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La otra Veguina

Así como en la vida nunca es bueno que el amor enturbie la mirada de lo que sentimos, vemos y pensamos mejorable, así es esta mirada realista a la cotidianidad de nuestro entorno. Las instantáneas de Carlos Vega y su texto resuenan hoy como una invitación al cambio para que lo nuestro recupere su atractivo y enseñe su vitalidad.


Entre Polio y Cutrifera

 

La otra Veguina

La Veguina nevada.jpg

 

 

Estoy plenamente seguro que todos hemos paseado -Veguina arriba, Veguina abajo- por ella miles y miles de veces. Hemos subido con prisa y hemos bajado en animada conversación con algún convecino al que el tiempo, como a nosotros, no le preocupaba en exceso. En ella, hemos iniciado el año festivo en el ineludible recibimiento a los Reyes Magos que, recién llegados de Oriente han querido traernos los regalos. Primero los nuestros y más tarde los de nuestros hijos sin faltar a la cita año tras año. En ella, hemos sido fieles testigos de esos grandes desfiles celebrados con motivo de nuestras tradicionales Fiestas del Cristo y/o hemos descansado -sentados en alguna terraza- viendo pasar, ante nosotros, el tiempo, como regalo que en demasiadas ocasiones no somos capaces de agradecer. Por su antaño empedrado, vimos circular aquellos viejos trolebuses de color azul y también por ella hemos acompañado a familiares y amigos que hacían su último recorrido camino hacia el eterno descanso. Para todo, para lo bueno y para lo malo hemos pasado por La Veguina, a la que sólo en contadas ocasiones -no sé el por qué- llamamos por su otro La eguina dos pinturas.jpgnombre oficial (calle Rafael del Riego, anteriormente Juan Padilla). Con categoría “oficial” de barrio que va perdiendo población de una manera lenta pero constante -23 personas en los cinco primeros años del presente siglo, de los que eran 16 mujeres y 7 hombres- va despidiendo, poco a poco, a sus incondicionales vecinos.

Pese a ello, creo que en pocas ocasiones nos hemos parado a observarla con el detenimiento de quien se observa a si mismo a través de aquello que le rodea de manera más próxima. Para otra ocasión queda el hablar de una época ya pasada. La de “Casa Tiva”, el “Puestu Lola”, “Casa Parana”, “Carnicería Acón”, “Casa Benavides”, “Academia El Cristo”… y tantos y tantos nombres que han desaparecido de nuestra cotidiana Historia sin que, en la mayoría de las ocasiones, hayamos sido conscientes de ello.

Es, sin duda, nuestra Gran Vía desde el punto de vista comercial y de ocio, nuestra Sixth Avenue que cruza de un extremo a otro nuestro Valle o nuestra Avenue des Champs-Élysées en la que lucimos nuestras virtudes y tratamos de esconder nuestros defectos. Pero, aquella vieja “veguina” llena de fértiles huertas que pertenecía a Villabazal y que con la llegada de la industrialización asumió la capitalidad del Valle está cansada de verse envejecer y bien merecería un buen lavado de imagen.

Hoy, quiero mostraros, sin más pretensión, esos pequeños detalles que de una manera inconscientes nos pasan desapercibidos quizás, por la cotidianidad de nuestra vida diaria. Un simple recuerdo a nuestra cotidianidad a través de la inmortal instantánea. A medio camino entre Vistalegre y La Cuadriella nos observa a diario mientras, posiblemente, espera celebrar con nosotros tiempos mejores.

© Carlos Vega Zapico, Turón, mayo de 2012