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Una fuerza tranquila al servicio de los demás

Una fuerza tranquila al servicio de los demás

Si la vida fueran números fríos, los de Julio Cora serían dramáticamente significativos de la dureza de su recorrido. Nace el 10 de mayo del 22 y con 11 años y seis hermanos se queda sin madre. Siete años más tarde, el 3 de abril de 1940, un accidente minero trunca la vida del padre. Así empieza la vida adulta de Julio Cora Gutiérrez, minero hijo de minero y testigo veterano de la historia de su pueblo Repedroso. Pero Julio, con sus noventa años, hombre cauto a la hora de hablar, ha sublimado su vida, recorriéndola a su ritmo de hombre bueno, como una fuerza tranquila al servicio de los demás. Con Nedina su esposa son la memoria viva, casi secular, de su pueblo. A medida que hablamos, su mirada serena y profunda se frunce y rebusca lentamente y selecciona con pudor unos recuerdos que terminan alumbrando nuestra conversación. No es un dialogo fluido, su memoria comunica perfectamente con sus silencios y sus palabras son suficientes e imponen respeto y admiración. Es un pudor que no contradice la nitidez de lo que comparte, se le notan los labios muy cerca del corazón. De Vivero a Turón, de sus bisabuelos gallegos a su nieta, Julio, evidencia su memoria de lugares y personas, familiares o gente cruzada durante una vida “normal y corriente”, como dice. Confiesa tener “fotos a mansalva” pero carecer de paciencia para ordenar ese pasado que su nieta quisera ver plasmado de manera más sistemática en unos álbumes que aún siguen sin estrenar. Son unas cajas repletas de varios cientos de fotos que contienen cada una toda una parcela importante de su propia historia porque como comenta “en aquellos tiempos las fotos eran caras y solamente se hacían en acontecimientos muy especiales”. No tiraron nada, aquí están los archivos de una historia familiar ramificada por Galicia, Argentina, Suiza, Francia… y como centro vital para él, Repedroso. A Nedina y a Julio se les nota felices, comparten recuerdos, coinciden en ellos, se completan. Son 174 años de recuerdos acumulados con los que son capaces de reescribir su propia historia con todo detalle. Julio y Nedina, Nedina y Julio, inseparables, faenando por la huerta entre kiwis, calabacines, cebollines, “arbejos” … y animales domésticos, o sentados en un banco al sol delante de su casa, verdadero promontorio contemplando el valle y el transcurrir de su vida. “Mientras haya salud, te espabilas, si te cansas vas más despacio, aunque estemos caducando, yo no me doy de baja”. Eso es optimismo.

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Un compromiso que abre puertas.

Un compromiso que abre puertas.

De entrada Alfredo Velasco González, Fredo para sus numerosos amigos y conocidos, se nos antoja un hombre normal y corriente. A medida que se nutre nuestro diálogo, sus palabras sencillas cuestionan nuestra propia vida y brotan con la fuerza de la convicción. Se confirma nuestra primera impresión: el premio Mierense del año 2011 es un hombre normal y corriente, eso que todos queremos ser, respetuoso, tolerante con los demás, y sobre todo solidario y comprometido. Es un hombre que desde su juventud ha dado sentido a su vida y así, huyendo de la cómoda pasividad ha ido caminando por la existencia haciendo algo muy sencillo: ayudar a los demás a recuperar el norte de sus propias vidas. Escuchando con pudor acomplejado, a este turonés, nacido en Espinos en 1959, nos vienen a la memoria unos versos machadianos de sobra conocidos que queremos parafrasear para ajustar al perfil de una persona que junto con su familia, Balbina su esposa y sus hijos Raúl y Berto, ha decidido ofrecer lo mejor que lleva dentro, sus valores humanistas : “Mi infancia son recuerdos de un barrio de Turón… mi juventud, muchos años en tierra solidaria… mi historia, muchos casos que recordar quiero … y amé cuanto ellos puedan tener de solidario … y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”. En esa línea del tiempo que lleva a Fredo desde Espinos hasta los talleres de Villabona, un largo recorrido en el que están sus años felices por la parte alta del valle, en un ambiente minero en el que “había más cercanía y por consiguiente más unión, más colaboración, en el que nos apoyábamos unos a otros”, un marco infantil solamente ensombrecido por el recuerdo ocasional de los accidentes del carbón y de aquel duelo que, a su paso, enmudecía caminos y vecindario y recluía a los más pequeños en sus casas. Una entrañable conversación, más que una entrevista, que relata de manera somera, los momentos de inflexión de todos sus compromisos. Fredo se ha reinventado, descubierto y encontrado en cada una de esas decisiones. Hoy después de oír rechinar en nuestra mente las puertas de Villabona, sentémonos un momento y meditemos unos instantes sobre nuestras vidas, lo hecho y lo por hacer, saludando con admiración las largas horas, no siempre fáciles, de dedicación y de entrega de un generoso altruista movido por su creencia…una persona buena.

