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Trabajar desde el optimismo

De entrada Arsenio Suárez me recordó que yo también había conocido a los Hnos  Francisco, José y  Gregorio y que yo era aquel que ellos llamaban el Varelina de Enverniego, siempre en primera fila. Lo dijo con mucho afecto y algo de nostalgia. Lo cierto es que hablar con Arsenio es como entrar en un libro  repleto de esos detalles que agitan tu propia memoria. Un momento privilegiado por el que le estoy muy agradecido. Es un libro escrito con la pluma del compromiso y la tinta del amor hacia su pueblo.
 
No es un hombre de estudios, algo que abandonó con catorce años para dedicarse a su verdadera pasión: la mecánica automovilística.  Es la historia de un hombre que se convirtió en joven empresario, un icono de los motores en nuestro valle: GARAJE ARSENIO. Este “self made man”, un hombre hecho a sí mismo, ha logrado acuñar su propia vida, familiar, profesional y socio-política   a base de mucha dedicación y de compromiso inquebrantable con su Turón. Algo que, reconoce, no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional, y alguna que otra llamada al orden, de su esposa Belén.
 
Lo suyo lo tiene claro. Nacido, crecido, trabajado e invertido en su pueblo de toda la vida, no puede imaginar otra manera de actuar, ni otro lugar para vivir. Con andanzas familiares que dan ritmo a sus idas y vueltas entre La Felguera y Lago, hoy disfruta también de largas escapadas activas por Fuexo para cuidar del legado de su suegro. Esos paseos son los que le siguen convenciendo y maravillando de la belleza de un paisaje que califica apasionadamente de museo natural.
 
El doble hilo conductor de su vida profesional han sido los veintiún años pasados en Hunosa y los incalculables días de dedicación vocacional a un taller por el que han pasado la mayoría de los conductores turoneses,  entablando además amistades duraderas. Pero, conocedor, desde siempre, de la problemática y de las muchas necesidades del valle, Arsenio nunca eludió la llamada de unos amigos, de un colectivo e incluso de la política para dar la cara por su pueblo, junto con otros,  y no siempre desde la más cómoda de las responsabilidades.
 
Echa la vista atrás convencido de haber hecho lo máximo, dentro de sus capacidades, para que el pueblo además del reconocimiento tenga los servicios que necesita. Defiende el valle como lugar turístico y apela al relevo generacional y a más compromiso por parte de todos para dinamizar la imagen de Turón, romper con el pesimismo y crear un valor añadido que abra algo de futuro a Turón.

 

Los gorriones borrachosPuente y gorriones.jpg


Nosotros vivíamos en la Felguera, al otro lado del puente, enfrente del Bar Torres y lindando con el hospitalillo. De esa época de mi niñez y de la proximidad del hospitalillo guardo anécdotas o recuerdos trágicos, macabros pero también divertidos. Lo trágico siempre ocurría cuando menos lo pensábamos. Despertaba mi madre a las dos o tres de la mañana porque había que preparar tila para la familia del herido que acababan de traer. Había desgarros y muchas penas. Son cosas que siempre quedan grabadas en la mente de un niño. Pero también hacíamos cosas divertidas. Como en el hospitalillo había un montón de internos y que tenía unos cuantos enfermeros y practicantes, entre ellos Remigio, más tarde masajista del Turón, éstos solían ir a comer al Bar Torres. Los encargados de suministrar parte de la comida éramos unos pocos críos. La caza de los gorriones para acompañar el arroz era nuestra misión. El método era un tanto peculiar: pan mojado con alcohol que los pájaros tragaban ávidamente. Comían tanto que al estar tan fartucos no volaba ninguno porque estaban… “borrachos”.

Un tsunami en La Felguera


El río también era uno de nuestros lugares predilectos de juego. Era nuestro mundo. Un día estuvimos a punto de pagar cara esa afición por el agua. Eran los años sesenta o sesenta y uno, el año de la “riaona”. Estábamos jugando en el río cuando llegó la furgoneta de Manolín el panaderu, de San Andrés, se paró frente al Bar Parador y nos echaron del río riñéndonos porque había peligro de riada. Al poco rato llego una masa de agua enorme. La tormenta había echado una cantidad de agua que se había acumulado, por un trabe en lo alto de la Güeria. Al ceder este embalse provisional bajó todo aquello y lo que a su paso añadían los demás arroyos. Para nosotros era como un verdadero tsunami.

