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Carta al amigo Varela

Cuando un ser tan querido y respetado por todo un pueblo nos dice adiós, el dolor es grande, la pena inconsolable, la pérdida insustituible y el recuerdo perdurable. Las palabras de Carlos Vega recuerdan al amigo de todos, al turonés que entronca, por mérito propio, compromiso y generosidad, con las grandes figuras del turonismo. Se va la persona pero seguirá su ejemplo.

Carta a un amigo

 

 

Querido Varu:

 

La noticia no me cogió por sorpresa cuando desde Turón comenzaron a llamarme a primera hora para confirmármelo. Es más, la esperaba desde hacía algún tiempo. Desde mi estancia en tierras castellanas, solíamos tener comunicación por wuasap y en las últimas fechas lo hacíamos a través del teléfono. Creo que ambos queríamos escuchar nuestras voces. En los primeros días de junio lo hicimos por última vez, el día 7 ya no tenías fuerzas para hacerlo. Estando en Turón, solía acompañarte al Huca para revisiones médicas y las sesiones de quimioterapia, duro tratamiento que más  de una vez tuviste que suspender dado tu estado de debilidad. Pero, al menos, el estado de ánimo era bueno, aunque con frecuencia te encontrabas cansado y débil, pese a todo no te perdías, siempre que las fuerzas te lo permitían, un ensayo, en aquel local del parque por el que tanto luchaste. Me sacabas unos meses, tú habías  nacido en diciembre de 1951 y, los primeros recuerdos que guardo de ti están ligados a “aquelles fogueres que armaba “Patuca” en los Cuarteles”, ¡cuántas veces lo recordamos!, luego coincidimos en algún curso en el ya  desaparecido colegio La Salle, como tú me recordarías en más de una ocasión. Y ahí, nuestras vidas tomaron caminos diferentes puesto que mientras tú tomaste el camino de aquellos “preaprendices”, yo continué por el “bachiller”.

Por esas vueltas que da la vida, volvieron a encontrarse nuestros destinos en La Salle, ahora, pasados los años, eras profesor en la Escuela de Artes Plásticas” y yo, impartía clases en el ciclo medio de Educación General Básica y allí, comenzó una estrecha relación de colaboración y amistad que ha llegado hasta la fecha. Le recuerdo en aquella “guardilla” rodeado de alumnos, cada uno con su caballete y su lienzo, trabajando a varios turnos, dado el elevado número de discípulos con los que contabas, siempre con aquella sonrisa, su bata blanca y los pinceles en la mano dando una pincelada aquí y otra allá. Antes de que el alumno diese por terminada su obra y el guaje llevase el “cuadru” a casa,  era importante el “toque” del maestro.

Cuántas horas te llevaron aquellos enormes cuadros de los Mártires de Turón que fueron expuestos en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Aquellas sesiones de fotos interminables buscando las posturas correctas y los pequeños detalles que trasladar luego al lienzo. Sin protestar nunca por nada, ni poner mala cara, estabas dispuesto a cualquier colaboración. Bastaba comentarte algunas ideas, para que sobre el papel, quedase plasmado lo que uno pretendía y no sabía hacer. Así pasó con el diseño del  monumento de Fortuna “La España fragmentada”, con los carteles anunciadores de nuestras fiestas del Cristo o con el motivo de nuestra Fiesta Gastronómica del Pote, por poner algunos ejemplos. Podías tener mucho trabajo, pero nunca pusiste excusas para rechazar una colaboración “pal pueblu”. Pregonaste nuestras tradicionales fiestas del Cristo de la Paz así como de las desaparecidas de la  parroquia de Santa Bárbara y nunca pusiste reparo a la desinteresada colaboración con cualquier entidad que te la solicitase.

En mi personal recuerdo, quedan muchas instantáneas como aquel primer desfile de Carnaval  que protagonizaste, en Turón, a los acordes de saxo y tambor, aquella exposición en Luanco marcada por la tragedia del pueblo marinero, aquella visita a la Galería de los Uffizzi, en Florencia, donde el tiempo pasó tan deprisa que casi no nos dio  tiempo a ver más que un par de salas, aquel encuentro con el hoy San Juan Pablo II, aquellas exposiciones en el Ateneo turonés  trayendo y llevando cuadros, las inagotables gestiones llevadas a cabo para que la iglesia de San Martín, nuestra parroquia, no se viniese a bajo dado su lamentable estado y tantos y tantos momentos de conversación que ahora, se amontonan en mi recuerdo como queriendo salir al exterior y formar parte de estas letras, pero, que decido guardar dentro, para no cansarte.

Tu otra pasión era la música. Tu inseparable saxo te llevó a formar parte de aquel recordado grupo turonés  Glad Stone, allá por los ya lejanos años 60, inicio de una carrera musical que te hizo pasar por varios grupos asturianos de renombre, te llevó a la Escuela de Música para “mejorar la técnica” y a formar parte de la Big Band, de Mieres. Tal era tu pasión por la música que lograste, en los últimos tiempos, aglutinar un grupo de amigos y volver a los ensayos con  Master Glad, como  parte de la historia musical de nuestro Valle. Tú fuiste el verdadero artífice de que todos dijeran ¡sí! y acudieran a los ensayos con los temas preparados y allí, gracias a tu saber hacer, poner calma cuando era necesario. Era tu “válvula de escape” que mantuviste mientras mantuviste las suficientes fuerzas para “soplar”. Ahora, ellos tienen la obligación de seguir el camino que les marcaste. Les costará, pero estoy seguro que así será, ya lo verás.

Después, vendrían aquellas comidas de reencuentro en que la música era tan importante como el menú.  Quién nos iba a decir, en las pasadas fiestas del Cristo de la Paz, después de aquella actuación estelar, que unos meses más tarde te despediríamos, aunque tu recuerdo para algunos de nosotros, será siempre perecedero. Ahora, estoy seguro que con Roberto,  Perianes y Julín Baquero, compañeros de aficiones musicales, ya estarás preparando repertorio allí donde te encuentre  y, en tus ratos libres, volverás a reencontrarte con tu siempre admirado y querido Urbina de quien fuiste discípulo.

Ya ves, aún en la distancia, sigues uniendo tus dos pasiones: la pintura y la música. Y allí, donde te encuentres, estarás, siempre acompañado de los Baquero, Fenro, Tomillo, Arsenio, Balduno, Sabi… y  tantos otros que, como tú llevaron a nuestro querido Turón como bandera y te precedieron.

Nos quedaron, por hacer realidad, entre otras cosas, dos trabajos que siempre íbamos posponiendo “para más adelante”. Hacer una catalogación de toda tu intensa obra y aquellos murales de los que tanto hablamos que devolvieran a nuestro Turón la memoria de su pasado histórico. No te preocupes, siempre es bueno dejar algo de trabajo para los demás. Ahora, a ti, te toca descansar y a nosotros recordar que siempre que te necesitamos tú estabas ahí, para echarnos una mano con aquella ligera sonrisa tan tuya. Varu, no quiero cansarte, por ello nada mejor que recordarte aquellos versos del sacerdote Caséreo Gabaraín:

                                     

Tú nos dijiste que la muerte

 no es el final del camino

   que  aunque morimos no somos,

      carne de un ciego destino.

 

 

 

         Un fuerte y cariñoso abrazo de unu de Vistalegre a otru de los Cuarteles. ¡Descansa en Paz!

                                     

Juan Carlos Vega Zapico

Turón, 11 de mayo de 2020

Día del Corpus Christi