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El pasado de Turón se merece un buen futuro.

El pasado de Turón se merece un buen futuro.

Con los recuerdos y las raíces ya bien plantados, Pepe Espiño evoca en esta segunda parte, esos densos años de vida dedicados, con pasión, a la enseñanza, “esa profesión que como algunas otras requieren un suplemento de humanidad”. Un humanismo activista que trasciende la conversación. Aborda con realismo la situación agitada del mundo de la docencia y el presente inseguro de nuestra juventud. Un realismo que no empaña una visión optimista inquebrantable porque a pesar de los grandes desafíos sigue creyendo en los jóvenes “cuyos ojos revelan un alma limpia y noble, cargada de valores”. Los retos son grandes y junto con el claustro del IES promueve proyectos y propicia un ambiente adecuado, para que los “hijos de mineros”, por los que dice haber apostado con acierto, aprovechen esta etapa de formación y encaren con éxito su propio futuro. En ese mes de julio de 1984 eligió un destino geográfico, Turón, pero también el destino de su propia vida. Y hoy se siente inmensamente agradecido. Este largo camino, fiel a un pueblo y a su gente, es un recorrido que volvería a emprender, porque aquí se ha sentido útil y ha podido contribuir a mejorar las cosas, poniendo al servicio de los más jóvenes y de sus familias todo lo que ha aprendido. Hoy, dice, “me siento y soy mucho mejor que cuando recalé en este Valle, vinculado ya a mi vida para siempre, desde hace casi tres décadas”. Una larga etapa en la que ha fraguado un mensaje convencido a todos nuestros jóvenes. Les anima a no perder nunca la ilusión, convencido que está de que podrán disfrutar de tiempos mejores, les invita a ser estudiosos y constantes, a huir de los mezquinos y de los iluminados, a practicar los valores de los abuelos y a centrar sus vidas en principios éticos. Este gran gallego-turonés, fiel al dicho, les empuja a “ensanchar su visión del mundo, aprendiendo de todo y de todos”. Una llamada vibrante a romper el inmovilismo y a desechar el miedo. Su varita mágica la utilizaría para cambiar actitudes y desarrollar militancia activa en un Turón en el que abundarían las ofertas de “nuevos ciclos de Formación Profesional, inéditos en el Principado, (…) para poder optar a nuevos empleos”. Liberaría instalaciones y terrenos ociosos de Hunosa, para emprendedores y PYMES y aprovecharía la arqueología industrial del Valle, para, una vez declarado y reconocido oficialmente como “Bien de Interés Cultural” crear un gran museo de la minería, único en España… Porque para Espiño, el pasado de Turón se merece un buen futuro

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Las dos pasiones de Pepe Espiño

Las dos pasiones de Pepe Espiño

Llegué a la oficina para hablar con el director de temas relacionados con la página y para agradecerle su apoyo, el del cuerpo docente y la participación de los propios alumnos al “Concurso David Varela de relatos familiares”, y allí, entre llamadas urgentes y numerosas solicitaciones propias de una jornada escolar laboriosa y normal, me encontré con un hombre feliz, implicado y comprometido, sensible y apasionado por su labor de 28 años acompañando este proyecto en el IES Valle de Turón. Pepe Espiño es afable en el trato, comedido y prudente más que tímido. Hay mucho de cierto en esa descripción de hizo alguien de él hace tiempo “más de confesionario que de púlpito”. Abrió su corazón, detuvo el tiempo y empezó a recorrer su vida disfrutando de esa rememoración. Así surgió esta conversación. Recuerda sus humildes orígenes agradeciendo a todos los que han intervenido en su formación, en la construcción de su personalidad. Casi todos tienen nombre: sus padres y de manera particular su padre primer artífice de una filosofía personal que sigue habitando nuestro gallego-turonés. “Una persona no es una cosa”, fue una de esas palabras fundamentales, que justifica y aclara el comportamiento de Espiño con su cuerpo profesoral, con sus alumnos, con todos lo que le rodean. La dignidad de todo ser humano es el hilo conductor de su relación con los demás. Pero en su memoria también hay cantos de agradecimiento para Doña Balbina y Don Benito los dedicados e inolvidables maestros que guiaron sus primeros pasos en la escuela rural, para Don Manuel que orientó definitivamente su trayectoria escolar hacia el Seminario Mayor de Lugo y para su gran amigo y colega Julio Concepción. Sus dos pasiones están claras y ellas son las dan equilibrio al hombre: su familia, Ana Belén Dana y Alexia , y la comunidad educativa del IES “Vale de Turón” a cuyo proyecto educativo lleva vinculado casi tres décadas, dos de ellas como director. Esta es la primera entrega de una larga conversación con este hombre afable, generoso pero justo, respetuoso del compromiso contraído y que mide sus palabras a la hora de comunicarse colectivamente con un pueblo con el que se siente y está completamente identificado. El estilo es el hombre y él...es así.

