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Germán Prieto y el Coro Minero - Manuel Jesús López "Lito"

Unas agradecidas voces mineras cerraron la partitura de una vida dedicada a la música. A la despedida emocionada de los turoneses faltaba sin embargo por añadir un último pentagrama a la vida de Germán Prieto, fallecido este 30 de junio de 2014. Las palabras de Manuel Jesús López, “Lito”, historiador y amigo del director, van más allá del merecido y necesario homenaje. Con su artículo, el autor dibuja, desde dentro, los grandes rasgos de la historia coral de nuestro valle, revelando obstáculos, y logros, a la par de algunos nombres de los protagonistas de esta aventura musical tan ligada a Turón.

DESDE MI ATALAYA TURONESA

El refundador del Coro Minero de Turón


En memoria de Germán Prieto,
director de la masa coral,
fallecido el 30 de junio de 2014. 


Por delante de la sastrería que mi padre tenía en El Fabar pasaba muchas veces un amigo mío de Linares con el que compartía animadas charlas culturales. Un día, a comienzos del verano, me sugirió la idea de incorporarme en una polifónica formado por jóvenes de ambos sexos y a cuyos ensayos asistía, dos días por semana, en la primera planta del Bar Zurrón sito en La Veguina.

Acepté complacido y heme aquí que me encuentro un domingo por la mañana ante su director para hacer las pruebas pertinentes. Era un hombre de mediana estatura, aspecto agradable, ademanes enérgicos y de unos treinta años de edad que, rápidamente, me catalogó como barítono. Pero cual sería mi sorpresa cuando ya desde los primeros ensayos me situó en el grupo de los bajos alegando que sólo tenía dos. Así que ya puede suponerse mi tragedia particular: a mis carencias en la entonación había que añadir mi situación en una cuerda en la que no me sentía cómodo. Menos mal que tenía a mi lado un bajo excepcional –pronto me di cuenta de ello– un veterano del canto, Alfredo de la Vega el Rey, que había sido hasta hacía poco tiempo un puntal importante del Coro Minero, pero a raíz de unas fricciones surgidas con algunos de sus miembros se había pasado a la Polifónica Turonesa. El director que, en principio, parecía haberme hecho una pequeña faena, en realidad era un espejismo pues Alfredo al cantar “Alma llanera”, ”Camín del baile” o “El Vito”, con su excepcional vozarrón enmascaraba todas mis limitaciones. El ambiente que se respiraba entre los compañeros (Falo el de Radimar, Guillermo el chato, Loli de San Francisco, Monse de Cabojal, Mari Paz de La Cuadriella, una hermana de Carrete el futbolista, la hija de LuisaGermán saludando.jpg la de las flores, Javier Barreiro …) era muy distendido. Paré menos allí que “el Vasco en Peñamiel” como se decía en otro tiempo para ilustrar una brevedad, y muy a pesar mío, pero en octubre iniciaba el bachiller superior en el Instituto “Bernaldo de Quirós” de Mieres y mi padre no quería ninguna distracción para mí que no fueran las matemáticas, la física o la química. Traigo esto a colación porque así fue como tuve el primer contacto con Germán Prieto, el director de aquella polifónica y al que hoy vamos a recordar.

Nacido en 1932, tuvo en su padre “Madrid”, popular músico en el Turón de anteguerra, un profesor extraordinario; luego complementaría sus conocimientos estudiando solfeo por los métodos de Hilarión Eslava. Integrante del Coro Minero casi desde su fundación, la afición a la música le hace devorar todo lo que llega a sus manos relacionado con este arte, estudiando otros métodos como “El Solfeo de los solfeos”, actuando como jefe de cuerda en los tiempos de Vital Pardo y dirigiendo al grupo de forma esporádica en su ausencia.

La vocación artística de Germán queda patente aquellos años de la postguerra en que con un enorme sacrificio compatibiliza su trabajo en “La Compañía” con la creación de la “Polifónica Turonesa” en 1958, al tiempo que amplía su formación musical con sus estudios de piano y armonía, ésta por los métodos de Arin y Fontanilla. Pero la década de los años sesenta se va a caracterizar por un intenso flujo de trabajadores hacia Bélgica y Alemania lo que determina que estos grupos entren en crisis pues quedan diezmados en poco tiempo. El Coro Minero que había sido laureado en Torrevieja y repetidamente galardonado también desaparece.

