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El senderismo como medio de conocimiento

EL SENDERISMO COMO UN MEDIO DE CONOCIMIENTO Y DESARROLLO DEL VALLE

 

 

Los caminos y la vida

Los caminos tradicionales son un importante medio de aproximación a este espacio para recuperar el pasado, encarando el futuro. Los caminos, efectivamente cuentan la vida de los pueblos, localizan la ubicación de la fuente, quintana o brañas. Por ellos llegan noticias exteriores, historias del paisanaje, paso de rebaños o peregrinos y soldados, cultura, etc.
 

La necesidad de uso y preservación de los caminos y sendas del valle tiene unas connotaciones que van mucho más allá de las consideraciones románticas y sentimentales. Conecta directamente con uno de los procesos claves que ahora estamos definiendo y que marcarán nuestra sociedad en los próximos años. Nos estamos refiriendo a la cultura, patrimonio e identidad. La cultura proporciona autoestima, condición indispensable para el desarrollo personal o colectivo que estamos proponiendo. Cultura, sentido e identidad van de la mano siendo el patrimonio el referente de nuestra memoria, es decir, lo que nos permite construir nuestra propia identidad o reformar aquellas mal estructuradas.


Ahora, a las puertas del nuevo milenio y una vez transcurridos los acelerados cambios de los últimos años, éxodo rural, emigraciones hacia las grandes urbes, cierre de minas, etc., nos damos cuenta de la necesidad de recuperar la herencia rural, para poder construir nuestra identidad consolidando la memoria y afianzando las raíces.


En los tiempos que corren la vida del campo motiva y genera a la vez actividades turísticas. Día a día crecen los amantes del senderismo, lo que es lo mismo, el caminar placenteramente entrando en contacto con el entorno, observando para descubrir, conocer y valorar de una manera lúdica la relación con el patrimonio. Es por ello que cultura, patrimonio y ocio van ligados íntimamente a una estrategia que ayuda a revitalizar nuestra comarca en crisis. Por otra parte difícilmente se valora aquello que se desconoce, por ello resulta de vital importancia abordar también el inventario de los caminos tradicionales de Turón. Está claro que el propio inventariado y su catalogación crea el patrimonio y su posterior protección.
 

Andar por el valle de Turón, que ha recuperado en casi su totalidad su castigada naturaleza, será ameno y gratificante. Invitamos desde aquí a todas las personas a descubrir un paisaje único y no exclusivo del resto de la Montaña Central Asturiana. A lo largo de sus múltiples senderos se van sucediendo los ecosistemas singulares que acechan en muchos de sus rincones de una naturaleza sorprendente. Las rutas propuestas son cómodas de andar así como en cualquier época del año a excepción de las altas cotas, enriqueciéndose con la observación de cómo la historia ha dejado su huella, arqueológica, industrial, cultural y humana.
 

Paso a paso

Ofrecemos una visión globalizada de este espacio natural comenzando por el sector más occidental del cordal de Longalendo.
 

Hemos subido desde Peñule prosiguiendo la traza de una pista de montaña que desde Sarabia rotura las campiñas de Felguerúa y Milán hasta coronar en el pico La Mentira.
 

Aquí ya nos encaramamos sobre el perfil cumbrero de Longalendo, para seguir con rumbo al saliente por los altos de Llaneces, Salgueros y Pedro Gallegos. Iremos directos a la collada Melende y al pico Navalín donde encontraremos una fuente denominada La Llamarga. Nuestro primer objetivo se consuma cuando arribamos a La Braña (767 m), hermosa plataforma ubicada sobre el lomo del cordal y asomada a todos los vientos del Caudal. Engalanada de robustas cabañas, prados y fresnos, constituye una de las atalayas más sobresalientes sobre un amplio abanico de la Montaña Cental Asturiana.
 

En época estival, las mullidas camperas de La Braña acogían antiguamente a gran número de lugareños de los pueblos limítrofes. Se congregaban con el ánimo de pasar los domingos entorno a juegos, meriendas, etc. Estas fiestas campestres pasaron a mejor vida con la llegada de la época moderna, comunicaciones, automóvil y un largo etc.
 