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Albergando proyectos en Urbiés

Albergando proyectos en Urbiés

Son las cinco de la tarde, desde Urbiés el sol arropa nuestra mirada hacia el valle frondoso y verde. En él está escrita una larga historia colectiva, con él queremos inventar nuestro futuro. Nuestra cita de hoy habla de proyectos y transmite dinamismo y entusiasmo a la causa turonesa. Allí, con sus paredes guardando silenciosos recuerdos de largas horas de clase y un amplio patio mudo de griterío y de juegos infantiles, el alargado edificio de la antigua escuela es hoy el corazón del proyecto esperanzador y necesario de dos jóvenes catalanes: Joan Utges Domínguez y Dani Levy de Dios A la espera de Dani, Joan saluda con cariño y palabras personalizadas cuantos vecinos pasan por delante del Albergue de Urbiés. Es un habitante más del pueblo, un joven de 29 años habitado por el deseo de convertir el edificio en un centro de referencia para los foráneos que lleguen hasta “estos parajes envidiables” y en un lugar de encuentro y de múltiples actividades para un vecindario que desde el primer momento les ha apoyado sin reserva. Con el corazón totalmente “turonizado” nuestros jóvenes emprendedores hacen una nueva apuesta por lo nuestro, la riqueza de un valle que “lo tiene todo y que tiene que aprender a venderse”. Después de bastantes meses de cierre, han retomado, con una propuesta abierta, la antorcha de un centro emblemático que quiere ir más allá de la función primera de un albergue. Tienen mil ideas para suscitar el interés por una naturaleza y un paisanaje “ a los que es imposible no engancharse”. Ideas claras pues y adhesión de todo un pueblo para defender una natura única y auténtica que un senderismo desgranará al ritmo de su riqueza etnográfica, de su arqueología industrial. Pero también se trata de abrir las puertas a las distintas organizaciones del valle para compartir, aunar esfuerzos y multiplicar la oferta. El optimismo es desbordante y el compromiso total. Es una gran noticia para Turón.

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Apostando por Turón

Apostando por Turón

“La casa rural de San Andrés es encantadora”, esas fueron las palabras, que en boca de Ricardo Tomillo, me dieron a conocer la existencia de la "Casa Rural El Sumiciu". Y detrás de esta magia, Adolfo, Ana, Alejandro y Adri, cuatro protagonistas apostando por Turón. Adolfo es como un Indiana Jones madrileño-turonés que, con poco más de 49 años, tiene la mente repleta de aventuras, ojos risueños y optimistas, indumentaria ecológica y una mirada que habla más rápido que su boca. Celebra esa puerta abierta hacia un nuevo mundo con pasión. El ritmo de la palabra es acelerado porque brota naturalmente de esa fuerza interior de un proyecto que le habita. Relata sus paseos por el valle con la vista virgen de alguien que descubre lo nuestro, cuando nosotros ya nos olvidamos de comunicar con esa naturaleza que un día fue nuestro mundo. Su entusiasmo es comunicativo, te convence y te lleva a redescubrir esos detalles que hacen o hicieron tu vida feliz. Se deleita del aire libre, disfruta de una renovada libertad y habla de encanto y de misterio animándonos a revivir la esencia inalterable del valle. Adolfo y los suyos han dejado atrás muchas cosas y han descubierto el valle cuando lo negro ha cesado de enfear el paisaje. Hoy venden verde por convencimiento apelando a que cada turonés se esmere por conservar el entorno limpio y atractivo. Una visita a San Andrés y unas cuantas palabras con Adolfo empujarán vuestros proyectos hacia el reino de los posibles. El Sumiciu, más que una casa rural, es la metáfora de un Turón con futuro, un Turón que tiene encanto, misterio y paz. El Sumiciu es una belleza concreta y comprometida con el devenir de nuestro valle. Gracias a Ana, a Adolfo, a Alejandro y a Adri por su defensa convencida de lo nuestro, que hoy ya es parte de ellos. Han llegado de Madrid para quedarse y para hacer de esto el Proyecto de su vida, apostando por Turón.

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Tirador: El banquero de Turón.

Tirador: El banquero de Turón.

