Accidentes en el pozo San José 1947 - 1958
Loli López Zúñiga
Una víctima muy joven, aunque no la última, pues en 1952 otro niño perdería la vida en las instalaciones del Pozo San José, iba a ser la primera que nos trajera el, todavía en proyecto, Pozo Nuevo, nombre por el que era conocido entre los vecinos de Turón el Pozo San José .
Se estaba encauzando el río Turón a su paso por Vistalegre, existiendo debajo del cauce el llamado Puente Viejo, que comunicaba la carretera en Vistalegre hasta Los Cuarteles y Barracones, siendo un paso obligado para cientos de personas.
Loli, como era conocida la pequeña Manuela López Zúñiga, que tenía seis años y era hija de Baldomero López Zarauza y de Pilar Zúñiga Cordero, venía de la escuela de La Felguera de la mano de su hermana María, que tenía 10 años. Venían concentradas porque sabían que, de vez en cuando, por allí se producían explosiones, y al entrar en el puente oyeron una voz que les decía:
-Agacharos, no os mováis - era Ramón Marcos, un conocido trabajador de Hulleras del Turón que avisaba a las niñas de que una pega estaba a punto de salir.
Era tarde, pues apenas terminó de decírselo cuando una de las piedras de la voladura fue a parar a la pequeña y bonita cabeza de Loli, que resultó muerta en el acto.
En el Archivo Histórico Provincial de Oviedo consta este accidente, con la conclusión de que las niñas y demás personas estaban situadas a 275 metros de distancia del lugar donde se disparaba, siendo considerada esta distancia como adecuada para salvaguardar la integridad de las personas. Basándose en ello, el expediente explica que el accidente fue la consecuencia de una circunstancia debida a la fatalidad. Indudablemente, era el año 1947, y la normalidad estaba reñida con la realidad.
En aquella casa de las Cuarteles, n°19, 1° izquierda, no había consuelo y nunca pudieron olvidar aquel desgraciado momento ni sus padres ni sus hermanos: Rosario, Chelo, Julio, Rosita, María y Pili. Sobre todo María, que la vio morir.
Tal era la vida de los mineros y sus familias, una convivencia total en la que no se diferenciaba el trabajo de la vida cotidiana que se confundían en un todo-uno indisoluble, que llevó la vida de muchos inocentes, entre ellas, la de nuestra pequeña Loli.
De ella, quiso el azar que nos quedara una pequeña imagen obtenida en una instantánea , tan pequeña como ella. Es una fotografía de cuando, curioseando, se situó con sus amigas delante de una cámara fotográfica.
Onofre Díaz Fernández
Natural de Rio Aller, hijo de Julio y María, había venido a trabajar al grupo de San Francisco de Turón, no le gustaba y cambió para Minas de Figaredo. En este tiempo conoció a Florencia , moza extremeña con la que se casó y con la que no tuvo tiempo a tener hijos. Residía en Villabazal, en casa de sus suegros. Su padre político era uno de los encargados de lo profundización en el pozo Son José, motivo por el que se vino a trabajar a este grupo.
-Tenía que doblar aquel día, pero me dijo el vigilante que no doblase, que mi padre me estaba esperando - recuerda Juaco, de la Ceposa -, venía con la noticia de la muerte del mi primu Onofre.
Junto con él, me dice Juaco, estaba trabajando un hermano suyo que había discutido con el encargado, castigándole sin trabajo. La disyuntiva de Onofre era seria, su hermano castigado y el castigador su suegro, no lo pensó, se solidarizó con su hermano y se fue .
El padre político, para solucionar el problema, les cambió de turno, enviándoles al relevo de la noche y aquí fue donde surgió la desgracia, pues el mismo día que había cambiado el turno, cuando estaba subiendo la cuba cargada con el escombro, se rompió el cable; desprendiéndose la carga. Con tan mala suerte que fue a parar encima del cuerpo de Onofre, al que le causó la muerte instantánea a los 20 años de edad.
Su suegro siempre lamentó el cambio efectuado.
Jesús Espiñeira García
Natural de Guldriz de Friol en la provincia de Lugo, donde había dejado a sus padres, Marcelino y Purificación, para venir a trabajar en las minas por mediación de unos familiares que tenían en Turón. Era su intención la de trabajar y, de paso, librar de la mili.
