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Azafrán silvestre

Cuando de sus multiplacadas raíces finas, abriéndose camino por la caliza gris del subsuelo turonés, asoman sus discretas túnicas florecidas, los prados presumen y los rincones solitarios recuperan alegría. Con nuestro azafrán silveste, esa “joyita floral color azul-violeta”, que tan bien describe Evelia empezamos el rescate de nuestra flora.

                                  FLORES  SILVESTRES  DEL  VALLE DE TURÓN

 

En otro tiempo el carbón teñía de negro el valle. Pero en la actualidad,  cuando las explotaciones mineras ya han desaparecido, la naturaleza recobra un especial protagonismo. La exuberante vegetación de bosques y praderías muestra su esplendor bajo el limpio cielo azul del mediodía. El paisaje se ensancha a medida que ascendemos por sus laderas. Las cadenas montañosas, recortadas en el horizonte,  se difuminan a lo lejos entre las nieblas blanquecinas y las  nubes rosas del atardecer. Desde la altura evocamos, por el profundo y silencioso valle, su ruidosa y nunca olvidada historia.  

En este caminar por los montes turoneses también volvemos la vista hacia lo más cercano. Por el camino, casi a nuestros pies, nos encontramos a cada paso con pequeñas  florecillas. Crecen en cualquier lugar: entre la hierba, los matorrales, sobre un montón de piedras, en el lindero del bosque, al lado de una fuente...Son las denominadas, flores silvestres. Viven allí donde las condiciones ambientales les son propicias. Existen en una gran variedad y generalmente tienen pequeño tamaño. Algunas, en su aparente insignificancia, pasan muchas veces desapercibidas. No llaman la atención de manera especial, no alardean ni deslumbran como lo hacen las flores cultivadas. Pero esas plantas siempre están ahí, en su hábitat, desarrollando un ciclo vital propio, cumpliendo con la necesaria función que la naturaleza les ha encomendado.

Nacen espontáneamente y no precisan de la mano del hombre para subsistir, se bastan por sí mismas. Toman del medio lo que éste les ofrece: luz o sombra;  humedad o sequía;  frío o calor. Se adaptan a lo que tienen. Viven conformes en el espacio natural donde hunden sus raíces. Se muestran puras en su forma y color; perfectas y equilibradas; libres y autosuficientes. Así, las dotamos de atributos humanos en la metafórica creencia de que, como  seres vivos que son, poseen  características comunes con las demás especies de la escala evolutiva. 

El campo se alegra con estas vistosas floraciones preferentemente en primavera, pero las demás estaciones poseen las suyas propias. Así, la flor que hoy nos ocupa, brota a finales del verano, cuando el suelo ya se cubre con las hojas doradas de los castañales  y  la hierba empieza a amarillear con las primeras heladas.  Es conocida como CROCUS NUDIFLORUS o Azafrán silvestre. 

Es una joyita floral muy bella. Sus llamativos colores: el vivo azul-violeta y  el naranja brillante de sus estigmas destacan en el tapiz verde del prado o asoman entre las hojas secas del otoño.

La descripción de esta planta la tomamos del libro FLORES SILVESTRES DE ASTURIAS (Cajastur, 2009) del biólogo Emilio Rico y de la farmacéutica Rosa María Simó, profesora de Botánica de la Universisad de Oviedo.

 

“Crocus, del griego croké­,  filamento, sea por la forma de los estigmas o por las fibras que rodean el bulbo”.  Es un género de plantas bulbosas perennes perteneciente a la Familia Iridaceae con más de ochenta especies. Una de ellas es la que nos ocupa: el Crocus nudiflorus.

“Son plantas vivaces, diminutas, que brotan de un bulbo pequeño, en primavera, las hojas todas en la base, largas y estrechas.

Las flores, muy vistosas, salen en otoño una vez marchitas las hojas. Tienen forma de embudo con el tubo largo, dividido finalmente en seis piezas semejantes, estrechas, agudas, de color malva. En el interior se encuentran los estambres, de anteras más cortas que los filamentos y  el ovario, que se prolonga en un estilo largo y rematado en el ápice en tres estigmas anaranjados. El fruto es una cápsula membranosa dividida en tres cavidades, donde se alojan las semillas”.

El Crocus nudiflorus es muy frecuente en toda Asturias, donde existen otras  variedades de características muy parecidas, como son, el Crocus astúricus y el Crocus serotinus.

Entra las propiedades del Crocus nudiflorus,  destaca la de poseer algún grado de toxicidad,  a diferencia de su pariente cercano, el azafrán de cultivo (Crocus sativus). Por esta razón las vacas y animales de pasto no lo comen.

Como usos medicinales, es analgésica, antiespasmódica, narcótica y sedante;  se utiliza para teñir la seda, la lana y el algodón, y también, en cosmética, sus estigmas sirven para la elaboración de perfumes.

 En  Asturias se conocen más de 2000 especies de plantas silvestres diferentes. El estudio y divulgación de la flora asturiana contribuye a despertar nuestra  atención y curiosidad por este rico mundo vegetal.  Con él que convivimos y lo valoramos como parte importante de nuestro  ecosistema.

En este mismo deseo se manifiestan los citados autores, Rico y Simó, que con sus estudios sobre la flora asturiana, dicen…“Intentamos transmitir el respeto, la admiración por la naturaleza y el paisaje que se percibe al contemplar aquellos de nuestros valles, montes y collados… Y el interés por la conservación y la protección de nuestro entorno, tan mal gestionado en ocasiones y tan mal tratado en otras muchas”.

Evelia Gómez, marzo 2015

 

Bibliografía 

Rico, E.  y  Simó, R.M. (2009)  Flores silvestres de Asturias.  Cajastur, Oviedo.225 pp.