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El collar de la pastorina

0489-0024_pastora_guardando_sus_ovejas[1].jpgRompía el sol entre la niebla y se vaticinaba otro pesado día de calor, cuando salía de su quintana, en la aldea de Villandio, Aida la pastorina, dispuesta a llevar el rebaño hasta la Campa les Espines y dejarlo pastando allí todo el día. Su inseparable compañero y amigo del alma, su perro “Pulgosu”, corría delante con el fin de llegar primero al redil e ir preparando el ganado. Caminaba Aida despacio y los incipientes rayos de sol hacían relucir el collar de coral que colgaba de su esbelta y bien formada garganta. Era esta joya una pieza muy estimada no solo por su dueña, sino por todo el pueblo, pues era el recuerdo que había traído de las Américas, el único indiano que había partido del pueblo, su tío “Xuacu el Llargu” y se decía que era un amuleto que preservaba de muchos males a todo el pueblo.

 

- Aida, que guapina tás. Paez que en vez de dir a cuida ´l ganao, vas pa la fiesta San Xuan.- le dijo su vecina Adela.
- No que va – respondió Aida – lo que pasa ye que el collar llevolu, como bien tais enteraes, porque ye el mellor amuletu que tengo pa pasar un día feliz y sin ningún altercau. Endesde que lu tengo nunca más se me apaeció llobu algun, ese malvau que cuando avisa ya ye tarde y en jamás desde que lu tengo perdí ovella alguna.

 

Subía Aida sendero arriba camino del mayau cantando alegre una popular tonada pastoril que de modo habitual entonaba en su subida, meneando alegre su collar, con su rubio cabello ligeramente levantado por la brisa matinal:

Pastorina de Villandio
Que subes a Les Espines
Cuida bien el ganau
Que hay llobos per les esquines

Nun tengas mieu amigu
El llobu nun va a apaecer
Porque ´l mio collar de coral
Impidelo y va proteger

fuente.JPGIba tan distraída cantando que no se había dado cuenta que el ganado se le detenía porque ya habían llegado a la fuente “El Llerón”, primera parada para abrevar sus ovejas.

Se detuvieron un rato y una vez que había bebido todo el rebaño, fue Pulgosu quien se encargó de ponerlas en movimiento camino de su destino, la abierta y sin igual Campa Les Espines.

Caminaron una hora más y llegaron a la segunda parada en la fuente “El Palacio”. Cuando ya habían satisfecho de nuevo sus necesidades todas las ovejas y Pulgosu las había puesto de nuevo en camino, se acercó Aida a beber a la gratificante fontana observando al agacharse su figura en el estanque y como coqueta que era decidió acicalarse colocando bien su collar. ¡Estaba tan enamorada de él¡ ¡le daba tanta suerte¡ ¡Le quedaba tan bien!. Pero la desgracia acechaba a la pastorina, pues cuando intentó darle una vuelta a su alhaja, ésta se desenganchó y le calló al estanque. Apresurada y nerviosa metió la mano en el agua con la intención de recuperar su tesoro, pero nada encontró.

- Serénate Aida, tiene que tar ahí, ¿Dónde si no va tar?, se decía intentando tranquilizarse.

Insistió una y otra vez removiendo el fondo del pozo, pero el collar no aparecía. La desgracia empezaba a tomar visos de ser una realidad y la desesperación se adueñaba del joven cuerpo de la pastorina. Pensó en bajar corriendo y pedir ayuda en el pueblo, pero las ovejas habían seguido caminando y ya estaban cerca del “Mayau”. Tenía que subir y plantearse la recuperación del collar al día siguiente. Éste necesariamente estaría allí. ¿ quien se lo iba a llevar?. Con la ayuda de algún vecino lo encontraría fácilmente en el fontán.