Con José Luis Tirador se amplía la galería de los turoneses trotamundos que nunca quisieron cortar el cordón umbilical con el valle. Recuerda un Turón próspero “donde corría el dinero extraído de la tierra”, pero no desprovisto de funestos recuerdos, el precio pagado por la minería para una vida mejor. Sabe que no es un protagonista del presente ni del futuro de su valle, ya que su vida profesional le llevó a traspasar casi todas las fronteras de la América latina, por eso siente tanto respeto y admiración por los que han luchado y lo siguen haciendo desde dentro. El “fíu de Braulio” ha sido fiel a sus raíces asturianas y a su sentir turonés. Con casa en Luanco desde hace más de 20 años para “respirar asturianismo”, cuanto más disfruta es cuando vuelve a su Turón, cuando anualmente con un grupo de amigos “los de siempre”, como dice, celebra ese encuentro de los antiguos alumnos de La Salle en Casa Migio, allá en Urbiés, desde donde se puede abarcar el largo valle del Turón. Pero también se siente de Quito, de Madrid… Porque José Luis asocia lugares y personas, su familia y sus amigos. Es lo que él llama el “tesoro de mi vida”. Con tres hijas de su primer matrimonio y tres nietos, uno de cada una de ellas, junto con su actual esposa es el joven padre de un niño de nueve años. Sigue en la palestra profesional con casi 70 años y después de haber abandonado el tenis o el squash, deportes exigentes, sigue practicando la caza y algo de golf. José Luis seguirá con las botas puestas hasta el final. Buen caminante, gran lector y brillante conocedor de la música, todo tipo de música, lleva dentro un viejo sueño: escribir. Atrás quedan una incipiente incursión en la política de la que salió por no estar tallado para un mundo tan complicado, atrás queda también el proyecto del restaurante español en Quito… Atrás quedan tantos recuerdos. Quizás sea éste el momento de escribirlos.

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Vuelta a casa

Vuelta a casa

Con esta parte terminamos la evocación de Miguel Olivar, otro de esos protagonistas cuyo turonismo hiperactivo ha dejado huella en la historia de nuestro pueblo. Su vida, como la de otros tantos turoneses que lucharon por la dignidad de los habitantes del valle, reviste para nosotros un valor altamente pedagógico. A la lectura de sus vivencias, con su regreso a casa, vienen a nuestra mente páginas enteras de Carlos María Ydígoras en su novela " Los hombres crecen bajo tierra": "Orgulloso de mi aventura, de mis heridas...iba adentrándome en la cuenca... regresaba para de nuevo arrojar mi juventud en aquellas tierras negras.., para reanudar los "trabajos forzados con horas extraordinarias"... cuando llegué a la colina que dominaba la hondonada de la cuenca, ya había cambiado de ánimo, emocionado ante la vista de las casas de la aldea, apelotonadas junto al río". En esta segunda entrega, de 1940 a vísperas del 2000, Olivar nos ofrece con sus pinceladas verbales ajustadas y evocadoras su visión de algunos de los momentos importantes de la historia colectiva y de su propia historia: el hambre y el racionamiento, las huelgas, su matrimonio y su familia... Más que miradas hacia el recuerdo son ventanas abiertas hacia un mejor conocimeinto de lo que fue nuestro valle. Porque la historia la escriben sus propios protagonistas, no me cabe la menor duda que si hubiera habido, a la hora de escribir y de compilar, muchos más Olivar(es), hoy contaríamos con una documentación de primera importancia. Como decíamos en la primera parte (Las mil huellas de Miguel Olivar ), él escribió y compiló para rechazar el olvido. Agradecidos le estamos hoy. Ejemplo a seguir para que nuestro viaje por la vida enriquezca la memoria de un pueblo, el nuestro. ¿Cuál es el valor de nuestra vida?

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"Quirós", entrenador de vida.

"Quirós", entrenador de vida.

José Manuel Álvarez “Quirós” es una mezcla peculiar de fuerza tranquila y de vitalidad generosa. Este eterno entrenador es una combinación perfecta de la fórmula “E+E” que lleva al éxito: excelente persona y excelente profesional. Después de tantos años, empezó en 1974, ha visto pasar varios cientos de jóvenes aficionados al balón: “ayer los padres, hoy los hijos y algún nietu”, dice en un tono en el que se adivina una mezcla de nostalgia y de orgullo. Con la misma motivación que aquel Quirós que empezó sus andaduras de entrenador a los 24 años, sigue poniendo todo su saber y toda su paciencia al servicio de un deporte que él considera casi necesario a la hora de formar a los chavales con unos valores que él sabe duraderos: perseverancia en el esfuerzo, escucha y respeto mutuo. El campo de fútbol es su mundo, un mundo feliz al que no pensaba volver como consecuencia de una operación de cadera que hoy dificulta un poco su caminar. Pero ahí está, en medio del campo, disfrutando con sus “críos” que conoce perfectamente, a los que admira, respeta y casi susurra reglas de vida. “Aprendo mucho de vosotros”, suele decir a unos chavales sorprendidos por la afirmación. Y es lo que piensa porque su vitalidad, dice, la recibe de esa renovación generacional que le da nueva savia deportiva. Cuando los reúne a todos para la foto, se nota el cariño que les tiene. Los llama por su nombre, les comparte una sonrisa, un guiño o una palmada cómplice en el hombro y ellos le siguen como se sigue a un verdadero líder en el que tienen plena confianza y que se “deja la piel” por ellos. Huye de las malas palabras, de los tonos ásperos que suelen marginar y sueña con un mundo en forma de balón en el que la convivencia armoniosa y el respeto mutuo ayuden a disfrutar plenamente de la vida. ¿Acaso hay alguien que no conozca a Quirós?

