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Ascendiendo por el valle de Turón

Hace ya más de 25 años que GRUCOMI (Grupo Coleccionista Minero Investigador) sigue con su apasionada labor en torno a la minería y el coleccionismo, celebrando exposiciones y encuentros de escritores relacionados con el mundo de la minería. Hoy ponemos en nuestra web el extracto dedicado a nuestro valle en una publicación titulada « Las Rutas de los Castilletes: Los Pozos y las Sombras». Una manera rápida de recorrer nuestro valle, como recuerdo a su importante papel dentro del mayor parque hullero de España con más de doscientos años de vida, del que aún quedan, certificando ese trabajado pasado, numerosas bocaminas y 41 airosos castilletes.

 

LAS RUTAS DE LOS CASTILLETES

ASCENDIENDO POR EL VALLE DE TURÓN

 

 

 

200 AÑOS DE MINERÍA

Tras más de 200 años de minería y medio millar de explotaciones repartidas en apenas 700 km cuadrados, las huellas que hoy podemos contemplar están ya muy lejos de avalar el paroxismo extractivo vivido en los valles mineros de la Cuenca Central Asturiana. Aun así podemos todavía contemplar 41 castilletes y numerosas bocaminas, además de chimeneas, edificios, poblados, máquinas, monumentos, lavaderos, escombreras y, modernamente, cortas de cielo abierto, todo ello con múltiples evocaciones históricas y conformando lo que nos atrevemos a definirse como el mayor parque hullero de España.

El Patrimonio Industrial puede considerarse como un nuevo bien cultural. Cada día son más acusadas las tendencias que favorecen e impulsan la difusión de los recursos naturales y culturales ligados a una didáctica interpretativa de monumentos históricos, paisajes, hitos singulares y elementos culturales. La formación, la información y el tiempo libre han creado costumbres y hábitos cualitativamente distintos en  el disfrute del ocio y el llamado turismo cultural aparece como demanda creciente de un buen número de ciudadanos.

 

LOS CASTILLETES

Nuestra pretensión al ofrecer una tentativa de “Ruta de los Castilletes” es simplemente el estimular el conocimiento de una realidad técnica, social, económica y cultural - la Cuenca Central Asturiana - a través de uno de sus testimonios simbólicos, el CASTILLETE, verdadero monumento de la industria del carbón, ese mineral que ha conformado la vida y costumbres de buena parte de la población asturiana durante siglo y medio. No tratamos de inventar o distorsionar ningún planteamiento  de la vida y trabajo minero, al contrario, simplemente evocamos hitos que ayuden a interpretar correctamente este ingente patrimonio de la industria, cuya visión cotidiana empaña a veces el desconocimiento de hechos y situaciones vividas, rescatándolas de la memoria y del olvido.

El Castillete no se explica al margen de su función y de su entorno, buscamos la sensibilización cara a su preservación y también las necesarias sensaciones y sentimientos ante una historia tan emotiva como impresionante. Si además conseguimos su puesta en valor, generando nuevos usos y una reutilización que dé futuro a nuestro pasado, con formas de bienestar hasta ahora insospechadas, nuestro objetivo se verá cumplido con creces.

 

LA EPICA DE LA MINERÍA

A ningún historiador, economista e incluso urbanista, se le escapa la estrecha relación entre la minería y la dinámica social vivida en la CCC (Cuenca Carbonífera Central) durante los últimos 200 años, en ocasiones con carácter tan marcadamente épico que fuera de nuestras fronteras, hablar de Asturias es sinónimo de minería en su carácter más mítico. En una zona de 70.000 Ha, colonizada por ciudades alineadas en los valles de sus dos ríos principales (Nalón y Caudal), tapizada con numerosos bosques en la cabecera de los arroyos y definida geológicamente por una gran cuenca cobijada en la Rodilla Astúrica y “acunada” por las calizas basales del Carbonífero, se han realizado operaciones mineras en unas 70 capas diferentes (que el rico y curioso nomenclator minero ha multiplicado al menos por tres) y en magnitud muy superior a las huellas que aún perduran en un medio ciertamente fagocitador. La geología de esta cuenca, formada por; una columna estratigráfica de casi 6.000 m de rocas plegadas en una característica estructura que los ingleses definen como “caja de huevos” (alternancia de domos y cubetas o mejor, anticlinales y sinclinales) condicionó primero la geomorfología (caso del río Turón por ejemplo) y después el aprovechamiento humano de los recursos del terreno.

