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Miguel el del Mesón

Miguel Legarreta Muín, Miguel el del Mesón… toda una personalidad de la hostelería turonesa. La gente habla unánimamente bien de él, cosa rara en cualquier pueblo donde la proximidad tantas veces nos hace ser más críticos, ver con exagerada clarividencia los defectos de los demás. Su tono es sosegado, claro, caluroso y te hace sentir bien desde el primer contacto. Se le nota mesurado y evitando en todo momento el entrar en conflictos y en antagonismos. Acoge a los clientes como si fueran de su familia, conoce sus nombres y anticipa sus gustos. Detrás de la barra ejerce con tacto una autoridad moral a la hora de imponer respeto en algunas conversaciones acaloradas. El negocio lo lleva como una pasión, como la misión de su carrera. Porque le gusta lo que hace, porque siente y ejerce un profundo respeto por los demás, porque ha aprendido a oír, ver y callar, Miguel es hoy un testigo ineludible de la historia reciente de nuestro valle. De no haber recalado definitivamente en Turón, seguramente hubiera seguido varando, como dice, por un mundo del que chapurrea, admite humildemente, varias lenguas. Se nos antoja que para este turonista, con el corazón (com)partido entre sus montañas navarras y los cordales turoneses, el mesón, su Mesón ha sido la mejor atalaya para la observación de la vida de nuestro pueblo. Llegó con el último cotillón del valle pero cuando aún había sitio para emprender negocio. Hoy a punto de poner un cierre irreprochable a su trayectoria profesional echa una mirada objetiva a nuestra historia y se dispone a seguir fiel a su mayor compromiso humanista, el que tiene con sus seres queridos, con sus amigos y con sus dos pueblos. Gracias Miguel por haber venido a Turón.

Navarra, Suiza y Turón


Soy navarro y aunque nací en Pamplona soy de un pueblo, a 60 km, en el valle de Aézcoa al que mis padres, nativos deVista de Garralda.jpg Estella, fueron a vivir, un paraje sosegado y verde cerca de Roncesvalles, en los Pirineos al lado de Francia. Las montañas, la tranquilidad… Por las casualidades de la vida, fui varando de un lado para otro, para recalar en Suiza, en Basilea, donde estuve seis años. Lo mío era en plan aventura, pero allí fue donde conocí a mi mujer, Gloria, oriunda de Turón, y allí también donde nació nuestra hija Itxaso hace casi 37 años, en enero de 1976. Trabajé con anterioridad dos años en Francia pero fue en Suiza donde me integré estupendamente. Estaba encantado en ese país tranquilo. Mi mujer se fue del pueblo con aquella ola de finales de los sesenta. Cómo imaginar pues que un día recalaría, para este largo periodo que me lleva a la jubilación, aquí en Turón donde llevo treinta y cinco años. Mucho tiempo, para asentar mi vida sin olvidar mis raíces. Pero las circunstancias deciden por ti, o te animan a tomar decisiones nuevas con las que no habías contado. Así fue que un poco empujados por la morriña de la tierra vinimos a visitar a mis suegros para que conocieran a su nieta de diez meses y así, sin más, empecé a barajar la posibilidad de quedarme en el valle. Me ofrecieron coger este local en 1977.

Esto aún ofrecía buenas posibilidades de hacer negocio y de vivir de él, aunque se empezaban a notar detalles de decadencia industrial. Ya se habían cerrado varios grupos pequeños y algunos negocios históricos empezaban a cerrar sus puertas. Recuerdo perfectamente que justo a los quince días de instalados aquí se celebró el último cotillón en la emblemática pista la Cubana, la famosa Pista María Luisa. Llegué el quince de diciembre de 1977 y ese treinta y uno dediciembre fue el último cotillón. Hoy echando la vista atrás era ya como algo premonitorio, aunque también correspondía a un cambio de sociedad.

