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Pozo San José, un jubilado con 36 años

No podía haber explotación más céntrica para nuestro valle. El pozo San José emerge oficialmente un 25 de septiembre de 1957 e inmoviliza definitivamente sus jaulas cinco días después de Reyes en 1993. Regalo amargo para cerrar nuestra historia minera, la rica y agitada vida industrial de nuestro valle. Hoy su silueta metálica de rojo vestida, sumida en una desatención intolerable, sobrevive como punto de encuentro simbólico, una referencia para nuestro relato histórico, su evolución y su presente. Porque ahí están acurrucando el erguido y abandonado castillete, un transformado Barrio San Francisco, FUCOMI, un centro de mayores, un colegio de La Salle , mitad consultorio y mitad futuro complejo residencial tutelado y la otrora escombrera revegetada. “Tenía fama de haber causado pocos accidentes mortales” decía Marcelino Escudero en su publicación, pero también es verdad que en “un periodo de explotación tan corto perdieron la vida a causa de su funcionamiento 34 personas”. Con la evocación de la historia del pozo entramos en la segunda entrega del libro de Escudero.

COMIENZA LA HISTORIA

La mala experiencia con la penuria de mineral durante la primera guerra mundial empujó  Altos Hornos de Vizcaya a asegurar su propio abastecimiento de carbón  para la fabricación del cok necesario para sus fábricas. En 1918, AHV adquiere la totalidad de las acciones de la Sociedad « Hulleras del Turón » (SHT) fundada por los vizcainos Chávarri, Gandarias, Zubiria y José Tartiere afincado en Asturias desde de 1875.

Pero tras la Guerra Civil, las exigencias políticas y económicas imponen un incremento drástico de la producción. El nuevo proyecto, incluye la reprofundización y modernización de las instalaciones del Pozo Santa Bárbara en la Rebaldana y la puesta en marcha de una nueva explotación situada en plena zona urbana, al lado del histórico Barrio San Francisco, el Pozo San José. Todo ello en previsión del  agotamiento de las reservas de montaña y de la pequeña producción de algunos grupos.

La obra correrá a cargo de Francisco de la Brena, director técnico de Hulleras. La construcción del nuevo pozo así como la reforma de los edificios principales del de  Santa Bárbara, serán obra del arquitecto Francisco González López-Villamil ayudado por el ingeniero de Caminos Ildefonso Sánchez del Río.

 

CONSTRUCCION y EQUIPAMIENTO

Las obras de profundización empezarán el mes de marzo de 1947, en una zona llana, al lado del casco urbano y junto al colegio de La Salle, propiedad también de Hulleras. Fue necesario el desvío y un nuevo encauzamiento del río, así como el desplazamiento del antiguo cementerio .

A los dos años, en 1949, el pozo ya había alcanzado los 250 metros, llegando años más tarde a los 550 metros para cubrir las 7 plantas iniciales. La producción  prevista era de 2.000 toneladas diarias. En 1955 se levantó el castillete, de 25 metros, y se instaló el guionaje.

Sus instalaciones modernas, con importante automatización, frenos y empujadores para introducir los vagones, basculadores automáticos, cintas para conducir el mineral a los depósitos-tolvas y dos jaulas para cargas de cerca de 11 toneladas, fueron consideradas entre las mejores de Europa. Con todo ello, y una maniobra interior altamente mecanizada  (cadenas y equipo de extracción) al año de su inauguración, la empresa alcanzó la producción más alta de su historia: 1.372.700 toneladas brutas.  Así se cumplía el objetivo de « Altos Hornos de Vizcaya » : ser propietaria de la producción necesaria para su industria.

La implantación de San José consta de : casa de máquinas con sus pórticos de hormigón y huecos-ventanas acristalados, compresores, castillete y un edificio de usos múltiples  cuya parte inferior está ocupada por las taquillas, vestuarios, lampistería y casa de baños. Las oficinas y los archivos están ubicados en el primer piso.  También debemos destacar la sierra y plaza de la madera. De los cobertizos de bicicletas aún se conservan dos de las marquesinas que estaban situadas cerca del edificio principal. Ahí siguen con su  hormigón armado, su losa inclinada y sus ganchos como testimonio del desplazamiento de los mineros. 

En el centro de las instalaciones del pozo se sitúa el castillete, que alcanza unos dieciséis metros de altura y está realizado en hierro remachado. Los cuatro pies  conforman un cuerpo principal  reforzado por dos tornapuntas. En la parte superior, que añade unos 8 metros , la  visera protege  las poleas.

 

INAUGURACIÓN

La prensa regional y nacional relata con todo detalle la inauguración de las instalaciones el 25 de septiembre de 1957, el mismo día que la factoría de ENSIDESA. Entre los asistentes figuran los Ministros de Industria y de la Gobernación, el Subsecretario de Industria, el Director General de Minas y  el Gobierno Civil. Lógicamente presentes estarán los directivos de Hulleras y cargos destacados de « Altos Hornos de Vizcaya ». (ver artículo en nuestra página  http://www.elvalledeturon.net/historia/mineria/1957...-san-jose  )

 

DEL CIERRE A LA RESTAURACIÓN

Progresivamente Hulleras de Turón fue mejorando sus explotaciones, introduciendo por ejemplo la entibación metálica a partir de 1958. Segunda empresa minera del país, con unos 6400 obreros en plantilla, la empresa será incorporada  en Hunosa en 1968. Así será el final de la histórica “Hulleras”  y de la planificación individualizada de sus pozos. En la restructuración se contempla incluso la concentración de ciertos servicios en el Pozo San José, como la ventilación o el desagüe para mantener a los pozos de Minas de Figaredo y Santiago.

La producción de carbón cesará oficialmente el 31 de diciembre de  1992 y la clausura definitiva llegará el día 11 de enero de 1993. Así comenzarán quince años de abandono, a merced del óxido, de los expolios y del vandalismo. En 2008 se decide la restauración del castillete y parte de sus instalaciones ( pabellón de embarque, casa de máquinas, basculador o cadena de arrastre, entre otros).

La empresa Construcciones Estévez Mena (CESME),  llevará a cabo las obras de recuperación de algunos de los elementos más significativos de este conjunto patrimonial considerado una de las piezas fundamentales del patrimonio minero industrial de Mieres. Concluida la intervención en 2011 ahí sigue el castillete pintado de rojo, “para llamar la atención", como dijo en su día la concejala de cultura, perdido en su propia historia. Siguen sin llegar los paneles explicativos, el aula de interpretación, el plan de sostenibilidad y por consiguiente los turistas prometidos.

Son 300, nos dicen los expertos, las piezas de relevancia para los estudiosos de la arqueología industrial pero falta contenido e impera el abandono.

 

© www.elvalledeturon.net, 16 de febrero de 2022