No puedo hablar del río sin recordar la piscina artesanal de aquellos tiempos…El Trabancu. Aquel pedazo de río detrás de las casas, antes de llegar al Puente Villandio, por encima de Podrizos: Era el lugar donde aprendíamos a flotar. Yo subía con la bicicleta de mi padre, la que utilizaba para ir a trabajar a la Güeria. Después de haber disfrutado de aquellos memorables chapuzones, yo bajaba en bicicleta con el bañador mojado puesto en la cabeza. Era mi manera de presumir de haber ido a bañarme a la “piscina de los guajes del valle”. Aunque yo nunca lo hice, también hubo algunos temerarios que se tiraban al negrísimo pozu la Lloca, al lado del molino de Agustín en la Rebaldana. Además de la mala calidad del agua también era peligroso. Son cosas que importaban poco a los niños, sobre todo en nuestro valle minero.

Mis primeras aventuras mecánicas.jpgDecidiendo en la pradera


Aunque tengo buenos recuerdos de mi paso por La Salle, de los Hnos Francisco, José, Gregorio me acuerdo perfectamente del día en que decidí que lo mío no era la escuela. Era primeros de septiembre, estábamos Marín, que fue directivo del CD Turón, y yo en los praos por encima del cementerio contemplando, con una vista inmejorable, el colegio de los frailes. De repente, a pesar de que había sido muy bien tratado, y sin poderlo explicar, me entró un “no sé qué” y dije “allí ya no vuelvo”. Así fue como tomé la decisión de no continuar en el colegio y abandonar los estudios a los trece o catorce años, en segundo de bachiller. Hoy cuando veo esos praos me acuerdo de esa decisión que de alguna manera orientó el resto de mi vida profesional.

Cuando se lo dije a mi madre, fui a trabajar al garaje de Lacrio el suegro de Daniel el sastre, al lado del Bar Parador. Era un garaje de motos y bicicletas del que volvía con los pantalones manchados de grasa para que se viera que había trabajado. Aquello me gustaba de verdad y allí estuve hasta los 15 años. Una de mis ocupaciones por la mañana era ir a encender la calefacción de Don Paco el médico del que también lavaba, con mucho esmero, el coche. Un día me preguntó qué quería hacer en la vida y le dije que quería entrar en un garaje de coches. Dicho y hecho. Él fue el que me hizo entrar en el conocido garaje Diaz que era el concesionario de Seat en Mieres. Era el año 1965 y yo con 15 añinos empezaba mi andadura por el mundo de la mecánica que iba a ser mi mundo.

Empieza lo mío


A los 18 para los 19 ya dejé el garaje Diaz, lo sabía todo sobre el 600, 850 y 1500. Era fácil aprender el oficio porque en aquella época no había tantos modelos. Sabía de memoria la mecánica de los coches, dónde iba cualquier pieza, etc… La verdad es que también empecé a “chollear”, como decíamos, después de salir del trabajo y en el garaje me llamaron la atención. Tenía que dedicarme exclusivamente al garaje sin hacer esos extras después del trabajo. Así pues dejé los Diaz con apenas diecinueve años y me establecí al lado del Bar Torres. Era un rinconín en el que me entraban dos coches, pero con la satisfacción de que era algo mío. Empecé a crecer y en un año o dos ya tenía a dos trabajando para mí. Eran los buenos tiempos del boomHunosa y formación.jpg del automóvil. Pero llegaba el servicio militar y eso te partía cualquier proyecto. Alguien me aconsejó entrar en Hunosa para beneficiarme del estatuto de minero y librar de la mili. No fue cosa difícil entrar a trabajar en la mina y además como mecánico. Entré en Urbiés donde mi padre ejercía de vigilante de los… mecánicos. No fue lo mejor que me pasó porque, aunque éramos cuatro o cinco mecánicos, la riña por las cosas mal hechas siempre me caía a mí. Era algo que me parecía absurdo y que tardé en comprender.

Estuve hasta 1974 cuando recibí la cartilla militar. Pensé en salir de Hunosa para dedicarme de lleno a lo mío pero tuve mucha suerte porque en aquel momento necesitaban monitores para la escuela profesional y allí fue donde me mandó el ingeniero. Con el dinero que me ofrecían y el trabajo interesante que tenía ya nunca dejé Hunosa. A los veinticinco años era técnico principal, asimilado a vigilante, y allí estuve hasta el 91-92 cuando entré en la candidatura al Ayuntamiento de Mieres.

