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Entre Polio y Cutrifera

El paso del tiempo, el largo abandono por parte de las "autoridades competentes", el expolio empresarial y el robo delictivo de muchos malhechores, han sumido las históricas instalaciones del Pozu Santa Bárbara o Pozu la Rebaldana en un triste espectáculo. Esta es la crónica de Carlos Vega.

Nuestro patrimonio (1)

 

El reconocimento


Debe ser cierto el dicho de “las cosas de palacio van despacio” a tenor de lo que uno observa en el diario acontecer. El 29 de octubre de 2009 -dos años- el Pozo Santa Bárbara era declarado Bien de Interés Cultural, lo que le convertía en el primer pozo minero en recibir tal distinción. Inaugurado en 1913 su cierre definitivo se produjo el 31 de junio de 1995 si bien las actividades del mismo se dieron por concluidas el día 2 de septiembre del año anterior.

En el expediente de declaración como BIC, con la categoría de Conjunto Histórico, se le pone como “ejemplo paradigmático de explotación minera”RABALDANA.jpg por reunir sus instalaciones “ interés constructivo y técnico”. Por aquel expediente pudimos enterarnos de que los bienes a proteger eran: “el pozo principal, casa de máquinas del pozo principal, pozo auxiliar, casa de máquinas del pozo auxiliar, antigua casa de másquinas, pozo de ventilación, oficinas y casa de aseo e instalaciones de carga y tolva”. Vamos, lo que los del Valle conocemos como Instalaciones de La Rabaldana y que llevábamos tiempo esperando en la creencia de que sería la primera piedra de una nueva situación de futuro.

El abandono y deterioro


Con el paso del tiempo, con cierta frecuencia, la “autoridad competente” nos engañaba con falsas promesas que aparecidas en prensa nos anunciaban “el inicio, de manera inminente, de las obras de restauración” que -hasta la fecha- nunca llegamos a ver iniciadas. Por no retroceder en el tiempo –lo cual sería más penoso todavía- a mediados de octubre se produce, en el edificio que en su día fueron oficinas, un incendio que es sofocado por efectivos de Bomberos de Asturias con sede en Mienes, lo cual deterioró mas, si eso fuera posible, el estado de conservación del edificio. Fue el principio de fin. Pocos días más tarde, empleados de la empresa HUNOSA -propietaria de las instalaciones- arrasaron con todo aquello que podía tener algún valor y los chatarreros aún no habían llevado.

Cuando aun las “fuerzas vivas locales” no han hecho acto de presencia sobre el pasado, el presente y el futuro de estas instalaciones y la nueva corporación municipal anuncia el desbloqueo del proyecto, quede aquí constancia gráfica del estado en que se encuentran las citadas instalaciones aquellas que antaño constituían “la joya del valle” y hoy están en el más triste de los abandonos.

 

 


Carlos Vega Zapico, Turón, octubre de 2011