El último cotillón


Pista la Cubana.jpg¡El cotillón! El primero y el último. Aquélla todavía fue una Nochevieja impresionante. La pista abarrotada y su cotillón estimulaba y movía a los demás negocios. Había gente de aquí y de fuera. Era una interminable animación, antes, durante y después del cotillón… aquella tradición del chocolate, la sopa de ajo … Seguimos abriendo esas Nocheviejas pero los resultados ya no son para nada comparables. Reconozco que lo de las pistas era el final de una época. Se había abierto un poco antes de mi negocio una discoteca, El River, en el año 70 creo. Las famosa pistas, de las que Turón tuvo bastantes por todo el valle, ya tocaban el fin. Era el fin de una manera de divertirse. Con las discotecas de inauguraba un nuevo tipo de diversión, menos costoso, sin orquestas, porque ahora tocaba el disco. El River tuvo décadas boyantes, tuvo su movida, algo que correspondía mejor a la nueva juventud, pero inexorablemente también fue apuntando el final. Cerró sus puertas hace cinco años, como la pista varias décadas antes, el día de Nochevieja. Algo simbólico quizás. El mundo cambió tan rápidamente. Aquí en Turón lo vivimos en directo.

Cuando yo llegué, lo que mejor funcionaba era la zona de Urbiés, casa Nando, en pleno apogeo, se abrió Casa Migio elmismo año. Hoy con su mujer e hijo al frente del negocio, sigue siendo un punto de referencia de la hostelería y de la gastronomía del valle. Seguramente casa Nando y casa Migio sean hoy lo que mejor sigue funcionando en el valle y, sobre todo, con gran capacidad de espacio.

En aquellos tiempos, la carencia que tenía Turón en hostelería especialmente en gastronomía era obvia. No había prácticamente nada. Los que llevaban la emblemática casa Blanca se jubilaron y pensé que era el momento de coger este local. Me hubiera gustado hacer un restaurante aquí en el piso de arriba que quedó libre pero mi mujer no quiso y no se lo puedo reprochar. Pero igual no fui suficientemente valiente. Gloria es una cocinera excelente, de las mejoresMiguel antigua.jpg que conozco. Además de encantarle cocinar, se esmera muchísimo en la preparación, pero, si puede, evita el agobio de hacer algo para fuera. Lo hacemos una vez al año cuando las jornadas gastronómicas por Santa Bárbara. Participamos activamente en esas jornadas del pote inauguradas en 1991. Proponemos un sabroso menú único con el que la gente se queda encantada. Ya tenemos los habituados, que repiten desde hace 21 años. Eso dice mucho de la calidad de las preparaciones de mi esposa. Pero una vez por año le es llevadero, más no. Hubiera sido bonito hacerlo ya que aquí hay muchos sitios para beber pero pocos que ofrezcan comida. Pichi es el que ofrece algo familiar, bueno y que cumple un poco esa función. Pero eso ya es el pasado, hoy aspiro a jubilarme, a disfrutar junto con Gloria de nuestros hijos y nieto, de viajes al pueblo… de tranquilidad. Este negocio ha sido una exigencia diaria, alternando por turnos con mi mujer y trabajando veinte horas diarias entre los dos. Abrir de las siete hasta las cuatro o las cinco de la mañana era normal. Había población y gente a todas las horas. Nuestra prioridad fue el negocio, lo que nos sujetó muchísimo.
 

Ver, oír y callar


En este negocio hay que tener paciencia, responsabilidad, no mirar el horario, cerrar cuando el tiempo te lo permite y ver, oír y callar. No nos fue mal porque cogimos unos años buenos en los que pudimos asegurar un poco nuestra vejez, pero la dedicación a esto fue tremenda con la particularidad que a mí me gustaba, a mi mujer mucho menos…pero era la única manera para que yo me quedara por aquí.

Aunque no conocía el valle, sí que sabía lo que era la hostelería, un mundo que siempre me gustó. Hubiera querido hacer algo más, un restaurante. Ése era mi proyecto inicial. Pero me acomodé y al final de esta aventura, terminamos como empezamos. Empezamos juntos mi señora y yo y terminamos los dos. Satisfechos con lo que hemos hecho pero encantados de llegar a ese final de la vida laboral. Mi hija ya se situó, como se suele decir. Acabó los estudios de geología en la Universidad de Oviedo, fue becaria en Extremadura y después de haber estado por Madrid y Galicia se asentó definitivamente junto a su compañero en la capital de España, ambos trabajan en la misma empresa y acaban de hacernos aún más felices con el nacimiento de un nieto.