Vida bastante llena: formación profesional por la mañana y el garaje por las tardes. Junto con mi mujer Belén que siempre llevó la administración, llegamos a tener cinco empleados fijos entre mecánicos, chapista y pintor. Esa aventura siguió y continúa hoy con mi hijo aunque con el cierre de la minería bajamos un 70 o 80 %. En Lago teníamos setenta a ochenta clientes fijos con dos obreros exclusivamente dedicados a los coches que nos dejaban por el día con doble llave, en Santa Bárbara o en San José, atendiendo las urgencias, los embragues, etc. que había que arreglar por la noche para que el coche estuviese listo para otro día.


La saga de los guardeses


Nosotros estamos en Lago desde julio de 1972 cuando nos casamos, mi mujer con diecinueve y yo con veintidós, y allí seguimos. Encima del taller está nuestra vivienda y en el segundo piso nuestro hijo, que lleva ahora el taller que trasladamos a Cabojal, con su mujer y nuestro “nietín” de un año. Ahora en Lago solo tenemos cochera. Tenemos una hija, la mayor, viviendo en Gijón, otra en La Felguera debajo de casa de su abuela, mi madre, y una nieta de diecinueve años.

Hospitalillo y casa familiar.jpgMis padres son de Turón. Manuel, mi padre, que falleció en el 2012, es de la Felguera de los curinos, de los guardeses. Mi bisabuela era la dueña de la finca donde está el hospital y de les güertes de la izquierda que todavía son nuestras. Al tener que pasar la vía por en medio, se les concedió el puesto de guardeses del cruce. De ahí que mi bisabuela lo fuese, así como una hermana de mi abuela. Mi bisabuelo venía de La Ceposa y su mujer de Ablaneo, vendieron lo que tenían y compraron en La Felguera. En la casa familiar al lado del Bar Torres, lugar de mi primer taller, todavía vive mi madre Carmen de 86 años. Ella era de Cabojal, de Pumarín de toda la vida, nieta Concia la carnicera y sobrina de Rodrigo el pescaderu…Una saga turonesa.

Así fue como yo nací y viví en La Felguera hasta los veintidós años. Lago, donde mi suegro Pepe el electrecista tenía un almacén de vinos y un bar que más tarde llevaría Pepe el cubano, fue mi destino de hombre casado. Ahora soy más de Lago que de La Felguera aunque solo nos separen cuatrocientos metros. Por eso conozco a parte de tu familia, tus tíos Milde y Antonio, tu primo Tonín Robles que fue director de un colegio en Moreda, tu tío Agustín el Cuadreru y Sabaris su yerno que estuvo trabajando en Santa Bárbara. Entre mis clientes fieles, que también fue un buen amigo, estaba Jesús, Chuso, que siempre me hablaba de tu padre como de un verdadero hermano. A Chuso lo conocí por el tema del coche y pasaba horas conmigo el taller en Lago. Me compró un 127 y más tarde un VW al que le tuve que adaptar, cosa no muy fácil, el embrague por los problemas que tenía con la pierna después del accidente. Siempre me quiso comprar a mí y trabajar conmigo. Murió muy joven. Clamaba por Varela.

Cuando empecé a trabajar en Hunosa en1970 fui para Mina Urbiés de mecánico, Chuso estaba allí “tomando humos”, controlando el nivel de gas toxico. Ahí fue donde empezamos a pasar muchas horas juntos. En Hunosa me daban facilidades para entrar a las seis de la mañana y a mí me interesaba madrugar mucho para poder dedicarme luego al trabajo en taller. Como Chuso terminaba pronto y que en la Güeria no había medios de locomoción, nos esperábamos y bajábamos juntos.

Despertando con los pájaros


Los pueblos en términos generales están bastante guapos, lo malo es que estén vacíos. Algunos tienen un poco más deDe Lago a Cabojal.jpg movimiento durante los fines de semana pero no representa nada para el valle. Llegan con el maletero lleno y hartos del trajín semanal disfrutan de la tranquilidad del paraje y no salen de allí. Ese valor añadido, tan importante para el valle, no existe. Pero bueno, por lo menos rehabilitan casas y no las dejan al abandono o caer. Comprendo que la gente de Gijón, por ejemplo, venga a desconectar. Yo mismo vendí una casa en la parte de abajo de Fuexo a unos gijoneses que vienen una o dos veces al mes. Se meten en casa, pasean, disfrutan del entorno y se relajan. “¡Qué mejor que despertarse con los pajarinos!”, me dicen muchas veces. Y no les digas que hay un bar en La Cabana que para bares ya tienen bastante en Gijón.

