nadie es profeta en su tierra, yo siempre estuve disponible para donde me mandaran.

Turón me da mucha pena porque no le entreveo gran futuro. Pasó y está pasando momentos complicados, incuso en su día el valle fue un foco peligroso para nuestros chavales. Es verdad que hay muchos pueblos abandonados pero otros barrios, como el propio Villapendi, han sabido dinamizar y cuidar su entorno. Hay que revitalizar el valle que es un encanto, un vergel, un valle precioso. Turón para mí es un paraíso donde vive y de donde salió gente muy buena... ¡Somos los mejores!


Entrevista realiza por Jorge Varela para www.elvalledeturon.net, Oviedo, 2014


 

(1)Quico fue durante varios años vigilante de David Varela que guarda muy buenos recuerdos de su personalidad.   
(2)Pepe trabajó en DEVIS, una fábrica de metalurgia de Anderlecht ( Bélgica) con David Varela durante muchos años. 
(3) María Amor y Angelinos y Amor González, esposa de David Varela, fueron  compañeras en la fábrica de lana DAOUST et Frères, en Bruselas.