Avelino echando sidra en Casa Blanca.jpgMiguel, nuestro hijo, que sufre síndrome de Down, es un hombre jovial y muy popular en Turón. Tiene su vida laboral en Oviedo, una actividad de media jornada y cierta independencia. Llegados a esta etapa de la vida, uno siempre piensa que podría haber hecho quizás un poco más por él, pero no se puede volver atrás. Afortunadamente, él nació en una época buena, en la que se estaba empezando a romper una serie de barreras. Había apoyo de las asociaciones que se formaron en aquel momento y hubo posibilidades de darle un trabajo. Hoy tiene su autonomía, pero hay que ser realistas no al cien por cien como para dejarle solo.

Con el negocio pues estamos en la recta final. Nos quedan siete meses. Gloria y yo nos jubilamos juntos poniendo así fin a nuestra vida laboral. Tenemos mucha ilusión por la jubilación pero sabemos que son malos momentos a la hora de poder traspasar el negocio. Hay poco interés por coger esto pero se entiende perfectamente porque no son tiempos muy halagüeños y las perspectivas futuras tampoco son muy positivas. Es obvio que esto está muy difícil.
Nosotros seguiremos viviendo aquí, mi mujer es de aquí, mi hijo nació aquí y es aquí donde se siente bien. Le encanta viajar, ir a mi pueblo, pero dice que “de vacaciones siempre pero para vivir nunca”. ¡Lógico! Miguel tiene su mundillo aquí, un mundo que le quiere y que le aprecia. Y eso es fundamental en la vida.

Echando la vista atrás


Hoy cuando miro atrás veo la película del valle, el sentir de su gente, su evolución, el declive. No se apostó por Turón lo que había que haber apostado. No hubo reconversión. Y eso es un drama que se veía venir. Yo notaba de manera concreta que el mundo de la minería tocaba su fin, tanto aquí como en el resto de Europa. Pero es verdad que en Europa se apostó principalmente por la reconversión mientras que aquí se apostó por la inmediatez de las prejubilaciones. Se proponía una situación muy cómoda pero con ninguna previsión futura. Una comodidad inmediata, fácil. A una edad aún temprana, cuarenta o cuarenta y dos años, quedar con una nómina al cien por cien… ¡una bicoca!River’s.jpg Así quedamos como quedamos en el valle, una situación caótica. Lo poco de empresa que se organizó en La Cuadriella, en parte a base de subvención, desembocó en esta situación de desolación en la que quedó todo esto.

Creo que la apuesta fue mala o insuficiente por parte de los políticos y de los sindicatos. Quizás fuese algo difícil, bien me sé y vi la reticencia de los mineros a la reconversión, convencidos que estaban de que no podían hacer otra cosa fuera de la minería. La reconversión siempre es posible pero la dinámica y la visión a largo plazo tienen que venir de arriba. En Pamplona concretamente, un contexto que conozco bien, había minas de potasa. Los mineros tuvieron sus conflictos pero al final, llegado el momento, se hizo la factoría de Volkswagen y se colocaron todos en ella. Seguramente no se podría haber hecho aquí lo que se hizo allí pero habría otros proyectos posibles supongo. Es mi humilde opinión y hoy sigo creyendo que el fracaso es la ausencia de proyecto de reconversión. Se mantuvo la minería con subvenciones hasta donde se pudo, en un clima social tranquilo sí, pero sin ver más allá, sin entrever el nuevo Turón una vez terminada su etapa minera. La subvención, aunque suene mal, compró la paz social, el silencio, pero el valle está sumido en su propio silencio. Faltó dramáticamente una visión a largo plazo.

Esas nóminas aseguradas hasta la jubilación traen comodidad pero no garantizan de ninguna manera un futuro para el valle, un futuro para los hijos. Debo añadir que además, con las subvenciones de salida, algunos se fueron a casa con el promedio que tenían 600.000 pesetas, los más jóvenes se marcharon de aquí, se compraron una casa, lo que Exterior el Mesón.jpgcontribuyó también al l declive demográfico.

