Su majestad el Lirio
Por los campos de abril avanza la primavera. Los narcisos, las prímulas y las margaritas son las flores vistosas más madrugadoras. Pintan de amarillo y blanco las praderías y orillas del bosque y los caminos. Otras muchas florecillas silvestres que vamos descubriendo inundan de colorido el paisaje turonés. Suben por San Justo, por Villapendi o quedan más abajo, en las soleadas laderas de la Cuadriella o de la Veguina. Son los lugares que mejor conozco, pero hay tantas aldeas, barrios, caseríos y rincones de Turón donde siempre podremos encontrarnos con ellas en esta explosión floral de la primavera.
Sobre un fondo verde natural de nuestro valle, destaca el color azul-violeta de una flor de extraña belleza y delicado aroma, es la Iris latifolia o lirio azul. Pertenece a la familia de las liliáceas y constituye una especie con más de cien integrantes. Conocer la complejidad de tantas variedades es tarea para especialistas en Botánica. Nuestro propósito es mucho más modesto, queremos, sencillamente, llamar la atención de esta flor, evocar y enumerar los valores y la simbología que se le han atribuido a lo largo de la historia, la cultura y el arte.
Partimos de los conocimientos básicos del lirio azul anotando la ficha técnica que tomamos de los botánicos Rico y Simó, estudiosos de la flora asturiana y de los que nos hacemos eco en su labor divulgativa:
IRIS LATIFOLIA
Iris xiphioides. Liliáceas. Lirio azul.
“Iris, en griego significa arco-iris, lo que cuadra con los colores vivos y variados de estas plantas.
El lirio azul es una planta vivaz, lampiña, de 30 a 70 cm de altura, que brota de un grueso bulbo ovoide y envuelto en una serie de hojas transformadas, fibrosas y de color marrón. Echan hojas largas, bastante anchas y un poco caniculadas, que igualan o sobrepasan la longitud del tallo, cilíndrico y fuerte.
Al término del tallo se despliegan dos grandes flores de color azul violáceo formadas por seis piezas: las exteriores cuelgan y son mucho mayores que las interiores, que se mantienen erectas. Las tres piezas exteriores tienen una vistosa mancha amarilla o anaranjada. El fruto es una cápsula mazuda de buen tamaño.
Hábitat : Se cría en praderas de valle y montaña, a veces en el seno de matorrales. Es frecuente en Asturias.
Florece : De mayo a agosto
“¡Saludar a los lirios con los versos de mayo!” Así les da la bienvenida Rubén Darío.
Y es que los poetas siempre andan en complicidad con las flores. Y al lirio no lo pierden de vista. Según el color así expresarán sus sentimientos: el violáceo, para la tristeza: “Vestí mis sienes de morados lirios”, dice Quevedo. El blanco, para la belleza de la mujer: “En tanto que de rosa y azucena/ se muestra la color de vuestro gesto,” -la azucena es el lirio blanco- Un carpe diem de Garcilaso que invita a disfrutar de la juventud antes que llegue el tiempo airado. El azul, para la nostalgia y la pena de Machado, que estando lejos de Soria, pide a su buen amigo Palacio que lleve tempranos lirios a la tumba de Leonor:
“Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas
en una tarde azul sube al Espino
al alto Espino donde está su tierra”.
También son de un azul intenso los lirios de Van Gogh. Pintó muchos a lo largo de su vida. Pero el cuadro que destaca por encima de todos los demás es el que titula, “Les Iris”, (Los lirios).
Es la pintura más famosa que realizó en el último año de su vida (1889) cuando estaba internado en el Hospital de Saint-Rémy-de-Provence. Se inspiró en la naturaleza, tal vez en las flores que crecían en el jardín del sanatorio por el paseaba cada día. Dicen algunos críticos que Les Iris es la mejor pintura del siglo XIX. (Sí que fue durante dos años el cuadro más caro jamás vendido). Mientras vivió no supo del extraordinario valor que se daría a su obra. Pero su hermano Theo siempre creyó en lo valioso de su arte y presentó Les Iris en el Salón de los Independientes de París (Septiembre de 1889). Cuando entró en la sala vio cómo destacaba el cuadro expuesto, quedó impresionado y le escribió a Vicent: “Saltan a la vista de lejos los lirios. Son un hermoso estudio lleno de aire y vida”.