Bajo la vertiente septentrional se contemplan las instalaciones de Minas de Figaredo y una corteza teñida de verde enmascara las huellas y los viejos caminos de aproximación al caserío de La Casona desaparecido en los años 1950 y hacia las fincas de Urcialón y Ortigosa.
 

El arroyo de Faya se pliega por esta misma ladera hacia el este sin apenas vestigios de la antigua explotación minera de La Riquela. Recuperándose de forma natural del grave deterioro sufrido en las cotas altas, hacia el fondo del valle, se ha restaurado una escombrera convirtiéndola en un precioso parque de recreo.
 

Subir hasta La Braña

El camino más tradicional para ascender a La Braña desde la barriada de San Francisco sube por el colgado barrio de Los Barracones (clásica colomina minera) hacia La Fontona. Aquí, dejando a la derecha el desvío a los pueblos del Quentu de Arriba y de Abajo, nos adentraremos en un monte que fue castigado hasta los años 1960 por el grupo minero de San José. La senda se abre paso entre la densa vegetación por la antigua planta del 4º de San José, La Peñona y los prados de Les Caciones, Mayaón, Tres Columnes y la fuente La Faya, nacimiento del arroyo de su mismo nombre. Cruzando el prado de Siete Vaques el camino desemboca plácidamente en La Braña.
 

Retomamos la línea cumbrera de Longalendo abordando un sendero que se dibuja por el perfil de los altos de Teyeres y La Faya hasta llegar a la escotadura de Vallongo, prado que conserva una robusta cuadra con techo de “llábanes”.
 

Estamos situados a caballo de los valles del Aller y Turón sobre un paisaje de similares características y con unos horizontes que alcanzan la Cordillera Cantábrica y la rasa costera. Ante la bifurcación de caminos que aquí se nos presenta, optamos por la senda que faldea el pico Cutiellos por la vertiente turonesa. Avanzando por ella muy pronto nos hallaremos en el pico La Nariz pedregosa plataforma que constituye un balcón natural hacia los núcleos más densos del valle.
 

La senda aún permanece en la ladera turonesa hasta aproximarnos al Alto de La Casona, hito importante de uno de los caminos más antiguos. Por esta collada situada en el mismo cumbral de Longalendo transitaban campesinos y mineros, cada uno dentro de su época, así como viajeros con rumbo a sus destinos. Este es uno de los lugares donde se recupera la memoria del funcionamiento de nuestro territorio.
 

La trayectoria del mismo se distingue por su traza que se acomoda desde el pueblo de Tablao hacia la cumbrera, bajo la forestada ladera del monte. En plena progresión cruza por el remoto caserío de Escandallonga y por la plataforma donde hace muchísimos años estaba ocupada por el castillete del pozo La Balanza. Por esta profundización situada a una altitud de 700 m bajaba el carbón de los niveles altos hacia el valle. De esta forma tan curiosa se ahorraba personal y costes que acarreaban los planos y trincheras.
 

El camino alcanza más arriba una edificación conocida como La Casona. Originariamente fueron oficinas y después se habilitó hasta los años 50 para vivienda que estuvo ocupada por una familia cuyo progenitor, a la sazón empleado municipal, era el encargado de la recogida de las basuras del valle provisto de un carro y un burro. Esto es un hecho muy significativo que nos muestra como los casetones mineros de principios de siglo eran rehabilitados tras el agotamiento del yacimiento como viviendas rurales.


Desde La Casona y hacia el antiguo grupo minero de San Francisco se prolonga otro conocido camino que desciende a Tablao hurgando un monte salpicado con las fincas de Pedregal, Reforqueu y Tres Casa.


