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Accidentes en el pozo San José 1947 - 1958

El pozo San José tenía fama de haber causado pocos incidentes graves, pero su corto periodo de rendimiento industrial causó 34 accidentes mortales. Antes de su inauguración en 1957 ya llevaba por delante siete vidas. La pequeña Manuela López Zúñiga “Loli”, del n°19 de los Cuarteles, fue la primera víctima colateral de la obra de profundización. Onofre Díaz, recién casado, y Jesús Espiñeira García, joven de 18 años llegado de Galicia, también perecieron en los primeros infortunios laborales. Martín Velasco, Antonio Rodríguez, Jesús Alles, Marcelino Blanco, a cual más joven, perecieron poco antes de la puesta en marcha de la explotación. Luis Joaquín Rey Regueira vio truncada su vida el mismo año de la apertura. Ramón Lamas y Juan Gallego, ambos de 20 años, sucumbieron en los primeros meses de la explotación. Dramas y precariedad para unas familias afligidas y desorientadas. Primera entrega de Marcelino Escudero dedicada al Pozu Nuevu.

Loli López Zúñiga

Una víctima muy joven, aunque no la última, pues en 1952 otro niño perdería la vida en las instalaciones del Pozo San José, iba a ser la primera que nos trajera el, todavía en proyecto, Pozo Nuevo, nombre por el que era conocido entre los vecinos de Turón el Pozo San José .

Se estaba encauzando  el río Turón a su paso por Vistalegre, existiendo debajo del cauce el llamado Puente Viejo, que comunicaba la carretera en Vistalegre hasta   Los Cuarteles y Barracones,  siendo un paso obligado  para cientos de personas.         

Loli, como era conocida la pequeña Manuela  López Zúñiga, que tenía seis años y era hija de Baldomero López Zarauza y de Pilar Zúñiga Cordero, venía de la escuela de  La Felguera de la mano de su hermana María, que tenía 10 años. Venían concentradas porque sabían que, de vez en cuando,  por allí se producían explosiones, y al entrar en el puente oyeron una voz que les decía:

-Agacharos,  no os mováis - era Ramón Marcos, un conocido trabajador de Hulleras del Turón que avisaba a las niñas de que una pega estaba a punto de salir.

Era tarde, pues apenas terminó de decírselo cuando una de las piedras de la voladura fue a parar a la pequeña y bonita cabeza de Loli, que resultó muerta en el acto.

En el Archivo Histórico Provincial de Oviedo consta este accidente, con la conclusión de que las niñas y demás personas estaban situadas a 275 metros de distancia del lugar donde se disparaba, siendo considerada esta distancia como adecuada para salvaguardar la integridad de las personas. Basándose en ello, el expediente explica que el accidente fue la consecuencia de una circunstancia debida a la fatalidad. Indudablemente, era el año 1947, y la normalidad estaba reñida con la realidad.

En aquella casa de las Cuarteles, n°19, 1° izquierda, no había consuelo y nunca pudieron olvidar aquel desgraciado momento ni sus padres ni sus hermanos: Rosario, Chelo, Julio, Rosita, María y Pili. Sobre todo María, que la vio morir.

Tal era la vida de los mineros y sus familias, una convivencia total en la que no se diferenciaba el trabajo de la vida cotidiana que se confundían en un todo-uno indisoluble, que llevó la vida de muchos inocentes, entre ellas, la de nuestra pequeña Loli.

De ella, quiso el azar que nos quedara una pequeña imagen obtenida en una instantánea , tan pequeña como ella. Es una fotografía de cuando, curioseando, se situó con sus amigas delante de una cámara fotográfica.

 

Onofre Díaz Fernández

 

Natural de Rio Aller,  hijo de Julio y María, había venido a trabajar  al grupo de San Francisco de Turón, no le gustaba y cambió para Minas de Figaredo. En este tiempo conoció a Florencia , moza extremeña con la que se casó y con la que no tuvo tiempo a tener hijos. Residía en Villabazal, en casa de sus suegros. Su padre político era uno de los encargados de lo profundización en el pozo Son José, motivo por el que se vino a trabajar a este grupo.

-Tenía que doblar aquel día, pero me dijo el vigilante que no doblase,  que mi padre me estaba esperando - recuerda Juaco, de la Ceposa -, venía  con la  noticia de la muerte del mi primu Onofre.

Junto con él, me dice Juaco, estaba trabajando un hermano suyo que había discutido con el encargado, castigándole sin trabajo. La disyuntiva de Onofre era seria, su hermano castigado y el castigador su suegro, no lo pensó, se solidarizó con su hermano y se fue .