Cuando yo llegué ya no había más que un cine, el Copeval, que se cerró al poco tiempo, en 1980, y en el antiguo cine Río estaban edificando pisos en uno de los cuales vivimos hasta hace seis años. Todavía estaban San José, Santa Bárbara, Figaredo al cien cien.

De Santa Hunosa al éxodo


De aquella, los mineros, descansaban un sábado al mes, le llamaban Santa Hunosa. Después ya fueron dos. Ese día de descanso que ya empezaba el viernes era bárbaro para los negocios. Se llenaban los locales, había alegría, ganaban dinero. Eran los exaltantes primeros tiempos de la joven democracia y en la minería se había luchado mucho para conseguir buenos salarios, una buena paga como se exigía. Había mucho dinero y se habían logrado unos objetivos increíbles. Desgraciadamente en el valle no se apostó por hacer viviendas en un contexto en el que había más demandas que ofertas. Se logró a última hora la construcción del nuevo barrio San Francisco a base de mucha lucha y en un momento en que el pueblo ya entraba en decadencia. Como a muchos de aquí no les correspondía la vivienda por el baremo determinado, tuvieron que marchar fuera y vinieron otros que no se integraron y que ya no eran mineros. Hoy el núcleo más importante de viviendas, San Francisco, está con una mayoría de gente mayor. Los de aquí marcharon para Ujo, Figaredo. Hubo alguna edificación posterior pero no se tuvo una buena política de la vivienda, en el momento correcto. Si se hubieran edificado casas nuevas, deshaciéndose de todo lo viejo y falto de condiciones que había, seguramente hoy la población sería más alta, aunque muchos tuvieran que trabajar fuera. Estoy convencido de que esa política hubiera frenado el éxodo de la gente. No sería la solución a la situación que tenemos hoy pero hubiéramos conservado una población necesaria para el buen relevo generacional.

Familia.jpgOtro problema añadido es que Mieres no apostó por Turón que era sin embargo el mayor barrio del municipio al que algunas cifras, quizás un poco exageradas, dieron hasta 25.000 habitantes. Más allá de los números, lo cierto es que la importancia del valle sí que era grande. No sé el por qué de esta despreocupación pero así fue. Ahora con menos de 5.000 turoneses, el peso sí que es relativo. Miro hacia Urbiés y veo lo despoblado y desatendido que ha quedado, sin colegio, con un transporte urbano reducido a lo mínimo, sin médico, etc… Eso no ayuda. Las aldeas y los pueblos no digamos…desiertos. Carcarosa quizás sea la única excepción. Se apostó por casas nuevas o rehabilitadas, tienen autobús desde Mieres y buena comunicación con el valle. Ya no están aislados como antes, con aquellas nevadas.

Los noventa en declive


Yo percibo el declive, en los negocios, en los años noventa, noventa y uno. Cuando empiezan las primeras prejubilaciones ya se nota el proceso en el que entramos. Sin embargo este ambiente de declive aún no tenía tanta lógica porque los habitantes seguían habitando aquí. Creo sin embargo que esto afectó sicológicamente. Hoy, hablando de lo mío, de lo que conozco, se estabilizó la cosa pero seguimos funcionando al ralentí no al cien por cien como en esos años, del 77 al 95. Eso queda para el recuerdo.

Es cierto que hay gente admirable que viene de fuera y que apuesta por implantar o desarrollar sus proyectos aquí en el valle: casa rural el Sumiciu en San Andrés, el ecohuerto, el albergue de Urbiés… Admiro a esa gente, aunque al mismo tiempo me sorprende porque la situación no es boyante. Quizás eso es lo que puede dar cierto dinamismo al valle, no lo sé. ¿La apuesta rural? Quizás. Creo que sigue siendo difícil y que, en parte, esto del turismo rural parece haber palidecido un poco. Por lo demás para los negocios hay que tener en cuenta que la gente mayor sale ya poco a los bares y que los jóvenes buscan lógicamente otros derroteros. Ya incluso ni se conforman con Mieres y buscan para sus salidas, facilitadas por la red de carreteras y los coches, otros destinos, Oviedo, Avilés, Gijón, cuando no León, etc.