Por Cutrifera

Cutrifera es uno de los vértices que comparten turoneses y alleranos. Se sostiene sobre dos laderas claramente diferencias en su aspecto orográfico.
Hacia el mediodía el suave desnivel propicia el establecimiento de fértiles praderías y cabañas pastoriles, mientras que hacia el norte el acusado desnivel de la ladera se cubre de una manta arbórea donde predominan las hayas. La importancia de la misma viene dada desde muy antiguo. Los pastores alleranos cruzaban Longalendo por el denominado “camín de los madreñeros” para hacer acopio de la madera, materia prima imprescindible para fabricar madreñas. Esta actividad artesana se compartía con la ganadera.
 

En las cotas más bajas, a partir del nacimiento del arroyo de Enverniego, la ladera se pliega profundamente sobre su lecho, originando uno de los valles más angostos. Sobre la margen izquierda del mismo y aprovechando los diferentes llanos de la ladera, se asentaron y aún permanecen las aldeas de Candanal, Escobal y Castañir, semi-desiertas actualmente. Constituyen el núcleo rural formado por la casería, los hórreos y la campiña. Las naturaleza que los envuelve se funde en un marco de grandes valores paisajísticos.
 

Los tres picos

La armoniosa naturaleza de este enclave turonés se extiende hacia Longalendo en el tramo comprendido entre el Alto de La Casona y La Vega de Espines. Está vertebrado por un dentado cresterío integrado por los picos Cutrifera, Mediodía y Orgosa.
Tal es la belleza que guarda este rincón turonés que se le dotó de la balización de un recorrido senderista, registrado bajo el título P.R. AS-35 “Senda de los caseríos y brañas turonesas”.
 

La Vega de Espines espléndida campera situada a caballo del cordal y cabecera del valle de Villandio constituye el punto de arranque del sector oriental de Longalendo. Las diferencias orográficas del terreno se manifiestan a partir de aquí por una mayor altitud de sus montañas y la densidad de sus bosques, combinados de zonas de pastoreo. En ese sentido algunas pistas ganaderas surcan las tupidas laderas sin apenas impactar, favoreciendo la labor campesina. La más larga dibuja un recorrido ondulante de más de 13 km de longitud que enlaza el Alto de La Collaona con los prados de Fresneo. Constituye en sí uno de los recorridos senderistas más atractivos de la región discurriendo todo él entre la densa fronda que tapiza los plegamientos de la ladera. La alternancia de praderías presididas de robustas cabañas configuran estos recónditos parajes de singular belleza.
 

Su rica fauna está representada por jabalíes, corzos, zorros, turones, melandros, aves rapaces, ginetas, etc., especies que últimamente aumentan en número debido fundamentalmente a la paulatina despoblación de las aldeas.
 

El valle de Villandio profundiza desde el pueblo hacia el mediodía buscando del cordal coronado en este tramo por el pico Culladiella. Está cubierto de ricos pastizales y de inmensos prados cerrados, como La Llana, la vega Los Pozos, etc. El conjunto de todas esas fincas reciben el nombre genérico de La Mortera de Villandio.
 

La ruta senderista

Una vez en la vega de Espines (916 m) por donde se descuelga una pista al municipio allerano. Retomamos la ruta senderista que navega al saliente a la sombra de grandes ejemplares de hayas. Por encima de este territorio abrumado de naturaleza ejemplar y variopinta se perfilan las reconocidas siluetas de los picos Culladiella, Grandes y Los Orios, encadenando este tramo hasta el Cuetu Ventusu. La línea cumbrera se arquea sobre los valles de Pomar y Lloreo, que estiran placenteros de bajo hacia arriba por las aldeas de Arnizo, Llano Pomar, Xamonda, El Collau, El Caburnu, La Pará, Subiduriu y La Venta, respectivamente.
 