Subió Aida hasta el alto toda aturdida y se pasó el día sin comer y sin prestar atención a su rebaño, su obsesión era su preciada joya. ¿Qué iba a ser de ella sin su amuleto? . Afortunadamente ningún infortunio más le sucedió en el resto del día, pues sin su collar carecía de la defensa en la que tanto confiaba y las desventuras pudieran sucederse en cadena unas tras otras.

elcamino0mt[1].jpgLlegó Aida toda abatida al pueblo dándose cuenta enseguida los vecinos de que la desgracia se había cebado no sólo en la zagala, sino en el pueblo entero. La inquietud y el desasosiego se habían generalizado, todos se apresuraban y querían acudir al rescate del collar cuanto antes.

Madrugaron a la mañana siguiente provistos de herramientas y muchas ganas de trabajar y subieron hasta la fuente El Palacio dispuestos a recuperar la preciada joya. Hicieron una zanja y desviaron el agua que brotaba de la fuente con la finalidad de secar el estanque y así hacer más fácil la recuperación. Pero una vez seco el estanque nada se veía en él.

- Saquemos con cuidado el barro y removámoslu bien pues entre él tiene que tar el collar.- dijo Esteban

Desgraciadamente sacaron todo el barro habido y por haber, lo removieron con todo cuidado y la joya no apareció por ningún sitio. Abatidos y sin comprender porqué no habían encontrado el collar abandonaron la búsqueda.

Aida estaba desesperada. ¿Qué sería de ella sin su amuleto?. ¿Seguiría teniendo la suerte que tuvo hasta la fecha conLoup[1].jpg el ganado?. ¿Aparecería el lobo de nuevo como en tiempos pasados?. ¿Tendría que volver a padecer los sobresaltos que se producían en su cuerpo cuando escuchaba los aullidos del lobo? Los interrogantes eran muchos y la inquietud había hecho prisioneros a todos los vecinos.

Parecía que lo intuía pues tres noches antes de San Juan, al atardecer, cuando empezaba el retorno, un fuerte alboroto se formó entre el rebaño y Pulgosu no paraba de ladrar. No tardó en ver la causa siendo total la desesperación. Había hecho acto de presencia el lobo y estaba acosando a su rebaño. Las ovejas se le dispersaron, tres habían perecido bajo las fauces de los cánidos y no sabía cómo afrontar el problema, pues el pueblo estaba lejos para bajar a pedir ayuda, y la tarea de reagrupar el ganado y retirarse era ingente.

Afortunadamente la desgracia a veces encuentra límites, pues providencialmente aparecieron por el lugar, los siempre solidarios Nin y Juan, quienes la ayudaron a reagrupar el rebaño, tras haber ahuyentado al lobo y aunque tarde y con alguna pérdida llegó al pueblo con su maltrecha hacienda en el instante en que una partida estaba preparada para acudir en la búsqueda de Aida, pues no era normal que a esas altas horas no estuviese la pastorina del collar en la aldea con su rebaño en el redil como hacía habitualmente.

 

- ¿Qué pasó?¿Como fue Aida?, ¿per onde apaeció el malvau, esi representante del diablu na tierra, el llobu?. – le preguntaban insistentemente los vecinos acosándola sin dejarla respirar.

- Apaecieron po ´l “prau Xerón” y yeren cuatro como mínimo.- respondió Aida toda asustada.

- Ya ye tarde y ye hora de dir a descansar, pero mañana, en cuantes que ameanezca, tenemos que preparar una batia, nun sea que sea acomode per aquí y nos amargue la esitencia.- exponía el alcalde del pueblo

 lobo disfrazado-1.jpg

Realizaron una batida y otra pero el lobo no desaparecía, la maldición había caído sobre el pueblo de Villandio. Nuestra Aida estaba convencida de que el origen de la desgracia estaba en la pérdida del seguro que tenían en su collar y desesperada salió la noche de San Juan, esa noche mágica en la que sucede casi de todo, camino de la fuente donde había perdido el collar, dispuesta a encontrarlo con la ayuda de las musas y duendes que en esta noche misteriosa campean por los pueblos. Subió hasta la fuente del Palacio y allí, así exclamó:

 

- Tu yes el orixen de muncha vida. En les tus agües quitamos la sed y munches de nuestres necesidaes los vecinos de Villandio. Tú nun debes ser la causa de nuestros males. Se que la “Xana de largos cabellos” que cuida los munchos tesoros de tu manantial, sabe onde tá el collar de perles que me cayó aquí fai unos dies. Nun lu quiero pal mi interés personal. Bien cierto ye que lu luzco, pero faigolo con amor porque gracies a él nuestru pueblu vive en paz y sin ningún altercau, por eso te pido, “Xana de largos cabellos”, que me ayudes a topar mi talismán y así vuelva la felicidad al mi pueblu.