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María Fernanda o la emoción de Pozu Espinos

María Fernanda o la emoción de Pozu Espinos

“Esa moza sabe más de la mina que un mineru”, así de rotunda y convencida fue la primera información que me dio un amigo turonés hablándome de ella. ¡Qué razón tenía! Sobran las preguntas, cuando estás con María Fernanda, porque esta apasionada por la arqueología minera destila conocimiento con sencillez y claridad, convenciéndote, transformándote, sin darte cuenta, en un defensor más de nuestro patrimonio industrial. Historiadora del arte, enseguida se dio cuenta de que lo que realmente le interesaba era la arquitectura contemporánea. Su fibra de investigadora y un contacto determinante con la profesora Covadonga Álvarez Quintana, historiadora del arte y pionera en España del estudio del patrimonio industrial la llevaron a una dedicación, entre militancia y apostolado, a la arqueología industrial del Caudal donde tenía algunas raíces pero sin un vínculo particular. Junto con Roberto, su marido, conocido durante sus estudios, gestor urbanístico y geógrafo territorial, se instalan en Mieres y empiezan su investigación por Turón en 1996. Para ambos, el valle, a pesar del declive minero tenía “un material para interpretación en un estado optimo”. El Pozo de Espinos selló definitivamente su atracción por el patrimonio arqueológico turonés: “ Recuerdo, dice María Fernanda, el día en que llegué a Pozu Espinos. Me quedé sin palabras. No lo conocía, sabía que existía, había leído cosas, fuentes… pero llegar y verlo… ¡Díos mío qué maravilla!”. Tal fue el impacto que el castillete se convertirá en emblema, imagen comercial y nombre de la consultoría cultural que fundaron hace diez años: “Es nuestra imagen por puro convencimiento”, dicen a coro los dos. Esta entrevista pues es una voz coral, una sinfonía a la arqueología minera en la que un Roberto-Mahler, comedido y reflexivo, controla los adiago del descubrimiento de los vestigios, a la vez que María Fernanda-Beethoven, apasionada y convincente, imprime el ritmo de su conservación con un molto allegro que descompone la indiferencia. Nunca más contemplaré nuestro patrimonio industrial con esa mirada acostumbrada porque hoy siento emoción.

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Ricardo, Manuel y Felipe: El trío dinámico

Ricardo, Manuel y Felipe: El trío dinámico

El Centro Social de Personas Mayores de Turón, dirigido en la actualidad por su directora Rosana Vega García y una junta directiva totalmente volcada en la organización de las actividades y en el servicio a nuestros mayores, nace hace dieciséis años, en 1995, fruto de la iniciativa del lasaliano Hno. Lucinio, hoy retirado en el Monasterio-Noviciado de Bujedo. Realizado en aquel entonces por el IMSERSO, el centro pasará más tarde, gracias al régimen de trasferencias, al departamento de Asuntos Sociales. Merced a la petición de traslado de la antigua directora, Rosana, mujer del mar, llega a Turón en 2007 identificándose totalmente con el proyecto y con el pueblo. Todavía hoy se asombra con la cantidad de turoneses longevos. “ No sé si es el agua o el clima del valle pero hay un montón de longevos impresionante”, dice. Generosa y agradecida sugiere la concesión del Pote de Oro al grupo de voluntarios cuya labor discreta y ejemplar suscita la admiración de cuantos frecuentan el centro. Estos dieciséis años de existencia han convertido aquel pequeño, aunque ambicioso proyecto, en un diseño social con gran proyección e irremplazable utilidad pública para el valle y sus alrededores. El abanico actual de sus múltiples ocupaciones poco se parece a las incipientes actividades de parchís o de cartas. Hoy las excursiones y las exposiciones, los cursillos de informática o de pintura, la gimnasia, las manualidades y las recientes actividades corales y un largo etc. han convertido al centro turonés en uno de los focos de mayor dinamismo y actividad del municipio. Nuestra página quiere rendir homenaje a un trío dinámico, Ricardo, Manuel y Felipe que con su labor desinteresada, dedicada, eficiente y cariñosa apoyan al gran equipo de profesionales de enfermería muchas de ellas con experiencia en geriatría hospitalaria y oriundas de Moreda, de Pola de Lena o de …San Sebastián. Un tributo colectivo sin lugar a dudas.

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Ricardo, el guardián de Felguera