El padre político, para solucionar el problema, les cambió de turno, enviándoles al relevo de la noche y aquí fue donde surgió la desgracia, pues el mismo día que había cambiado el turno, cuando estaba subiendo la cuba cargada con el escombro, se rompió el cable; desprendiéndose la carga. Con tan mala suerte que fue a parar encima del cuerpo de Onofre, al que le causó la muerte instantánea a los 20 años de edad.

Su suegro  siempre  lamentó  el cambio efectuado. 

 

Jesús Espiñeira García

 

Natural de Guldriz de Friol en la provincia de Lugo, donde había dejado a sus padres, Marcelino y Purificación,  para venir a  trabajar  en las minas por mediación de unos familiares que tenían en Turón. Era su  intención  la de trabajar y, de paso, librar de la mili.

Tenía   18 años y, aunque  nunca se sabe, más le hubiera valido haber ido al servicio militar, pues era ayudante  minero y se encontraba  cargando escombro en el transversal de 4ª planta  del pozo San José cuando se estaba iniciando esta labor en el embarque. Sus compañeros eran Manuel Penela y Manuel Rodríguez; habían saneado el corte y trabajaban tranquilos limpiando los escombros. Repentinamente, se migó el techo de la galería y se desprendió un gran costero que le atrapó de lleno, causándole la muerte por politraumatismo cuando aún no había cumplido los 15 días como minero.

-Ese día habíamos estado jugando al tute hasta la hora de ir a trabajar, a las  12 de la noche, y había dicho que tenía pereza de ir a trabajar, pero por desgracia fue y una hora después estaba  muerto - recuerda su prima Balbina que vive en el Cantu de Abajo, lugar donde vivía Jesús con su tía -. Tardaron tres días en enterrarle para que sus  padres pudieran venir desde Galicia, y los pobres  llegaron dos horas después de haberle enterrado - continúa diciendo.

Años más tarde, su puesto en el pozo San José fue sustituido por un hermano suyo, Ángel Espiñeira García,  que  también vino de  las vecinas  tierras gallegas.

 

Martín Velasco Vázquez

 

La empresa  Hulleras del Turón había  hecho un complejo urbanístico completo en  Los Cuarteles de Son Francisco: viviendas, escuela, colegio, economato,  ateneo, etc.

La escuela estaba en la parte alta de la barriada, al lado del economato, lugar donde se iniciaron las obras del pozo Nuevo del pozo San José. Martín iba a esa escuela de la que era la maestra por aquel entonces la conocida doña Elisa Mortera, de Los Cuarteles.

Entraban a clase a las dos de la tarde, iban a por los regalos de despedida pues se acercaban  las vacaciones y Martín, inquieto como todos los niños, se acercó a  mirar el río desde los altos muros que lo encauzaban  al objeto de dejar  espacio para el pozo minero.  La señalización era nula y la  protección,  inexistente,  pues convivían mineros,  mina, tajos y vecinos sin diferenciación alguna. Asomó  la cabeza, perdió el equilibrio y se cayó al río, golpeando la cabeza contra la base del muro. Un trabajador del pozo que le vio caer corrió en su auxilio, pero aunque con bastante premura, dados los tiempos que corrían, le bajaron al hospital de Mieres, ingresó cadáver.

Sus padres, Arsenio  Velasco Martínez y Maruja Vázquez López, que residían en  Los Cuarteles de San Francisco, n° 12, 1° derecha, nunca pudieron encajar el fuerte golpe que la brutal explotación  minera  había causado en sus vidas, pues perder a un hijo con seis años de edad , antes de hacer la primera comunión, como se decía por aquel entonces, por culpa de la mina, se supera mal. Solamente el nacimiento, años después, de su otro hijo, Arsenio Velasco Martínez,  palió un poco su sufrimiento.

 

Antonio Rodríguez González

 

El Melenas, como cariñosamente era conocido Antonio Rodríguez, estaba de posada  en  La Veguina, en casa  de María y Ovidio. Había venido desde Verea, una pequeña aldea de la  provincia de Ourense,  donde dejaba a sus  padres, Benito Rodríguez Fernández y Antonia González Migues, así como a sus hermanos: Eudosia, lsauro, Mercedes y Concepción, que a la muerte de su hermano se desplazó para la Argentina.

Trabajaba en las labores de profundización del pozo San José y se dice de él que era  muy decidido, llegando a  tal extremo que probó el cinturón de seguridad dejándose caer por la caña del Pozo,  posiblemente haya sido este gesto suyo  la antesala del puénting. El día del accidente,  por razones que se desconocen, no lo llevaba puesto y en un mal paso, perdió el equilibrio, precipitándose caña del pozo abajo.

Fue enterrado en el cementerio de Turón y, cinco años más tarde, sus padres, que querían tenerle cerca, vinieron a por sus restos para  depositarlos en su tierra natal, en el pueblo de Verea.