Tenía 18 años y, aunque nunca se sabe, más le hubiera valido haber ido al servicio militar, pues era ayudante minero y se encontraba cargando escombro en el transversal de 4ª planta del pozo San José cuando se estaba iniciando esta labor en el embarque. Sus compañeros eran Manuel Penela y Manuel Rodríguez; habían saneado el corte y trabajaban tranquilos limpiando los escombros. Repentinamente, se migó el techo de la galería y se desprendió un gran costero que le atrapó de lleno, causándole la muerte por politraumatismo cuando aún no había cumplido los 15 días como minero.
-Ese día habíamos estado jugando al tute hasta la hora de ir a trabajar, a las 12 de la noche, y había dicho que tenía pereza de ir a trabajar, pero por desgracia fue y una hora después estaba muerto - recuerda su prima Balbina que vive en el Cantu de Abajo, lugar donde vivía Jesús con su tía -. Tardaron tres días en enterrarle para que sus padres pudieran venir desde Galicia, y los pobres llegaron dos horas después de haberle enterrado - continúa diciendo.
Años más tarde, su puesto en el pozo San José fue sustituido por un hermano suyo, Ángel Espiñeira García, que también vino de las vecinas tierras gallegas.
Martín Velasco Vázquez
La empresa Hulleras del Turón había hecho un complejo urbanístico completo en Los Cuarteles de Son Francisco: viviendas, escuela, colegio, economato, ateneo, etc.
La escuela estaba en la parte alta de la barriada, al lado del economato, lugar donde se iniciaron las obras del pozo Nuevo del pozo San José. Martín iba a esa escuela de la que era la maestra por aquel entonces la conocida doña Elisa Mortera, de Los Cuarteles.
Entraban a clase a las dos de la tarde, iban a por los regalos de despedida pues se acercaban las vacaciones y Martín, inquieto como todos los niños, se acercó a mirar el río desde los altos muros que lo encauzaban al objeto de dejar espacio para el pozo minero. La señalización era nula y la protección, inexistente, pues convivían mineros, mina, tajos y vecinos sin diferenciación alguna. Asomó la cabeza, perdió el equilibrio y se cayó al río, golpeando la cabeza contra la base del muro. Un trabajador del pozo que le vio caer corrió en su auxilio, pero aunque con bastante premura, dados los tiempos que corrían, le bajaron al hospital de Mieres, ingresó cadáver.
Sus padres, Arsenio Velasco Martínez y Maruja Vázquez López, que residían en Los Cuarteles de San Francisco, n° 12, 1° derecha, nunca pudieron encajar el fuerte golpe que la brutal explotación minera había causado en sus vidas, pues perder a un hijo con seis años de edad , antes de hacer la primera comunión, como se decía por aquel entonces, por culpa de la mina, se supera mal. Solamente el nacimiento, años después, de su otro hijo, Arsenio Velasco Martínez, palió un poco su sufrimiento.
Antonio Rodríguez González
El Melenas, como cariñosamente era conocido Antonio Rodríguez, estaba de posada en La Veguina, en casa de María y Ovidio. Había venido desde Verea, una pequeña aldea de la provincia de Ourense, donde dejaba a sus padres, Benito Rodríguez Fernández y Antonia González Migues, así como a sus hermanos: Eudosia, lsauro, Mercedes y Concepción, que a la muerte de su hermano se desplazó para la Argentina.
Trabajaba en las labores de profundización del pozo San José y se dice de él que era muy decidido, llegando a tal extremo que probó el cinturón de seguridad dejándose caer por la caña del Pozo, posiblemente haya sido este gesto suyo la antesala del puénting. El día del accidente, por razones que se desconocen, no lo llevaba puesto y en un mal paso, perdió el equilibrio, precipitándose caña del pozo abajo.
Fue enterrado en el cementerio de Turón y, cinco años más tarde, sus padres, que querían tenerle cerca, vinieron a por sus restos para depositarlos en su tierra natal, en el pueblo de Verea.
Jesús Alles Bulnes
Natural de Doiras, Boal, en Asturias; había venido junto con su familia a tierras turonesas para trabajar en las minas de carbón. Su familia se había establecido en Figaredo y, allí, vivía con sus padres, Serafín Alles Bulnes y Baselisa Bulnes Villar, siendo sus hermanos: Amador, Aquilino, José Luis, Ángeles, Paulina, Trinidad, Antonio, Araceli y María Jesús, su hermana gemela.