Ricardo, el guardián de Felguera

Descubrir un pueblo por primera vez, de la mano de Ricardo, su alma numantina, y de mi buen amigo José Luis, gran pateador y fotógrafo apasionado del valle, es una experiencia entrañable, inolvidable y hasta conmovedora. El sol acompañó el paseo y de repente todo se presentó casi perfecto en su quietud y en el ritmo pausado de sus vidas, las cosas y la gente: las casas elegantemente restauradas de Pandel, sus satisfechos propietarios, los hieráticos vigilantes de los huertos plantados en sus cayados y esos caminos alfombrados de castañes… Bajaban caballos y jinetes y Carcarosa seguía canalizando nuestra mirada y nuestros pasos. Y allí, detrás de una curvatura empedrada y sin nombre, el camino hacia nuestra terra incognita. “Ricardo Fernández González, hijo de Libertad y de Florentino, feliz morador de Felguera de Carcarosa”. Esta podría ser la tarjeta de visita del último vecino de ese puñado de casas solariegas que se disimulan detrás de esa curva discreta, subiendo de Pandel a Carcarosa. Ricardo con sus 61 años, último y fiel guardián de algo que no se resigna a ver desaparecer y minero durante 27 años, de Fortuna a La Rebaldana, tiene una memoria prodigiosa. Lleva los nombres grabados, con sus anécdotas, los de Carcarosa, los de Pandel, los de Pervaca…Ramón el de Nardina, el hermanu de Arcadio, Milde, Narda y Rosa casada con Lito el hermanu de Celso el de Carcarosa… Es una huidiza memoria necesaria. Él sigue allí por el “capital”, su ganado esparcido por los praos, hace el “sanmartín” con la ayuda de sus hermanos y aunque “acostumbrau y fartucu” de contemplar el valle desde el Collau hasta Villandio no deja de reconocer el encanto que tiene su Felguera de Carcarosa. Hizo su propia carretera en los años noventa y aunque su vida se ha vuelto más fácil no abandonará su casa hasta el último sueño. Así es su vida.

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Zoilo EFErciendo por el mundo

Zoilo EFErciendo por el mundo

ENTREVISTA PARTE II ... En el San Justo de Villanueva de la Cañada, su casa, acariciando con mimo a Cliffor su perro maltés, simpático y faldero como él dice, Zoilo sigue trotando por el mundo, de recuerdo en recuerdo. Su vida es como un álbum de fotos que resumen sus vivencias: los encuentros con los grandes del mundo y el relato de los acontecimientos más triviales y dramáticos de los modestos, guerras, miseria y terremotos. Lleva dentro la historia de su humanidad, la vivida en directo y en la trinchera de la información. Es aún más turonés por haber sido un trotamundos. Porque al final todo vuelve a su cauce, porque al final uno se da cuenta de lo transcendente de los comienzos, por muy humildes que éstos hayan sido. EFE, su casa, fue su tarjeta de visita y su puerta de entrada en el mundo de la política y de la cultura. Pero en esta vorágine del mundo de la información, Zoilo supo cultivar y preservar lo esencial, la amistad y sus raíces... del presidente Torrijos, amigo para siempre, pasando por los Zulaica, sin olvidar los contertulios que formaron su juventud, hasta los más recientes, Lito o Pablo Prieto. Prolonga su vida profesional como miembro activo, no podía ser de otra manera, de la Asociación de Periodistas Europeos, asistiendo a seminarios e intentando terminar una historia política de los últimos 50 años de América Latina, en torno a la figura del general Omar Torrijos, su gran referencia. Zoilo juega al golf, "pastorea", como cariñosamente dice, a sus adorados cinco nietos, se refugia en Río de Janeiro de los inviernos de Madrid y acompaña a Miguel de la Quadra, otro viejo amigo, en los viajes de aventura de Ruta Quetzal, contando su América Latina a los 300 chicos aventureros que participan cada año. Y cuando se para, le sigue contando a Cliffor aquello de Turón... lo de la página, "el reencuentro de todos los turoneses del exilio, que vivimos añorando a los parientes y amigos que dejamos en el Valle...el vicio que no cesa".

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Zoilo .... el hermanu de Nito

Zoilo .... el hermanu de Nito

“Zoilo… Tienes que hablar con Zoilo, es una verdadera enciclopedia existencial”. Esas son las palabras que muchos, familiares y amigos, me repetían con insistencia cuando hablábamos de entrevistas para nuestra página turonesa. Zoilo, así a secas, suena tan exótico que uno se hizo su propio retrato, el de un trotamundos feliz, lleno de vivencias, presumiendo de turonista por la vida y hasta con cierta sabiduría. Pero Zoilo es eso y mucho más. Zoilo nació para escritor y el poder de su palabra nos arrastra sin resistencia alguna por un pueblo que recrea, defiende y reivindica como suyo. Cicerone entusiasta y brillante de nuestra memoria el “hermanu de Nito” nos adentra en su vida haciéndonos sentirnos uno más de su familia. Por poco terminaríamos compartiendo genealogía. El filtro selectivo de su memoria se quedó con lo mejor de su infancia, una infancia en la que, más allá de las privaciones, triunfó una imaginación sin límites que queda plasmada aquí en unas evocaciones que sacuden inevitablemente nuestras propias remembranzas. De la inmaculada nieve de Polio hasta la negrura peligrosa del pozu La Lloca, un mundo de “picias” y un tanto atrevido que el propio Zoilo califica de momento de supervivencia…”los supervivientes del 40”. Era, y muchos podrían dar testimonio de ello, un mundo en el que la felicidad mental tenía que compensar un entorno socioeconómico, a veces peligroso y dramático y casi siempre, sino precario, bastante escaso. Quedan para el recuerdo, el hierro vendido al chatarrero, los arándanos de Polio, les mores de les caleyes, la fruta comida “al pasar”, les fogueres de San Xuan … Este es Zoilo, el hijo de Benigno Gutiérrez, de San Justo, y Marina Martínez de Vega, de Peñule, orgulloso de su pueblo y de su genealogía, con palabras justas, sentidas y afectuosas para cada miembro de su familia. “No dejes que tu pasado te dicte cómo eres; pero deja que forme parte de cómo vas a ser”, ese sería el lema de su vida.