Es el lirio una flor exquisita y refinada en su aroma, por eso muy apreciada en jardinería donde se cultiva en sus muchas variedades. Se conoce desde tiempos remotos, entre los egipcios era símbolo del poder divino. La mitología griega siempre ha contado historias de flores en relación con los dioses del olimpo y sus pasiones. La leyenda del lirio nace con Hera, esposa de Zeus, de la que se dice que mientras amamantaba a su hijo, derrama gotas de leche que caen del cielo. En la iconografía cristiana abunda la representación del lirio para simbolizar el amor y la pureza. El acervo popular se hace eco de una frase bíblica que se repite en cuanto alguien se preocupa en exceso por el vestido que ha de ponerse:
“Considerad los lirios del campo como crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aún Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos” (Lucas 12, 17)
Pero Salomón tuvo muy en cuenta a los lirios, pues no solo con sus grabados tenía revestidas las paredes del templo, sino que con los lirios expresó en el Cantar de los Cantares las más bellas metáforas del diálogo amoroso de la poesía mística:
_“Yo soy la rosa de Saron
y el lirio de los valles”(…)
_ “Como el lirio entre espinas
así es mi amiga entre las doncellas”.
(Cantares 2:1,2)
En heráldica, La flor de lis es la representación del lirio. Aparece como emblema de instituciones, países, escudos, banderas y casas reales. Desde la Edad Media se considera símbolo de la realeza francesa y desde el siglo XIV lo es de la Casa de Lancaster -dinastía real inglesa-. Sería interminable enumerar tantas entidades que a lo largo de la historia han tenido como distintivo este emblema.
Saber que el lirio se ha tenido en cuenta en tantas manifestaciones de la historia y el arte es una prueba de la importancia que se le da a esta florecilla silvestre. Son estas flores que crecen por nuestros prados testimonios vivos que perduran a través de los siglos y cuando nosotros ya no estemos, ellas seguirán volviendo año tras año, primavera tras primavera.
Y no vayamos a creer que ellas florecen para nuestro goce y disfrute, aunque, quién sabe, a lo mejor también lo hacen por esta noble razón. Están cumpliendo en la naturaleza su papel dentro de la biodiversidad. Por eso cuando nos dicen que algunas flores están en peligro de extinción sentimos una sacudida de conciencia. ¿Perder una flor? ¿Por qué? Y escuchamos a los expertos, a los ecologistas que hablan de los importantes problemas que sufre actualmente el campo: incendios, deforestación, sobrepastoreo y el comportamiento humano irresponsable. De esta manera las flores están amenazadas. Y si una flor desaparece es porque algún desequilibrio acecha y si se pierde una sola flor también se pierde parte de la belleza de nuestro paisaje.
Nunca debemos cortar ”esta joya de abril”, este lirio azul (o de cualquier otro color). Cortar lirios solo se les permite a las princesas de cuento de hadas, como la de Rubén Darío, la princesa que se parece a Margarita…está linda la mar /y el viento…
“Las princesas primorosas / se parecen mucho a ti / cortan lirios, cortan rosas / cortan astros, son así” (…)
A nosotros nos basta con “ir a flores”. Salir por los caminos o campo a través, móvil en mano (o cámara fotográfica) y acercarnos a ellas, cuanto más mejor, siempre para captar el mínimo detalle, la imagen más bella. Es una forma muy lírica de comunicar, de conocer y disfrutar del paisaje con tantas flores silvestres que crecen a nuestro alrededor. Estaremos atentos al lirio azul, seguro que en el lugar más inesperado lo encontramos, entonces solo tendremos que admirar y escuchar algún rumor de esa preciosa flor porque tal vez quiera contarnos una de sus increíbles leyendas.
Evelia Gómez, abril 2016
Bibliografía
Emilio RICO y Rosa María SIMÓ “Flores silvestres de Asturias” (Cajastur, 2009)
Juan José LASTRA y Javier PRADA “Flores raras y amenazadas del Principado de Asturias” (Cajastur)