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El cura minero del Pozo San José

Sacerdotes obreros, curas obreros, curas rojos o curas comunistas como el título epónimo de la novela del asturiano Martín Vigil de 1968. Todas ellas denominaciones positivas o peyorativas según de quiénes provengan. Un fenómeno, sin embargo, no tan reciente ya que tiene sus raíces en la Marsella obrera de los años 40. El dominico Lebret y el sacerdote Loew fueron los verdaderos precursores trabajando en los muelles del puerto de la ciudad para conocer desde dentro los motivos de los problemas sociales del momento y tratar de ayudar con la solución. Personajes solidarios, generosos luchadores, que tuvieron que enfrentarse a la prohibición papal del 54. Pero Pablo VI abrió la puerta a la experiencia a partir de 1964 y el movimiento cobró protagonismo en España. “Bajaron del púlpito para meterse en el tajo”, nunca mejor dicho. La aportación de nuestro colaborador José Antonio Vega recupera a uno de esos pioneros, José María Antón Magadán, que tan desinteresadamente concilió vocación religiosa y compromiso social.

        

Hablando de Turón

 

José Antonio Vega

 

 

 

El cura minero del pozo San José
 


El movimiento de Curas Obreros ha sido una de las experiencias más importantes y originales que se han dado en la Iglesia del siglo XX. Durante las décadas de los 60, 70 y 80 numerosos curas no se rendían a lo que decía el régimen de Franco y por ello iniciaron su lucha clandestina a favor de las libertades democráticas, a pesar de que el clero insistía en que su papel estaba ligado a la dictadura. Dentro de este movimiento estarían los conocidos como curas obreros. Fueron figuras clave dentro del movimiento de los trabajadores y  tuvieron una presencia más que importante en Asturias. 

A principios de los años setenta, del pasado siglo, José María Antón Magadán seria conocido como un cura minero, siendo el primero que trabajó como tal en su época de seminarista, en la larga historia del Seminario ovetense. Con su acción volvería a revitalizar la experiencia de los "sacerdotes-obreros" que hacía unos  años habían tenido cierta preponderancia en esta archidiócesis. Aunque en aquellos últimos años muchos habían abandonado ese camino. Algunos de sus protagonistas directos terminaron por secularizarse, otros solicitaron y obtuvieron la vuelta a un ministerio. 

Durante su época de seminarista de más de cinco años, José María trabajó como ayudante minero del interior en el pozo San José de Turón que ya era propiedad de la Empresa Nacional Hulleras del Norte. Para poder hacer compatibles sus tareas como minero con los deberes estudiantiles de seminarista, este joven dedicó las ocho horas reglamentarias en el turno de la noche con lo cual le quedaba margen para asistir a las clases del mencionado centro de formación. Paralelamente, incluso realizaba ciertas actividades pastorales, en colaboración directa con algunos párrocos, de la zona de Turón.  

El Seminario Metropolitano en aquellos años también produciría una noticia insólita. En el año 1974, este centro tenía la mayor matrícula de estudiantes de la década. Contaba con un total, de cerca de cuatrocientos cincuenta alumnos. Entre éstos, además del minero había también un ayudante técnico sanitario que simultaneaba su formación religiosa con su actividad en el Hospital Psiquiátrico de Oviedo.

Este seminarista, buen conocedor de la dureza de la labor minera,  recibió el diaconado de manos del arzobispo Díaz Merchán en la catedral metropolitana de Oviedo. A partir de entonces, el sacerdote Antón Magadán ejerció como diácono en la parroquia turonesa de Santa Bárbara, sin abandonar por ello su función de ayudante minero, en la que llevaba cinco años trabajando. Periodo durante el cual concluyó su formación académica para alcanzar las condiciones necesarias para la ordenación. 

Fue ordenado el 22 de setiembre de 1974 en la iglesia Santa Bárbara de La Cuadriella, cuando contaba con 28 años. El día de su ordenación el cura minero fue arropado por la masiva asistencia de casi todo Turón y de muchos compañeros del pozo. Un día muy señalado para él en el que, como nuevo sacerdote, recibió la adhesión y simpatía de las familias mineras.   

Ocho días después este sacerdote se desplazaría el pueblecito de Doiras, a una distancia  ochenta kilómetros de Turón,  donde oficiaría su primea misa.  Después de unos años ejerciendo en Turón, concretamente en 1979 fue destinado a la zona occidental de Asturias, a Doiras; que era el lugar de sus raíces. Durante años ayudaría al párroco de aquel entonces, Don Albino. Y allí se encarnó no como minero, pero si como labrador compaginando sus labores sacerdotales con las labores del campo, propias en aquella zona.

Una enfermedad hizo que con tan solo 68 años, José María Antón, conocido como “Canteira” por su procedencia familiar, tuviera que abandonar su labor pastoral y finalmente fallecería  el 23 de abril de 2014 en la Casa Sacerdotal de Oviedo, donde residía a causa de su enfermedad.                                   

Los curas obreros se extinguieron con la Dictadura de Franco. La Transición planteó nuevos retos a la Iglesia española, que, al mismo tiempo, se vio afectada por un alarmante descenso de las vocaciones.

Hoy en Turón casi ni siquiera quedan curas ni obreros y los vecinos del valle son conscientes de que,  la situación tendrá que dar un giro brusco en los próximos años, o su futuro seguirá el mismo camino que sus pozos y minas de carbón: la desaparición.

© José Antonio Vega Álvarez, Mieres, mayo de 2022