En las proximidades de La Llera arrancan algunos de los caminos de aproximación hacia las alturas del valle Pomar. Uno de ellos cruza la vieja trinchera minera por donde bajaba el carbón hasta Fortuna desde la explotación del grupo Güeria de Urbiés. Esta caja del ferrocarril conserva túneles en buen estado y puentes de hierro, etc. Son vestigios mineros que necesitan una exigua restauración para convertirlos en otro de los elementos atractivos para el desarrollo turístico. Después se cruza por el caserío del Arnizo núcleo rural en franco abandono. Sus casas de rancia arquitectura campesina se funde en un paisaje donde prolifera el bosque de castaño. El camino tradicional conecta con el procedente de Villandio desplegándose en comunión y de manera retorcida por la ladera oriental del Cantu Carrascal hasta alcanzar uno de los rincones mágicos del valle. Nos referimos a Llana Pomar, asentamiento privilegiado cuyo núcleo de casas, hórreos y paneras acaparan una buena parte de la ería que rodea el enclave. En tiempos antiguos vivían cuatro familias y en la actualidad está ocupado por un solo vecino. Federico, su único habitante, sale al encuentro de los senderistas, contando anécdotas de su vida de ermitaño. Con él se comparte todo el paisaje que nos envuelve, historias y curiosidades.
 

Dos caminos

Los caminos se bifurcan desde aquí. Por la derecha arremete el sendero ganadero que traspasa el valle de Villandio por la vega Los Pozos. Otro camino cruza por el rústico puente el arroyo donde se conserva un molino de agua. Nada más cruzarlo se presenta una nueva bifurcación. Aquí arrancamos por la derecha valle arriba por la vega de Acebal hasta coronar Tablao del Collau, otro de los lugares más sobresalientes del paisaje turonés. La majada ocupa un rellano de la ladera donde imperan las hayas. Cuadras de techo de “llábanes” forman parte también de este marco natural.
 

La balización de la ruta prosigue hacia la pista superior que profundiza al oriente por la cabecera del valle de Lloreo.
 

Desde la bifurcación de Llana Pomar se desvía otro camino a la izquierda en dirección al Collau. Este constituye otro asentamiento rural contiguo Xamonda y ambos comunicados con una carretera procedente de Entrerríos. El núcleo del Collau constituye otro de los valores naturales a tener en cuenta. Está habitado y su asociación vecinal ha recuperado el “cantu” de “Sierru la Sienda” levantando una plataforma con un mirador que abarca todo el espacio oriental del valle.
 

Nos situamos en Entrerríos al pie del panel informativo del sendero P.R. AS-33 “Sierra de Navaliego”. Allí mismo tomaremos el camino real del valle o Güeria de Lloreo sustituido últimamente por una pista de montaña. Avanzamos siguiendo su traza hasta la abandonada aldea de Caburnu, puerta de entrada a este esplendoroso valle salvaje y solitario que no ha sufrido las heridas de la explotación minera. Se le considera la “joya paisajística del concejo mierense”.
 

Subiendo a Cuetu Venturu

Dejando atrás las viviendas, encaramos la subida bajo las estribaciones del subcordal que baja del Cuetu Ventusu. Por ahí ganamos en altitud por los prados de Fondiru y La Venta. En este último lugar hasta hace unos años vivió una familia siendo un lugar muy apropiado para admirar una buena parte de este territorio donde sobresale gran número de majadas escalonadas valle arriba, hasta la frontera del bosque. Las sendas ganaderas se distribuyen a lo largo y ancho de este rincón turonés subdividido en varias riegas hacia las rústicas camperas de Vallín de los Homeros, Rapaces del Valle, Cimera Santa Olaya, Vega Lloreo, Campona, etc. Hacia el frente occidental unos abruptos murallones descienden de Tablao del Collau bajo los cuales se asientan los perdidos caseríos de La Pará y Subiduriu.
Por la pista llegamos hasta la vega Lleu bajo la cual y al lado de una campera localizamos el lugar conocido como el “Pozu del llobu”. En esta sima camuflada en el matorral como trampa alimañera, se precipitaban los lobos atraídos por el cebo que colocaban los antiguos campesinos.


A lomos del subcordal vamos recuperando la distancia que nos separa del Prau Resu antesala del bosque, último escalón del "picu" Cuetu Venturu.
 

Si giramos a la derecha una senda nos conduce al collado el Tornu, singular escotadura del cordal por donde la pista forestal pasa a territorio allerano.
 

