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Historía Pozo la Balanza

Fue una construcción singular, un pozo aparte. Y solo los muy mayores pueden hoy presumir de recuerdos claros. Los míos me vienen del tío Ramón Varela, de Tablao, en boca de su hermano David, mi padre. Pero son insuficientes para este castillete, obra de Caminal, desmontado como chatarra a principios de los años 50. Allí en la parte alta del valle, su sistema de “pozo-balanza” abastecía el grupo San José, al que pertenecía, con el carbón de la zona de Cutiellos. Existe poca información y escasísimo material fotográfico histórico a pesar de esas fotos de algunas construcciones atribuidas de manera errónea a nuestro pozo La Balanza. Basta descubrir la superficie de la esplanada donde se ubicaba y algunos vestigios, bien pocos además, para descartar la inmensa mayoría de los documentos iconográficos. Quizás entre los más mayores existan verdaderos tesoros que ayudarían a recuperar las piezas desaparecidas del puzzle minero. Hoy toca recordar la valiosa aportación de Ismael Fernández Álvarez, gran conocedor y valedor de nuestra minería.

 

EL POZO LA BALANZA

 

El “Pozu la Balanza” perteneciente al grupo de San José-San Francisco estaba situado en el entorno de Cutiellos con vista a los pisos  altos del grupo San Benigno hasta Cutrifera. Allí se alzaba aquella pequeña torre de hierro sostenida por cuatro pilares, un castillete muy similar al conocido Pozu Espinos, con su máquina de control en la parte superior y una estructura metálica, de hierro, bastante parecida en su confección.

Esta explotación funcionaba con el sistema “pozo-balanza”: A diferencia de nuestros clásicos pozos que sacan el carbón a la superficie, éste lo bajaba, es decir que todo el carbón producido en el piso y en los superiores, 8º, 9º,10º ……. se bajaba por este pozo-balanza hasta el piso 3º para luego, en los mismos vagones, sacarlo por el travesal del mismo piso  hasta las tolvas del cable aéreo por la trinchera del 3º.

Al ser éste un pozo de balanza, el peso de los vagones cargados hacía subir los vagones vacios. La marcha se controlaba con sus frenos y la máquina instalada en la parte superior del castillete a partir de la cual el maquinista de turno controlaba las maniobras. Éstas eran las habituales de un pozo minero, con entrada y salida del cargado y del vacío, sus jaulas de dos vagones, sus guiaderas y los dos cables de sujeción a una polea central de dicha jaula. Las reparaciones del cambio de guiaderas corrían a cargo de operarios del taller cuyo trabajo era considerado muy peligroso por las condiciones en que se encontraba su caña, en cuanto a la seguridad.

Recuerdo la muerte de un carpintero Aquilino, de Villapendi, que cayó desde la parte superior y al soldador del taller Segismundo que fue envuelto por los cables contra la polea, al estar al descubiertas dichas parcelas.

El castillete se desarmó por operarios del taller aproximadamente a finales del año 50, del pasado siglo. Fue cortado en trozos para su traslado sobre caballerías y posteriormente vendido como chatarra. ¡Qué maravilla hubiera sido el tener este castillete como patrimonio minero en un paraje tan atractivo como el de Cutiellos!

 

El camino, por Tablao y desde el 3º san José eran muy pendientes y su piso estaba en muy malas condiciones. El grupo también tenía bocaminas, en la misma vertiente, en los pisos 1º, 2º, 3º, 7º, 8º y 9º con el 4º,5º y 6º en la otra vertiente.

En esta zona también llamada ”Escandallonga” había una cuadra de mulas con su vivienda. El piso disponía de compresores, fraguas, lampistería y una oficina en una zona más alta. Estos parajes siempre fueron muy visitados por la juventud que organizaba excursiones y meriendas por la llamada “Llana’l Cordal” ya en territorio allerano.

© Ismael Fernández Álvarez