 

Apenas había acabado Aida de efectuar su súplica, cuando una esbelta figura, de belleza inigualable y tan radiante como el sol que luce en primavera, con unos rubios cabellos ligeramente rizados por la humedad de la mañana se le camino en villandio.JPGapareció en la parte alta de la fuente. Era la Xana Minerva cuyas pupilas azules inspiraron a Becquer en una de sus rimas, cuidadora de todos los manantiales y tesoros del Valle de Villandio, que tiene su sede habitual en el manantial de “El Llamargón” y se había dignado bajar hasta donde estaba Aida. Estirando su mano acaricia los cabellos de la desesperada moza y le dice:

 

- Aida, hace días que se del infortunio que te ha acaecido. También se cual es la causa de tu desgracia. Pero afortunadamente tu mal tiene solución y voy a ayudarte a buscarla. Has perdido el collar por una confusión de las aguas de la fuente El Palacio y que son las ejecutoras de las acciones encaminadas a velar por el buen comportamiento de la gente, recuperando las joyas de aquellas personas que no son dignas de llevarlas si demuestran que son interesadas. Un exceso de celo, les hizo entender que eras orgullosa y que tu collar estaba mejor entre las muchas joyas que yo guardo en la fuente, pero hoy me has demostrado que la humildad y entrega hacia los demás, está por encima de todo para ti, y entiendo que es necesaria la recuperación de tu amuleto.
Para recuperarlo tienes que volver a la fuente “El Palacio”, y antes de las doce de la noche debes de verter en uno de sus remansos la clara de un huevo. La clara del huevo a lo largo de la noche de San Juan adoptará la forma de un barco de vela. Esta fuente está comunicada, como bien sabes con la de “El Llerón” y con el fin de arrastrar el barco a buen puerto llevando un mensaje que hace tiempo me han pedido, una fuerte corriente de agua se generará en las entrañas de la tierra y como consecuencia de ella el collar será arrastrado apareciendo en la madrugada en la fuente “El Llerón”.

- Gracies- respondió Aida- pues la felicidad volverá a sentise entre los habitantes de mi aldea.

 

noche de san juan.jpgBajó nuestra pastora toda apresurada pues el tiempo apremiaba, le quedaban dos escasas horas para efectuar la recomendación de la Xana y de este modo poder recuperar la herencia de su tío el indiano. Cogió un huevo fresco de su corral y a galope tendido se dirigió a la fuente El Palacio. Buscó un remanso y vertió el huevo en él, quedándose recostada toda la noche al lado de la fontana. De madrugada, tal como había dicho la Xana, un fuerte ruido se oyó en las inmediaciones de la fuente, el caudal aumento considerablemente y la clara del huevo que se había convertido en un hermoso barco en la noche de San Juan, partió en búsqueda del destino que la Xana le había asignado. Aida descendió hasta la fuente el Llerón y al disminuir la fuerza del agua se dejó ver el reluciente collar de coral tal cual había desaparecido días antes en la fuente El Palacio. Colocó la pastorina el collar en su cuello y salió el sol. Esto era el adelanto de la felicidad que iba a reinar en la aldea, pues nunca más se oyó hablar de lobos ni de desgracias en la campiña de los montes de Villandio.

Pero nuestra historia no termina ahí y supo de ello Aida años más tarde, cuando una hermosa niña apareció en el pueblo de Villandio buscándola para darle las gracias, pues debido al barco que en la sin igual noche de San Juan, se formó del huevo vertido en la fuente del Llerón, pudo llegar hasta ella un enorme caudal de cariño y amor, del que tan necesitada estaba tras la muerte de su madre.

Marcelino Escudero García