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Luis Alberto: nuestra voz por el mundo

Luis Alberto: nuestra voz por el mundo

Luis Alberto es nuestra voz turonesa trotamundos, ese sonido armonioso, sinfónico y verde, que cautiva públicos e interpreta de manera magistral a los más grandes. Pero si su voz ha roto las fronteras de su horizonte, convirtiéndole en ciudadano del mundo, él sigue fiel a la más entrañable de las partituras: Turón. Sus palabras son una apasionada confesión en la que los personajes y los acontecimientos presentes en su memoria están al servicio de un solo recuerdo: su familia, su infancia, sus amigos…su valle. Esa partitura que sabe de memoria y que lleve tan adentro, es la que sigue practicando y compartiendo porque “va a durar mucho más que el carbón porque por nuestras venas siempre sentiremos correr un poco de ese carbón que nos hizo como somos”. Si la música le lleva por todos los rincones del mundo, no se olvida que todo empezó en Turón, porque en su casa “la música siempre tuvo un protagonismo absoluto”. Nació con ella, se crió con ella y se emocionó con ella escuchando voces familiares que poblaban su entorno: sus padres, la tía Maricarmen, Licinio, Celia, Antonio, Ester, Manolito y Lumi. Ellos fueron, sin duda alguna, el preludio vocacional a los grandes compositores. La música hoy es su vida, una vida exaltante pero movida, con la voz preparada y un billete de avión en la mano. Se disculpa por no poder mandarme más noticias…pero hay saludos de Panamá, recuerdos de Bogotá y cuatro letras rápidas desde Nueva York. Dice que en esos momentos de alejamiento y en la soledad de las habitaciones de los hoteles su Turón siempre está presente en una foto entrañable, amarillenta que resume todos sus recuerdos y que “me lleva, añade, a mi lugar, a mi sitio”. Así es como Luis Alberto “vuelve a menudo a estar en su casa”, esa casa familiar “ con las enormes galerías desde las que veía el río con su agua negra”… Bethoven y Mozart tendrán que conformarse con compartir compañía con…Turón. Gracias por tu música.

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Rafael Menéndez - El camino de Roma lleva a Turón.

Rafael Menéndez - El camino de Roma lleva a Turón.

De Lena a Roma y de Roma a Turón… Don Rafael Menéndez Albuicet es un sacerdote que en cada destino tiene una visión clara de la labor que puede realizar. Llega al valle para dar estabilidad a dos de sus parroquias, San Martín y Santa Bárbara. Su nombramiento acaba pues con la fragilidad de una situación que los feligreses asiduos de los dos templos vivieron con doble preocupación: la ausencia de una vida pastoral asentada y el deterioro del edificio emblemático de la iglesia de La Felguera. Nuevo en Turón, sí, pero no por ello desconocedor del valle, del municipio y de sus retos pastorales. Recuerda con cariño que dos curas oriundos de Villapendi, Don Ramón y Don Javier, contribuyeron de manera importante a su vocación y a su formación como sacerdote. Esta designación para él tiene pues un cariz providencialista, ”por eso, dice, este nombramiento en Turón significa algo muy especial para mí, si vengo a Turón es por algo y los retos no faltan, por supuesto”. El estado alarmante del edificio requiere efectivamente una intervención urgente. Este avilesino de cuarenta y un años, con raíces familiares valencianas que pasó doce años en Lena y tres en Roma, recuerda que el primer acto que tuvo, después de ser ordenado, fue en esta zona del Caudal sustituyendo al capellán de Murias, Don Ignacio Llorente, en uno de esos días dramáticos y difíciles de olvidar: la trágica muerte de de los doce trabajadores checos. Los primeros contactos de este hombre abierto y de diálogo han sido calurosos y el recibimiento por tanta gente “comprometida con su fe” alentador. Repite, una y mil veces, que ha venido a Turón “ con afán de servir, de ser útil de alguna manera” y piensa que en estos momentos socio-económicos complicados” es necesario aunar esfuerzos para salir de la crisis, de las crisis, y que los valores espirituales pueden ayudar”.

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Rafael Menéndez - El camino de Roma lleva a Turón.

Rafael Menéndez - El camino de Roma lleva a Turón.

