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Caleyando por Turón Juego N° 14 ( y respuestas N° 13)
Hoy el Caleyando estrena colaboración. La propuesta 14 la hace Luis González, gran conocedor de nuestros pueblos, con cuatro rincones esparcidos por nuestro valle. En vuestras manos está el participar con vuestras fotos. Caleyar juntos siempre será más entretenido y sorprendente.
Caminando por Navaliego
Navaliego, un nombre que suena en nuestro valle. Podría ser una aldea de la parroquia de San Esteban de Ciaño, un pueblo de Tolivia o esa cumbre que se eleva a 1824 m en la sierra de Degaña, en Cangas de Narcea, pero para nosotros turoneses es la sierra que delimita los concejos de Aller al sur, el de Laviana al norte y bordeando Turón el nuestro de Mieres. Son 14 km en poco menos de cinco horas para un recorrido memorable. Una simbiosis total con nuestro paisaje natural, espacio protegido de las cuencas mineras. Cantiquín, Campa Cimera, Colladiella, Burra Blanca, Picu Tres Concejos…y muchos más parajes desgranados pictóricamente por nuestro colaborador y senderista Luis González. Un reportaje para el recuerdo y un seductor estímulo para nuestra propia caminata.
Carcarosa "Paso a paso"
Luis González conoce el valle palmo a palmo, pocos rincones se le escapan. Es un hombre de largas caminatas y un enamorado de la naturaleza en general y de nuestro paisaje protegido de manera muy particular. Con este reportaje fotográfico sobre Carcarosa, seguimos su caminar paso a paso y deambulamos por el pueblo como si de un recorrido virtual se tratara, desgranando casas con atractivo, hórreos, capilla, lavadero y fuentes con historia. Una invitación a dar una vuelta por este poblado montañés.
Con la nieve por el valle
Bien es verdad que este invierno está resultando suave con unas temperaturas demasiado elevadas. Pero la esperada nieve por los profesionales del deporte y los amantes de la blanca poesía ha vuelto a cubrir montes y montañas. Nuestro colaborador Luis González suele patearlas, disfrutar del recorrido e inmortalizar esos momentos que nunca son lo suficientemente duraderos. Así ocurre con nuestro valle. Un reportaje para contemplar ese paisaje protegido. El nuestro.
De Carcarosa a San Justo, perfilando el valle
Llega el fin de semana y con él una pausa en la rutina, un sosiego, un escape, una evasión y una mirada mucho más detenida a nuestro entorno turonés. Los pasos de Luis González, acostumbrados a nuestros montes, ofrecen todo eso y nos invitan a dar rienda suelta a nuestra fantasía. Pico Polio, Carcarosa, San Justo, Campa les Abelles… suenan como las paradas de un periplo memorial, pateado, escrito y descrito por sus enamorados caminantes. Empieza la caminata, vuela la imaginación.
De Fortuna al Mosquil, diluyendo vestigios
Luis González tiene un cuentakilómetros afectivo en su corazón de turonés, una sensibilidad discretamente respetuosa, solitaria casi siempre, que sustenta una verdadera fascinación por las montañas en general y por los montes de nuestros pueblos de manera tan particular. Lleva dando la vuelta al valle una y mil veces, redescubriendo los paisajes que ya pateó, observándolos con la misma admiración de la primera vez. Luis sabe que la mirada lo es todo. Los vestigios se van fundiendo en la naturaleza. Parece algo inexorable y hasta puede que sea la práctica normal de una tierra que quiere curar sus negras heridas y recuperar lo suyo. Inevitable seguramente, pero no nos equivoquemos, esa desaparición paulatina significaría el entierro visual, sobreentendido definitivo, de un patrimonio y sus arañadas campiñas barrenados por nuestros hombres del carbón.
El Cuitu
Los barrios, pueblos y aldeas turoneses nacieron adheriéndose a la propia sinuosidad del valle, yuxtaponiendo construcciones por el centro y brotando desparramados por las laderas. Cuando llega la noche una guirnalda de casas iluminadas, calladas y secretas adorna nuestros montes. La solana por su posición privilegiada siempre ha sido la más poblada y aún hoy, salvo excepciones, sigue teniendo un atractivo solariego. Luis González nos pasea por el Cuitu. Un apelativo que según Xosé Lluis García Arias, en su libro de toponimia asturiana, pervive en la palabra “cuetu” con el significado de “piedra, pedrusco, peñasco, colina peñascosa… Allí está nuestro Cuitu, cerca de Linares, divisando el centro de Turón, desde la Felguera hasta San Francisco pasando por las escombreras y el Pozu de San José. Sus casas remozadas, las viejas piedras recuperadas, los corredores y balcones, así como la talla más flamante de bancos y columnas dan testimonio de la vida que puebla sus caminos.
La nieve acaricia el valle
La nieve corona con delicadeza las cimas y un velo de cola nuboso protege el valle. Los pueblos adormecidos se refugian en un silencio misterioso, resguardados por un tapiz algodonoso que más bien recuerda al humo de chimeneas febriles solicitadas por el frío de los montes. Nieva discretamente y los copos juegan al puntillismo con el paisaje, con los pocos animales atrevidos y con los grises vestigios de la Llama. Por el camino impoluto Luis González nos lleva hasta Misiego, La Ceposa, La Cabana, El Vallín, La Fuente, el Tropezón o Papera. Son las mil facetas de un invierno por llegar.