Miguel preparando café.jpg¿Qué alternativa para el valle? No sé… que cada uno llegue a final de su ciclo. Todo está saturado, incluso en Gijón , en Avilés …máxime aquí. No soy pesimista, siempre luché por avanzar en la vida pero, desde mi punto de observación, no veo perspectivas. Siempre hay que luchar evidentemente, pero habrá que luchar por algo concreto y yo no lo veo. Quedar dormidos en los laureles tampoco es la solución. Aunque algunos digan que esto es un paraíso para los prejubilados , todo tiene sus días contados. Esa realidad se aleja a medida que la gente envejece. Doy unos quince años para que se viva esa última etapa de la paz de la prejubilación, por mera edad claro. Quince años no es nada.

Altos y bajos en nuestra representación


Entre los eventos memorables del valle tenemos altos y bajos. Mejoras del Valle, fue un hito, y en un momento clave, momento de las grandes reivindicaciones, consiguió unos logros emblemáticos, la piscina, la reforma importante de la cuesta Aniana, etc…. Pero esos pioneros, que ponían manos a la obra, ya no están. El final de todo eso fue la politización de los propios miembros, la recuperación por parte de los políticos. No sé si eso era algo inevitable. Hace poco se reformó el comité pero el tiempo ya no es el mismo. Reconozco sin embargo que siempre tiene mérito el recoger el relevo con una nueva agrupación. Todo lo que sea intentar sacar el valle de la situación en la que está me parece bueno y digno de apoyar.

Las renombradas fiestas del Cristo quedaron obsoletas. Aquellas importantes fiestas, primero se apartaron del núcleoLetrero.jpg de San Francisco, del parque y están como arrinconadas en San José. Se podrían hacer en el polideportivo que no tiene prácticamente utilidad como polideportivo. ¡Cuatro días al año! El municipio no permite hacerlas en el parque cuando en todos los parques se hacen fiesta, en el San Francisco de Oviedo, en el Jovellanos de Mieres… Como si en Turón no fuese posible, como si hubiese una mano negra..

Turón estuvo presente en los ámbitos de decisión. Tuvimos hasta cinco representantes del pueblo en el Ayuntamiento de Mieres, de todos los partidos políticos, mayoritariamente del que gobernaba, casi siempre el PSOE desde la democracia. Pensábamos que esto ayudaría a sacar el pueblo adelante, a apostar por el pueblo, pues nada. Se movió poquísimo…ni con los representantes que hubo en el Parlamento del Principado. Poco o nada.
Navarro y asturiano
 

Corazón (com)partido

Iglesia de Garralda.jpg
El rincón de uno siempre cuenta mucho. De navarro me queda el corazón, aunque pasen los años. Los orígenes no los renegaré nunca por eso solemos pasar las vacaciones cerca de la otras montañas, las mi pueblo Garralda con unos ciento noventa habitantes. Aunque siempre fueron cortas por razones obvias…siempre en el pueblo y muy felices. Aunque a mí me pasa como a todos los emigrantes, en Navarra soy el asturiano y aquí el navarro. Llevo aquí 35 años y todavía no hablo bable, ni tengo el deje de aquí pero he perdido el acento navarro. No me afecta demasiado, somos de acá y de allá. Llevo las dos cosas muy dentro por razones diferentes evidentemente. Soy el resultado de mi nacimiento y de mis circunstancias. En realidad siempre entre montañas. Soy de pueblo y me encantan los pueblos. Estuve dos años en Barcelona y nunca me integré. En Basilea sí, pero era como Oviedo … en Oviedo sí podría vivir, quizás también por la proximidad de Turón.

Turón es una parte muy importante de mi vida, el lugar de todas las vivencias familiares hoy para el que no lo conozca es un pueblo dormitorio. Nunca hubiera imaginado que terminaría así. No quiero imaginarme que no tenga salida.


Entrevista realizada por Jorge Varela para www.elvalledeturon.net

Turón, diciembre de 2012