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¿Qué valle de Turón para el siglo XXI

Paréntesis largo y aún por cerrar. Faustino Fernández, Miembro del Centro de Estudios sobre el Valle de Turón (CESVAT), tras un recorrido rápido al conocido pasado industrial de nuestro valle, su mutación , su apogeo y su declive, vuelve a plantear las preguntas necesarias a las que solo puede contestar, con hechos, la voluntad del pueblo.

Faustino Fernández

Miembro del Centro de Estudios sobre el Valle de Turón

 

Tras 200 años de parentesis histórico es necesario reflexionar sobre el futuro del territorio.

 

1814. La Guerra de la Independencia en España llega a su fin. El Valle de Turón, un valle más de Asturias, sin ninguna característica que lo haga especialmente destacable en esos momentos, un valle lateral y casi podríamos decir que menor, se apresta a continuar su rumbo en una postguerra difícil y agitada.
El Antiguo Régimen, muy quebrantado en sus fundamentos, intentará resistir por todos los medios, sin conseguirlo. Pero, en estos inmediatos años, continuará rigiendo la marcha de la sociedad y del Estado, y por supuesto, el discurrir de la vida en el Valle, que prolonga su tendencia agrarian secular, de supervivencia muy jerarquizada y contenida.
 
1.864. La Revolución Industrial, aunque con retraso respecto a otros países, está avanzando en España. Asturias, que dispone de la fuente energética determinante para este proceso, el carbón, ocupa un lugar preeminente en el conjunto de realizaciones industrials de la Península. En este año se inicia el periodo de hegemonía siderúrgica asturiana. Y ello, por la disponibilidad inmediatade carbón. En el Valle de Turón, desde hace algún tiempo se asiste a una carrera por la obtención de concesiones mineras, con marcado carácter especulativo, o con proyectos de aprovechamiento aún limitados y precarios.
 
Pero ya falta poco para que la primera iniciativa de calado, la explotación del Coto Paz en la zona más baja del Valle, se ponga en marcha. El capitalismo industrial comienza a poner sus ojos en un territorio que aún no se imagina el alcance de las transformaciones que va a experimentar.
 
1.914. Hace ya más de dos décadas que el capitalismo industrial, acompañado y protegido desde las estructuras estatales, se ha implantado determinantemente en el Valle de Turón. A la citada iniciativa, que acabará dando lugar a Minas de Figaredo, y a alguna otra con un corto desenvolvimiento, se ha sumado la instalación arrolladora en el resto del Valle de una potente empresa minera que responde a los intereses de industriales y financieros ajenos. El suministro de combustible para la ya dominante siderurgia vizcaína pasará a ser la función que el orden económico asigne a este Valle, colocado por la configuración geológica en el corazón de una notable Cuenca carbonífera. Un Valle lateral y menor, al que el interés del capital sitúa en el centro del escenario histórico.
 
Toda la actividad en el Valle resulta conformada, o muy seriamente condicionada, por la dinámica expansiva de las empresas mineras. Ellas son la Fuente de las profundísimas transformaciones que se suceden: arrinconamiento progresivo de la actividad agraria, drásticos cambios poblacionales migratorios, afectación creciente del medio natural por los trabajos y residuos de las labores extractivas, mudanza acelerada de hábitos sociales y de las propias formas de sociabilidad…
 
La Primera Guerra Mundial, que comienza este año, acentuará esa dinámica. Se intensifican la producción de carbón, la incorporación de trabajadores y los beneficios económicos del capital. El Valle de Turón “avanza”, siempre al ritmo que imponen las estrategias empresariales. El esfuerzo por mejorar las condiciones de trabajo y de vida en general, aún escasamente articulado, choca con adversarios fuertes.
 
1.964. Acaban de quedar atrás las décadas más trascendentes en la historia “expansiva” del Valle. Décadas de agudos cambios sociales, de crudísimas luchas entabladas alrededor de la aspiración a cambiar el orden politico y económico establecido, de desarrollos tecnológicos que buscan incrementar la capacidad extractiva de mineral. Lugar, siempre, de duro y peligroso trabajo; lugar, también, con afán de desarrollo material y cultural; lugar, sucesivamente, de reivindicaciones y conflictos, de insurrección, de intento de revolución social, de valentía y de excesos, de Guerra Civil, de derrota militar, de fortísima represión, de “militarización” laboral, de penurias y silencios, de contadas y pautadas alegrías, de actividad clandestina, de huelgas que han contribuido a resquebrajar una dictadura, el Valle de Turón sigue siendo a estas alturas un enorme taller con miles de obreros emplazados en la base real del desarrollo capitalista español. De sus escasos 50 kilómetros cuadrados ha salido una porción sustancial de la energía que ha movido a España durante su recién finalizado periodo de aislamiento político y económico. Muchas personas, de muchos lugares distintos, han confluido en él, y han vivido y viven por y para el carbón. El Valle de Turón, que tanto ha sonado, sigue sonando… lleno de gente, y de ¿futuro?.
Sin embargo, en este año se incrementan las señales de que algo muy importante está cambiando. Un proceso poderoso va tomando cuerpo, a costa del músculo vital del Valle. Emigran trabajadores, se reducen los puestos de trabajo en las empresas mineras… Bueno, eso ya ha pasado otras veces, en la economía hay ciclos y coyunturas, en la del carbón también los ha habido.
 