La Pruvia, guirnalda del Valle
La ladera de Polio es como un verdor inclinado sembrado de margaritas de piedra y ladrillo. Los pueblos son las guirnaldas de nuestros montes. Luis González, nacido en la Pruvía en 1954, sitúa su pueblo para las miradas inexpertas. Cuando escondidas por las ramas, se reflejan en el nevado Aramo, sus casas, entre viejas piedras y modernidad, parecen querer volar, fuera del Valle, hacia nuevos horizontes.
Otoño desde la Llama
“El otoño es una segunda primavera, cuando cada hoja es una flor”, decía Albert Camus. Estas miradas de Luis González desde “sus” tierras de la Pruvía, la Rasa, la Berruga o la Llama lo ratifican. Los helechos se han vuelto pardos. Es el estampido inicial de los nuevos atavios vegetales. Los colores exhiben sus matices hermoseando la Colladiella, picu Cogollu o Polio. Enfrente desde la Llama, donde yacen tantos vestigios mineros, colores anaranjados y pinceladas impresionistas engalanan Longalendo.
Renace la Pruvía
Renace la Pruvía, La Xana, sus flores y los acostumbrados animales. Un renacimiento que personaliza nuestro colaborador Luis González. Las raíces brotan, nacen y renacen en un ciclo vital sorprente y fiel. El periplo de Luis es más bien cercano : de la Pruvía a Canabatán y Villafría antes de que el amor le arrebatara al concejo de Aller. Hoy, la casa de su abuela le devuelve a lo esencial, su punto de partida.
Un recuerdo albino
El Aramo ha esparcido su color, la Pruvía amanece nevada. El silencio, arañado por algunos eucaliptos y los atrevidos rastros de vida exterior, encubre sus moradas, las escasas cuadras y los vestigios de su afanado pasado. La vida sigue por dentro. Luis González pasó sus diez primeros años pateando sus caminos. Hoy, ese velo níveo le recuerda a su abuela.
Vestigios mineros del Grupo La Llama (I)
Desde el primer registro de una mina con el nombre de Benedicta en 1844 hasta el cierre final sin retorno de Figaredo en junio de 2007, una ristra de minas, brocas despiadadas y voraces, taladraron nuestro valle. Un rosario de nombres remotos, hoy olvidados, Escribana, Fúnebre, Baltasar, Formidable, Rancia, Mala Fe, Escolástica, Terrible, Eduardo primero, Fuente de Perifaya, los Cánceos…pero también apellidos foráneos de los primeros empresarios Bertrand, Thivolet, Duclere, Lagasse, Crabbé y ubicaciones insospechadas, Artoxo o Llana Pumar… Con el reportaje de Luis González rescatamos un conjunto minero un tanto arrinconado por los estudiosos, La Llama y Clavelina. Cuando en 1890 un grupo de siderúrgicos vascos forma Hulleras del Turón, en la zona de la Llama, por encima de Piedrafita, el matrimonio Ortiz y Nemesia Lastra desarrolla su mina ´Clavelina´. Con un paseo curioso por la zona y muy poca imaginación, los numerosos vestigios resitúan ese pasado minero de toda una vaguada. Ahí siguen, con la protección de la maleza: la cuadra de las mulas, la caseta de los transformadores, las porciones de planos, los basculadores y las tolvas o la trinchera hasta el descargadero de Santullano con sus túneles apenas escondidos. Primera parte de un díptico patrimonial gracias a la paciente labor fotográfica de Luis.
Vestigios mineros del Grupo La Llama (II)
El Valle de Turón, con sus 50 Km², su conjunto de barrios, lugares, aldeas y caserías tenía en 1880, en los albores de su minería, 2.600 habitantes. Ochenta años más tarde, en los años 1960, 200 bocaminas, 6.400 trabajadores y cerca de 20.000 habitantes. El 1 de Julio de 1968 Hulleras de Turón se integra en la empresa Hulleras del Norte Sociedad Anónima que absorbe las empresas del sector del carbón. Como bienvenida, recortes drásticos de personal y cierre de seis explotaciones. En 1993, 1995 y 2007 HUNOSA se escapa del valle acallando sin vacilar a los tres gigantes, pozos imperiosos y activos de nuestra riqueza carbonífera, San José, Santa Bárbara y Figaredo. Ya todo es pasado. Un paisaje localmente degradado, con sus discretas o encubiertas trescientas escombreras y 3.600 habitantes. Esta segunda parte del inapelable reportaje de Luis González, en tono verde-gris, recupera una de esas páginas que nunca se encontrarán escritas en nuestra Historia. Un álbum fotográfico que no quiere ignorar lo que esas explotaciones, consideradas muchas veces como marginales, aportaron al rendimiento minero de nuestro valle. Son más los animales que las personas los que hoy circulan por esos parajes sembrados de historia, riqueza, dura labor y dramas. Luchan contra el tiempo los muros de contención y los conservados anclajes de los planos que desde el cuarto, bajaban, por niveles, su producción hasta el Grupo San José. Sigue milagrosamente en pie el castillete del plano la Rasa, que llevaba el mineral hasta los lavaderos de la Cuadriella. También desafían el paso de los años el depósito de agua, la casi intacta bocamina y galería del tercero y la balsa de enfriamiento del agua de refrigeración del compresor del cuarto. Asimismo sorprende la perfecta conservación del edificio de hormigón de las balsas, que data de los años veinte del siglo pasado, con su techo escalonado, por donde corría el agua para el enfriamiento. La única casa habitada de La Llama exhibe metafóricamente su meticuloso atractivo. Algo se resiste al olvido.