En 1973, Germán es llamado pasa a dirigir el Orfeón de Mieres y en esta nueva etapa le va a dar un notable impulso, según palabras del mejor critico musical del momento: Florestán. Cuando agoniza el decenio, se está produciendo el regreso a la patria de muchos de aquellos emigrantes y un grupo de veteranos del Coro Minero, entre los que se encontraba el tenor Genaro Quevedo, se entrevistan con Germán para que se haga cargo del emblemático grupo turonés al que, a toda costa, quieren recuperar. El entusiasmo general crece. La alegría se desborda y muy pronto se produce la refundación. Comienzan a sonar canciones como “Vaqueira” de Ruiz de la Peña, “Pupurri asturiano” de H. González o “Benedictus” de Torner. En este tiempo, el Coro Minero cubre una etapa importante sin perder ritmo. Actuando en el Teatro Real de Madrid y otros lugares, el Coro, bajo la batuta de Germán, pone al Valle en el candelero, una vez más, reverdeciendo viejos laureles por esos caminos de España. Emocionante, en particular, fue la visita a Valladolid donde realizaron una puesta en escena cargada de sentimiento. El caso es que en 1980, el Coro había actuado en el Centro Asturiano a petición de José Luis Varela, un antiguo turonés afincado en la ciudad del Pisuerga. Pero éste regentaba allí un importante restaurante y al año siguiente fue distinguido como “mejor hostelero del año”. Entonces, el Coro Minero, sin previo aviso, decidió darle una sorpresa al bueno de Varela y se presentó en Valladolid el día del homenaje. Llegaron los postres y las recias voces de la agrupación turonesa invadieron la estancia y la bañaron con sus acordes que hablaban de amores y de costumbres ancestrales como si de una impetuosa cascada se tratase. Los comensales quedaron impresionados. Allí estaba lo más granado del mundo de los negocios de la provincia, además de otras prestigiosas autoridades como un general del ejército de Tierra que, al final, felicitó efusivamente a Germán. Por su parte, a Varela se le deslizaban las Germán Prieto y Coro.jpglágrimas por ambas mejillas sin poder evitarlo. Su tierra natal, su valle minero, a través de aquellas melodías, le habían convulsionado el corazón. Fue un día inolvidable para todos.

En 1982, graban un microsurco con Dial Discos S. A. y dos años después se le hace un homenaje a Germán por la importante labor realizada en el ultimo quinquenio al frente de la agrupación musical a la que ha ayudado de forma decisiva para su recuperación. Todo parece ir sobre ruedas y las actuaciones y éxitos se suceden, pero en 1986 surgen algunas discrepancias con unos coristas que se niegan a someterse a su autoridad. La directiva entonces propone que Germán reorganice el grupo expulsando a los elementos díscolos pero, al mismo tiempo, a sus espaldas, negocia la creación de uno nuevo que pasa a dirigir Baldomero Pérez. Durante algunos años dos conjuntos se arrogan la representación del “Coro Minero de Turón”, si bien el que dirige Germán es el primero que se registra en la Consejería de Cultura del Gobierno del Principado de Asturias. En este periodo obtiene algunos premios como el “Xiurrell de Plata”, máximo galardón que concedía el Gobierno balear a la actividad coral, o el “Distintivo Vital Alvarez-Buylla” otorgado por el “Aula de Paz Camín de Mieres”. Pero la bicefalia del Coro era molesta para los que sentían al Valle de Turón y un mal ejemplo para todos, en general, por lo que con el fin de no perpetuar aquella situación anómala, en 1991, Germán, en un acto que le honra, decide disolver su grupo para no sangrar más el buen nombre de la entidad. Entonces, el Coro vuelve a ser único, dirigido por Baldomero y patrocinado por la asociación “Mejoras del Valle”. El cisma había concluido.

A Germán se le ha hecho mucho daño con este triste episodio. Doy fe de ello yo que he tenido el honor de ser su amigo durante muchos años. Ya nunca más dirigió a un conjunto de coristas como abía sido la pasión de su vida. No obstante, mientras la salud le acompañó seguía trabajando y estudiando en su casa y peleándose con el pentagrama casi a diario. De esta última época son sus composiciones “Por todos los caminos”, “Los peregrinos del sol” y “Coplas de la minería”.

Para concluir esta aproximación a la figura de Germán Prieto –ver más detalles en mis obras “Turón. Crónica de medio siglo (1930-1980)” y “Memoria gráfica del Turón industrial (tomo II)”–pienso que, aparte de las rencillas localistas que, en ocasiones, existen y son las que afloran a la superficie siendo, por tanto, las más vistosas, la causa fundamental del desaguisado cometido con este hombre que vivió para la música, fue el haber nacido en el Valle, vamos, que fuera uno de los nuestros; en otro caso nada de lo descrito hubiera ocurrido pues, sin restar méritos a ninguna persona en particular, tenemos la necia costumbre en este país de valorar siempre, a los que vienen de fuera y no por ser mejores sino por ser forasteros. Y así nos luce el pelo muchas veces.

Me ha dolido tu muerte Germán. Un amigo menos de los auténticos. Así es la vida. Todo se ha terminado para ti. Ahora que estás en las estrellas, resérvame un buen sitio compañero del alma.


Publicación autorizada © Manuel Jesús López “Lito”, julio 2014
 
Página web para saber todo todo sobre el autor y su obra: www.litoweb.es/