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Nuria Varela: Turón es mi casa, el lugar que comparto vaya donde vaya.

A la hora de definir una personalidad como la de Nuria Varela habría que tener en cuenta todas sus facetas de mujer comprometida… escritora, reportera, feminista, política… Demasiadas quizás, con las que corremos el riesgo de olvidar lo esencial. Es Nuria, al fin y al cabo, una turonesa (1967) sin fronteras, con unos valores universales entre los que sobresalen su lucha permanente contra la injusticia y en pro de la igualdad. Unos valores que certifican su humanismo y que dice haber aprendido, sin darse cuenta, de sus padres. Esa preocupación por la justicia y la igualdad nace y crece junto a su pasión por una profesión, el periodismo, que la ha llevado a los sitios “ donde estaban ocurriendo las cosas en el momento en que ocurrían”. A pesar de odiar la violencia quiso viajar hasta el corazón de muchos conflictos, Afganistán, Chiapas, El Salvador, Nicaragua, Chechenia, Bosnia… , porque esa actuación representa para ella el periodismo más puro que le permitió profundizar en cuestiones fundamentales. Las guerras, dice, sacan “lo mejor y lo peor de cada uno y permiten ver la capacidad de supervivencia del ser humano”. Metida de lleno en todos sus compromisos sociales Nuria Varela saborea el presente como un gran regalo, un presente en el que cuentan de manera relevante y esencial su familia que siempre le ha querido y apoyado, la gente con la que se ha cruzado y un pueblo, Turón, en el que encuentra la tranquilidad rodeada de sus amigos

¿Cuándo empezó esa preocupación por la igualdad y la justicia?


No tengo ni idea. Creo que son valores que aprendí en casa sin darme cuenta, que me transmitieron mis padres desde que nací.

¿Por qué es la mujer el objetivo de tanta violencia, con guerra o sin ella?


PRESENTACI+ôN feminismo para principiantes ATENEO TURON 2005.JPGPorque vivimos en sociedades patriarcales construidas sobre el control a las mujeres. Las mujeres siempre han sido valiosas, siempre han aportado el mayor capital: los hijos y las hijas y, además, siempre han trabajado. Para apropiarse de ese bien, la descendencia, la familia, y de ese trabajo era necesario emplear la violencia. De ninguna otra manera se hubiese conseguido la sumisión histórica de las mujeres. Ahora ocurre lo mismo. Según en qué parte del mundo miremos, la violencia se ejerce con mayor o menor intensidad pero la tentación de control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres permanece.

Reinas o víctimas, situaciones extremas ¿no?


No, ni mucho menos. Desde luego, ni somos todas iguales, ni tenemos las mismas experiencias vitales. Somos 3.000 millones de mujeres en el mundo, por lo tanto, esa reducción que se hace de “la mujer” no es más que una construcción cultural, un deseo de moldearnos, de que todas seamos iguales y, por tanto, todas sustituibles. 

El “feminismo para principiantes”, sí, ¿pero para todos y en cada instante?


Si te refieres al libro, sí, claro. Si te refieres al feminismo, también.
El feminismo es una manera de estar en la vida. Es una teoría política y un movimiento social. Es una ética. Y todo eso se resumen, así, muy rápido, en la idea de construir un mundo mejor en el que cada persona sea lo que quiere ser y viva como quiere vivir en función de sus posibilidades, de sus sueños, de sus capacidades… No en función del sexo con el que haya nacido.

Imagen1.jpgEl periodismo como compromiso ¿es siempre tan arriesgado?


El periodismo, a mi juicio, siempre es compromiso y siempre es arriesgado. Se trata de contar lo que ocurre con honestidad, por lo tanto, se trata de acercarte a la verdad todo lo que puedas y eso, sin duda supone riesgos. De todas formas, ya sabemos el dicho de que no vemos el mundo como es sino como somos… así que “la verdad” solo es un deseo.

En tus misiones, ¿pasaste alguna vez de ser testigo a ser actor, a reivindicar, a querer ” hacer”?


Siempre he pensado que como periodista “haces”. Es cierto que en ocasiones sientes mucha impotencia. Por ejemplo, en la guerra de Irak, en 2003, ese sentimiento de impotencia ante la violencia, ante un conflicto que por más que lo denunció la prensa internacional destruyó la población de un país, creo que nos dejó cicatrices que en muchos casos aún no se han cerrado. Aún así, la historia nos ha dado la razón y ahora podemos decir que lo advertimos. Creo que en eso consiste la tarea del periodista y que hay que saber en cada momento en qué lugar estás. De hecho, de las experiencias más agradables para una reportera es cuando la gente de un lugar te agradece la presencia, te dicen “gracias por venir, cuéntenle al mundo lo que está ocurriendo aquí y que el mundo reaccione”.