Otro de los turoneses, famoso en su época, Pepín Suqueira , que tiene casa en Fuexo también vive en Gijón y viene de vez en cuando por el pueblo. Los pueblos cuando estaban llenos eran mundos aparte. En Fuexo, donde tengo algún bien por la parte de mi mujer y adonde subo a menudo, había varias zonas, no me atrevo a decir barrios, que en realidad eran tres o cuatro casas, a veces menos…Fuexo de Arriba, Fuexo de Abajo, la Reguera Fuexo…incluso lo que yo tengo allí, de mi suegro, le llaman el Cestu y a otras casa el Bruscu. Y no hablemos de Cotarente, con una casa, Fresneo, con tres o cuatro, etc.

Pueblos incomunicados


Hoy como se sube a cualquier rincón del valle en coche, los mayores, olvidamos lo duro que era vivir en algunos pueblos. Además de los caminos estrechos y muchas veces malos, las nevadas terminaban aislando a la gente durante semanas. Daniel el Sastre, criado en esa zona, me contó historias sobre Cotarente y Fresneo y unas casas en la ladera, debajo de las campiñas, entre Ablaneo y Tablao. Durante esas nevadas que lo paralizaban todo, la gente de abajo llamaba a grito pelado a los de Cotarente o Fresneo para saber si estaban bien y si tenían qué comer. Llamaban todos los días porque la gente de arriba a veces tardaba quince o veinte días en poder bajar. Ahora cuando no sube un día el autobús a Carcarosa ya hablan de que la zona está incomunicada. ¿Y antes sin carretera?… Incomunicados a menudo. La carretera a Carcarosa, una de las primeras a los pueblos sino la primera, fue un adelanto sin ninguna duda y una necesidad pero al mismo tiempo alejó al pueblo del resto de Turón. Pudiendo ir a Mieres ya no había necesidad de pasar por el valle. Las cosas no siempre dan todos los resultados que se espera. Puede que simbólicamente haya significado un poco el principio del declive de Turón, no la causa claro está. La carretera era necesaria pero no por Mieres… porque la desagregación empieza cuando ya encuentras tus recursos y cubres tus necesidades en otro lugar, seguramente más cómodo y en este caso fuera del valle.

Trabajando por el pueblo


Echando una mano al CD Turón.jpgEn los pueblos suelen comprometerse o dar la cara siempre los mismos aunque los demás te arropen o te apoyen en tu labor. A estas alturas, como quizás en tiempos mejores, siempre son cuatro los que tienen que cargar con ciertas responsabilidades. Reconozco que a veces la gente no se implica porque la acción, además de la satisfacción de las cosas bien hechas, trae bastantes sinsabores y no siempre te haces amigos. Yo me centraba en mi trabajo y en el taller que era mucho y casi no bajaba a la Veguina, salvo para cortar el pelo, excepto los domingos. Como miembro de la asociación San Bernardo, un día me invitaron unos amigos a que bajara a una asamblea porque había dimitido Marcelino Ortega. Bajé, salió elegida una gestora y yo de presidente…de 1983 al 87. Nos mudamos al local de Vistalegre hacia 1985, subimos el número de socios, me gustó la labor que hicimos pero salí cansado, un poco quemado como se suele decir. No quería meterme en nada más. Esto era en marzo. Pero meses más tarde y faltando una semana para el Cristo no había nada organizado. Me vinieron a buscar y junto con otros cuatro o cinco amigos organizamos los festejos a falta de cinco días. Fueron verdaderos quebraderos de cabeza pero salió bastante bien. Nueva reflexión del grupo de amigos y refundación de SOTUFE, al año siguiente yo era el presidente. Por eso figuro como número uno de la asociación, aunque históricamente no lo sea, pero es que no había ni libros, nada de nada...problemas por todos los lados.