De Lena a Roma y de Roma a Turón… Don Rafael Menéndez Albuicet es un sacerdote que en cada destino tiene una visión clara de la labor que puede realizar. Llega al valle para dar estabilidad a dos de sus parroquias, San Martín y Santa Bárbara. Su nombramiento acaba pues con la fragilidad de una situación que los feligreses asiduos de los dos templos vivieron con doble preocupación: la ausencia de una vida pastoral asentada y el deterioro del edificio emblemático de la iglesia de La Felguera. Nuevo en Turón, sí, pero no por ello desconocedor del valle, del municipio y de sus retos pastorales. Recuerda con cariño que dos curas oriundos de Villapendi, Don Ramón y Don Javier, contribuyeron de manera importante a su vocación y a su formación como sacerdote. Esta designación para él tiene pues un cariz providencialista, ”por eso, dice, este nombramiento en Turón significa algo muy especial para mí, si vengo a Turón es por algo y los retos no faltan, por supuesto”. El estado alarmante del edificio requiere efectivamente una intervención urgente. Este avilesino de cuarenta y un años, con raíces familiares valencianas que pasó doce años en Lena y tres en Roma, recuerda que el primer acto que tuvo, después de ser ordenado, fue en esta zona del Caudal sustituyendo al capellán de Murias, Don Ignacio Llorente, en uno de esos días dramáticos y difíciles de olvidar: la trágica muerte de de los doce trabajadores checos. Los primeros contactos de este hombre abierto y de diálogo han sido calurosos y el recibimiento por tanta gente “comprometida con su fe” alentador. Repite, una y mil veces, que ha venido a Turón “ con afán de servir, de ser útil de alguna manera” y piensa que en estos momentos socio-económicos complicados” es necesario aunar esfuerzos para salir de la crisis, de las crisis, y que los valores espirituales pueden ayudar”.

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Las mil huellas de Miguel Olivar

Las mil huellas de Miguel Olivar

No podía faltar el polifacético e inolvidable Miguel Olivar en esta página turonesa. Un hombre de sobra conocido y que por haber abarcado tantos campos de actividad ha dejado mil huellas sembradas, con generosidad y dedicación, en los colectivos del valle y en la mente de todos sus habitantes. Un hombre cuyos escritos siempre intentaron defender y promover su querido Turón. Gracias a Raquel, su hija, y a los escritos que nos ha facilitado hemos logrado devolverle la voz elaborando una entrevista-memoria, en dos partes, a partir de todo lo conservado por este infatigable turonista. Escribió y compiló para rechazar el olvido. Agradecidos le estamos hoy. Ejemplo a seguir para que nuestro viaje por la vida enriquezca la memoria de un pueblo, el nuestro. Manolito Baquero, fino observador, lo calificó de "persona buena y honesta, aunque haya empleado la sátira mordaz con su jocosidad versiculada, sus dibujos y su poesía" Seguramente sea éste el perfil más fiel que se haya hecho de este humanista, insaciable colaborador desinteresado de todo lo que movía la vida socio-cultural del valle... la Hermandad de Santa Bárbara, SO.TU.FE., Peña Bolística Turonesa, CD de Turón, Asociación Turonesa para la Mejora del Valle, a la que se dedicó desde su fundación durante 16 años, secretario fundador del Club 89 de la Tercera Edad, secretario de la A VV de Villapendi... amén de sus múltiples conferencias, presentaciones, cursos de socorrismo, desfiles... Sería fastidioso dar una lista exhaustiva de su ecléctica actividad aunque esa simple relación bastaría para ilustrar y dar testimonio de una vida vivida totalmente volcado a su pasión: Turón. Seguiremos nuestra evocación con una segunda parte títulada, El regreso a casa, y añadiremos aportaciones suyas a algunas de las categorías de nuestro portal. Justo agradecimiento a una labor que sigue presente en nuestra Historia.

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Los niños van a París.

Los niños van a París.

Lo extraordinario de esta vida son los encuentros, esos momentos insospechados y mágicos en los que descubrimos a seres entrañables, hasta entonces casi desconocidos para nosotros, y que entran en nuestra vida para ayudarnos a ser mejores. La historia de Manuel José Vega Cadenas es argumento de novela pero sobre todo lección de vida con una carga de emoción indescriptible. Hoy le contaba la historia a mi esposa y no pudimos contener un pequeño sollozo de admiración. Todo empezó en septiembre de 2010 cuando por las fiestas del Cristo subía con Cadenas hacia La Felguera. Así de repente, sin más explicaciones, a sus 86 años empezó a hablar un francés impecable y me quedé estupefacto… Parecía hasta irreal. La realidad sin embargo, la dura realidad, es la historia que sigue en esta conversación, más que entrevista, a la que me hubiera gustado invitar a todos los turoneses. Hoy el texto son meras palabras después de haber sido emociones palabradas, lo que yo viví, por eso apelo a vuestra imaginación para adentraros en la vida de un niño de 87 años, un niño que, quizás, nunca lo fue. Así fue como descubrí la riqueza interior de un hombre que decidió de su vida siendo adulto muy pequeño. Es de agradecer que esta existencia no nos haya hecho a todos iguales.

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