Metidos de lleno en la floresta, la ruta de la izquierda corona la collada de Ablanu, paso importante de otro de los caminos tradicionales hacia el concejo vecino. Este camino está asociado desde la Güeria de Urbiés a la huella minera que desde El Mosquil remonta por el Mayau Carril, quinto de La Barrera y La Llamera.
 

Burra Blanca es el monolito que domina este territorio, contempla bajo su cara norte el paso del ondulante camino que viola la virginidad del hayedo más importante del valle. Por ahí se comunica con el collado Fonticos, umbral mismo de la Sierra de Navaliego.
 

En Campa Espinera mirando hacia Laviana

Podemos permanecer aún en el lomo superior de la Sierra, o tras un corto franqueo situarnos en La Campa Espinera, ventana abierta sobre los parajes de Laviana. De aquí una pista ganadera se desliza hacia La Güeria por Arrio y Rigá, camperas sometidas bajo la silueta del pico Sierra Alta. Esta pista profundiza hacia abajo con otra bifurcación que retoma la línea superior de la ladera en dirección a la Campa Cimera. Siguiendo esta última traza muy pronto nos situaremos en dicha campera, ubicada bajo el espolón meridional del pico Tres Concejos. Nuevamente aquí la pista se bifurca en dirección al pueblo de Meruxal de Laviana con otra que toma rumbo al Alto de la Colladiella.
Bajo esta ladera se sitúan una serie de mayaos escalonados sobre el núcleo rural de La Güeria. Son conocidos como Pradiella, Cagüernes, Sabugal y Pedriña. Este último fue habitado en la antigüedad y de una cantera próxima se dice que proceden las piedras con que se construyó la ermita de San Justo.

 

Llegando a La Colladiella

Insistimos en la aproximación a La Colladiella por esta ruta balizada, asomando a los nuevos horizontes del valle de Santa Bárbara y el valle de Turón. A la altura del prau Sellón, aparece el primer monumento que está dedicado a los muertos de la última contienda civil. Sobre el mismo alto y coronando la cima del pico Arquera, se levanta otro monumento dedicado a los mineros de las dos cuencas. En las entrañas de esta montañas se ha horadado unas galerías simulando un taller minero y adaptado para ser visitado como atracción turística. Durante los años 70 fue muy visitado cumpliendo sus objetivos didácticos, pero la dejadez de las instituciones en su mantenimiento, hizo que la mina-museo sucumbiera.
 

Desde el Alto de La Mozqueta, la otra puerta de entrada al valle desde el valle de Samuño de Langreo, encaramos el rumbo que nos marca el Cordal de Urbiés. Su propia naturaleza va en consonancia con su situación geográfica que mira a la solana del valle. Por lo tanto y debido a la menor humedad, la zona boscosa aquí es menos importante, proliferando las grandes áreas de forraje, aldeas y caseríos.
 

Dejando atrás el pico Cruces, desde el Alto de La Mozqueta marcha una pista hacia San Justo, mientras que el antiguo camino baja a Urbiés por el valle de Recerezal. Siguiendo la pista balizada muy pronto nos hallaremos en la Campa Ablaneo. Después será La Campa Urbiés la que se asoma al camino. Desde aquí se puede bajar también a Urbiés por uno de sus tradicionales caminos pastoriles, cuyo balizaje corresponde al sendero P.R. AS-34. Ni que decir tiene que desde esta prolongada atalaya se admiran un sin fin de valles de la Cuenca Central Asturiana, sometidos a la arrogancia de las excelsas montañas de las Ubiñas, Carraceo, Estorbín, etc.

 

Por San Justo y Carcarosa hasta Peñule

A la altura de la Campa Les Abeyes pasamos al contiguo valle de San Justo. Se extiende desde el pico Cogollu hasta el Quempu La Tabla, caserío situado en las inmediaciones del río Turón. La naturaleza ha sido muy generosa con este valle dotándolo de un variopinto paisaje. Otros valores añadidos son los vestigios prehistóricos, reforzados con la riqueza histórica de los numerosos caseríos de tradicional arquitectura que buscan el regazo de las laderas vestidas de una perenne tonalidad verdosa.
 