 

Jesús Alles Bulnes

 

Natural de Doiras, Boal, en Asturias; había venido junto con su familia a tierras turonesas para trabajar en las minas de carbón. Su familia se había establecido en Figaredo y, allí, vivía con sus padres, Serafín Alles Bulnes y Baselisa Bulnes Villar, siendo sus hermanos: Amador, Aquilino, José Luis, Ángeles, Paulina, Trinidad, Antonio, Araceli y María Jesús, su hermana gemela.

Se estaba profundizando el pozo San José. Jesús era un buen carpintero a pesar de su juventud y encontró pronto trabajo como encofrador en las labores de profundización del pozo  minero. Conocido cariñosamente  con el nombre de El Carpinterín, por su juventud, ya que sólo tenía  19 años, se encontraba  ensamblando  unos tablones para después echar el hormigón, cuando,  sin que posteriormente se supiera la causa, cayó desde la parte superior de la caña del pozo una pieza de madera que le dio en la cabeza, dejándole sin vida instantáneamente.

 

Marcelino Blanco Rodríguez

 

No faltaba  mucho para la  inauguración del pozo San José y tenía que seguir augurando un mal futuro, pues ya eran muchos los accidentes  mortales acaecidos antes de su  inauguración. Marcelino Blanco fue la víctima número siete.

Había venido desde Castelo, Guntín, en la provincia de Lugo; y residía en Fuexio. Era vagonero y una fuerte descarga eléctrica, cuando se encontraba en el lazo de maniobras de 3ª planta, le dejó prácticamente fulminado.

Se había roto un cable del tendido eléctrico ínterno y le dijeron a Marcelino que lo arreglase. Como  ayudante minero que era,  no tenía  muchos conocimientos sobre la corriente eléctrica y en un descuido tocó las dos fases de la corriente, sufriendo  una fuerte sacudida. Aunque  los compañeros  intentaron reanimarle, todo fue inútil.

 

Luis Joaquín Rey Regueira

 

Era natural de Galicia y fue uno de tantos que vino a ganarse la vida a este valle y la dejó en él. En San José de Turón, conoció a Mercedes Riol Martínez con la que se casó y estableció su domicilio en Turón. Meses después se desplazaron a  lnsierto y, finalmente, a  El Llerón de Valdecuna, donde  residían cuando Luis Joaquín  murió. Vivía  con sus hijos Andrés, María de las Mercedes y Luis Joaquín, estando su esposa embarazada de su cuarto hijo, que se llamó Isabel y que nació unos meses después de la muerte de su padre.

11.000 pesetas de indemnización y una pensión de  1.800 pesetas fue el pago por perder su marido la vida en la mina. Como tantas,  para sobrevivir, tuvo que ingeniárselas y trabajar incansablemente. Luis ostentaba  la categoría de ayudante de barrenista.  El día del accidente ya habían terminado la tarea, pero el encargado de disparar la pega tenía que salir temprano y, solidariamente, decidió hacérselo él. Lo hizo con tal infortunio que fue alcanzado por la explosión, que le causó la muerte a los 30 años de edad en el Socavón Sur de 5ª  planta del Pozo San José.

 

Ramón Lamas Casal

(† 1-2-1958)

 

Vagonero de 20 años de edad, era hijo de Manuel y de Felisa. Tenían su residencia en la Caba, lugar a donde habían venido a parar desde Taboada de Freires, en la provincia de Lugo.

Era el ayudante del entibador Belarmino Sánchez, quien vio como un costero se desprendió del techo de la galería del Carbonero de la c/2 de 5ª planta de manera inesperada, cogiendo debajo al joven minero y dejándole sin vida ante sus ojos.

 

Juan Gallego Blanco

(†  5-8-1958)

 

Desde un pequeño pueblo en la provincia de Lugo, había venido solo Juan Benito Gallego Blanco para introducirse en las duras labores de la minería.

Se encontraba de posada en la casa conocida como El Batallón de Cabojal, así denominada porque en ella residían muchos posaderos.

-Era un nenu cuando  murió; apenas  llevaba unas semanas  trabajando en la mina. Como no tenía familia aquí, estuvimos velándolu toda lo noche la gente del pueblu. ¡Qué menos íbamos a hacer por él! -recuerda uno señora  mayor  de  Cabojal.   

Como todos los jóvenes que acudían a estas tierras a la mina, su experiencia era nula. Le dijeron que subiera a recorrer el carbón en un pozo dado por la c/8 de 5ª planta para el Sur. Por causas que nunca se determinaron, se cayó al pozo, quedó enterrado y murió por asfixia. Tenía tan solo 20 años.

 

© Marcelino Escudero García