Todavía pocas personas dentro del Valle comprenden la magnitud de los cambios. El capitalismo español ha entendido que su mejor interés está en abrirse al exterior, y el carbon asturiano no ha encontrado nunca su punto más fuerte en la competencia. Ya es inminente la política (ineficaz) de la Acción Concertada, pronto llegará la huída (con red protectora) de los empresarios privados, luego vendrá la acción directa del Estado, Hunosa. Hulleras del Turón, la empresa más importante, entra pronto en esa dinámica.
 
2.014. Varios años han pasado ya desde que se ha extinguido la actividad minera en el Valle de Turón. Minas de Figaredo, también desde el ámbito público, fue el último de los cierres. Ya hace mucho que el capitalismo ha dejado de interesarse por el Valle. Considera que ya no necesita su función. Otras fuentes de energía, otros mecanismos de beneficio, concitan su atención. Y se retiran inexorablemente los focos del escenario.
 
Unas medidas paliativas de “desarrollo alternativo” (excesivo hablar de proceso de reindustrialización), y unas interesantes condiciones personales para el abandono de la actividad laboral de los trabajadores mineros, son las contrapartidas que se han podido obtener.
 
Cumpliéndose las segundas, que también se traducen en la desaparición de los puestos de trabajo, el “desarrollo alternativo” se demuestra absolutamente insuficiente, cuando no degenera en el fiasco o directamente en el fraude. El Valle de Turón, entre quejas, chispazos de indignación cívica, añoranza y desconcierto, vuelve poco a poco a su condición secular de valle lateral, casi podríamos decir que menor. Estos doscientos años parecen acabar revelándose como una suerte de paréntesis histórico, en que una determinada característica natural gozó de la oportunidad de ser valorada por los poderes que dirigen la marcha de los asuntos humanos. Tras eso, la vuelta a la oscuridad, a la trastienda de la Historia. ¿O no? ¿O acaso sigue siendo posible otra evolución de las cosas?
 
El cúmulo de medios y de saberes alcanzados, a pesar de todo, en estos dos últimos siglos, nos facilitan herramientas para revertir esta deriva, esta derrota? ¿Estamos aún en tiempo de plantearnos un Valle de Turón para el siglo XXI que no sea el de la depauperación demográfica, el de la inercia ensimismada, el de la asumida agonía? Para intentar responder a estas preguntas debemos de considerer otras, presentadas aquí en forma de dicotomías o alternativas, que acaso al final resulten más complementarias de lo que pudiera suponerse:  ¿Se puede afrontar la cuestión mediante la ilación de sucesivas medidas a corto plazo, dictadas por las coyunturas cambiantes, o es deseable una visión global de futuro, una idea-guía de actuación, con la suficiente flexibilidad para minimizar el impacto de circunstancias negativas?
¿Y ello para optar por qué, por proyectos que persigan recuperar para el Valle actividad productiva, creación de empleo, o la apuesta debe inclinarse a asumir de una vez por todas una posición marginal del Valle, enfilándolo hacia un valle-dormitorio, con los mayores servicios posibles, y en el mejor de los casos, con un cierto complemento de valle residencial?

 

Decantándonos por la primera de estas posibilidades, ¿cabe trabajar por recuperar la condición industrial que construyó todo un siglo de historia en el Valle, o resulta más factible encontrar esas posibilidades productivas si nos centramos en la potenciación agroganadera y forestal, que se nos ofrece como recurso más propiamente endógeno? Y si nos inclinamos por lo que propiamente tenemos, ¿qué importancia hay que otorgarle a las potencialidades turísticas y culturales, y cuáles serían más preferibles, las que atesora nuestro patrimonio natural, histórico y etnográfico, o las que promete un patrimonio de arqueología industrial debidamente dignificado y reutilizado?

 
En todo caso, cualesquiera que sean las actuaciones, ¿deben plasmarse a través de la suma de iniciativas individuales o resultarán más eficaces con un concepto de trabajo colectivo y coordinado? Si el impulso dominante fuese el común, ¿cabría seguir dando ancha vía de expresión a los localismos internos o habría que apostar definitiva y decididamente por alcanzar una verdadera cohesión del Valle? ¿Es acertado seguir confiando la dirección de cualquiera de estos procesos sugeridos a las disposiciones y recursos de las diferentes Administraciones, o es tiempo y circunstancia de tomar la iniciativa desde la propia ciudadanía, en un ejercicio de madurez cívica y también de presión positiva a nuestros representantes políticos?
 
En una u otra forma, ¿un movimiento de tal entidad para el Valle debe buscar apoyo en liderazgos sociales personalizados, o tiene que autoimpulsarse desde la más amplia participación democrática? Queda a la voluntad de los habitantes del Valle, y a la de aquellos otros a quienes les interese, realizar este ejercicio (y esfuerzo) de reflexión y concreción de respuestas. Por mi parte, entiendo como tarea y responsabilidad del Centro de Estudios sobre el Valle de Turón alentar, difundir y acompañar este proceso.
 
Faustino Fernández, Turón, febrero, 2015