Se estaba profundizando el pozo San José. Jesús era un buen carpintero a pesar de su juventud y encontró pronto trabajo como encofrador en las labores de profundización del pozo minero. Conocido cariñosamente con el nombre de El Carpinterín, por su juventud, ya que sólo tenía 19 años, se encontraba ensamblando unos tablones para después echar el hormigón, cuando, sin que posteriormente se supiera la causa, cayó desde la parte superior de la caña del pozo una pieza de madera que le dio en la cabeza, dejándole sin vida instantáneamente.
Marcelino Blanco Rodríguez
No faltaba mucho para la inauguración del pozo San José y tenía que seguir augurando un mal futuro, pues ya eran muchos los accidentes mortales acaecidos antes de su inauguración. Marcelino Blanco fue la víctima número siete.
Había venido desde Castelo, Guntín, en la provincia de Lugo; y residía en Fuexio. Era vagonero y una fuerte descarga eléctrica, cuando se encontraba en el lazo de maniobras de 3ª planta, le dejó prácticamente fulminado.
Se había roto un cable del tendido eléctrico ínterno y le dijeron a Marcelino que lo arreglase. Como ayudante minero que era, no tenía muchos conocimientos sobre la corriente eléctrica y en un descuido tocó las dos fases de la corriente, sufriendo una fuerte sacudida. Aunque los compañeros intentaron reanimarle, todo fue inútil.
Luis Joaquín Rey Regueira
Era natural de Galicia y fue uno de tantos que vino a ganarse la vida a este valle y la dejó en él. En San José de Turón, conoció a Mercedes Riol Martínez con la que se casó y estableció su domicilio en Turón. Meses después se desplazaron a lnsierto y, finalmente, a El Llerón de Valdecuna, donde residían cuando Luis Joaquín murió. Vivía con sus hijos Andrés, María de las Mercedes y Luis Joaquín, estando su esposa embarazada de su cuarto hijo, que se llamó Isabel y que nació unos meses después de la muerte de su padre.
11.000 pesetas de indemnización y una pensión de 1.800 pesetas fue el pago por perder su marido la vida en la mina. Como tantas, para sobrevivir, tuvo que ingeniárselas y trabajar incansablemente. Luis ostentaba la categoría de ayudante de barrenista. El día del accidente ya habían terminado la tarea, pero el encargado de disparar la pega tenía que salir temprano y, solidariamente, decidió hacérselo él. Lo hizo con tal infortunio que fue alcanzado por la explosión, que le causó la muerte a los 30 años de edad en el Socavón Sur de 5ª planta del Pozo San José.
Ramón Lamas Casal
(† 1-2-1958)
Vagonero de 20 años de edad, era hijo de Manuel y de Felisa. Tenían su residencia en la Caba, lugar a donde habían venido a parar desde Taboada de Freires, en la provincia de Lugo.
Era el ayudante del entibador Belarmino Sánchez, quien vio como un costero se desprendió del techo de la galería del Carbonero de la c/2 de 5ª planta de manera inesperada, cogiendo debajo al joven minero y dejándole sin vida ante sus ojos.
Juan Gallego Blanco
(† 5-8-1958)
Desde un pequeño pueblo en la provincia de Lugo, había venido solo Juan Benito Gallego Blanco para introducirse en las duras labores de la minería.
Se encontraba de posada en la casa conocida como El Batallón de Cabojal, así denominada porque en ella residían muchos posaderos.
-Era un nenu cuando murió; apenas llevaba unas semanas trabajando en la mina. Como no tenía familia aquí, estuvimos velándolu toda lo noche la gente del pueblu. ¡Qué menos íbamos a hacer por él! -recuerda uno señora mayor de Cabojal.
Como todos los jóvenes que acudían a estas tierras a la mina, su experiencia era nula. Le dijeron que subiera a recorrer el carbón en un pozo dado por la c/8 de 5ª planta para el Sur. Por causas que nunca se determinaron, se cayó al pozo, quedó enterrado y murió por asfixia. Tenía tan solo 20 años.
© Marcelino Escudero García