Ya escribimos largamente del pueblo de San Justo pero en el curso del camino real que recorre de arriba abajo su barranco, se localizan otros asentamientos como son, Artusu y El Lleu. El primero de ellos, deshabitado en la actualidad, muestra en la arquitectura de sus casas las huellas de un pasado eminentemente campesino. El Lleu situado en sus cotas inferiores presenta una fisonomía más moderna, pues se han reformado algunas viviendas en perfecta sintonía con el medio natural que las rodea.
 

Se dice que Carcarosa es el “pueblo más soleyeru del valle”. Constituye sin duda otro importante núcleo rural compuesto de dos barrios que gravitan entorno a la ladera meridional del Monte Polio. Hemos llegado hasta allí por dos itinerarios diferentes. El más elevado sube desde San Justo hacia La Cerecina siguiendo la huella de un ancestral camino que sube por Les Collaines y La Mofosa. Ésta fue en sus tiempos ruta de peregrinos que iban a San Salvador de Oviedo pasando por la ermita del Carbayu de Langreo. En la Cerecina se encuentran los restos aún perceptibles del minado a cielo abierto clausurado hacia unos diez años. Hacia la vertiente del valle San Juan, prosigue actualmente esta modalidad extractiva produciendo un grave deterioro medioambiental.
 

Desde La Cerecina varias pistas mineras profundizan hacia El Macón, por la vertiente norte del pico Polio. Otras dos rodean al Polio por la cara sur , una de las cuales desciende directamente a Carcarosa.
 

Desde La Cabana hasta el Alto de Cueña la estructura general del valle contempla una mayor concentración de núcleos, perfectamente comunicados. Las viviendas se apiñan entorno a las vegas asentadas sobre la ladera en cotas que van desde los 550 m donde está ubicada Vegalafonte, hasta los 250 m de Cortina. Entre ambos, los diferentes asentamientos fueron cruzados por un viejo ferrocarril minero que transportaba el carbón de la mina Ortiz Sobrinos hasta Santullano.
 

El Monte La Llomba señala los límites occidentales del valle por ese flanco, colgándose de su ladera sus últimos caseríos, que de manera escalonada confluyen en la localidad de Peñule de Figaredo.
 

Aquí finaliza el camino de un largo periplo excursionista por la geografía del Valle de Turón. Nos hemos adentrado en su propia naturaleza, simple y bonita. Tan hermosa como el conjunto de la región, mostrando una realidad muy lejos de los tópicos negativos que se aplican, heredados sin duda de su pasada actividad minera.


Seguramente quedarán muchos más datos en el tintero, pero hemos de señalar que lo aquí sencillamente he expuesto responde a la realidad misma.
 

Amigo lector, en el Valle de Turón tienes argumentos suficientes, afabilidad, historia, paisaje, arqueología, cocina, etc. que justifican tu visita. Te esperamos.

 

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
 

• INFORMACIONES DEL TURON ANTIGUO – MANUEL JESUS LOPEZ GONZALEZ.
• NOTICIAS HISTORICAS SOBRE MIERES Y SU CONCEJO – JULIO LEON COSTALES.
• UNA COMARCA A PUNTA DE LAPIZ – BENJAMIN ALVAREZ BENXA.
• CAMIN DE MIERES – MARIA TERESA ZAPICO.
• ESTUDIO INTEGRADO DEL VALLE DE TURON – ENCARNACION RUIZ FDEZ.
• MIERES PASO A PASO – ANGEL FDEZ. ORTEGA.
• SENDERISMO POR EL CONCEJO DE MIERES – ANGEL FDEZ. ORTEGA.
• EL PAISAJE HUMANISTA DE LOS VALLES MIERENSES – ANGEL FDEZ. ORTEGA
• GRANDES ESPACIOS – RAFAEL LOPEZ MONNÉ.


ANGEL FDEZ. ORTEGA