 

ASCENDIENDO POR EL VALLE DE TURÓN

Desde Mieres, tomamos la autopista en dirección Sur y en 3 Km, o lo que es igual, en el Km 41 de nuestra ruta, pasamos ante otra de los gigantescas impactos levantados por los topos humanos: la escombrera de Reicastro, centinela de las últimas cuatro generaciones de las localidades que la contemplan: la milenaria plaza de Ujo y la tardofranquista barriada de Figaredo. Formada con los escombros extraídos de las minas de Hulleras de Turón, se la hizo desaparecer estos últimos años, bien reutilizando para obras públicas los mejores de sus estériles o bien quemando en la central térmica de La Pereda los más abundantes en carbón.

Tomamos la primera salida de la autopista para adentrarnos hacia el valle de Turón, no sin antes contemplar la antagónica belleza de dos arquitecturas elitistas: en la margen izquierda del río Caudal, el sobrio chalet de la Sociedad Hullera Española antigua sede de la empresa del Marqués de Comillas. Las vidrieras del lucernario son dignas de admiración y sus motivos mineros nos recuerdan el origen de esta singular construcción. Entre los años 1980 y principios de los 90 acogió al Servicio de Geología de HUNOSA, razón por la cual muchos lo conocen como "chalet de los geólogos”. En la margen derecha del río, el majestuoso Palacio de los Figaredo, durante muchas décadas sede de la familia propietaria de Minas Figaredo,

Cruzamos por delante de la típica barriada minera de Figaredo para tomar la carretera AS-337 e introducimos por el valle de Turón, el valle con más densidad de minas por Km que se conoce en nuestras cuencas. Aguas arriba de este afluente del Caudal tuvieron asiento desde principios de siglo y sobre todo entre los años 40 y 60 (casi dos centenares de bocaminas!, pertenecientes a grupos tan históricos como evocadores: Figaredo, Escribana, Santo Tomás, Clavelina, San José, San Víctor, Podrizos, San Benigno, Rabaldana, Espinos, Fortuna, Urbiés, etc. Hoy día podemos contemplar seis castilletes y apenas otras tantas bocaminas de aquella exuberancia minera:

 

POZOS SAN INOCENCIO Y SAN VICENTE

La Mina Figaredo reúne en sí misma dos circunstancias de gran solera: fue la primera empresa minera en instalarse en el valle de Turón y la última en continuar explotando sus carbones.

Fue fundada por Vicente Fernández Martínez en 1867, por lo que será además, hasta el momento en que oficialmente se integre en HUNOSA, la empresa minera en activo más antigua de Asturias. El conjunto minero de Figaredo es de sumo interés, podemos apreciar la diferencia entre una torre de extracción (pozo San Vicente, sin tornapuntas y con la máquina de extracción situada en la parte superior) y un castillete, como el del pozo San Inocencio, con tornapuntas y la máquina de extracción situada  a ras de suelo y a cierta distancia del pozo. La esbelta chimenea de ventilación preside toda la plaza como un símbolo de antigua y orgullosa verticalidad.

Continuamos nuestro ascenso por la carretera As-337, pero a la entrada de Cabojal cogemos el desvío que sale a la derecha y bordeamos el parque público construido sobre lo que fue la escombrera de la Mina Riquela e inaugurado el 17-11-1991 por el ex Consejero de Industria don Víctor Zapico. Desde su atalaya podemos contemplar las instalaciones de Minas Figaredo recortadas contra la imponente masa caliza de la Sierra del Aramo que, una vez más, asoma por el oeste. En la ladera norte del valle se nos aparecen las escombreras particulares de Mina Escribana, paradas hace casi una treintena de años y, curiosamente apenas sin revegetar.

 

LA CUADRIELLA

Entramos en los tramos medio y alto del valle, es decir, en los dominios de la Sociedad Hulleras de Turón, constituida con capital vasco en 1890 con el fin de explotar los excelentes carbones (del mejor tipo Cardiff inglés, decían todos los especialistas) de los que vivirían durante mucho tiempo los Altos Hornos de Vizcaya. La construcción de las instalaciones centrales en La Cuadriella obligó, entre otras obras, al desvío y canalización del río. Del gran complejo industrial que se levantó se conserva un riquísimo patrimonio del que podemos destacar el lavadero, construido a finales de los años 1920 con tecnología casi actual, los talleres en los que se llegaron a construir grandes locomotoras y los chalets del subdirector y del director, el famoso ingeniero Rafael del Riego, fusilado durante la Revolución del 34. La chimenea de La Central, inactiva al menos desde los años 1950, preside todo ello cual vigía permanente que parece guardar los tesoros del Valle y simbolizar el destacado carácter industrial que tuvo el territorio en otro tiempo (R8). En 1972 se paró el casi centenario ferrocarril Vía Estrecha para transformar su caja en la pista rodada por la que continuaremos nuestra ruta camino de los pozos de San José y Sta. Bárbara. Aquél mismo año, Avelino Rodríguez, decano de los trabajadores de Vía Estrecha, y José Manuel Fernández. Felgueroso, ingeniero director del grupo minero, inauguraron al pie de la vieja locomotora Turón-3, una placa que decía: A todos aquellos que con su esfuerzo hicieron posible que la riqueza de nuestro subsuelo contribuyese al progreso y bienestar de España. Sesenta millones de toneladas dan fe de ello.

