La amistad es uno de los motores de mi vida
Los valores de mis padres siguen guiando mi vida

Mi vida escolar, la enseñanza primaria, fue en el colegio de los frailes, aunque los primeros años los pasé con un tío que era jesuita que estaba en Gijón. A su muerte, volví con los hermanos de las escuelas cristianas. Nunca olvidaré esa época, así como los amigos de entonces cuyos recuerdos están por encima de todo, entre ellos destaco a Alberto el confitero. Las relaciones humanas es lo que más llena.
De mi vida de niño y de adolescente guardo dos recuerdos entrañables. Uno lleno de nostalgia por aquel caballo de madera que mi padre, carpintero en la Empresa, me hizo y me regaló con tanto cariño. El otro, una lección de vida que nunca olvidaré. Viendo mi actitud poco comprometida con los estudios mi padre me metió a trabajar 15 días en la mina. La dureza del trabajo fue un argumento determinante.

Hice practicante por libre, hacíamos las clases en Figaredo, las prácticas en Oviedo, en el hospital provincial y luego los exámenes en la facultad de medicina de Salamanca. Estando en Salamanca, al tiempo de titularme, apareció una francesa por mi vida y me marché para Francia … a Perpignan, Toulouse, Pau, Poitiers… Este episodio de mi vida causó una gran preocupación a mis padres. Echaba por tierra todos los sacrificios que habían hecho para que yo estudiara. Seguí allí un tiempo, transferí los estudios y me matriculé en medicina, carrera que no llegué a terminar. En París coincidí con otro turonés, un gran amigo, Arturo Baquero. Pero al final volví al valle a trabajar. Luego vino lo de Torremolinos, estudios de turismo, dirección de hoteles y sobre todo mi vida de guía. Mis padres, orgullosos de mi nuevo trabajo, de mi nueva vida.
Hoy más que nunca creo en la amistad que es uno de los motores de mi vida. El recuerdo de mis padres, a través de los valores que me enseñaron me siguen guiando en todo momento, dando sentido a mi conciencia, a mi relación con los demás.
Autobiografía de Licinio Ricardo Tomillo, octubre 2010