De las cosas más bonitas que me ocurrieron en este sentido fue una experiencia en Bagdad, en mi primer viaje, antes de la guerra, cuando sabíamos que la invasión norteamericana iba a ser inminente pero nadie sabía cuándo. Llegué con un grupo de gente, solo teníamos una hora libre y salimos corriendo a buscar un taxi que nos diera una vuelta por la ciudad, solo por el placer de verla, de echarle un vistazo… como si no tuviéramos días por delante… El taxista, Hamit, nos llevó, nos enseñó todo lo que le parecía interesante y cuando llegamos al hotel no nos quiso cobrar de ninguna manera. Estábamos en vísperas de una guerra, el dinero en un conflicto armado te puede salvar la vida, te permite comprar la comida que escasea, la gasolina que desaparece del mercado… Hamit lo sabía pero daba igual. Dijo que se sentía muy agradecido porque un grupo de personas de otro lugar bien lejano estuviese interesado por su país, por su gente y quería agradecerlo.

mierenses07- 012.JPGDespués de vivir en directo tantos conflictos, ¿se endurece uno? ¿asoma la resignación? ¿ se trastocan los esquemas sobre la naturaleza misma del ser humano? ¿se pierde ilusión, optimismo?


Las guerras no te endurecen, todo lo contrario. Yo he visto cómo en Bagdad curtidos periodistas que habían cubierto la mayor parte de los conflictos de los últimos años abandonaban. Uno de ellos, un reconocido fotógrafo inglés, ante nuestra sorpresa, pues no era nada fácil llegar hasta allí, nos anunciaba que se iba con una frase rotunda: “No soporto ver morir a un niño más”.

Creo que las guerras te hacen valorar más la vida, el hecho de estar viva en general y tu propia vida, alejada de esos escenarios en particular. Cuando regresas a casa, te das cuenta de que las cosas más elementales no están a disposición de todo el mundo, todo lo contrario. El respeto, la tranquilidad de pasear por la calle, salir a cenar y disfrutar de una sobremesa con tus amigos…

Tu vida al servicio…¿de qué?


Al servicio de nada. No concibo la vida como una misión. El pasado es historia, el presente un regalo y el futuro quizá ni siquiera sea, por lo tanto, intento vivir el presente disfrutándolo y siendo honesta conmigo misma.

¿Qué palabras quitarías del diccionario y de la historia de la Humanidad?


Odio, misoginia, envidia, violencia, desprecio, privilegios, abusos, explotación…

La Nuria Varela de hoy es el resultado de…


Una familia que siempre me ha querido y apoyado, un lugar en el que nací y aprendí a mirar el mundo, una red afectiva que me permite ser quien soy, que me cura las heridas del dolor y con la que comparto las alegrías de la vida y el aprendizaje de tanta gente con la que me he cruzado y de la que he ido aprendiendo lo que sé.
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¿Qué queda del pueblo, cuando se ha pateado tanto mundo y en condiciones y situaciones límite?


Del pueblo queda lo importante, la sensación de llegar a casa, la tranquilidad de sentirte entre amigos, el descanso de no tener que esforzarte para que te entiendan, la alegría del recuerdo, de poder reírnos de lo que fuimos y lo que somos. Para mí, Turón es mi casa, el lugar de donde soy, el lugar al que siempre regreso y el lugar que comparto vaya donde vaya.

El ancho mundo sin soluciones… ¿y Turón?


Turón tiene que encontrar su propio camino. Nos ha dado muchas alegrías y muchos disgustos. Hemos vivido momentos de gran desarrollo económico, social y cultural y profundas crisis. Creo que aún no hemos reaccionado tras el cierre de los pozos y ya es el momento de incorporarse al siglo XXI con la historia que tenemos, la experiencia de tanto trabajo que ha visto este valle y la ilusión de que podemos volver a crear riqueza y bienestar. Hemos pasado de ser un pueblo de acogida a ser un pueblo de emigrantes. Tenemos que reconstruir lo que se nos quedó por el camino pensando en que nunca más nadie se tenga que ir de aquí para buscar su futuro.


Entrevista realizada por Jorge Varela para elvalledeturon.net, mayo 2011