 

POZO Y ESCOMBRERA SAN JOSÉ

Poco antes de llegar al pozo San José por la pista carbonera “Vía Estrecha”, nos adentramos en la barriada de San Francisco, inaugurada en 1917 por la empresa Hulleras de Turón y recientemente derribada para transformarla en una urbanización moderna en la que sin embargo no se eliminó el tradicional estilo del hábitat minero. Algunas fotos antiguas nos permiten recordar que se trataba de cinco largas alineaciones de bloques con dos plantas. El día de Santa Bárbara de 1979 se erigió en este barrio otra de las esculturas que podemos contemplar en nuestra ruta, el Monumento al Minero Jubilado, un bronce que el ex empleado de HUNOSA, Félix Magdalena, realizó como homenaje al minero que se jubila: un viejo minero entrega su lámpara al joven güaje que le relevará en las tareas subterráneas.

En septiembre de 1923 el Príncipe de Asturias y el Presidente de Gobierno, don Miguel Primo de Rivera, visitaron las instalaciones de Hullera Española en el grupo San José, el cual presumía de ser el primero en equipar todos sus talleres con martillos picadores y alcanzar así el 99,57% de la producción “mecanizada”. En 1949 la SHT, previendo el agotamiento de las reservas de montaña, comenzó la profundización del pozo San José que sería inaugurado por el ministro de Industria, Sr. Planell, el 25 de septiembre de 1957 y cerrado por un anónimo minero 46 años más tarde. La apertura de este pozo, obligó una vez más, al desvío y encauzamiento del río pero permitió a la empresa alcanzar al año siguiente la producción más alta de su historia: 1.372.700 toneladas brutas, de las cuales se aprovecharon 811.00 t de hulla lavada, o sea, casi un rendimiento del 60%. (R6). La proximidad del cementerio nos obliga por fuerza a homenajear de nuevo a todos los mineros que rindieron tributo bajo la tierra, recordando en este caso a los 11 fallecidos del lunes 14 de agosto de 1967 en el vecino 1º de Santo Tomás por otra fatídica explosión de grisú.

A espaldas del pozo y hasta el cierre del mismo a finales de 1992, fue creciendo otra imponente montaña de estériles extraídos al subsuelo. Del enorme impacto visual que atestiguan las fotos antiguas, se ha pasado a un tratamiento espectacular en el que se han suavizado los taludes, desaparecido las bermas y revegetado el suelo, de manera que hoy día, la gran mancha gris de la escombrera de San José es ya sólo un recuerdo fotográfico.

Toda la vuelta de vacío exterior, la sala de embarques y las cintas de reenvío de estériles fueron cubiertas con una audaz estructura de hormigón, pero su conservación actual dice muy poco de lo mucho que en su día representaron. Sería interesante convocar un concurso de ideas para la adecuación de todo este patrimonio.

 

SANTA BÁRBARA y SAN VÍCTOR

En la cuenca central son numerosas las referencias a la patrona de los mineros; al menos tres pozos llevaron el mismo nombre: el pozo Santa Bárbara de la S.I.A. en Moreda, el que explotó Duro Felguera en La Cerezal, y este que ahora vemos, con sus dos castilletes enclavados en La Rabaldana y, al contrario que el anterior, en la margen derecha  del río Turón. El 26 de agosto de 1926, Hulleras de Turón puso en explotación el pozo Santa Bárbara como buque insignia de la sociedad y HUNOSA lo cerró definitívamente el primero de septiembre de 1994. A los tres años de su inauguración, el arranque “mecanizado” en el conjunto de las explotaciones de la empresa superaba ya el 90% y se alcanzó una producción de 585.000 t lavadas, la máxima hasta entonces, correspondiendo sólo al pozo Sta Bárbara 1000 tb/día.

Enfrente del pozo Sta Bárbara, hacemos otro pequeño bucle en la ruta para tomar la carretera que asciende con vértigo hacia las instalaciones del cielo abierto de San Víctor y detenernos en apenas 3 Km al pie de la única mina de montaña que HUNOSA mantuvo abierta durante muchos años y hasta 1992, es el denominado piso Cero de San Víctor. En la clave del arco de la bocamina, alguien gravó en bajorrelieve el inconfundible símbolo de la hoz y el martillo; curiosamente, así se mantuvo durante todo el Franquismo. Es quizá la mejor atalaya de todo el tramo alto del Turón; al fondo del valle, podemos ver la plaza del pozo Sta Bárbara, como una isla de hierro rodeada de verdor. En el resto del paisaje, numerosos bosques han fagocitado ya los restos de docenas de instalaciones que durante casi cien años llenaron las laderas del inconfundible color, olor y ruido de las minas de montaña: bocaminas, planos inclinados, trincheras de ferrocarril, reatas de mulas, dinamita, turullos...