Me atrapó la política


En 1991 había elecciones y como yo era militante del PSOE desde el 82 o 83, me vinieron a buscar para figurar en las listas. Me lo pensé bastante, porque esto era algo con muchísima más implicación y me costó dar el paso. Después de tomar la decisión les dije que tenía un negocio en Turón y que si daba el paso era para salir elegido, sea cual fuera el puesto pero si lo hacía era para implicarme. El candidato era Gustavo Losa Martinez que estuvo cuatro años, Pandiellu, con el que había tenido alguna discusión por el parque de Turón o por las fiestas, de número 2 y yo en el 6 o el 7. Pasadas las votaciones y elegido concejal, la primera propuesta de Pandiellu fue que yo tenía que ser alcalde de Turón, así evitaba los problemas que yo le había planteado. En el ayuntamiento llevé la comisión de industria. Fue algo difícil porque de aquella no teníamos terrenos industriales y yaCon Misael.jpg empezaban a hacer los recortes en minería. Surgieron problemas en Hunosa y en formación profesional donde trabajaba y no podía dedicar más que las tardes a mi responsabilidad de concejal. Mi situación era delicada y frustrante, no podía dedicar todo el tiempo que requería mi responsabilidad. El alcalde se lo pensó y me liberaron, apartándome de HUNOSA con dedicación plena a mi labor de concejal en el 92. Llevé entonces la concejalía de personal con 500 trabajadores. A pesar de ser una tarea impresionante se llevaba bien trabajando de nueve a tres por la mañana y algunos días por la tarde.

Repetí elecciones con Misael Fernández Porrón como cabeza de lista aunque la tentación era apartarme por el cansancio de los cuatro años. En la política sobran problemas y algunas veces enemigos. Con la fusión del CDS con el PSOE, se incluyó a Luis María García en el número tres, entre Javier Diaz Puerta y yo. No me importaba el número. En mi segunda legislatura, llevé cultura. El horario era acaparador. Trabajabas duro por las mañanas, bastantes tardes y muchos fines de semana para asistir a los actos programados por el ayuntamiento y algunos más. Al finalizar la legislatura y resistiendo a las presiones no quise seguir. Tengo la conciencia tranquila de haber hecho lo que pude, lo máximo que pude, en esta labor durante ocho años. No tuve fondos mineros para llevar acabo mi labor pero hicimos con el equipo una gran labor. Abandonado el consistorio y por insistente petición Misael Porrón y más tarde de Luis María García seguí ligado a todos ellos con el consorcio de la Feria que me había tocado organizar en la época de Gustavo Losa.

Siguiendo el compromiso


Cuando dejé el ayuntamiento, yo fui de los que empujó mucho a Marcelino Escudero para que se presentara. Como él llevaba la asociación San Bernardo me hice cargo de ella y allí estuve hasta 2004. Lo de Mejoras del Valle llegó más tarde. Los comentarios de mi mujer que también se mueve mucho y los amigos de siempre, Celestino del Coro Minero, etc… llamaron mi atención sobre la despreocupación que había. Cogimos Mejoras estos cuatro años para devolverle su protagonismo social a favor del valle. Hemos vuelto a trabajar y sacar cosas adelante, creo que con una muy buena gestión. De 130/140 socios hemos llegado a más Mi segunda legislatura.jpgde quinientos, pasamos de no tener dinero a devolver la deuda que tenía mejoras con el Coro, conseguimos tener 30.000 euros para empezar la temporada y pudimos invertir alrededor de 80.000 en estos últimos cuatro años en la piscina. Y sobre todo, lo que es más importante, pudimos coordinar y encabezar las asociaciones del valle para que nuestras reivindicaciones y proyectos tengan peso. Para renovar, tener gente joven y asegurar la continuidad abrimos un periodo electoral. Como no se presentó nadie y para no dejar tirada esa labor de cuatro años reforzamos el núcleo actual con cinco o seis personas nuevas, “guajes de 40 años” para asegurar un cierto relevo. Y así otros cuatro años a favor del pueblo.

El desafío de la unidad


El primer desafío es que el valle no baje más de lo que está bajando que ya es mucho y ser el portavoz que una a las asociaciones de vecinos. Esto último no es asunto fácil porque se mezclan intereses particulares, la política. Yo dejé claro ante las asociaciones que no estaba en Mejoras por política porque esa etapa personal ya estaba cerrada. Además soy conocedor de que la unidad se rompe cuando irrumpen los intereses políticos. Es un poco lo que pasa ahora con el tema del economato, tiranteces sindicales, etc… Hay que apartarse de eso, concentrarse en Hunosa, en el Super y olvidarse de lo demás.

Pero esa coordinación de las asociaciones la estamos consiguiendo, no al cien por cien, pero en un porcentaje importante. Ahora ya cualquier asociación que tiene un problema contacta con nosotros para que nosotros convoquemos. No olvidamos que nosotros existimos para arropar, apoyar, en definitiva aunar esfuerzos. En el caso del Economato, por ejemplo, todos detrás pero la Asociación Amas de Casa es la más indicada como portavoz.

A base de golpes y de presión se nos escucha. Siento sin embargo que la Administración local se refugie tan a menudo tras la excusa de la mala situación que atraviesa el país. No se puede estar siempre dando excusas económicas porque nuestras propuestas no tienen nada de exageradas. Hace tres años en una reunión con los partidos, antes de las elecciones, dejamos claro que no queríamos bajar más. Pedimos que se mantuviesen en condiciones esas zonas verdes, desde la Cuadriella hasta la zona alta del valle, que se tirasen las casas viejas que además de ser un peligro real no contribuyen a dar una buena imagen de Turón, y algunas cosas más, casi exclusivamente temas de limpieza. Todo sigue igual: caballos pastando por la senda verde, casas descalabradas con la excusa que no se da con los dueños, con la nave de Lago tuvo que haber un problema grave para queLago Casas de Ladreda y Taller.jpg al final no hubiera más remedio que derribarla, etc… Cuando veo las casas abandonadas de la Veguina (Benavides, Parana…), las de Ladreda en Lago… tengo la sensación de una apatía que nos ignora. Que HUNOSA que tiene el 90 % de sus casas de Turón en ruinas o cayendo, las tire, las limpie o las venda a esa gente que quiere hacer algo con ellas. Que se preocupe la administración de hacer otro tanto con las de Ladreda. A nivel interno, en el partido, tuve grandes y gordas discusiones. En una ellas conseguí que se destinara un millón de euros para derribar edificios en ruinas, con tan mala suerte que llegó el recorte del gobierno Central, en la actual legislatura, y se fue al traste.

Cuando vino el cierre de la minería creí que habíamos tocado fondo pero seguimos sufriendo. Pero si perdemos esa lucha, apaga y vámonos. Por eso estoy convencido de que nuestro papel es no callar con nuestras justas exigencias. Puede que moleste pero eso no socavará nuestro compromiso. Si es necesario haremos concentraciones.

Crear optimismo


En este valle no valieron los fondos mineros, porque la “gestión” no fue muy buena: San José adecentado pero sin proyecto y en Santa Bárbara desapareciendo material… En su día se justificaron 5.000 millones con la obra del colector. Pero es que ese era un derecho social independientemente de esos fondos, como en cualquier lugar de España que sin haber tenido fondos mineros tienen lo que la propia higiene urbanística requiere. Teníamos que haber destinado ese dinero a proyectos duraderos. Hubo un resquicio de esperanza con el anuncio del polígono de nuevas tecnologías de Figaredo, pero no se hizo. Se llevó a cabo algo y mal en La Cuadriella y los fondos que se llevó Mieres, el Campus por ejemplo, ni salpicaron a Turón… No se nos hizo “casi” nada.

No sé si hay resignación pero echo en falta el turonismo. Sé que la composición socio-demográfica no es la misma, que muchos cogen el autobús, o el coche, a las ocho de la mañana y que vuelven a las ocho de la tarde sin “pisar” Turón, como los del fin de semana. Ni es totalmente evitable, ni criticable pero a la hora de defender nuestro lugar de vida, por el bienestar de todos, y Turón paraíso otoñal.jpgalgo de nuestro futuro por nuestros hijos pienso que hay que dar la cara y comprometerse más. Tenemos que crear optimismo con lo nuestro.

Me acuerdo que en las discusiones de los años 92-93, siendo yo concejal, cuando empezó el cierre de la minería y que teníamos la Plataforma para luchar, ya se oían algunas voces pesimistas. No podemos devaluar nosotros nuestro propio valle. No se puede tener esa actitud. Yo quiero a mi pueblo y seguiré dando la cara por él. Vivo en él y mis intereses personales, familiares y económicos están en Turón. El pesimismo es el primer enemigo de Turón.

Amigos turoneses


Hay que convencer a la gente para que venga a Turón, porque este valle es muy guapu, un pequeño paraíso. Quizás esté un poco más estropeado por la zona baja pero posee una vegetación extraordinaria. Los colores de las laderas del valle en otoño son inolvidables, hay cientos de rincones apacibles que son una maravilla y un paisaje impresionante y todo esto unido a un paisanaje singular, que acoge con facilidad y convierte en amigo a cualquier forastero con pocas palabras y en menos de diez minutos. Cuando se habla tanto de museos de todo tipo, me atrevo a decir que aquí tenemos un museo que empieza en Figaredo y termina en el alto de Urbíes. Debemos recuperarlo, cuidarlo y potenciarlo con gente que se atreva a crear valor añadido.


Entrevista realiza por Jorge Varela para www.elvalledeturon.net, Turón, abril 2014

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