 

GRUPO ESPINOS y MINA FORTUNA

Reemprendemos la ruta a la altura del pozo Sta Bárbara, y apenas 500 metros aguas arriba, llegamos a la localidad de San Andrés donde existió el grupo Espinos, que comenzó a funcionar en 1906 con minas de montaña. El curioso castillete del pozo Espinos, tuvo una planta única a cota 334 que lo unía al pozo Santa Bárbara. Un puentecillo peatonal nos conduce al pie de las instalaciones para comprobar que la máquina de extracción está situada en la vertical del pozo, razón por la que carece de tornapuntas y cuenta en lo alto del castillete con la curiosa caseta protectora que le confiere su especial personalidad. Esta observación nos permite proponer que se deje de hablar de “castillete” y pase a usarse el término más correcto de "torre de extracción”, convirtiéndose de este modo en la más antigua de todas las conocidas.

Apenas a 1,5 kms desde Espinos, la AS-337 cruza el río Turón por encima del famoso Puente Villandio e inmediatamente nos permite introducirnos en una explanada a la izquierda de la carretera. Es la plaza de la Mina Fortuna o Artuso, abierta a mediados de los años 1940 por don Antonio Aza de Santullano. Desde el socavón de entrada, hoy destruido por las reformas de la carretera a Urbiés, se profundizó un pozo plano hasta 5º planta, o 3º planta nueva, como se la denominó al unirla con la misma 3ª de Sta Bárbara por la cual se extrajo la producción al menos hasta 1972. Si en la margen izquierda del río podemos ver la bocamina del polvorín en la margen derecha podemos caminar tres minutos hasta la bocamina del 1er piso, usada como trastero por los lugareños.

 

MONUMENTO AL MINERO

Desde Mina Fortuna, la carretera inicia el ascenso hacia Urbiés, soleado pueblo de estratégico enclave y magníficas vistas sobre la cabecera del río. Desde aquí podemos contemplar la última gran escombrera del valle de Turón, la de La Vegona, revegetada en su totalidad pero con una morfología imposible de disimular. Ya en el cruce donde se ubica el excelente restaurante Casa Migio, seguimos unos 1.800 metros por la AS-337 hasta contemplar el Monumento al Minero y Mina Imagen, grandioso proyecto de hermandad entre las cuencas, inaugurado el 4 de septiembre de 1977 a iniciativa de numerosos entusiastas de la minería, pero dejado morir inexplicablemente en el abandono más absoluto. Sus máquinas y vagones se pudren a la intemperie, mientras que en el interior de la mina, las galerías y la capilla de Santa Bárbara permanecen inaccesibles al visitante.

Desde la escultura de dos mineros que comparten brazo y lámpara, podemos observar grandiosas vistas sobre los valles mineros que confluyen en este cordal; nada menos que los concejos de San Martín del Rey Aurelio, Laviana, Aller, Mieres y Langreo, según los podemos admirar si giramos desde el Norte 360º en el sentido de las agujas del reloj.

 

 

© Pedro Fandos Rodríguez y José Antonio de San Antonio, geólogos, Miguel Ángel Álvarez Areces, Jefe del Departamento Patrimonial de HUNOSA


 

(1) GRUCOMI, Grupo Coleccionista Minero Investigador, es una iniciativa que surge de un grupo de apasionados de la minería y aficionados al coleccionismo que, en diciembre de 1996, organizan una exposición en Sama de Langreo como homenaje al Pozo Fondón de Hunosa, entonces reconvertido en Archivo Histórico Documental. Al año siguiente se organiza, también para Santa Bárbara, una exposición para conmemorar el 30 Aniversario de Hunosa y toma ya cuerpo la idea de constituirse en asociación. Para ello se elaboran los estatutos y se dota de carácter formal al Grupo, inscribiéndolo en el Registro de Asociaciones del Principado y en las federaciones asturiana y española de sociedades filatélicas (FASFIL y FESOFI), así como en el Registro Municipal de Asociaciones de Oviedo. La minería permite abordar sugerentes colecciones de sellos, monedas, billetes, fotos, libros, planos, acciones, calendarios, pegatinas, lámparas, chismes, fósiles, minerales, etc., que no solo cumplen un papel importantísimo en el tiempo libre, sino que se están erigiendo como ramas auxiliares de la historia e incluso de la técnica, no en vano muchos recuerdos y museos actuales existen gracias a los coleccionistas. Otros objetivos del GRUCOMI son el intercambio de experiencias, la enseñanza, la documentación, la interlocución y divulgación del coleccionismo.